Yo, Miqueas, anuncio: Jerusalén, Jerusalén, prepárate
para la guerra. Por medio de tus enemigos Dios castigará duramente al rey de
Israel. Pero tú, Belén Efrata, entre los pueblos de Judá eres un pueblo
pequeño, pero llegarás a ser muy importante. En ti nacerá un rey de familia muy
antigua, que gobernará sobre Judá.
Dios nos va a abandonar hasta que nazca ese rey. Luego de
su nacimiento los que hayan quedado con vida se reunirán con los demás
israelitas. Entonces Dios le dará a ese rey toda su fuerza y poder para dirigir
a su pueblo y hacerlo vivir en paz. Ese rey extenderá su dominio hasta el
último rincón de la tierra.
Cuando vengan los asirios para invadir nuestro país y
quieran ocupar nuestros palacios, ese rey nos librará de ellos y nos hará vivir
en paz. Ordenará que los ataquen siete jefes y ocho capitanes. ¡Así
conquistaremos por la fuerza el país de Asiria, territorio de Nimrod!
Los que quedemos con vida seremos entre las naciones,
como la lluvia que Dios envía: cae del cielo y riega la hierba sin la
intervención humana. Seremos también como los leones: cuando están entre un
rebaño, atrapan a las ovejas y las destrozan, y no las dejan escapar. ¡Tú, mi
Dios, atacarás a tus enemigos y los destruirás por completo.
Dios dijo a su pueblo: Cuando llegue ese día, mataré a
todos tus caballos y destruiré tus carros de guerra. Destruiré también tus
ciudades y derribaré todas tus torres. Pondré fin a tus hechicerías y acabaré
con todos tus adivinos. Destruiré tus ídolos y tus imágenes, y no volverás a
adorar a dioses que tú mismo hiciste. ¡Yo destruiré tus ciudades y las imágenes
de tu diosa Astarté! ¡Yo me vengaré con gran furia de las naciones que no me
obedecieron!
Aquí el hombre puede darse cuenta que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios que redime los pecados de la humanidad, por lo tanto, es
urgente que el hombre adopte la posición de siervo pues El es el rey que ha revolucionado al
mundo, El que a través de su sangre preciosa libera al hombre de la esclavitud
del pecado. Sabes, sólo Dios puede restaurar al hombre pues a través de su
Palabra renueva su mente y su corazón para que se vuelva a Dios.
Ahora Bien, sólo si el hombre cambia de actitud, avanzará
en este mundo inhóspito, pues vive alejado de Dios, por eso es urgente que el
hombre desarrolle una conciencia firme, que deje de hacer lo del malo sino que
su corazón busque a Dios. No obstante, el hombre debe obedecer los mandamientos
para que logre la paz en su diario vivir.
Así pues, es tiempo que el hombre se levante y que se
empape del conocimiento de Dios a través de sus enseñanzas y que su Palabra produzca en el hombre la satisfacción a sus
necesidades.
No obstante, urge que el hombre priorice lo esencial,
apegarse a vivir en el orden que Dios ha establecido para que con su ejemplo
sean como la lluvia que Dios envía.
Con Alta Estima,