Jesús les dijo a sus discípulos:
Muchas cosas en el mundo hacen que la gente desobedezca a Dios. Y eso siempre
será así. Pero ¡qué mal le irá a quien haga que otro desobedezca a Dios! Si
alguien hace que uno de estos pequeños seguidores míos desobedezca a Dios,
recibirá un castigo peor que si le amarraran al cuello una piedra enorme y lo
tiraran al fondo del mar. Así que, ¡tengan cuidado con lo que hacen! Si tu
amigo te hace algo malo, llámale la atención. Si te pide perdón, perdónalo. No
importa si en un solo día te hace muchas maldades; si él te pide perdón,
perdónalo.
Los apóstoles le dijeron al
Señor: Haz que confiemos en el poder de Dios. El Señor Jesús les dijo: Si la
confianza de ustedes fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían
decirle a este árbol: Levántate de aquí y plántate en el mar, y el árbol les
obedecería.
Ninguno de ustedes que tenga un
esclavo, le dice: Ven, siéntate a comer, cuando este regresa de trabajar en el
campo, o de cuidar las ovejas. Más bien, le dice: Prepárame la cena. Quiero que
estés atento a servirme, hasta que yo termine de comer y de beber. Ya después
podrás comer y beber tú. Tampoco le da las gracias por cumplir con sus órdenes.
De modo que, cuando ustedes hayan hecho todo lo que Dios les ordena, no esperen
que él les de las gracias. Más bien, piensen: Nosotros somos sólo sirvientes;
no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.
Jesús siguió su viaje hacia
Jerusalén, y tomó un camino que pasaba entre la región de Samaria y la región
de Galilea. Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres que
estaban enfermos de lepra. Sin embargo, se quedaron un poco lejos de Jesús y le
gritaron: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros y sánanos!
Jesús los vio y les dijo: Vayan al templo, para que los sacerdotes los
examinen y vean si ustedes están totalmente sanos. Y mientras los diez hombres
iban al templo, quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, regresó gritando
¡Gracias, Dios mío! ¡Muchas gracias! Cuando llegó ante Jesús, se arrodilló
hasta tocar el suelo con su frente, y le dio las gracias. Este hombre era de la
región de Samaria.
Al ver eso, Jesús preguntó a sus
discípulos: ¿No eran diez los que quedaron sanos? ¿ Por qué sólo este
extranjero volvió para dar gracias a Dios? Luego Jesús le dijo al hombre:
¡Levántate y vete! Has quedado sano porque confiaste en mí.
Algunos fariseos le preguntaron a
Jesús: ¿Cuándo comenzará Dios a reinar aquí? Jesús respondió: El reino de Dios
no es algo que pueda verse. Tampoco se puede decir: ¡Aquí está! O ¡Allí está!
Porque el reino de Dios ya está entre ustedes. Luego, Jesús les dijo a sus
discípulos: Llegará el día en que ustedes van a querer ver, por lo menos un
momento, cuando yo, el Hijo del hombre, me presente con todo mi poder y gloria.
Algunos les dirán: ¡Allí está¡, o ¡Aquí está!, pero no vayan. Cuando yo el Hijo
del hombre regrese, todos me verán. Será como un relámpago que alumbra todo el
cielo. Pero primero tendré que sufrir cosas terribles, y la gente de este
tiempo me rechazará.
Cuando yo, el Hijo del hombre,
regrese, la gente estará viviendo como en los tiempos de Noé. Antes de que Dios
inundara toda la tierra con agua, la gente comía, se divertía y se casaba.
Después Noé entró en la casa flotante, y
cuando vino la inundación toda esa gente murió. Lo mismo pasó en los tiempos de
Lot. En la ciudad de Sodoma, la gente comía y se divertía, compraba y vendía,
sembraba, y construía casas. Pero cuando Lot salió de la ciudad, cayó fuego y
azufre desde el cielo, y toda esa gente murió.
Algo así pasará cuando yo, el
Hijo del hombre, vuelva otra vez. Si en ese momento alguien está en la azotea
de su casa, que no baje a sacar sus pertenencias. El que esté trabajando en el
campo, que no regrese a su casa. Recuerden que, por mirar hacia atrás , la
esposa de Lot se convirtió en estatua de sal. Los que quieran salvar su vida,
la perderán. Pero los que la pierdan, se salvarán.
La noche en que yo regrese, si
hay dos personas durmiendo en una cama, me llevaré a una y dejaré a la otra. De
igual manera, si dos mujeres estuvieran moliendo trigo, me llevaré a una y
dejaré a la otra. Los discípulos le preguntaron: Señor, ¿dónde ocurrirá eso?
Jesús les respondió: Todos saben bien que allí donde se juntan los buitres, hay
un cuerpo muerto. Así será cuando yo venga, todos lo sabrán con seguridad.
Aquí puedes darte cuenta que es
importante que el hombre tenga una actitud correcta en dondequiera que vaya y así
evite ser tropiezo a otros más débiles en la fe. Así también es primordial que
el hombre aprenda a perdonar, que sea indulgente.
No obstante, lo esencial es que
el hombre confíe en Dios, que tema a Dios y obedezca sus mandatos, mostrando
una buena actitud, siempre atento para oír
la voluntad de Dios y cumplir sus mandatos, como enseñar su Palabra a otros.
Asimismo, e fundamental que el
hombre muestre gratitud a Dios, pues El en su amor infinito a la humanidad
envió a su unigénito Hijo Jesús para salvar y redimir al hombre que vive en
pecado.
Por tanto, es prioridad que el
hombre se vuelva a Dios, que lo busque y se prepare, pues el reino de Dios no
es algo que pueda verse pero si, que el hombre debe cambiar de manera vivir, y
que esto se refleje en su ser interior para que el reino de Dios sea
establecido en cada persona, en cada corazón contrito que anhele que Jesús
habite, pues sabes, Jesús vendrá pronto.
Con Alta Estima,
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