viernes, 15 de noviembre de 2013

Busca la justicia y el amor…


Sabes, sólo con Dios el ser humano puede alcanzar el éxito así como sólo Dios puede cambiar su corazón y que tenga un nuevo estilo de vida, obedeciendo sus enseñanzas y con una conducta agradable a Dios.

Así pues, el vino y el licor hacen daño al hombre, pues le provoca estímulos engañosos que en ocasiones no puede controlarlos y pierde la cordura, mostrando un comportamiento burdo ante los demás, pero es necesario que el hombre busque bienestar y  paz donde quiera que se encuentre, para lo cual debe desarrollar una buena conciencia, que aprenda a discernir el bien del mal, honestidad y lograr integridad en todo lo que haga para bendecir a otros

Es de tontos emborracharse, porque se pierde el control y se provoca mucho alboroto. Cuando el rey se enoja es como un león que ruge; quien lo hace enojar, pone en peligro su vida. Cualquier tonto inicia un pleito, pero quien lo evita merece aplausos. Quien no trabaja en otoño se muere de hambre en invierno. Los planes de la mente humana son profundos como el mar; quien es inteligente los descubre. Hay muchos que afirman ser leales, pero nadie encuentra gente confiable. Dios bendice a los hijos del hombre honrado, cuando ellos siguen su ejemplo.

En cuanto el rey se sienta para juzgar al acusado, con una mirada suya acaba con el malvado. Nadie puede decir que tiene buenos pensamientos ni que está limpio de pecado. Dios no soporta dos cosas; que engañes al que te vende, y que engañes al que te compra. Por los hechos se llega a saber si el joven tiene buena conducta. Dios ha creado dos cosas: los oídos para oír y los ojos para ver. Si sólo piensas en dormir terminarás en la pobreza. Mejor piensa en trabajar, y nunca te faltará comida. Para el que compra, ninguna mercancía es buena; para el que vende, ninguna mercancía es mejor.

Podrá haber mucho oro, y muchas piedras preciosas, pero nada hay más valioso que las enseñanzas del sabio. Si te comprometes a pagar las deudas de un desconocido, te pedirán dar algo en garantía y perderás hasta el abrigo. Tal vez te sepa muy sabroso ganarte el pan con engaños, pero acabarás comiendo basura. Siempre que hagas planes, sigue los buenos consejos; nunca vayas a la guerra sin un buen plan de batalla. El que habla mucho no sabe guardar secretos. No te juntes con gente chismosa. El que maldice a sus padres morirá antes de tiempo.

Lo que al principio se gana fácilmente, al final no trae ninguna alegría. Nunca hables de tomar venganza; mejor confía en Dios y él vendrá en tu ayuda. Dios no soporta dos cosas: que engañes al que te vende, y que engañes al que te compra. Nadie sabe cuál será su futuro; por eso debemos dejar que Dios dirija nuestra vida. No caigas en la trampa de prometerle algo a Dios, para luego no cumplirle. Cuando el rey sabio castiga al malvado, lo destruye por completo.

Dios nos ha dado la conciencia para que podamos examinarnos a nosotros mismos. El rey afirma su reinado cuando es fiel a Dios y trata bien a su pueblo. El orgullo del joven es su fuerza; el del anciano, su experiencia. Con golpes y con azotes se corrigen los malos pensamientos.

En las manos de Dios los planes del rey son como un río: toman el curso que Dios quiere darles. Todo el mundo cree hacer lo mejor, pero Dios juzga las intenciones. Más que recibir ofrendas y sacrificios, Dios prefiere que se haga justicia y que se practique la honradez. Hay tres cosas que son pecado: ser orgulloso, creerse muy inteligente, y vivir como un malvado. Cuando las cosas se piensan bien, el resultado es provechoso. Cuando se hacen a la carrera, el resultado es desastroso. Las riquezas que amontona el mentiroso se desvanecen como el humo; son una trampa mortal.

La violencia destruye a los malvados porque se niegan a hacer justicia. Quien mal se comporta lleva una vida difícil; quien vive honradamente lleva una vida sin problemas. Más vale vivir en un rincón del patio, que dentro de un palacio con la persona peleona. El malvado sólo piensa en el mal, y hasta con sus amigos es malvado. Jóvenes sin experiencia, acepten el consejo de los sabios, y aprendan el castigo a los malcriados. Dios es justo, y sabe bien lo que piensa el malvado; por eso acaba por destruirlo. Quien no hace caso de las súplicas del pobre, un día pedirá ayuda y nadie se la dará. Un buen regalo calma el enojo, si se da en el momento oportuno.

El hombre honrado es feliz cuando ve que se hace justicia, ¡pero cómo se asusta el malvado! Quien deja de hacer lo bueno, pronto termina en la tumba. Quien sólo piensa en fiestas, en perfumes y en borracheras, se queda en la pobreza y jamás llega a rico. Los malvados y ladrones tendrán que pagar el rescate de los hombres buenos y honrados. Vale más la soledad que la vida matrimonial con una persona agresiva y de mal genio. En casa del sabio hay riquezas y perfumes; en casa del tonto sólo hay desperdicios.

Busca la justicia y el amor, y encontrarás vida, justicia y riquezas. Basta un solo sabio para conquistar una gran ciudad. Quien tiene cuidado de lo que dice nunca se mete en problemas. Qué bien le queda al orgulloso que lo llamen ¡malcriado y vanidoso! El perezoso quiere de todo, lo que no quiere es trabajar. El hombre honrado siempre da y no pide nada a cambio. Dios no soporta a los malvados que le traen ofrendas, y no son sinceros. El testigo falso será destruido, pero al testigo verdadero siempre se le da la palabra.

El malvado parece estar muy seguro; pero sólo el hombre honrado está seguro de verdad. Reconozcamos que ante Dios, no hay sabiduría ni conocimiento, ni consejos que valgan. A los soldados les toca preparar sus caballos para el combate; pero Dios es quién decide a quien darle la victoria.

Por lo tanto, es prioritario que el hombre pida sabiduría a Dios en su camino pues sólo El puede dirigirlo hacia el propósito para lo que fue  creado, siendo necesario que el hombre se conozca a sí mismo, reflexione y examine constantemente, que haga una revisión exhaustiva de todo lo que guarda en su corazón y esto lo logra a través de su conciencia. 

Con Alta Estima,


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