miércoles, 27 de noviembre de 2013

Comprender lo que es la sabiduría…


Aquí te puedes dar cuenta que el Predicador es el rey Salomón, y su nombre significa según el diccionario etimológico “Pacífico”, el origen del nombre es la palabra hebrea “Shalom” que quiere decir paz. 

Y sabes, este rey le pidió a Dios sabiduría, por eso se hizo famoso por su sabiduría y equidad. Pero, al tener tanta abundancia empezó a pecar y como consecuencia tuvo muchos problemas pues se alejó de Dios, ya no estuvo bajo su protección. Quizá a través de los años Salomón entendió que la sabiduría sólo la da Dios.
A través de este Libro él instruye que todas las cosas de este mundo son vanidad.

 Lo importante es que el ser humano obedezca a Dios y guarde sus mandamientos, que es necesario que establezca el reino de Dios en su vida, pues en ello radica lo eterno, así como Salomón tuvo abundancia y experimentó que a pesar de tener exceso de cosas materiales el hombre siente que a su vida está vacía, qué le falta sentirse contento. Además, que a pesar de que el  hombre debe ser útil trabajando no debe afanarse pues la vida es corta. Lo esencial, es desarrollar la vida interior, cambiar la manera de pensar y avanzar con un nuevo estilo de vida.

Estas son las palabras del Predicador, hijo de David, que fue rey en Jerusalén: ¡En este vida nada tiene sentido! ¡Todo es una ilusión! Realmente, en esta vida nada ganamos con tanto trabajar. Unos nacemos, y otros morimos, pero la tierra jamás cambia. El sol sale por la mañana, y por la tarde se oculta, y vuelve corriendo a su lugar para salir al día siguiente. El viento gira y gira, y no deja de girar; a vece sopla hacia el norte, y a veces sopla hacia el sur. Los ríos corren hacia el mar, y luego vuelven a sus fuentes para volver a vaciarse en el mar, pero el mar jamás se llena. ¡Qué difícil me resulta explicar lo aburrido que es todo esto! ¡Nadie se cansa de ver! ¡Nadie se cansa de oír! Lo que antes sucedió, vuelve a suceder; lo que antes se hizo, vuelve a hacerse. ¡En esta vida no hay nada nuevo!

Cuando alguien llega a decir: ¡Aquí tengo algo nuevo!, resulta que eso ya existía antes de que naciéramos. Nosotros no nos acordamos de lo que otros hicieron, ni los que vengan después se acordarán de lo que hicimos. ¡Los que vengan después creerán empezar de nuevo!

Yo, el Predicador, fui rey de Israel, y reiné en la ciudad de Jerusalén. Toda mi sabiduría la dediqué a tratar de entender lo que se hace en este mundo. ¡Esta es la tarea que Dios nos dejó, y es una tarea muy pesada! Pude darme cuenta de que no tiene sentido nada de lo que se hace en este mundo; ¡todo es como querer atrapar el viento! Como dice el dicho: Nadie puede enderezar lo torcido, ni contar lo que no tiene. Entonces me puse a pensar: Vaya, vaya, aquí me tienen, hecho todo un gran personaje. Nunca hubo en Jerusalén nadie más sabio que yo; nunca nadie tuvo tantos conocimientos. Aquí me tienen, dedicado por completo a tratar de comprender lo que es la sabiduría; ¡conozco hasta las más grandes tonterías! Pero también eso es como querer atrapar el viento. Lo cierto es que mientras más se sabe, más se sufre; mientras más se llena uno de conocimientos, más se llena de problemas.

Asimismo, este gran rey investigó y experimentó que el hombre a mayor conocimiento más se da cuenta que debe desarrollar una conciencia de que las cosas mundanas no te dejan crecer, son un obstáculo, ya que todas las cosas son triviales pues lo verdadero es conocer y amar a Dios, ya que el ser humano es imperfecto y es  urgente haga un cambio, corregir su manera de actuar, con esfuerzo, constancia y obediencia a las enseñanzas de la Palabra para contrarrestar  la naturaleza caída del hombre y sólo con Jesucristo en su vida avanzará y ganará la victoria.


Con Alta Estima,

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