sábado, 30 de mayo de 2015

Traten de hacer lo que le agrada a Dios


Ustedes son hijos de Dios, y El los ama. Por eso deben tratar de ser como él es. Deben amar a los demás, así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Para Dios, la muerte de Cristo es como el delicado aroma de una ofrenda.

Ustedes son parte del pueblo de Dios; por eso, ni siquiera deben hablar de pecados sexuales, ni de indecencias ni de ambiciones exageradas. No digan malas palabras, ni tonterías, ni vulgaridades, pues eso no es correcto.  Más bien, usen la boca para dar gracias a Dios. Bien saben ustedes que nadie que tenga relaciones sexuales prohibidas o indecentes, o que nunca esté satisfecho con lo mucho que tiene, tendrá parte en el reino de Cristo y de Dios. Eso es tan malo como adorar a un ídolo.

No se dejen engañar con ideas tontas, pues por cosas así Dios castiga terriblemente a quienes no lo obedecen. Así que, no tengan nada que ver con esta clase de gente. No conocer a Dios es como vivir en la oscuridad, y antes ustedes vivían así, pues no lo conocían. Pero ahora ya los conocen, y han pasado a la luz; vivan entonces como corresponde a quienes conocen a Dios, pues su espíritu nos hace actuar con bondad, justicia y verdad. Traten de hacer lo que le agrada a Dios. 

No se hagan cómplices de los que no conocen a Dios; al contrario, háganles ver su error, pues sus hechos no aprovechan de nada. ¡La verdad es que da vergüenza hablar de lo que ellos hacen a escondidas! Cuando la luz brilla, todo queda al descubierto y puede verse cómo es en realidad. Por eso alguien ha escrito: ¡Despiértate, tú que duermes! Levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará.

Tengan cuidado de cómo se comportan. Vivan como gente que piensa lo que hace, y no como tontos. Aprovechen cada oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos. No sean tontos, sino traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan.

No se emborrachen, pues perderán el control de sus actos. Más bien, permitan que sea el Espíritu Santo quien los llene y los controle. Cuando se reúnan, canten salmos, himnos y canciones espirituales. Alaben a Dios el Padre de todo corazón, y denle siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Ustedes, que honran a Cristo, deben sujetarse los unos a los otros. Las esposas deben sujetarse a sus esposos, así como lo hacen con Cristo. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de su iglesia, y también su Salvador. Cristo es la cabeza, y la iglesia es el cuerpo. Por eso, la esposa debe sujetarse a su esposo en todo, así como la iglesia se sujeta a Cristo.

Los esposos deben amar a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Lo hizo para hacerla sólo suya, limpiándola por medio de su mensaje y del bautismo. Cristo quiso regalarse a sí mismo una iglesia gloriosa, apartada del mal y perfecta, como un vestido sin una sola arruga ni una sola mancha, ni nada parecido. El esposo debe amar a su esposa, así como ama su propio cuerpo. El hombre que ama a su esposa, se ama a sí mismo. Porque nadie desprecia su propio cuerpo. Al contrario, lo alimenta y lo cuida, del mismo modo que Cristo cuida a la iglesia. En realidad, cada uno de nosotros forma parte de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Dice la biblia: Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, para formar un solo cuerpo. Esa es una verdad muy grande, y yo la uso para hablar de Cristo y de la iglesia. En todo caso, el esposo debe amar a su esposa, como sí se tratara de sí mismo, y la esposa debe respetar a su esposo.

Aquí puedes darte cuenta que nuestro Señor Jesucristo pagó un alto precio para que el hombre vuelva a tener una relación personal con Dios, pero es necesario que el hombre cambie su manera de vivir y que con su conducta muestre gratitud en todo momento y que sea  una ofrenda agradable a Dios.

Ahora bien, el hombre como parte del pueblo  de Dios y como una persona regenerada debe actuar con bondad, justicia y verdad pues sólo el hombre  que ha aceptado a Cristo puede brillar ante los demás.

Por tanto, es tiempo  de que el hombre despierte, que demuestre que conoce a Dios haciendo el bien, por lo que es importante que el hombre se sujete unos a otros, de manera que no predomine el orgullo ni el egoísmo y  no  se sienta  superior a los demás, sino más bien lo esencial es que el hombre honre a Dios, viviendo bajo el orden establecido  por El, Dios es la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza del esposo, el esposo es la cabeza de su esposa, para lo cual el amor y el respeto es imprescindible, como si se tratara a sí mismo, y sobre todo, que el hombre viva apegado a la Palabra de Dios para que esté preparado, pues somos parte del Cuerpo de Cristo, que es su iglesia.


Con Alta Estima,

Ahora les pido, de parte del Señor Jesús, que ya no vivan como los que no conocen a Dios


Yo que estoy preso por servir al Señor Jesús, les ruego que vivan como deben vivir quienes, como ustedes, han sido llamados a formar parte del pueblo de Dios. Sean humildes, amables y pacientes, y bríndense apoyo, por amor, los unos a los otros. Hagan todo lo posible por vivir en paz, para que no pierdan la unidad que el Espíritu les dio. Sólo hay una iglesia, sólo hay un Espíritu, y Dios los llamó a una sola esperanza de salvación. Sólo hay un Señor, una fe y un bautismo. Sólo hay un Dios, que es el Padre de todos, gobierna sobre todos, actúa por medio de todos, y está en todos.

A cada uno de nosotros Cristo nos dio las capacidades que quiso darnos. Como dice la Biblia: Cuando subió al cielo, llevó muchos prisioneros, y dio capacidades a la gente. Pero, ¿qué significa eso de que subió? Pues significa que primero bajó a las partes más profundas de la tierra. Y el que bajó es el mismo que después subió a lo más alto del cielo, para llenar todo el universo. El fue quien les dio a unos la capacidad de ser apóstoles; a otros, las de ser profetas; a otros, la de ser evangelistas, y a otros, la de ser pastores y maestros. Hizo esto para que todos los que formamos la iglesia, que es su cuerpo, estemos capacitados para servir y dar instrucción a los creyentes. Así seremos un grupo muy unido y llegaremos a tener todo lo que nos falta; seremos perfectos, como lo es Cristo, por conocer al Hijo de Dios y por confiar en él. Ya no seremos como niños, que ahora piensan una cosa y más tarde piensan otra, y que fácilmente son engañados por las falsas enseñanzas de gente astuta, que recurre a toda clase de trampas. Al contrario, el amor debe hacernos decir siempre la verdad, para que en todo lo que hagamos nos parezcamos cada vez más a Cristo, que es quien gobierna la iglesia. Cristo, que es quien va uniendo a cada miembro de la iglesia, según sus funciones, y quien hace que cada uno trabaje en armonía, para que la iglesia vaya creciendo y cobrando más fuerza por causa del amor.

Ahora les pido, de parte del Señor Jesús, que ya no vivan como los que no conocen a Dios, pues ellos viven de acuerdo con sus tontas ideas. Son gente ignorante y terca, que no entiende nada, y por eso no disfruta de la vida que Dios da. Han perdido la vergüenza, se  han entregado totalmente a los vicios, y hacen toda clase de indecencias.

¡Pero esto no es lo que ustedes aprendieron acerca de Cristo! Porque ustedes oyeron el mensaje acerca de él, y saben vivir como él manda, siguiendo la verdad que él enseñó. Por eso, ya no vivan ni se conduzcan como antes, cuando los malos deseos dirigían su manera de vivir. Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar, y ser honestos y santos de verdad, como corresponde a personas que Dios ha vuelto a crear, para ser como él.

Por eso, ya no deben mentirse los unos a los otros. Todos nosotros somos miembros de un mismo cuerpo, así que digan siempre la verdad. Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar. El enojo no debe durarles todo el día, ni deben darle al diablo oportunidad de tentarlos. Quien antes fue ladrón, debe dejar de robar, y ahora trabajar bien y con sus propias manos. Así tendrá dinero para ayudar a las personas necesitadas.

No digan malas palabras. Al contrario, digan siempre cosas buenas, que ayuden a los demás a crecer espiritualmente, pues eso es muy necesario. No hagan que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en ustedes, para reconocerlos cuando llegue el día en que para siempre serán liberados del pecado.

Dejen de estar tristes y enojados. No griten ni insulten a los demás. Dejen de hacer el mal. Por el contrario, sean buenos y compasivos los unos con los otros, y perdónense, así como Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que conoce a Dios, obedece sus mandatos y forma parte del pueblo de Dios y  el Espíritu de Dios vive en su ser interior y entonces el hombre deberá  conducirse dando fruto, humildad, paciencia, amabilidad con los demás, buscando la armonía entre unos y otros de manera que el hombre viva en paz.

No obstante, Dios ha dado al hombre capacidades diferentes y, en consecuencia el hombre debe ayudarse y servirse los unos a los otros para lograr la unidad perfecta  que Dios desea, su fe aumentará pues su confianza está puesta en Dios, y entonces el hombre crecerá espiritualmente.

Así pues, es fundamental que el hombre viva en amor, armonía,  sinceridad y perdonando a los demás, siendo santo de verdad como persona que ha sido renovada en su manera de pensar pues tiene como sello de identidad , el Espíritu de Dios.


Con Alta Estima,

miércoles, 27 de mayo de 2015

Dios tiene poder para hacer mucho más de lo que le pedimos


Yo, Pablo, estoy preso porque sirvo a Jesucristo, y trabajo por el bien de ustedes, los que no son judíos. Ustedes ya saben que Dios me encargó anunciarles el plan que, gracias a su gran amor, había preparado. Dios me dio a conocer el plan que tenía en secreto, y del cual ya les he escrito brevemente. Si leen lo que escribí, sabrán cómo entiendo ese plan que  Dios ha llevado a cabo por medio de Jesucristo. Tal secreto no se les dio a conocer a los que vivieron antes de nosotros, pero ahora, por medio de su Espíritu, Dios se lo ha mostrado a sus santos apóstoles y profetas. Y este es el plan secreto: por medio de Jesucristo, también los que no son judíos pueden recibir  la salvación y las promesas dadas al pueblo de Israel, y formar con Israel  un solo pueblo.  Todo lo que ustedes tienen que hacer es aceptar esa buena noticia.

Dios ha sido bueno conmigo, y me ha dado el privilegio de anunciar a los que no son judíos la buena noticia de las bendiciones de Cristo, que son tantas que nadie las puede contar. Esto lo hizo gracias a su gran poder, y a pesar de que no lo merezco, pues soy la persona más insignificante en el pueblo de Dios. También me encargó dar a conocer a todos el cumplimiento de su plan. Dios, creador del universo, mantuvo ese plan en secreto durante siglos. Así, por medio de la iglesia, los ángeles y los espíritus poderosos de los aires sabrán ahora que Dios es sabio en todo. Esto era lo que Dios había planeado desde el principio, y que ha hecho realidad por medio de Jesucristo nuestro  Señor. Gracias a Cristo, y porque confiamos en él, tenemos libertad para acercarnos a Dios sin temor. Les ruego, entonces, que no se desanimen por mis sufrimientos, pues esto es más bien un honor para ustedes.

Por todo esto, me arrodillo a orar delante de Dios el Padre, creador  de todo lo que existe, tanto en el cielo como en la tierra. Por la inmensa riqueza de su gloria, pido a Dios que, por medio de su Espíritu, los haga cristianos fuertes de ánimo. También le pido a Dios que Jesucristo viva en sus corazones, gracias a la confianza que tienen en él, y que ustedes se mantengan firmes en su amor por Dios y por los demás. Así ustedes podrán comprender, junto con todos los que formamos el pueblo de Dios, el amor de Cristo en toda su plenitud. Le pido a Dios que ustedes puedan conocer ese amor, que es más grande de lo que podemos entender, para que reciban todo lo que Dios tiene para darles.

Dios tiene poder para hacer mucho más de lo que le pedimos. ¡Ni siquiera podemos imaginar lo que Dios puede hacer para ayudarnos con su poder! Todos los que pertenecemos a la iglesia de Cristo, debemos alabarlo por siempre. Amén.

Aquí puedes darte cuenta que lo esencial es que el hombre crea en nuestro Señor Jesucristo, quien vino al mundo a entregarse a sí mismo y Dios le resucitó para que el hombre sea salvo.


No obstante, lo fundamental es que el hombre confíe en Jesús, el Hijo de Dios, que a gracias a su sacrificio en la cruz el hombre tiene libertad y ahora puede acercarse a Dios y experimentar ese amor que es más grande que lo que el hombre pueda imaginarse pues Dios es todopoderoso y con su poder El puede ayudar al hombre a vencer toda adversidad, por tanto, es necesario que el hombre alabe a Dios.

Con Alta Estima,

martes, 26 de mayo de 2015

Todos los miembros de la iglesia son como un edificio


Antes, ustedes estaban muertos para Dios, pues hacían el mal y vivían en pecado; seguían el mal ejemplo de la gente de este mundo, y obedecían al poderoso espíritu en los aires, que gobierna sobre los malos espíritus y domina a las personas que desobedecen a Dios.

Antes nosotros nos comportábamos así, y vivíamos obedeciendo a los malos deseos de nuestro cuerpo y nuestra mente. ¡Con justa razón merecíamos ser castigados por Dios, como todos los demás! Pero Dios es muy compasivo, y su amor por nosotros es inmenso. Por eso, aunque estábamos muertos por culpa de nuestros pecados, él nos dio vida al resucitar a Cristo. Nos hemos salvado gracias al amor de Dios. Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él. Hizo esto para mostrar, en el futuro, la bondad y el gran amor con que nos amó por medio de Jesucristo. Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló. La salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie puede sentirse orgulloso. Nosotros somos creación de Dios. Por nuestra unión con Jesucristo, nos creó para que vivamos haciendo el bien, lo cual Dios ya había planeado desde antes.

Los judíos los llaman a ustedes los no circuncidados, y ellos a sí mismo se llaman los circuncidados, pues se circuncidan en el cuerpo. Ustedes no son judíos, y deben recordar que antes no tenían a Cristo ni eran parte del pueblo de Israel. Tampoco formaban parte del pacto ni la promesa que Dios hizo con su pueblo. Vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza. Pero ahora ustedes, que estaban lejos de Dios, ya han sido acercados a él, pues están unidos a Jesucristo por medio de su muerte en la cruz.

Cristo nos ha dado la paz. Por medio de su sacrificio en la cruz. Cristo ha puesto fin al odio que, como una barrera, separaba a los judíos de los que no son judíos, y de dos pueblos ha hecho uno solo. Cristo ha puesto fin a los mandatos y reglas de la ley, y por medio de sí mismo ha creado, con los dos grupos, un solo pueblo amigo.

Por medio de su muerte en la cruz, Cristo puso fin a la enemistad que había entre los dos grupos, y los unió formando así un solo pueblo que viviera en paz con Dios. Cristo vino y anunció las buenas noticias de paz a todos, tanto a ustedes, que no son judíos y estaban cerca de él. Por medio de lo que Jesucristo hizo, tanto los judíos como los no judíos tenemos un mismo Espíritu, y podemos acercarnos a Dios Padre. Por eso, ante Dios ustedes ya no son extranjeros. Al contrario, ahora forman parte de su pueblo y tienen todos los derechos, ahora son de la familia de Dios.

Todos los miembros de la iglesia son como un edificio, el cual está construido sobre la enseñanza de los apóstoles y los profetas. En ese edificio Jesucristo es la piedra principal. Es él quien mantiene firme todo el edificio y quien lo hace crecer, para que llegue a formar un templo dedicado al Señor. Por su unión con Jesucristo, ustedes también forma parte de ese edificio, en donde Dios habita por medio de su espíritu.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre cuando es obediente y acepta a Jesús en su vida, vuelve a tener una relación personal con Dios, al arrepentirse Dios perdona sus pecados y entonces el hombre es restaurado y cambia su manera de vivir.

Así pues, el hombre regenerado debe tener una conducta intachable, pues Dios en su gran amor y misericordia,  resucitó a Jesús para darle salvación al hombre arrepentido y por ese amor de Dios el hombre debe hacer lo bueno.

Por tanto, el hombre vive con esperanza, pues el mensaje de Dios anuncia la paz con todos y el hombre está unido por medio de Jesús, quien murió en la cruz para salvar a los judíos como a los gentiles y que sean un solo pueblo, que pertenezcan a la familia de Dios

Ahora bien, el hombre debe entender que como miembro de la  iglesia se puede comparar a un edificio, en el que la piedra principal es Jesucristo pues  es El quien mantiene firme el edificio y Dios habita por medio de su espíritu.


Con Alta Estima, 

sábado, 23 de mayo de 2015

Gracias a su amor, nos dio la salvación por medio de su amado Hijo.


Queridos hermanos de Efeso:  A ustedes, que pertenecen al pueblo especial de Dios, y que siguen creyendo en Jesucristo y viven muy unidos a él, les envío mis saludos. Yo, Pablo, soy apóstol de Jesucristo porque Dios así lo quiso. Les pido a nuestro Padre Dios y al Señor Jesucristo que los amen mucho y les den su paz.

Demos gracias al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por las bendiciones espirituales que Cristo nos trajo del cielo. Desde antes de crear el mundo Dios nos eligió, por medio de Cristo, para que fuéramos sólo de él y viviéramos sin pecado.

Dios nos amó tanto que decidió enviar a Jesucristo para adoptarnos como hijos suyos, pues así había pensado hacerlo desde un principio. Dios hizo todo eso para que lo alabemos por su grande y maravilloso amor. Gracias a su amor, nos dio la salvación por medio de su amado Hijo. Por la muerte de Cristo en la cruz, Dios perdonó nuestros pecados y nos liberó de toda culpa. Esto lo hizo por su inmenso amor. Por su gran sabiduría y conocimiento, Dios nos mostró el plan que había mantenido en secreto, y que había decidido realizar por medio de Cristo. Cuando llegué el  momento preciso, Dios completará su plan y reunirá todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, y al frente de ellas pondrá como jefe a Cristo.

Por medio de Cristo, Dios nos eligió desde un principio, para que fuéramos suyos y recibiéramos todo lo que él había prometido. Así lo había decidido Dios, quien siempre lleva a cabo sus planes. Dios quiso que los judíos fuéramos los primeros en poner nuestra esperanza en Cristo, para que lo alabemos por su gran poder.

Ustedes oyeron  y creyeron la buena noticia de su salvación, que es un mensaje verdadero, y gracias  a Cristo pasaron a formar parte del pueblo de Dios y recibieron el Espíritu Santo, que nos había prometido. Ustedes lo recibieron como prueba de que Dios cumplirá su promesa, cuando haya liberado totalmente a los que formamos su pueblo. Por eso, alabamos la grandeza de Dios.

Me he enterado de que ustedes confían mucho en el Señor Jesús y aman a todos los del pueblo de Dios. Por eso, y por lo que antes dije, me acuerdo de ustedes cuando estoy orando, y le doy gracias a Dios por la confianza que en él tienen. Le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, es decir, al Padre maravilloso, que les dé su Espíritu, para que sean sabios y puedan entender cómo es Dios. También le pido a Dios que les haga comprender con claridad el gran valor de la esperanza a la que han sido llamados, y de la salvación que él ha dado a los que son suyos. Pido también que entiendan bien el gran poder con que Dios no tiene límites; con ese mismo poder Dios resucitó a Cristo y le  dio un lugar en el cielo, a la derecha de su trono; con ese mismo poder, Dios le dio a Cristo dominio sobre todos los espíritus que tienen poder y autoridad, y sobre todo lo que existe en este mundo y en el nuevo mundo que vendrá. Dios puso todas las cosas bajo el poder de Cristo, y lo nombró jefe de la iglesia. Cristo es, para la iglesia, lo que la cabeza es para el cuerpo. Con Cristo, que todo lo llena, la iglesia queda completa.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que cree en nuestro Señor Jesucristo, cree en la noticia de salvación gracias a Cristo quien murió y resucitó y Dios perdonó los pecados dando al hombre la salvación.

Por lo que el hombre debe confiar en Dios y aceptar el mensaje de la verdad y entonces el hombre pasa a ser Hijo de Dios.

Asimismo, el hombre debe entender esta verdad y ser parte del Cuerpo  de Cristo, que conozca el poder y autoridad de Dios que tiene en todo lo que existe en este mundo.

Con Alta Estima,

viernes, 22 de mayo de 2015

Cada uno debe examinar su propia conducta.


Hermanos, ustedes son guiados por el Espíritu de Dios. Por lo tanto, si descubren  que alguien ha pecado, deben corregirlo con buenas palabras. Pero tengan cuidado de no ser tentados a hacer lo malo. Cuando tengan dificultades, ayúdense unos a otros. Esa es la manera de obedecer la ley de Cristo.

Si alguien se cree importante, cuando en realidad no lo es, se está engañando a sí mismo. Cada uno debe examinar su propia conducta. Si es buena, podrá sentirse satisfecho de sus acciones, pero no debe compararse con los demás. Cada uno es responsable ante Dios de su propia conducta.

El que es instruido en el mensaje de Dios debe compartir con su maestro todo lo bueno que recibe. No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno cosechará lo que haya sembrado. Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna. Así que no nos cansemos de hacer el bien porque, si seguimos haciéndolo, Dios nos premiará a su debido tiempo. Siempre que nos sea posible, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los seguidores de Cristo.

Esta parte la escribí yo mismo. Fijense que les escribo esto con letras bien grandes. Los que quieren obligarlos a circuncidarse, sólo desean quedar bien con la gente. No quieren sufrir por anunciar el mensaje de la cruz de Cristo. Ellos están circuncidados, pero no obedecen la ley de Moisés. Lo único que desean es que ustedes se circunciden, para luego decir con orgullo que ellos pudieron convencerlos de circuncidarse. Yo, en cambio, sólo me sentiré orgulloso de haber creído en la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Gracias a su muerte, ya no me importa lo que este mundo malo piense de mí; es como si yo hubiera muerto para este mundo.

En realidad, no importa si uno está o no circuncidado. Lo que sí importa es ser una persona distinta. Que Dios de su paz a los que viven así, y que muestre también su bondad a los que son suyos.

De ahora en adelante, que nadie me cause problemas; ¡yo tengo en mi cuerpo las cicatrices que demuestran que he sufrido por pertenecer a Cristo!

Hermanos, que nuestro Señor Jesucristo les muestre su amor. Amén

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que cree y acepta a Nuestro Señor Jesucristo en su vida, es guiada por el Espíritu de Dios que mora en su ser interior y le obedece en todo.

No obstante, lo importante es que el hombre regenerado reflexione cada día sobre si su conducta es correcta, si es buena ante la mirada de Dios y que anuncie su mensaje de la muerte de Jesús en la cruz, y por eso el hombre debe cambiar su manera de vivir y ser distinto a los demás.


Con Alta Estima,

jueves, 21 de mayo de 2015

Lo que sí importa es que confiamos en Cristo


¡Jesucristo nos ha hecho libres! ¡El nos ha hecho libres de verdad! Así que no abandonen esa libertad, ni vuelvan nunca a ser esclavos de la ley. Pero quiero decirles algo: Si ustedes se circuncidan, lo que hizo Cristo ya no les sirve de nada. Les advierto una vez más: cualquiera que se circuncida está obligado a obedecer la ley. Los que quieren que Dios los acepte por obedecer la ley, rechaza el amor de Dios y dejan de estar unido a Cristo. En cambio, a nosotros, el Espíritu nos da la seguridad de que Dios nos acepta porque confiamos en Cristo. Gracias a los que Cristo hizo, ya no importa si estamos circuncidados o no. Lo que sí importa es que confiamos en Cristo, y que esa confianza nos hace amar a los demás.

Ustedes iban muy bien! ¿Quién les impidió seguir obedeciendo el verdadero mensaje? Con toda seguridad no fue Dios,  pues él mismo los invitó a obedecerlo. No hay duda de que un solo falso maestro daña toda la enseñanza. Puesto que somos cristianos, estoy seguro de que ustedes estarán de acuerdo conmigo. Y no tengo la menor duda de que Dios castigará a quién los está molestando, sea quien sea.

Hermanos, si yo anunciara que todos deben circuncidarse, mis enemigos dejarían de perseguirme y el mensaje de la muerte de Cristo en la cruz no los haría enojar. ¡Ojalá que quienes los molestan no sólo se circunciden, sino que de una vez se lo corten todo!

Hermanos, Dios los llamó a ustedes a ser libres, pero no usen esa libertad como pretexto para hacer lo malo. Al contrario, ayúdense por amor los unos a los otros. Porque toda la ley de Dios se resume en un solo mandamiento: Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo. Les advierto que, si se pelean y se hacen daño, terminarán por destruirse unos a otros.
Por eso les digo: obedezcan al Espíritu de Dios, y así no desearán hacer lo malo. Porque los malos deseos están  en contra de lo que quiere el Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de los malos deseos. Por lo tanto, ustedes no pueden hacer lo que se les antoje. Pero sí obedecen al Espíritu de Dios, ya no están obligados a obedecer la ley.

Todo el mundo conoce la conducta de los que obedecen a sus malos deseos: no son fieles en el matrimonio, tienen relaciones sexuales prohibidas, muchos vicios y malos pensamientos. Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enojan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones. Son envidiosos, y hasta matan; se emborrachan, y en sus fiestas hacen locuras y muchas cosas malas, Les advierto, como ya lo había hecho antes, que los que hacen esto no formarán parte del reino de Dios.

En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto. Y los que somos de Jesucristo ya hemos hecho morir en su cruz nuestro egoísmo y nuestros malos deseos. Si el Espíritu ha cambiado nuestra manera de vivir, debemos obedecerlo en todo. No seamos orgullosos, ni provoquemos el enojo y la envidia de los demás por creernos mejores que ellos.

Aquí puedes darte cuenta que gracias al sacrifico en la cruz de nuestro Señor Jesucristo el hombre es libre y lo importante es que se aparte del pecado y sea obediente a sus enseñanzas, que ponga su confianza en Dios para que el Espíritu de Dios more en su ser interior y el hombre regenerado  entonces haga lo bueno.

No obstante, el hombre obediente demostrará amor a sus semejantes, ayudándose unos a otros y así el hombre evitará  destruirse a sí mismo, se esforzará por lograr un comportamiento agradable a Dios, con dominio propio de sus malos deseos y viviendo con alegría y  paz con los demás.

Por lo tanto, cuando  el Espíritu de Dios vive en el hombre regenerado logra esta transformación, cambia su manera de vivir y le obedece en todo pues su confianza está puesta en nuestro Señor Jesús.


Con Alta Estima,

martes, 19 de mayo de 2015

Cuando ustedes todavía no conocían a Dios, vivían como esclavos de los dioses falsos


Lo que quiero decir es esto: Mientras el hijo es menor de edad, es igual a cualquier esclavo de la familia y depende de las personas que lo cuidan y le enseñan, hasta el día en que su padre le entrega sus propiedades y lo hace dueño de todo. Algo así pasaba con nosotros cuando todavía no conocíamos a Cristo: los espíritus que controlan el universo nos trataban como si fuéramos  sus esclavos. Pero, cuando llegó el día señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la ley de los judíos. Dios lo envió para liberar a todos los que teníamos que obedecer la ley, y luego nos adoptó como hijos suyos. Ahora, como ustedes son sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vivir en ustedes. Por eso, cuando oramos a Dios, el Espíritu nos permite llamarlo: Papá, querido Papá. Ustedes ya no son como los esclavos de cualquier familia, sino que son hijos  de Dios. Y como son sus hijos, gracias a él tienen derecho a sus riquezas.

Antes, cuando ustedes todavía no conocían a Dios, vivían como esclavos de los dioses falsos. Pero ahora  conocen a Dios. Mejor dicho, Dios  los conoce a ustedes. Por eso, no puedo entender cómo es que se dejan dominar de nuevo por esos dioses falsos. ¡Si ellos no tienen poder, ni valen nada!  Ustedes todavía le dan importancia a ciertos días, meses, épocas y años. ¡Me asusta el pensar que de nada haya servido todo lo  que he hecho por ustedes!

¡Hermanos míos, yo les ruego que se amolden a mí, como yo me he amoldado a ustedes. Ustedes no me causaron ningún daño, sino que me enfermé y, por eso, tuve que pasar un tiempo en Galacia  anunciándoles la buena noticia. Aunque mi enfermedad les causó muchos problemas, ustedes no me despreciaron ni me rechazaron. Al contrario, me recibieron en sus hogares como si yo fuera un ángel de Dios, ¡o Jesucristo mismo! Yo sé muy bien que, de haberles sido posible, hasta se habrían sacado los ojos para dármelos. ¿Qué paso con toda esa alegría? ¡Ahora resulta que, por decirles la verdad; me he hecho enemigo de ustedes!

Los que quieren obligarlos a obedecer la ley judía se muestran ahora muy interesados en ustedes. Pero lo que en verdad quieren es hacerles daño, pues desean que se olviden  de mí y que se interesen por ellos. Está bien interesarse por otras personas, sí lo que se desea es hacerles el bien. Pero si ustedes realmente se interesan por mí, háganlo siempre y no sólo cuando estoy con ustedes. Yo los quiero como a hijos, pero mientras no lleguen a ser como Cristo, me harán sufrir mucho, como sufre una madre con los dolores de parto. ¡Como quisiera estar con ustedes en este momento, para hablarles de otra manera! ¡Estoy muy confundido, y no sé cómo tratarlos!

Ustedes, los que quieren obedecer la ley, díganme una cosa: ¿no han leído lo que la Biblia nos dice de Abraham? Dice que él tuvo dos hijos, uno de ellos con su esclava, y el otro con su esposa, que era libre. El hijo de la esclava nació como nacemos todos nosotros, pero el hijo de su esposa nació gracias a que Dios se lo prometió a Abraham. Estos dos casos pueden servirnos de ejemplo. Las dos mujeres representan dos pactos. Agar representa el pacto del monte Sinaí, que está en Arabia, pues todos sus descendientes nacen siendo esclavos. Ese monte representa a la ciudad de Jerusalén y a todos los que viven como esclavos de la ley. Pero Sara representa al nuevo pacto, por el cual pertenecemos a la Jerusalén del cielo, la ciudad de todos los que somos libres. Refiriéndose a Sara, la Biblia dice: ¡Alégrate, mujer, tú que no puedes tener hijos! ¡Grita de alegría, mujer, tú que no los has tenido! Y tú, mujer abandonada, ¡ahora tendrás más hijos que la mujer casada!

Hermanos míos, ustedes son como Isaac, el hijo que Dios le prometió a Abraham. Y digo que son como él, porque son los hijos que Dios le había prometido. En aquel tiempo, el hijo que Abraham tuvo con Agar perseguía a Isaac, que nació gracias al poder del Espíritu. Y ahora pasa lo mismo: los que desean seguir bajo el control de la ley nos persiguen a nosotros, que somos los hijos de la promesa. Pero la Biblia nos cuenta que Dios le dijo a Abraham: Echa de aquí a esa esclava y a su hijo; él no tiene derecho a compartir la herencia con tu hijo Isaac, que nació de una mujer libre.

Hermanos, nosotros no somos esclavos de la ley, sino que somos libres. No somos como el hijo de la esclava, sino como el de la mujer libre.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre cuando acepta a nuestro Señor Jesucristo en su vida, ya no es controlado por espíritus malignos, sino al contrario, el hombre es rescatado de su vana manera de vivir pues Jesús vino al mundo y murió y resucitó para liberar al hombre del pecado.

No obstante, es necesario que el hombre viva apegado a la Palabra de Dios para que se mantenga firme en sus convicciones y que su vida sea edificada y, entonces el hombre no de importancia a la idolatría del mundo ni que las haga relevantes.

Lo importante, es que el hombre reconozca a nuestro Señor Jesucristo como el rey de su vida, quien pagó un alto precio para salvar a la humanidad y hacerla libre.

Por lo tanto, de ahora en adelante el hombre regenerado que tiene el espíritu de Jesús, vive bajo la gracia de Dios.


Con Alta Estima

sábado, 16 de mayo de 2015

Los que Dios ha aceptado, y que confían en él, vivirán para siempre.


¡Ay, gálatas, qué tontos son ustedes! ¡Hasta parece que estuvieran embrujados! Yo mismo les di una explicación clara de cómo murió Jesucristo en la cruz. Sólo quiero que me digan una cosa: Cuando recibieron el Espíritu de Dios, ¿fue por obedecer la ley, o por aceptar la buena noticia? ¡Claro que fue por aceptar la buena noticia! Y si esto fue así, ¿por qué no quieren entender? Sí para comenzar esta nueva vida necesitaron la ayuda del Espíritu de Dios, por qué ahora quieren terminarla mediante sus propios esfuerzos? ¿Tantos sufrimientos, para nada? ¡Aunque no creo que no hayan servido de nada! Dios no les ha dado el Espíritu, ni ha hecho milagros entre ustedes, sólo porque ustedes obedecen la ley. ¡No! Lo hace porque ustedes aceptaron el mensaje de la buena noticia.

Dios aceptó a Abraham porque él confió en Dios. Sepan, entonces, que los verdaderos descendientes de Abraham son todos los que confían en Dios. Desde mucho antes, la Biblia decía que Dios también iba a aceptar a los que no son judíos, siempre y cuando pusieran su confianza en Jesucristo. Por eso Dios le dio a Abraham esta buena noticia: ¡Gracias a ti, bendeciré a todas las naciones. Así que Dios bendecirá, por medio de Abraham, a todos los que confían en él como Abraham lo hizo. Pero corren un grave peligro los que buscan agradar a Dios obedeciendo la ley, porque la Biblia dice: Maldito sea el que no obedezca todo lo que la ley ordena. Nadie puede agradar a Dios sólo obedeciendo la ley, pues la Biblia dice: Los que Dios ha aceptado, y que confían en él, vivirán para siempre.

Pero para tener vida eterna por medio de la ley no haría falta confiar en Dios; sólo habría que obedecer la ley. Por eso dice la Biblia:  El que obedece la ley se salvará por su obediencia. Pero Cristo prefirió recibir por nosotros la maldición que cae sobre el que obedece la ley. De ese modo nos salvó.  Porque la Biblia dice: Dios maldecirá a cualquiera que muera colgado de un madero. Por eso, la bendición que Dios prometió darle a Abraham es también para los que no son judíos. Así que, si confiamos en Cristo, recibiremos el Espíritu que Dios nos ha prometido.

Hermanos míos, les voy a dar un ejemplo que cualquiera puede entender. Cuando una persona hace un pacto con otra, y lo firma, nadie puede anularlo ni agregarle nada. Ahora bien, las promesas que Dios le hizo a Abraham eran para él y para su descendiente. La Biblia no dice que las promesas eran para sus descendientes, sino para su descendencia, la cual es Cristo. Lo que quiero decir es esto: la promesa de Dios no puede cambiarla, ni dejarla sin valor, una ley que Dios dio cuatrocientos treinta años después. Porque si Dios diera lo que prometió sólo a quien obedece la  ley, entonces ya no lo daría para cumplir su promesa. Pero lo cierto es que, cuando Dios le aseguró a Abraham que le daría lo prometido, no le pidió nada a cambio.

Entonces, ¿para qué sirve la ley? Pues después de hacerle su promesa a Abraham, Dios nos dio la ley para ministrarnos lo que estábamos haciendo mal. Pero esa ley serviría sólo hasta que viniera el descendiente de Abraham, a quien Dios le hizo la promesa. Dios le dio la ley a Moisés por medio de los ángeles, para que él nos la diera a nosotros. Pero cuando Dios le hizo la promesa a Abraham, no usó mensajeros, sino que se la hizo personalmente.

Esto no significa que la ley está en contra de las promesas de Dios. ¡De ninguna manera! Porque si la ley pudiera darnos vida eterna, entonces Dios no hubiera aceptado por obedecerla. La Biblia dice que el pecado nos domina a todos, de modo que el regalo que Dios prometió es para los que confían en Jesucristo. Antes de eso, la ley fue como una cárcel, donde estuvimos encerrados hasta que vimos que podíamos confiar en Cristo. La ley fue como un maestro que nos guió y llevó hasta Cristo, para que Dios nos aceptara por confiar en él. Pero ahora que ha llegado el tiempo en que podemos confiar en Jesucristo, no hace falta que la ley nos guíe y nos enseñe.

Ustedes han  confiado en Jesucristo, y por eso todos ustedes son hijos de Dios. Porque cuando fueron bautizados, también quedaron unidos a Cristo, y ahora actúan como él. Así que no importa si son judíos o no lo son, si son esclavos o libres, o si son hombres o mujeres. Si están unidos a Jesucristo, todos son iguales. Y si están unidos a Cristo, entonces son miembros de la gran familia de Abraham, y tienen derecho a recibir las promesas que Dios le hizo.

Aquí puedes darte cuenta que lo más importante es que el hombre acepte la buena noticia que Jesús murió en la cruz y resucitó para dar al hombre una nueva vida, que crea en Jesucristo y que confíe en Dios y entonces el hombre recibe el Espíritu de Dios.

No obstante, lo que el hombre debe esperar en Dios pues es un Dios de Pacto y él cumple sus promesas pero es fundamental  que el hombre entienda que es dominado por el pecado, y mientras esto suceda el hombre vive cautivo por lo que es de prioridad que el hombre confíe en Dios pues Jesús, el Hijo de Dios vino a redimir al hombre y así está unido a Cristo y por ende tiene derecho a la vida eterna.


Con Alta Estima,

viernes, 15 de mayo de 2015

Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios


Catorce años después, Dios me hizo ver que yo debía ir a Jerusalén. En esa ocasión me acompañaron Bernabé y Tito.  Allí nos reunimos con los miembros de la iglesia, y les explicamos el mensaje que yo anuncio a los que no son judíos. Luego me reuní a solas con los que eran reconocidos como líderes de la iglesia, pues quería  estar seguro de que mi trabajo, pasado y presente, no iba a resultar un esfuerzo inútil.

Ellos no obligaron a nadie a circuncidarse; ni siquiera a Tito, que no era judío. Tuvimos esa reunión porque hubo algunos que, a escondidas, se metieron en el grupo de la iglesia para espiarnos.  Esos falsos seguidores sólo querían quitarnos. la libertad que Jesucristo nos dio, y obligarnos a obedecer las leyes judías. Pero ni por un momento nos dejamos convencer, pues queríamos que ustedes siguieran obedeciendo el verdadero mensaje de la buena noticia.

Aquellos que en la iglesia eran reconocidos como líderes no agregaron nada nuevo al mensaje que yo predico. Y no me interesa saber si en verdad eran líderes o no, pues Dios no se fija en las apariencias. Más bien, ellos comprendieron que a Pedro se le había encargado anunciar la buena noticia a los judíos, y que a mí se me había encargado anunciarla a todos los que no lo son. Fue Dios mismo quien envió a Pedro como apóstol para los judíos, y a mí como apóstol para aquellos que no lo son. Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los líderes más importantes de la iglesia, se dieron cuenta de ese privilegio que Dios me había dado. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo anunciaríamos la buena noticia a los que no son judíos, y que ellos la anunciarían a quienes si lo son.  Y para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano. La única condición que nos pusieron fue que no dejáramos de ayudar a los pobres la iglesia en Jerusalén. Y eso es precisamente lo que he estado procurando hacer.

Cuando Pedro vino a la ciudad de Antioquía, me enfrenté a él y le dije que no estaba bien lo que hacía. Pues antes de que llegaran los judíos  que  Santiago envió, Pedro comía con los cristianos que no son judíos; pero, en cuanto llegaron los judíos, dejó de hacerlo, porque les tenía miedo. Pedro y los judíos disimularon muy bien sus verdaderos sentimientos, y hasta el mismo Bernabé les creyó. ¡Esa conducta iba en contra del verdadero mensaje de la buena noticia. Por eso, hablé con Pedro delante de todos los miembros de la iglesia de Antioquía, y le dije: Tú, que eres judío, has estado viviendo como si no lo fueras. ¿Por qué, entonces, quieres obligar  a los que no son judíos a vivir como si lo fueran?

Todos nosotros somos judíos desde que nacimos, y no somos pecadores como los que no son judíos. Sabemos muy bien que Dios sólo acepta a los que confían en Jesucristo, y que nadie se salva sólo por obedecer la ley. Nosotros  mismos hemos confiado en Jesucristo, para que Dios nos acepte por confiar en él. Porque Dios no aceptará a nadie sólo por obedecer la ley.

Nosotros queremos que Dios nos acepte por medio de Cristo. Pero si al hacer esto descubrimos que también nosotros somos pecadores como la gente de otros países, ¿vamos a pensar por eso que Cristo nos hizo pecar? ¡Claro que no?  Si yo digo que la ley no sirve, pero luego vuelvo a obedecerla, demuestro que estoy totalmente equivocado. Para la ley estoy muerto, y lo estoy por causa de la ley misma. Sin embargo, ¡ahora vivo para Dios!

En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme. No rechazo el amor de Dios. Porque si él nos aceptara sólo porque obedecemos la ley, entonces de nada serviría que Cristo haya muerto.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe tomar la decisión voluntaria de amar a Dios, obedeciendo sus mandatos y así anunciar el mensaje de Dios a la gente que todavía no lo conoce.

No obstante, es importante que el hombre actúe con sinceridad dondequiera que se encuentre, que mantenga una misma postura respecto de algún asunto, y no cambie de actitud por dejarse llevar por las  apariencias sino más bien debe comportarse de acuerdo a sus convicciones.

Por tanto, es fundamental que el hombre que acepta y cree en nuestro Señor Jesucristo como el Señor de su vida, El mora  en su ser interior y le ayuda a gobernar su carácter, le da fortaleza para que su si sea si y su no sea no, pues su confianza está puesta en Jesús, el Hijo de Dios, quien dio su vida, murió y resucitó para redimir al hombre  y entonces Dios le aceptará.

Así pues, lo esencial es que el hombre regenerado cambie su manera de vivir pues de ahora en adelante debe demostrar con su conducta que  vive para Dios.


Con Alta Estima,

miércoles, 13 de mayo de 2015

¡Para mí, lo importante es que Dios me apruebe!


Queridos hermanos de las iglesias de la región de Galacia: Yo, Pablo, y los seguidores de Cristo que están conmigo, los saludamos. Le pido a Dios, nuestro Padre, y al Señor Jesucristo, que los amen mucho y les den su paz.

Soy un apóstol enviado a anunciar esta buena noticia: ¡Jesucristo ha resucitado! No me envió nadie de este mundo, sino Jesucristo mismo, y Dios el Padre, que lo resucitó.
Jesucristo siempre obedeció a nuestro Padre Dios, y se dispuso a morir, para que Dios perdonara nuestros pecados y nos librara de este mundo malvado. ¡Que todos lo alaben por siempre! Amén.

Dios los llamó a ustedes, y por medio de Cristo les mostró su amor. Por eso, casi no puedo creer que, en tan poco tiempo, hayan dejado de obedecer a Dios, y aceptado un mensaje diferente de esta buena noticia. En realidad, no hay otro mensaje. Pero digo esto porque hay quienes quieren cambiar la buena noticia de Jesucristo, y confundirlos a ustedes. De modo que, si alguien viene y les dice que el mensaje de la buena noticia es diferente del que nosotros les hemos anunciado, yo le pido a Dios que lo castigue, no importa que sea un ángel del cielo o alguno de nosotros. Vuelvo a repetirles lo que ya les había dicho: Si alguien les anuncia un mensaje diferente del que recibieron, ¡que Dios lo castigue!

Yo no ando buscando que la gente apruebe lo que digo. Ni ando buscando quedar bien con nadie. Si así lo hiciera, ya no sería yo un servidor de Cristo. ¡Para mí, lo importante es que Dios me apruebe!

Queridos hermanos en Cristo, quiero que les quede claro que nadie en este mundo inventó la buena noticia que yo les he anunciado. No me la contó ni me la enseñó cualquier ser humano, sino que fue Jesucristo mismo quien me la enseñó.

Ustedes ya saben cómo era yo cuando pertenecía a la religión judía. Saben también con qué violencia hice sufrir a los miembros de las iglesias de Dios, y cómo hice todo lo posible para destruirlos. Cumplí con la religión judía mejor que muchos de los judíos de mi edad, y me dediqué más que ellos a cumplir las enseñanzas recibidas de mis antepasados. Pero Dios me amó mucho y, desde antes de nacer, me eligió para servirle. Además, me mostró quién era su Hijo, para que yo anunciara a todo el mundo la buena noticia acerca de él. Cuando esto sucedió, no le pedí consejo a nadie, ni fui a Jerusalén para pedir la opinión de aquellos que ya eran apóstoles. Más bien, me fui inmediatamente a la región de Arabia, y luego regresé a la ciudad de Damasco. Tres años después fui a Jerusalén, para conocer a Pedro, y sólo estuve quince días con él. También vi allí al apóstol Santiago, hermano de Jesucristo nuestro Señor. Aparte de ellos, no vi a ningún otro apóstol. Les estoy diciendo la verdad. ¡Dios sabe que no miento!

Después de eso, me fui a las regiones de Siria y Cilicia. En ese tiempo, las iglesias de Cristo que están en Judea no me conocían personalmente. Sólo habían oído decir: Ese hombre, que antes nos hacía sufrir, está ahora anunciando la buena noticia que antes quería destruir. Y alababan a Dios por el cambio que él había hecho en mí.

Aquí puedes darte cuenta que es prioridad que el hombre ponga primero a Dios en todo lo que haga, y sobre todo que obedezca sus mandamientos, que muestre su gratitud a Dios quien envió a su Hijo Jesucristo al mundo en su sacrificio en la cruz y resucitar para redimir al hombre y darle una nueva vida.

No obstante, es importante que el hombre guarde su corazón que no se contamine ni que se deje llevar por las cosas del mundo sino que tome la decisión de buscar a Dios y cumplir sus mandatos, aunque sea criticado por vivir diferente, por tener un nuevo estilo de vida.

Asimismo, es conveniente que el hombre obediente demuestre una actitud humilde y sincera en dondequiera que se encuentre y, lo más importante que el hombre que cree verdaderamente en Nuestro Señor Jesucristo, haga un esfuerzo por ser mejor cada día, que determine servir a Dios con ahínco para ser aprobado por Dios.


Con Alta Estima,

martes, 12 de mayo de 2015

Hagan la prueba, y si la pasan, es porque él vive en ustedes


Esta es la tercera vez que iré a visitarlos. Recuerden lo que la Biblia dice: Para acusar a alguien será necesario que se presenten dos o tres testigos. La segunda vez que los visité, les advertí que iba a ser duro con los que habían pecado y con todos los que pecaran después. Ahora que estoy lejos de ustedes, lo vuelvo a repetir. Y lo hago porque ustedes quieren que les demuestre que hablo de parte de Cristo. Cristo no es débil cuando los corrige, sino que manifiesta su poder entre ustedes. Cuando Cristo fue crucificado, era débil, pero ahora vive por el poder de Dios Nosotros  compartimos con Cristo esa debilidad, pero gracias al poder de Dios también compartimos con él la vida. Si es necesario, cuando vayamos a verlos, les daremos pruebas de ese poder.

Pónganse a pensar en su manera de vivir, y vean si de verdad siguen confiando en Cristo. Hagan la prueba, y si la pasan, es porque él vive en ustedes. Pero si no confían en Cristo de Verdad, es porque él no está en ustedes. Espero que reconozcan que nosotros si hemos pasado la prueba. No nos importa si parecemos haber fracasado. Oramos a Dios para que ustedes no hagan nada malo, y no lo pedimos para demostrar que pasamos la prueba, sino para que ustedes hagan lo bueno. Sólo podemos hacer lo que está a favor de la verdad, y no lo que está en contra de ella. Por eso, si ustedes pueden ser fuertes, nos alegramos de ser débiles.

Oramos para que sean cada vez mejores seguidores de Cristo. Y les escribo antes de ir a verlos, para que tengan tiempo de cambiar, y así no tenga yo que tratarlos con dureza cuando llegue. La autoridad que Dios no ha dado, es para ayudarlos a confiar más en él y no para destruirlos.
Eso es todo, queridos hermanos. Me despido de ustedes pidiéndoles que estén alegres. Traten de ser mejores. Háganme caso. Pónganse de acuerdo unos con otros y vivan tranquilos. Y el Dios que nos ama y nos da paz, estará con ustedes. Salúdense unos a otros con un beso de hermanos. Todos en la iglesia les mandan saludos.

¡Que el señor Jesucristo los bendiga! ¡Que Dios les muestre su amor! ¡Que el Espíritu Santo los acompañe siempre!

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe buscar a Dios y vivir apegado a su Palabra, para que edifique su vida y enderece su camino, pero es necesario que el hombre reflexione sobre su manera de vivir y confíe en Dios para que haga lo bueno.

Asimismo, el hombre puede saber  que a través de pasar las pruebas,  el espíritu de Dios vive en su ser interior.

Por tanto, es prioridad que el hombre cambie y sea cada día mejor para que pueda vivir con tranquilidad, pues el Espíritu Santo le dará paz a todo aquel que confía en El.

Con Alta Estima,

sábado, 9 de mayo de 2015

Si de algo puedo estar orgulloso, es de lo débil que soy


Por favor, sopórtenme, aunque parezca yo estar un poco loco. Dios ha hecho que yo me preocupe por ustedes. Lo que quiero es que ustedes sean siempre fieles a Cristo, es decir, que sean como una novia ya comprometida para casarse, que le es fiel a su novio y se mantiene pura para él. Pero tengo miedo que les pase lo mismo que a Eva, que fue engañada por la astuta serpiente. También ustedes pueden ser engañados y dejar de pensar con sinceridad y pureza acerca de Cristo. Y es que ustedes aceptan con gusto a todo el que viene y les habla de un Jesús distinto del que nosotros les hemos anunciado. Aceptan un espíritu diferente del Espíritu Santo que recibieron, y un mensaje distinto del que aceptaron. Pero yo no soy menos importante que los que vinieron después, y que se creen unos super apóstoles. Aunque yo no hablo también como ellos, sé tanto o más que ellos, y lo he demostrado una y otra vez.

¿Cuál fue mi pecado? Lo único que hice fue anunciarles la buena noticia de Dios sin cobrarles nada, me resté importancia, para dársela a ustedes, y para servirlos y ayudarlos, recibí dinero de otras iglesias. Cuando estuve entre ustedes y necesité algo, nunca les pedía que me ayudaran. Los miembros de la iglesia en la región de Macedonia llegaron y me dieron lo que necesitaba. Traté de que ustedes no tuvieran que molestarse por mí, y así lo seguiré haciendo. Así como estoy seguro de que conozco la verdad de Cristo, también estoy seguro de que en toda la región de Acaya nadie me quitará esta satisfacción. Pero no digo esto porque no los quiera. ¡Dios sabe que los quiero mucho!

Voy a continuar como hasta ahora, sin recibir dinero de ustedes. Así esos falsos profetas no podrán sentirse importantes. Andar engañando a la gente diciendo que son apóstoles de Cristo y que sirven a Dios igual que nosotros. Lo cual no es extraño. ¡Hasta Satanás se disfraza de ángel de luz, y también sus ayudantes se disfrazan de gente que hace el bien! Pero al final recibirán el castigo que merecen por sus malas acciones.

Vuelvo a repetirles; no quiero que me tomen por loco. Y aunque lo estuviera, acéptenme así, para que pueda sentirme un poco orgulloso. Voy a decirles algo, pero no de parte de Dios. Reconozco que hablar bien de mí mismo es una locura, pero ya que hay tantos que hablan bien de sí mismos, ¿por qué no voy a hacerlo yo también? ¡Ustedes son tan inteligentes, que con mucho gusto soportan a los locos! ¡Hasta aguantan a quienes los tratan como esclavos y se aprovechan de ustedes, a quienes los engañan y desprecian, y a quienes los golpean en la cara!

Me da vergüenza decirlo, pero nosotros no nos atrevimos a tratarlos así. Pero ya que otros se atreven a presumir, yo también lo voy a hacer, aunque sea una locura. Si ellos son hebreos, yo también lo soy. ¿Son israelitas? Yo también ¿Son de la familia de Abraham? Yo también. ¿Son servidores de Cristo? Yo lo soy más todavía, aunque sea una locura decirlo. Yo he trabajado más que ellos, he estado preso más veces, me han azotado con látigos más que a ellos, y he estado más veces que ellos en peligro de muerte. Cinco veces las autoridades judías me han dado treinta y nueve azotes con un látigo. Tres veces las autoridades romanas me han golpeado con varas. Una vez me tiraron piedras. En tres ocasiones se hundió el barco en que yo viajaba. 

Una vez pasé una noche y un día en alta mar, hasta que me rescataron. He viajado mucho. He cruzado ríos arriesgando mi vida, he estado a punto de ser asaltado, me he visto en peligro entre la gente de mi pueblo y entre los extranjeros, en la ciudad y en el campo, en el mar y entre falsos hermanos de la iglesia. He trabajado mucho, y he tenido dificultades. Muchas noches las he pasado sin dormir. He sufrido hambre y sed, y por falta de ropa he pasado frío.

Por si esto fuera poco, nunca dejo de preocuparme por todas las iglesias. Me enferma ver que alguien se enferme, y me avergüenza y me enoja ver que se haga pecar a otros.

Si de algo puedo estar orgulloso, es de lo débil que soy. El Dios y Padre del Señor Jesús, que merece ser siempre alabado, sabe que no estoy mintiendo. Cuando estuve en Damasco, el gobernado nombrado por el rey Aretas puso guardias en la ciudad para arrestarme. Pero pude escapar porque unos amigos me pusieron en un canasto, y me bajaron por una ventana de la muralla de la ciudad.

Aquí puedes darte cuenta que lo fundamental es que el hombre crea en Dios y sea fiel a sus enseñanzas para que el Espíritu Santo, que es Dios ayuda al hombre a mantenerse firme en sus convicciones.

No obstante, el hombre debe reconocer cuando es débil, que se esfuerce en controlar sus instintos y se aparte de lo que pueda hacerle daño, pero es necesario que el hombre entienda que debe buscar a Dios y que sólo nuestro Señor Jesucristo da al hombre esa fortaleza espiritual para que haga lo correcto.

Asimismo, el hombre puede ser vulnerable, tener flaquezas y dejarse llevar por lo que otros dicen para no contradecirlos o para no sufrir consecuencia, pero esto lo convertiría en una persona falsa y a la vez débil de carácter pero espiritualmente hablando, Jesús los llama “pobres de espíritu”, pero sabes, Dios usa al débil, al que tiene limitaciones para su gloria, y de eso el hombre débil debe estar orgulloso pues Dios escoge y le da al hombre débil la fortaleza y humildad que necesita para que su ego sea dominado y avance en el camino que Dios ya tiene trazado  pues Dios quiere  que el hombre vea su poder  que se manifestará y cumplirá su propósito  en su tiempo,  y entonces Dios bendecirá a aquella persona que reconoce su debilidad, y El hará cosas extraordinarias.


Con Alta Estima  

jueves, 7 de mayo de 2015

Si alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de creer en el Señor.


Dicen que soy muy tímido cuando estoy entre ustedes, pero muy valiente cuando estoy lejos. Yo les ruego por el cariño y la bondad de Cristo, que cuando vaya a verlos, no me obliguen a ser duro con los que nos acusan. Ellos dicen que nosotros hacemos las cosas sólo por interés, como lo hace la gente de este mundo, pero no actuamos como todo el mundo, ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones y el orgullo de quienes quieren impedir que todos conozcan a Dios. Con ese poder hacemos que los pecadores cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo. Estamos dispuestos a castigar a todos el que no obedezca a Cristo, comenzando por ustedes, hasta que llegue el día en que todos lo obedezcan.

Ustedes sólo aceptan lo que pueden ver. A los que están seguros de que son de Cristo, quiero decirles que yo también lo soy. Aunque yo exagere en poco en mi autoridad, no me da vergüenza. El Señor Jesucristo me dio autoridad sobre ustedes, para ayudarlos a confiar más en él y para destruirlos.

No quiero que piensen que trato de asustarlos con mis cartas. Algunos dicen que mis cartas son duras y fuertes, pero que cuando hablo en persona soy débil, y que no sé hablar bien ni impresiono a nadie. Esas personas tienen que entender que, cuando vaya a verlos, seré tan fuerte como lo soy en las cartas que envío desde lejos.

Jamás llegaré a compararme con los que hablan bien de sí mismos. Compararse con uno mismo es una tontería. Tampoco voy a presumir de lo que no he hecho. Si de algo voy a sentirme orgulloso, es del trabajo que Dios me mandó hacer. ¡Y ustedes con parte de ese trabajo! No voy a presumir más de lo que debo, pero fui de los primeros en llegar a Corinto y en anunciarles la buena noticia de Jesucristo. Tampoco voy a sentirme orgulloso del trabajo que otros hicieron. Al contrario, espero poder trabajar más entre ustedes, según vaya aumentando su confianza en Dios. Esa es la meta de mi trabajo. También deseo anunciar la buena noticia en lugares más allá de Corinto, donde nadie haya trabajado antes. Así nadie podrá decir que ando presumiendo con el trabajo de otros.

La Biblia dice: Si alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de creer en el Señor. La persona que merece aplausos no es la que habla bien de sí misma, sino aquella de quien el Señor habla bien.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre obediente, vive apegado a la Palabra de Dios, que es fuente de vida y útil para producir fe y  que el hombre nacido de nuevo actúe diferente a todo el mundo, pues cuenta con armas espirituales para  luchar contra el enemigo y, con el poder de Dios el hombre habla a la gente para que se vuelva a Dios y  obedezca sus enseñanzas.

Por tanto, la prioridad es que el hombre desarrolle una intuición, conciencia y comunión con Dios para que avance en su crecimiento espiritual y su fe sea firme.

No obstante, es importante que el hombre sea humilde y que sólo se sienta orgulloso de creer en nuestro Señor Jesucristo, pues El le da poder para que use las armas que el Espíritu de Dios le da y le capacita, como son entre otras, mansedumbre, paciencia para enseñar a otros la verdad de Dios.


Con Alta Estima,

miércoles, 6 de mayo de 2015

Cada uno debe dar según crea que deba hacerlo.


En realidad, no hace falta que siga escribiéndoles acerca de la ofrenda para ayudar a los cristianos en la región de Judea. Ya sé que ustedes desean ayudarlos. Por eso, con mucho orgullo les dije a los hermanos de la región de Macedonia que ustedes, los de la región de Acaya, estaban dispuestos a ayudarlos desde el año pasado. Cuando los de Macedonia oyeron esto, la mayoría de ellos decidió ayudar.

Sin embargo, les envío a Tito y a los dos hermanos para que los animen a preparar todo lo necesario para la ofrenda; así  podrá verse que teníamos razón de estar orgullosos de ustedes. Imagínense la vergüenza que pasaríamos nosotros, para no hablar de la que pasarían ustedes, si algunos hermanos  de Macedonia me acompañaran y ustedes no tuvieran preparada la ofrenda. ¡Dónde quedaría nuestra confianza en ustedes! Por eso, he creído necesario mandar a estos hermanos antes de que yo vaya a verlos. Ellos pueden ayudarlos a juntar la ofrenda que ustedes prometieron. Así ustedes mostrarán que dan con gusto y por amor, y no por obligación.

Acuérdense de esto: El que da poco, recibe poco, el que da mucho, recibe mucho. Cada uno debe dar según crea que deba hacerlo. No tenemos que dar con tristeza ni por obligación. ¡Dios ama al que da con alegría! Dios puede darles muchas cosas, a fin de que tengan todo lo necesario, y aun les sobre. Así podrán hacer algo a favor de otros. Como dice la Biblia, refiriéndose al que es generoso: Siempre que ayuda a los pobres, lo hace con generosidad; y en todo sale triunfante.

Dios da la semilla que se siembra y el pan que nos alimenta, así que también les dará a ustedes todo lo necesario, y hará que tengan cada vez más, para que puedan ayudar a otros. Los hará ricos, para que puedan dar mucho. Así, serán más los que den gracias a Dios por el dinero que ustedes van a reunir y que nosotros vamos a llevar. Porque la ayuda de ustedes no sólo servirá para que los hermanos tengan lo que necesitan, sino que también hará que ellos den gracias a Dios. Esa ayuda demostrará que ustedes han confiado en la buena noticia y obedecen su mensaje. Por eso, ellos alabarán y honrarán a Dios.

También orarán por ustedes con mucho cariño, porque Dios les ha mostrado su bondad. ¡Gracias a Dios por lo que nos ha dado!¡Es tan valioso que no hay palabras para describirlo!

Aquí puedes darte cuenta que es importante que el hombre aprenda a ser generoso con otros, dar es necesario hacerlo para beneficiar a otros que tienen menos, ayudarles y sobre todo si es un propósito de Dios,  pues el ser humano le debe gratitud a Dios, ya que nuestro Señor Jesucristo pagó un precio muy alto, su sacrificio en la cruz para redimir al hombre del pecado y que ahora tenga una relación personal con Dios.

Así pues, lo esencial que el hombre de con alegría y  con buena medida, según crea deba hacerlo y entonces el hombre será bendecido grandemente pues sólo Dios puede dar al hombre  muchas cosas, a fin de que tengan todo lo necesario, y aun les sobre.

Por tanto, es tiempo de que el hombre cambie, y recuerde que Dios mira su corazón y El desea que el hombre sea generoso con sus semejantes y por ende, todo le saldrá bien..


Con Alta Estima,

martes, 5 de mayo de 2015

Dando lo que cada uno pueda dar.


Hermanos míos, queremos contarles como Dios ha mostrado su amor y su bondad a las iglesias de la región de Macedonia. Estas iglesias han pasado por muchas dificultades, pero están muy felices. Son muy pobres, pero han dado ofrendas como si fueran ricas. Les aseguro que dieron todo lo que podían. No lo hicieron por obligación, sino porque quisieron hacerlo, y hasta nos rogaron mucho que los dejáramos colaborar en esta ayuda al pueblo de Dios. Hicieron más de lo que esperábamos. Primero se entregaron a sí mismos al Señor, y después a nosotros. De este modo, hicieron lo que Dios esperaba de ellos.

Tito fue quien comenzó a recoger entre ustedes las ofrendas para esta bondadosa ayuda. Por eso le rogamos  que siga haciéndolo. Todos saben que ustedes son buenos en todo: su confianza en Dios es firme, hablan mejor, saben más, tienen mucho entusiasmo para servir a los demás, y nos aman mucho. Ahora les toca ser los mejores, contribuyendo para esta bondadosa ayuda.

No les estoy dando una orden. Sólo quiero que sepan cómo ofrendan los hermanos de otras iglesias, para que ustedes puedan demostrar que su amor es sincero. Ustedes saben que nuestro Señor Jesucristo era rico, pero tanto los amó a ustedes que vino al mundo y se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes llegaran a ser ricos. Por el bien de ustedes, les doy mi consejo acerca de esto. El año pasado ustedes fueron los primeros en dar y, además, lo hicieron con mucho entusiasmo. Terminen lo que empezaron a hacer, y háganlo con el mismo entusiasmo que tenían cuando comenzaron, dando lo que cada uno pueda dar. Si realmente desean contribuir, Dios aceptará con agrado sus ofrendas, pues él no espera que demos lo que no tenemos.

Pero no queremos que, por ayudar a otros, les falte a ustedes lo necesario. Lo que deseamos es que haya igualdad. Ahora ustedes tienen mucho, y deben ayudar a los que tienen poco. Puede ser que, en otro momento, ellos tengan mucho y los ayuden a ustedes. De esta manera, habrá igualdad. Como dice la Biblia: NI le sobró al que recogió mucho, ni le faltó al que recogió poco.

¡Gracias a Dios que Tito se preocupa por ayudarlos a ustedes tanto como yo! El estaba tan interesado en ustedes que aceptó mi encargo, y de todo corazón quiso ir a visitarlos.
Junto con Tito, mandamos a un hermano en Cristo que trabaja mucho anunciando la buena noticia. En todas las iglesias se habla bien de él, así que lo han elegido para que viaje con nosotros cuando llevemos las ofrendas. Todo esto hacemos para honrar a Dios, y para mostrar nuestro deseo de ayudar.

No queremos que alguien vaya a criticarnos por la manera en que actuamos con esta gran ofrenda. Tratamos de hacerlo todo bien ante Dios y ante la gente. Con ellos dos les enviamos a otro seguidor de Cristo, que muchas veces, y de distintas maneras, ha mostrado su deseo de ayudar. Ahora más que nunca desea hacerlo, pues confía mucho en ustedes. Recuerden que Tito es mi compañero, y que trabajamos juntos para ayudarlos. Recuerden que los otros dos seguidores que van con Tito son enviados por las iglesias y honran a Cristo. Por eso, demuéstrenles su amor, para que las iglesias que los envían sepan que teníamos razón de estar orgullosos de ustedes.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre espiritual, que busca a Dios, Dios le da gracia para dar a otros, con una actitud generosa antes de beneficiarse a sí mismo, ayuda  a otros, dando lo que pueda, pues esta práctica de generosidad material demuestra  su madurez espiritual.

Asimismo, el hombre que vive apegado a la Palabra de Dios debe esforzarse en lo que hace pues su fe le ayuda a mantenerse firme sus convicciones y aplicar las enseñanzas del Señor Jesús en su vida, comportándose sinceramente y con amor  para honrar a Cristo, y por ende, el hombre será lleno de bendiciones.


Con Alta Estima, 

Esa tristeza hizo que ustedes cambiarán y que le pidieran perdón a Dios.


Queridos hermanos en Cristo, Dios nos hizo esa promesa. Por eso, para que Dios nos acepte, no debemos hacer el mal, sino mantenernos libres de pecado. Honremos a Dios, y tratemos de ser santos como él.

¡Hágannos un lugar en su corazón! Con nadie hemos sido injustos. A nadie hemos dañado, ni de nadie nos hemos aprovechado. No les digo esto para que se sientan mal, pues ya les hemos dicho que ni la vida ni la muerte podrán impedir que los amemos. Me siento orgulloso de ustedes, y les tengo mucha confianza. Estoy muy contento, a pesar de todas las dificultades que hemos tenido.

Desde que llegamos a la región de Macedonia, no hemos descansado. Al contrario, hemos sufrido mucho., Hemos luchado contra nuestros  enemigos y contra nuestro miedo. Pero Dios, que anima a los que sufren, nos consoló con la llegada de Tito. Y no sólo nos alegramos de verlo, sino también de saber que él estuvo muy contento con ustedes. Tito nos contó que desean vernos, que están tristes por lo que ha pasado, y que se preocupan por mí. Al oír esas noticias, me puse más contento todavía.

La carta que les escribí hizo que ustedes se pusieran tristes. Pero no lamento haberla escrito. Lo lamenté al principio, cuando supe que por un tiempo esa carta los llenó de tristeza. Pero ahora estoy contento, porque esa tristeza hizo que ustedes cambiarán y que le pidieran perdón a Dios. En realidad, Dios así lo quiso. Por eso, no creo que hayamos hecho mal al escribirles. Cuando Dios los ponga tristes, no lo lamenten, pues esa tristeza hará que ustedes  cambien, y que pidan perdón y se salven. Pero la tristeza provocada por las dificultades de este mundo, los puede matar.

¡Que bueno que Dios los haya hecho ponerse tristes! ¡Vaya cambio que tuvieron! Así pudieron darse cuenta de que soy inocente, y hasta me defendieron. También se enojaron y tuvieron miedo de lo que podría suceder. Sintieron deseos de verme, y castigaron al culpable. Con todo esto, ustedes demostraron que no tenían nada que ver en el asunto. Por mi parte, cuando les escribí esa carta, no estaba pensando en la persona que hizo el daño, ni a quién se lo hizo. Más bien, quería que Dios fuera testigo de lo mucho que ustedes se preocupan por nosotros. Esto nos hace sentirnos mejor.

Tito está muy contento, pues ustedes lo ayudaron a seguir adelante. Eso nos alegró más todavía. Ya le había dicho a Tito que yo estaba muy orgulloso de ustedes. ¡Y no me hicieron quedar mal! Al contrario, todo lo que le dijimos a Tito fue verdad, como también es verdad lo que les dijimos a ustedes. Tito recuerda que todos ustedes lo obedecieron y lo respetaron mucho. Por eso él los quiere más todavía. ¡Me alegro de poder confiar plenamente en ustedes!

Aquí puedes darte cuenta que el hombre cuando está triste es porque siente que ha desobedecido a Dios, no cumple sus enseñanzas en su vida diaria, por lo que es importante que el hombre se aparte del mal y pueda mantenerse libre de pecado y se esfuerce por cambiar de actitud, de manera que con su comportamiento honre a Dios y tenga como propósito alcanzar la santidad, como Dios es santo.

No obstante, es prioridad que el hombre se arrepienta y pida perdón a Dios y  gane la salvación y entonces el hombre será restaurado y en su relación con Dios.


Con Alta Estima,

lunes, 4 de mayo de 2015

Cuando tenemos dificultades, las enfrentamos, y nos defendemos haciendo y diciendo siempre lo que es correcto.

Nosotros trabajamos para Dios. Por eso les rogamos que no menosprecien el amor que Dios les ha demostrado. Dios dice en la Biblia: Cuando llegó el momento de mostrarles mi bondad, fui bondadoso con ustedes, cuando necesitaron salvación, yo les di libertad. ¡Escuchen! Ese momento oportuno ha llegado. ¡Hoy es el día en que Dios puede salvarlos!

No queremos que nadie critique nuestro trabajo. Por eso tratamos de no dar mal ejemplo. En todo lo que hacemos, demostramos que somos servidores de Dios, y todo lo soportamos con paciencia. Hemos sufrido y tenido muchos problemas y necesidades. Nos han dado latigazos. Nos han puesto en la cárcel, y en medio de gran alboroto nos han maltratado. Hemos trabajo mucho. Algunas veces no hemos dormido ni comido. A pesar de todo eso, nuestra conducta ha sido impecable. Conocemos la verdad, somos pacientes y amables, el Espíritu Santo está en nuestras vidas, y amamos de verdad. Con el poder que Dios nos da, anunciamos el men:saje verdadero. Cuando tenemos dificultades, las enfrentamos, y nos defendemos haciendo y diciendo siempre lo que es correcto.

A veces nos respetan y nos tratan bien, pero otras veces nos desprecian y nos maltratan. Unas veces hablan bien de nosotros y otras veces mal. Aunque decimos la verdad, nos llaman mentirosos. Aunque nos conocen muy bien, nos tratan como a desconocidos. Siempre estamos en peligros de muerte, pero todavía estamos vivos. Nos castigan, pero no nos matan. Parece que estamos tristes, pero en realidad estamos contentos. Parece que somos pobres, pero a muchos los hacemos ricos. Parece que no tenemos nada, pero lo tenemos todo.

Queridos hermanos de la iglesia de Corinto, les hemos hablado con toda sinceridad, y con el corazón abierto. Nosotros los amamos mucho, pero ustedes no nos corresponden con el mismo amor. Amor con amor se paga. Por eso, como si fuera su padre, les suplico: ¡Aménme como los amo yo!

No participen en nada de lo que hacen los que no son seguidores de Cristo. Lo bueno no tiene nada que ver con lo malo. Tampoco pueden estar juntas la luz y la oscuridad. Ni puede haber amistad entre Cristo y el diablo. El que es seguidor de Cristo no llama hermano al que no lo es. Nosotros somos el templo del Dios vivo. Si Dios está en nosotros, no tenemos nada que ver con los ídolos.

Dios mismo dijo: Viviré con este pueblo, y caminaré con ellos. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Por eso, el Señor también dice: Apártense de ellos. No toquen nada impuro, y yo los aceptaré. Yo seré para ustedes como un padre, y ustedes serán para mí como mis hijos y mis hijas. Esto afirmo yo, el Dios todopoderoso.

Aquí puedes darte cuenta que es prioridad que el hombre busque a Dios, pues Dios es bondadoso y quiere que el hombre se aparte del pecado  y le ha dado libertado, pero también es necesario que  su manera de vivir sea apegada a la Palabra de Dios para que adquiera sabiduría y, a pesar de las dificultades, las enfrente y siempre haga lo correcto.

Por lo tanto, el hombre regenerado debe mostrar una conducta intachable, hace siempre lo correcto pues es el templo del Dios vivo y  el Espíritu de Dios vive en él y entonces, el hombre puede transmitir el mensaje de Dios.

Así pues, el servidor de Dios siempre está  alegre, es paciente y está satisfecho con lo que tiene y lo más importante, el hombre da amor a los demás, y al ser seguidor de Cristo pone su confianza  en el Señor Jesucristo y  espera que Dios lo acepte como su hijo.


Con Alta Estima, 

viernes, 1 de mayo de 2015

Porque todos nosotros vamos a tener que presentarnos delante de Cristo, que es nuestro juez.


Bien sabemos que en este mundo vivimos como en una tienda de campaña, que un día será destruida. Pero en el cielo tenemos una casa permanente, construida por Dios y por seres humanos. Mientras vivimos en este mundo,  suspiramos por la casa donde viviremos para siempre. Sabemos que, cuando estamos allí, estaremos bien protegidos. Mientras vivimos en esta tienda de campaña, que es nuestro cuerpo, nos sentimos muy tristes y cansados. Y no es que queramos morir. Más bien, quisiéramos que nuestros cuerpos fueran transformados, y que lo que ha de morir se cambie por lo que vendrá para siempre. Dios nos preparó para ese cambio y, como prueba de que así lo hará, nos dio el Espíritu Santo.

Por eso estamos siempre alegres. Sabemos que, mientras vivamos en este cuerpo, estaremos lejos del Señor. Pero, aunque no lo podamos ver, confiamos en él. No nos sentimos tristes, aunque preferiríamos dejar este cuerpo para ir a vivir con el Señor. Por eso tratamos de obedecerlo, ya sea en esta vida o en la otra. Porque todos nosotros vamos a tener que presentarnos delante de Cristo, que es nuestro juez. El juzgará lo que hicimos mientras vivíamos en este cuerpo, y decidirá si merecemos que nos premie o nos castigue.

Nosotros sabemos que hay que obedecer y adorar a Dios. Por eso tratamos de convencer a los demás para que crean en él. Dios nos conoce muy bien, y espero que también ustedes nos conozcan. No estamos tratando de impresionarlos al hablar bien de nosotros mismos. Lo que queremos es darles una razón para que se sientan orgullosos de nosotros. Así sabrán cómo responder a los que se creen importantes, y que en realidad no lo son.

Si acaso estamos locos, lo estamos por querer servir a Dios. Y si no lo estamos, es para el bien de ustedes. El amor de Cristo domina nuestras vidas. Sabemos que él murió por todos y que, por lo tanto, todos hemos muerto. Así que, si Cristo murió por nosotros, ya no debemos vivir más para nosotros mismos, sino para Cristo, que murió y resucitó para darnos vida.

A partir de ahora, ya no vamos a valorar a los demás desde el punto de vista  humano. Y aunque antes valorábamos a Cristo de esa manera, ya no seguiremos valorándolo así. Ahora  que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta  nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto viene de Dios. Antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia. Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos. Cristo nos envió para que hablemos de parte suya, y Dios mismo les ruega a ustedes que escuchen nuestro mensaje. Por eso,  de parte de Cristo les pedimos hagan las paces con Dios.

Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre mientras viva en este mundo, vivirá  bajo un cuerpo temporal y que en un futuro será destruido, por lo que es importante, que el hombre cambie su manera de vivir, pues Dios da al hombre el Espíritu Santo para que su mente sea renovada y por ende, su vida sea transformada.

Así pues, es esencial que el hombre regenerado confíe en Dios y viva apegado a su Palabra, que sea un hombre obediente, sencillo,  y con un corazón dispuesto a cambiar de actitud, pues tiempo de que el hombre busque a Dios y esté preparado, que se llene del conocimiento de Dios pues la sabiduría viene de El y entonces anunciar el mensaje de Dios, pues el hombre será juzgado por  Cristo, pues El es el juez.

No obstante, lo conveniente es que el hombre permita que Jesús gobierne su vida y así podrá morir a su “yo” y enderezar su andar, pues bajo la fuerza humana es imposible lograrlo; pero sabes,  es necesario que el hombre muestre un arrepentimiento genuino y, modifique  su conducta, que todo lo que haga honre a Cristo  pues para Dios eso es lo que cuenta,  y entonces el hombre hace las paces con Dios.


Con Alta Estima,