Sabes, sólo con Dios el ser humano puede alcanzar el éxito
así como sólo Dios puede cambiar su corazón y que tenga un nuevo estilo de vida,
obedeciendo sus enseñanzas y con una conducta agradable a Dios.
Así pues, el vino y el licor hacen daño al hombre, pues le
provoca estímulos engañosos que en ocasiones no puede controlarlos y pierde la
cordura, mostrando un comportamiento burdo ante los demás, pero es necesario
que el hombre busque bienestar y paz
donde quiera que se encuentre, para lo cual debe desarrollar una buena
conciencia, que aprenda a discernir el bien del mal, honestidad y lograr
integridad en todo lo que haga para bendecir a otros
Es de tontos
emborracharse, porque se pierde el control y se provoca mucho alboroto. Cuando
el rey se enoja es como un león que ruge; quien lo hace enojar, pone en peligro
su vida. Cualquier tonto inicia un pleito, pero quien lo evita merece aplausos.
Quien no trabaja en otoño se muere de hambre en invierno. Los planes de la
mente humana son profundos como el mar; quien es inteligente los descubre. Hay
muchos que afirman ser leales, pero nadie encuentra gente confiable. Dios
bendice a los hijos del hombre honrado, cuando ellos siguen su ejemplo.
En cuanto el rey se sienta para juzgar al acusado, con una
mirada suya acaba con el malvado. Nadie puede decir que tiene buenos
pensamientos ni que está limpio de pecado. Dios no soporta dos cosas; que
engañes al que te vende, y que engañes al que te compra. Por los hechos se
llega a saber si el joven tiene buena conducta. Dios ha creado dos cosas: los
oídos para oír y los ojos para ver. Si sólo piensas en dormir terminarás en la
pobreza. Mejor piensa en trabajar, y nunca te faltará comida. Para el que
compra, ninguna mercancía es buena; para el que vende, ninguna mercancía es
mejor.
Podrá haber mucho oro, y muchas piedras preciosas, pero nada
hay más valioso que las enseñanzas del sabio. Si te comprometes a pagar las
deudas de un desconocido, te pedirán dar algo en garantía y perderás hasta el
abrigo. Tal vez te sepa muy sabroso ganarte el pan con engaños, pero acabarás
comiendo basura. Siempre que hagas planes, sigue los buenos consejos; nunca
vayas a la guerra sin un buen plan de batalla. El que habla mucho no sabe
guardar secretos. No te juntes con gente chismosa. El que maldice a sus padres
morirá antes de tiempo.
Lo que al principio se gana fácilmente, al final no trae
ninguna alegría. Nunca hables de tomar venganza; mejor confía en Dios y él
vendrá en tu ayuda. Dios no soporta dos cosas: que engañes al que te vende, y
que engañes al que te compra. Nadie sabe cuál será su futuro; por eso debemos
dejar que Dios dirija nuestra vida. No caigas en la trampa de prometerle algo a
Dios, para luego no cumplirle. Cuando el rey sabio castiga al malvado, lo
destruye por completo.
Dios nos ha dado la conciencia para que podamos examinarnos
a nosotros mismos. El rey afirma su reinado cuando es fiel a Dios y trata bien
a su pueblo. El orgullo del joven es su fuerza; el del anciano, su experiencia.
Con golpes y con azotes se corrigen los malos pensamientos.
En las manos de Dios los
planes del rey son como un río: toman el curso que Dios quiere darles. Todo el
mundo cree hacer lo mejor, pero Dios juzga las intenciones. Más que recibir
ofrendas y sacrificios, Dios prefiere que se haga justicia y que se practique
la honradez. Hay tres cosas que son pecado: ser orgulloso, creerse muy
inteligente, y vivir como un malvado. Cuando las cosas se piensan bien, el
resultado es provechoso. Cuando se hacen a la carrera, el resultado es
desastroso. Las riquezas que amontona el mentiroso se desvanecen como el humo;
son una trampa mortal.
La violencia destruye a los malvados porque se niegan a
hacer justicia. Quien mal se comporta lleva una vida difícil; quien vive
honradamente lleva una vida sin problemas. Más vale vivir en un rincón del
patio, que dentro de un palacio con la persona peleona. El malvado sólo piensa
en el mal, y hasta con sus amigos es malvado. Jóvenes sin experiencia, acepten
el consejo de los sabios, y aprendan el castigo a los malcriados. Dios es
justo, y sabe bien lo que piensa el malvado; por eso acaba por destruirlo.
Quien no hace caso de las súplicas del pobre, un día pedirá ayuda y nadie se la
dará. Un buen regalo calma el enojo, si se da en el momento oportuno.
El hombre honrado es feliz cuando ve que se hace justicia,
¡pero cómo se asusta el malvado! Quien deja de hacer lo bueno, pronto termina
en la tumba. Quien sólo piensa en fiestas, en perfumes y en borracheras, se
queda en la pobreza y jamás llega a rico. Los malvados y ladrones tendrán que
pagar el rescate de los hombres buenos y honrados. Vale más la soledad que la
vida matrimonial con una persona agresiva y de mal genio. En casa del sabio hay
riquezas y perfumes; en casa del tonto sólo hay desperdicios.
Busca la justicia y el amor, y encontrarás vida, justicia y
riquezas. Basta un solo sabio para conquistar una gran ciudad. Quien tiene
cuidado de lo que dice nunca se mete en problemas. Qué bien le queda al orgulloso
que lo llamen ¡malcriado y vanidoso! El perezoso quiere de todo, lo que no
quiere es trabajar. El hombre honrado siempre da y no pide nada a cambio. Dios
no soporta a los malvados que le traen ofrendas, y no son sinceros. El testigo
falso será destruido, pero al testigo verdadero siempre se le da la palabra.
El malvado parece estar muy seguro; pero sólo el hombre
honrado está seguro de verdad. Reconozcamos que ante Dios, no hay sabiduría ni
conocimiento, ni consejos que valgan. A los soldados les toca preparar sus
caballos para el combate; pero Dios es quién decide a quien darle la victoria.
Por lo tanto, es prioritario que el hombre pida sabiduría a
Dios en su camino pues sólo El puede dirigirlo hacia el propósito para lo que
fue creado, siendo necesario que el
hombre se conozca a sí mismo, reflexione y examine constantemente, que haga una
revisión exhaustiva de todo lo que guarda en su corazón y esto lo logra a
través de su conciencia.
Con Alta Estima,