lunes, 31 de marzo de 2014

Escuchen mis palabras…


Dios me dijo: Jeremías , ve al palacio del rey de Judá, y anuncia allí este mensaje: Rey de Judá, oficiales del palacio y habitantes de Jerusalén, les pido que presten mucha atención a lo que Dios dice. Eles ordena hacer el bien: proteger a los que son maltratados, cuidar al extranjero, al huérfano y a la viuda, y no matar al inocente. Si de veras me obedecen, siempre habrá en Judá un rey de la familia de David. Sus ejércitos entrarán y saldrán por los portones de la ciudad, acompañados por el pueblo y sus gobernantes. De lo contrario, les aseguro que este palacio será totalmente destruido.

Yo, el Dios de Israel, les digo a los que están en el palacio de Judá: Ustedes son para mí tan especiales como el monte Galaad y como las altas montañas del Líbano. Pero voy a convertirlos en un desierto, en una ciudad deshabitada. Yo enviaré contra ustedes un ejército para que los destruya, y para que les prenda fuego a sus bosques más hermosos.

Mucha gente de otras naciones pasará por aquí, y se preguntará por qué hice esto con esta gran ciudad. Y la respuesta será que ustedes adoraron a otros dioses y no cumplieron con mi pacto.
No lloren ni se pongan tristes por la muerte del rey Josías. Lloren más bien por su hijo Salum que será llevado a otro país. Allí lo tratarán como esclavo, y nunca más volverá a ver la tierra donde nació. Y yo declaro que Salum nunca más volverá a ver este país, pues morirá en el lugar al que será llevado. Y así sucedió. Tiempo después, tras la muerte de su padre Josías Salum llegó a ser rey de Judá, pero se lo llevaron a Babilonia.

Dios continuó diciendo: En cuanto al rey Joacín, tengo algo que decirle: ¡Qué mal te irá, Joacín! Edificas tu casa con mucho lujo; piensas ponerle grandes ventanas, y recubrirá con finas maderas. Pero maltratas a los trabajadores, y para colmo no les pagas. Te crees un gran rey porque vives en lujosos palacios.

Tu padre Josías disfrutó de la vida y celebró grandes fiestas, pero siempre actuó con justicia. Protegió al pobre y al necesitado, y por eso le fue bien en todo. ¡A eso le llamo conocerme! A ti sólo te interesa el dinero y no te importa cómo lo ganes. Con gran violencia robas y matas a gente inocente. Por eso estoy enojado contigo. Cuando te mueras, nadie llorará por ti; ningún israelita se pondrá triste de que ya no seas su rey. Morirás como los animales: te arrastrarán por todo Jerusalén y te arrojarán fuera de la ciudad.

Dios también les dijo a los habitantes de Jerusalén: Vayan por todo el país; suban a las montañas más altas, y lloren desconsolados! Los países que iban a ayudarlos ya han sido destruidos. Cuando les iba bien, les advertí del peligro, pero no me hicieron caso. ¡Siempre han sido rebeldes!

Los que ahora viven en el palacio, rodeados de finas maderas, ¡pronto sabrán lo que sufrir! Cuando les llegue la desgracia, sabrán lo que es el dolor. Serán llevados a otro país, y allí serán tratados como esclavos. Las naciones en las que ellos confiaron sufrirán el mismo castigo.

Dios le dio este mensaje a Joaquín: Tú eres hijo de Joacín, y ahora reinas en Judá. Aunque te quiero mucho, juro que te expulsaré de aquí. Te entregaré en manos del rey de Babilonia y de su ejército, y temblarás de miedo. A ti y a tu madre los enviaré a un país extranjero. Aunque quieran volver a Israel, nunca más volverán, porque morirán en ese país.

Dios continuó diciendo: ¡Israelitas, escuchen mis palabras! Joaquín no sirve para nada; es como una vasija rota. ¿Para qué lo quieren expulsar del país, junto con todos sus familiares? Por gente como esa no vale la pena preocuparse. Yo, el Dios de Israel, les digo: Bórrenlo de su memoria, es un hombre fracasado. ¡Ninguno de sus hijos llegará a ser rey de Judá!

Aquí puedes darte cuenta que el ser humano es muy especial para Dios, a tal grado que Dios envió a su único hijo para sacrificio y dar su vida para redimir a la humanidad y sellar con su sangre el Pacto entre Dios y el hombre, de manera que Dios le da la oportunidad al hombre de que reconozca y se arrepienta y posteriormente, sea restaurado. Asimismo, cuando el hombre acepta a Jesucristo en su vida, se apega a sus mandatos, y cambia su estilo de vida de forma que honre a Dios, en su actitud, en sus pensamientos y con un corazón  disponible al Señor.

No obstante, es esencial que el hombre cumpla el pacto con Dios y lo más importante es la obediencia, apegado a su Palabra para que edifique su vida y sea ejemplo en su cotidiano vivir; sobre todo el hombre debe actuar con justicia para que le vaya bien.

Por lo tanto, conocer a Dios es preponderante pues es ¡urgente! Que el hombre se vuelva a Dios, y confíe en El y sabes, sólo meditando en su Palabra le ayudará a discernir el bien y el mal, confiar en Dios y obedecerle, que el hombre se aleje de la rebelión, de la maldad pues sólo con Dios el hombre sentirá fortaleza y paz.


Con Alta Estima, 

sábado, 29 de marzo de 2014

Les daré a elegir entre la vida y la muerte…


El rey Sedequías envió a Pashur y al sacerdote Sofonías, a que le dijeran al profeta Jeremías: Nabucodonosor, el rey de Babilonia; nos está atacando. Por favor, ruégale a Dios que nos ayude. Pídele que haga uno de sus milagros a favor de nosotros, para que ese rey nos deje tranquilos. Pero Dios tenía otro plan, y se lo comunicó a Jeremías. Entonces Jeremías les respondió a Pashur y a Sofonías:

Díganle al rey Sedequías que el Dios de Israel dice: El rey de Babilonia y sus soldados están rodeando y atacando la ciudad de Jerusalén. Frente a sus ataques, tus tropas retrocederán y se refugiarán en la ciudad. Es más, yo mismo voy a pelear contra ustedes, y lo haré con todo mi poder y con toda mi furia. ¡Ya me tienen harto! Voy a mandarles una enfermedad terrible, que matará a todos los que viven en esta ciudad, y hasta los animales. A ti, Sedequías, y a tus oficiales, los pondré en manos de Nabucodonosor y de su ejército. También entregaré a la gente que no haya muerto por la enfermedad, la guerra o el hambre. Les juro que ese rey los matará sin compasión.

Dios le dijo a Jeremías: Dile de mi parte a este pueblo: A todos los que viven en Jerusalén les daré a elegir entre la vida y la muerte. Los que queden en la ciudad morirán en la guerra, o los matará la enfermedad y el hambre. Sólo se salvarán si salen y se rinden a los babilonios. Ya me cansé de tratar con bondad a esta ciudad. La voy a destruir. Se la entregaré al rey de Babilonia, para que la destruya con fuego. Les juro que así lo haré.

A los descendientes del rey David diles que presten atención a mis palabras. Este es mi mensaje para ellos: No dejen de hacer el bien, y protejan a los que son maltratados. Si no lo hacen así, mi enojo arderá como un fuego y nadie podrá apagarlo. Así los castigaré por todas sus maldades.

Habitantes de Jerusalén, yo estoy muy enojado con ustedes. Ustedes creen que Jerusalén, por estar en la montaña, es la más fuerte de la región. Creen que nadie puede conquistarla ni destruir sus murallas. Pero yo les daré su merecido: Le prenderá fuego a su bosque, y ese fuego destruirá todo lo que hay a su alrededor. Les juro que así lo haré.

Así pues, Dios conoce a cada persona, El mira su corazón y El tiene un plan para cada una, pero a veces el ser humano se acuerda de Dios sólo en tiempo de dificultad, en circunstancias adversas quiere que Dios le ayude, que él haga milagros, pero sabes , si bien es cierto que Dios es un Dios de amor, es necesario que el hombre aprenda a conocerle, determine vivir de acuerdo a sus mandatos y haga su parte que le corresponde y, por ende, Dios le ayudará.

Ahora, es tiempo de que el hombre se prepare y renueve su mente, cambie su manera de vivir y busque a Dios, siendo necesario que el hombre se discipline y desarrolle su voluntad para que tenga discernimiento,  haga el bien y elija la vida.

Por lo tanto, es preponderante que,  el hombre esté atento al mensaje de Dios, obedezca su Palabra y  tenga temor del Señor pues El es bondadoso, pero el hombre con su desacato provoca la ira de Dios.


Con Alta Estima,

viernes, 28 de marzo de 2014

Siempre estás a mi lado…


Cuando Pashur hijo de Imer oyó lo que el profeta Jeremías estaba predicando, ordenó que lo golpearan y lo metieran en la cárcel que estaba a un lado de la entrada de Benjamín, cerca del templo de Dios. Sin embargo, a la mañana siguiente Pashur mandó que lo sacaran. Entonces Jeremías le dijo:
Dios te va a cambiar de nombre. En vez de Pashur, te vas a llamar Magor-misabib, que quiere decir, “terror por todas partes”. Porque Dios dice que tú serás un terror para ti mismo y para tus amigos. ¡Hasta verás cuando el enemigo mate a tus amigos! A todos los habitantes de Judá los entregaré al rey de Babilonia, para que se los lleve como esclavos a su país o para que los mate. Además, a los enemigos de Judá les daré toda la riqueza de esta ciudad, junto con todos los tesoros de los reyes de Judá. Todo eso lo tomarán y se lo llevarán a Babilonia. Y tú, Pashur, serás esclavo en Babilonia junto con toda tu familia. Allá morirás y serás enterrado; y lo mismo les pasará a todos tus amigos, a quienes les decías puras mentiras.

Jeremías le dijo a Dios: Dios mío, con lindas palabras me llamaste, y yo acepté tu invitación. Eres más fuerte que yo, y por eso me convenciste. A toda hora la gente se burla de mí. Cada vez que abro la boca, tengo que gritar: ¡Ya viene el desastre! ¡Ha llegado la destrucción! No hay día que no me ofendan por predicar tu mensaje.

Hay días en que quisiera no acordarme más de ti ni anunciar más tus mensajes; pero tus palabras arden dentro de mí; ¡son un fuego que me quema hasta los huesos! He tratado de no hablar, ¡pero no me puedo quedar callado! La gente, en tono burlón, me grita: ¡Hay terror por todas partes! También los oigo cuando dicen; ¡Vamos a denunciarlo! Hasta mis mejores amigos quieren que yo cometa un error; buscan cómo ponerme una trampa para derrotarme y vengarse de mí.

Pero tú, mi Dios, eres el Todopoderoso. Tú examinas al que es justo y sabes lo que pensamos y deseamos. Eres un guerrero invencible, y siempre estás a mi lado; por eso no podrán vencerme los que me persiguen; ¡quiero ver cómo los castiga, porque en ti confio! ¡Quiero ver cómo los derrotas y los pones en vergüenza! ¡Que nunca nadie se olvide de que tú los derrotaste! Alabemos a nuestro Dios, porque él libera a los pobres de las garras de los malvados.

¡Maldito el día en que nací! Maldito el que le dijo a mi padre: ¡Te felicito! ¡Tuviste un hijo varón! ¡Como quisiera que ese tipo terminara como las ciudades que Dios destruyó sin compasión! ¡Quisiera que se vuelva loco de remate! ¿Por qué tuve que nacer, si vivo sólo para sufrir? Si voy a morir humillado, mejor hubiera nacido muerto. ¡Así mi tumba habría sido el vientre de mi madre!

Aquí puedes darte cuenta que Dios es justo y muestra su amor en todo momento, El invita a cada persona a tener una relación personal con él pues sabes, El Señor quiere que el ser humano lo conozca, El ya tiene un plan para cada uno, desde antes de nacer, pero es esencial que el hombre examine sus pensamientos y los deseos de su corazón, y que acepte recibirle para que el hombre establezca una relación de comunión con El, siendo esencial que el hombre estudie su Palabra y la enseñe a otros, ¡sin temor! Con la confianza en Dios pues El siempre está a su lado. Y, sabes, con esa seguridad, a pesar de las adversidades el hombre saldrá adelante pues asido de la mano de Dios, no hay ningún adversario fuerte. ¡Lo conveniente!, es que cada persona crea que Dios es todopoderoso.


Con Alta Estima,

jueves, 27 de marzo de 2014

Ustedes son mi pueblo, pero me abandonaron…


Dios me dijo: Jeremías, compra en el taller del alfarero una vasija de barro, y ve al valle de Ben-hinom, que está a la entrada del portón oriental. Haz que te acompañen algunos jefes del pueblo y los sacerdotes más importantes. Cuando llegues allá, diles a los reyes de Judá y a los habitantes de Jerusalén que presten atención a mis palabras. Este es el mensaje que les darás de mi parte: Ustedes son mi pueblo, pero me abandonaron. Para colmo, me ofendieron al adorar en este valle a otros dioses.  Esos dioses nunca se preocuparon por ustedes, ni por sus padres, ni por los reyes de Judá. Por eso yo, el todopoderoso Dios de Israel, voy a mandarles un desastre tan terrible, que quienes lo sepan temblarán de miedo.

En este mismo valle ustedes han matado a mucha gente inocente. Han construido altares a Baal, y en ellos han presentado a sus hijos como ofrenda a ese dios. ¡Pero eso es algo que yo nunca les ordené! ¡Jamás lo mencioné, y ni siquiera me pasó por la mente! Llegará el momento en que este lugar no se llamará santuario de Tófet, ni valle de Ben-hinom; más bien, se le conocerá como Valle de la Matanza. Yo desbarataré aquí los planes de la gente de Judá y de Jerusalén; los entregaré a sus enemigos, para que los maten en el campo de batalla. Allí quedarán tendidos los cadáveres, y haré que se los coman las aves del cielo y las fieras salvajes.

A Jerusalén la convertiré en un lugar horrible. Los que pasen por aquí verán con asombro cómo quedó la ciudad, y se burlarán de ella. Sus enemigos rodearán la ciudad para destruir a sus habitantes. Habrá tanta falta de comida que la gente se comerá a sus propios hijos, y hasta se comerán los unos a los otros.
Tan pronto anuncies este mensaje, dirígete a los jefes y a los sacerdotes, y rompe en mil pedazos la vasija de barro. Entonces les dirás de mi parte: Yo, el Dios todopoderoso, romperé en mil pedazos la vasija de barro. Entonces les dirás de mi parte:

Yo, el Dios todopoderoso, romperé en mil pedazos esta nación y esta ciudad, y ya no podrán volver a levantarse. Tendrán que enterrar a sus muertos en el santuario de Tófet. Le juro que así será. No permitiré que se me adore en las casas de Jerusalén ni en los palacios de los reyes de Judá, pues en sus azoteas se quemó incienso para adorar a las estrellas de los cielos, y también ofrendaron bebidas a otros dioses. Ni en el santuario de Tófet ni en esos lugares permitiré que me adoren.

Cuando Jeremías volvió de profetizar en el santuario de Tófet, se detuvo a la entrada del templo de Dios. Desde allí dijo a todo el pueblo: Así dice el todopoderoso Dios de Israel. Esta ciudad y sus pueblos vecinos se han empeñado en desobedecerme. Por eso les voy a mandar todas las desgracias que les he anunciado.

Así pues, es esencial que el hombre crea en el Dios verdadero y que sus convicciones sean firmes pues a Dios no le agradan las personas tibias, es conveniente que cada persona su si sea si a la verdad absoluta que es Jesucristo, quien dio su vida para redimir a la humanidad. Apremia que el hombre se aparte del mal, que se examine y medite si lo que hace logra ser mejor persona, si al reflexionar adquiere discernimiento de lo que es bueno o simplemente  depende de lo superfluo que al fin de cuentas no llena el vacío de que el ser humano siente, y es por estar alejado de Dios. Ahora bien, es importante que el hombre disfrute con medida lo que  reditúa su trabajo, pero sin olvidarse de lo trascendental, pues  sabes, lo más importante es que el hombre conozca a Dios, lo busque, se apegue a su Palabra,  la obedezca aplicándola  en su diario vivir para que le vaya bien.


Con Alta Estima,

miércoles, 26 de marzo de 2014

Dejen ya de hacer lo malo…


Dios me dijo: Jeremías, ve al taller del alfarero. Allí voy a darte un mensaje. Yo fui y me encontré al alfarero haciendo en el torno vasijas de barro. Cada vez que una vasija se le dañaba, volvía a hacer otra, hasta que la nueva vasija quedaba como él quería. Allí Dios me dio este mensaje para los israelitas: Ustedes están en mis manos. Yo puedo hacer con ustedes lo mismo que este alfarero hace con el barro. En el momento que yo quiera, puedo amenazar a una nación o a un reino, y anunciarle su completa destrucción. Pero si esa nación deja de hacer lo malo, entonces yo decidiré no castigarlos como pensaba hacerlo. En algún otro momento, puedo decidir que alguna nación o reino prospere y llegue a tener mucho poder. Pero si esa nación hace lo malo y no me obedece, entonces decidiré no darle todo lo bueno que había pensado darle.

Luego Dios me dijo: Jeremías, adviérteles a la gente de Judá, y a los que viven en Jerusalén, que yo, el Dios de Israel, estoy por enviarles un desastre. Diles que dejen ya de hacer lo malo, y que mejoren por completo su manera de vivir. Ellos te dirán que no insistas, que van a seguir viviendo como les dé la gana, y que cada uno seguirá haciendo todo lo malo que les dicte su malvado corazón.

Por lo tanto, yo les digo: Este pueblo dice ser mío, pero pregunten entre las naciones y verán que ningún otro pueblo ha hecho cosas tan terrible. Las altas montañas del Líbano nunca se han quedado sin nieve; ni tampoco han dejado de correr las frías aguas de las montañas. ¨Pero este pueblo cambia a cada rato, pues se olvida de mí y adora ídolos inútiles. No sigue las enseñanzas que desde un principio le di, ni se da cuenta del peligro de seguir las malas costumbres de las otras naciones.

Por eso enviaré un ejército poderoso y los haré huir ante sus enemigos. ¡Su país será destruido; será la burla de todas las naciones! Los que pasen y lo vean, no podrán disimular su asombro. ¡Ese día sabrán que los he abandonado.

La gente comenzó a hacer planes en contra de Jeremías, decían: Acusémoslo de algún crimen, y así lo callaremos para siempre. De todo modos, nunca nos faltará un sacerdote que nos enseñe la ley, ni un sabio que nos de consejos, ni un profeta que nos hable de parte de Dios.

Jeremías oró así: Dios mío, escucha los gritos de mis enemigos. ¡Han cavado un pozo para hacerme caer con él! ¡No es justo que así me paguen todo el bien que les he hecho! ¡Recuerda que vine a pedirte que no los castigues! ¡Quítales la vida a sus hijos! ¡Haz que se mueran de hambre, o que los maten en la guerra! ¡Que los hombres mueran asesinados! ¡Que las mujeres se queden viudas y sin hijos que las ayuden! ¡Que los jóvenes mueran en la guerra! ¡Que se oigan sus gritos de angustia cuando envíes contra ellos un ejército poderoso!

Dios mío, tú sabes que ellos piensan matarme. ¡No olvides sus pecados, ni les perdones ningún crimen! ¡Desata tu furia contra ellos! ¡Hazlos caer derrotados!

Aquí puedes darte cuenta que es prioridad que el hombre reconozca el poder de Dios, y sabes, Dios es el alfarero de la vida de cada persona, sólo El puede moldear su carácter hasta llegar al propósito por el que Dios lo ha diseñado. Así pues, lo adverso  contribuirá a afinar, como en una pared que se construye,  el aplanado la hará más uniforme la superficie pues lo rugoso desaparecerá así como las debilidades en una persona, si es obediente a las enseñanzas de Dios, El le dará la fortaleza que necesita.

No obstante, el hombre debe apartarse del mal y hacer lo correcto en dondequiera que vaya, fijarse en los que están a su alrededor e imitar al que hace lo bueno para agradar a Dios pero no debe olvidar dar gracias al Señor por todo lo que ha hecho por la humanidad.


Con Alta estima

martes, 25 de marzo de 2014

Sólo tú mereces mis alabanzas...

Dios le dijo a su pueblo: Gente de Judá, ustedes llevan el pecado grabado en el corazón. Sus altares están marcados con su rebelión. Los altares y las imágenes de Astarté que ustedes levantaron bajo los grandes árboles y en las altas colinas son un peligro para sus hijos.

Yo entregaré a sus enemigos todo lo que ustedes tienen, hasta sus altares y tesoros. Esto lo haré por los pecados que cometieron en su territorio. Por su propia culpa perderán el país que yo les había dado. Serán esclavos en una tierra que ustedes no conocen.

¡Es tan grande mi enojo que parece un fuego que nunca se apaga! Yo, el Dios de Israel, declaro: ¡Maldito quien confía en los demás! ¡Maldito quien confía en sí mismo! ¡Maldito quien se aleja de mí! Son como las espinas del desierto, que nunca disfrutarán del agua, pues viven en tierras áridas, donde nada crece.


¡Pero benditos sean aquellos que sólo confían en mí! Son como árboles plantados a la orilla de un río: extienden  sus raíces hacia la corriente, el calor no les causa ningún daño, sus hojas siempre están verdes y todo el año dan fruto.

Ustedes se creen buenos, pero son malos y mentirosos; ¡no tienen remedio! Sólo yo, el Dios de Israel, sé muy bien lo que piensan, y los castigaré por su mala conducta. Los que se vuelven ricos haciendo trampa, perderán sus riquezas y, cuando menos lo esperen, acabarán en la miseria.

Yo, Jeremías, dije: El templo donde tienes tu trono desde un principio está en lo alto; ¡es un lugar muy hermoso! Los que te abandonan quedarán avergonzados. ¡Desaparecerán como el polvo que se lleva el viento! Sólo tú, Dios de Israel, eres la fuente de vida. ¡Tú eres nuestra única esperanza!

Dios mío, sólo tú mereces mis alabanzas. ¡Devuélveme la salud, dame salvación! Así viviré feliz y en paz. La gente de Judá me dice:
Dios no ha cumplido sus promesas. ¡Queremos que se cumplan ya!

Dios mío, yo no te pedí que castigues a tu pueblo; al contrario, le cuidé como un pastor a sus ovejas. Cuando estoy en peligro, tú me proteges. ¡No dejes que el miedo se apodere de mí! Avergüenza a mis enemigos, pero no me avergüences a mí! ¡Haz que también de miedo, pero a mí no me asustes! ¡Mándales tiempos difíciles, y destrúyelos de una vez.

Dios me dijo: Jeremías, ve a todos los portones de Jerusalén, y repite allí el mensaje que te voy a dar. Comienza por el portón principal, que es por donde entran y salen los reyes de Judá. Esto es lo que tienes que decir: Reyes de Judá y habitantes del país, y todos los que pasan por estos portones, ¡escuchen la palabra de nuestro Dios! El me manda a recordarles que el sábado es día de descanso. Por lo tanto, ese día no lleven ninguna carga, ni la introduzcan por los portones de Jerusalén. Ese día no saquen de sus casas ninguna carga ni hagan ningún tipo de trabajo. El sábado es un día que deben dedicar a Dios; así se lo ordenó a nuestros antepasados.

Ustedes, los que viven en Judá, no han querido obedecer a Dios; al contrario, se empeñan  en desobedecerlo y no quieren ser disciplinados. Pero si siguen fielmente las instrucciones acerca del sábado, y se lo dedican a Dios tal como ya les dije, Dios les asegura que por estas puertas entrarán reyes y príncipes, y se sentarán en el trono de David para reinar sobre esta ciudad. Entrarán  montados en carros y en caballos, seguidos por la gente de Jerusalén y de las otras ciudades de Judá. Además, la ciudad de Jerusalén siempre será habitada. Vendrán al templo todos los habitantes del país, y darán gracias a Dios con ofrendas de cereal y de incienso, que son las que le agradan.

Pero si ustedes no siguen las instrucciones de Dios acerca del sábado, sino que en ese día introducen cargas por los portones de Jerusalén, entonces les prenderé fuego a esos portones. Ese fuego no podrá ser apagado, sino que quemará toda la ciudad,  junto con los palacios de Jerusalén.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre no obedece a Dios, sigue viviendo en rebelión porque está alejado de Dios, confía más en sí mismo y en los demás pues ha olvidado que lo esencial es confiar en Dios.

No obstante, el ser humano debe reconocer a Dios como el Dios único y verdadero, como la fuente de vida de toda persona, para que desarrolle su esencia, su ser interior y muestre una buena conducta, sinceridad, renueve su mente, y cambie su manera de vivir. Asimismo, el hombre obediente cumplirá con los mandatos de Dios, sin olvidar el día de descanso para alabar y honrar a Dios.


Con Alta Estima,

lunes, 24 de marzo de 2014

Voy a mostrarles mi gran poder…


Dios me dijo: Jeremías, no te cases en este país, ni tengas hijos ni hijas, porque de todos los que viven en este país, algunos morirán de enfermedades horribles, otros morirán de hambre y otros en la guerra. Nadie llorará por ellos, ni los sepultará. Sus cadáveres quedarán tendidos sobre el suelo, como si fueran basura, y con ellos se alimentarán las aves del cielo y los animales salvajes.

He decidido retirar de este pueblo mi paz, mi amor y mi compasión. Así que no vayas a ningún entierro, ni llores por ningún muerto. En este país todos morirán, sean ricos o pobres, y nadie llorará por ellos ni los sepultará, ni guardará luto. Nadie ofrecerá una comida para consolar a los que hayan perdido a un ser querido. A nadie se le ofrecerá consuelo, aunque haya muerto su padre o su madre.

Tampoco vayas a ninguna boca, ni comas ni bebas nada allí. Yo, el todopoderoso Dios de Israel, te digo que pondré fin a los gritos de alegría y de entusiasmo, y a las canciones de los novios y de las novias. Eso lo verán con sus propios ojos.

Cuando comuniques todo esto al pueblo, te van a preguntar por qué decidí enviarles esta desgracia. También preguntarán si se han portado mal, y si acaso han pecado contra mí. Respóndeles que eso les pasa porque sus antepasados me rechazaron, no obedecieron mis enseñanzas y creyeron en otros dioses, a los cuales sirvieron y adoraron. Te juro que así fue. Pero diles que ellos son peores que sus antepasados, porque no me obedecen. Ellos insisten en llevar a cabo sus planes malvados. Por eso no les voy a tener compasión. Más bien, los echaré fuera de esta tierra, los llevaré a un país que ni ellos ni sus antepasados conocieron. Allá tendrás que adorar a otros dioses, día y noche.

Llegará el día en que ya no dirán: Viva Dios, que sacó de Egipto a los israelitas, sino que dirán: Viva Dios, que sacó a los israelitas del país de los asirios y de los babilonios, y de todos los países adonde los obligó a ir. Pero yo te aseguro que, en el futuro, haré que vuelvan a la tierra que les regalé a sus antepasados.

Por lo pronto, voy a hacer que vengan muchos enemigos, y que los pesquen como si fueran peces. Después de eso, haré que vengan muchos enemigos y los persigan por todas las montañas y colinas, y hasta en las grietas de las rocas, como si fueran cazadores tras su presa. Yo estoy, enterado de todo lo que ellos hacen, pues no hay nada que yo no sepa. Ellos no me pueden ocultar ninguno  de sus pecados. Antes que nada, les daré un castigo doble por los terribles pecados que han cometido. Le han quitado al país su buena fama; ¡lo han llenado de ídolos malolientes que no tienen vida.

Yo, Jeremías, le rogué a Dios: Dios mío, tú me das nuevas fuerzas; cuando me encuentro en peligro, tú eres mi refugio. Desde los lugares más lejanos del mundo vendrán a ti las naciones, y dirán: Nuestros antepasados fabricaron dioses falsos que no sirven para nada.

Dios me respondió: Voy a mostrarle mi gran poder; ahora sabrán quién soy yo: ¡Yo soy el único Dios de Israel.

Con esta aseveración, es prioridad que hombre haga cambios en su vida, que imite a Jesucristo en su vida de santidad, siendo fundamental que el ser humano busque a Dios, que le obedezca y cumpla sus enseñanzas y  alcance un nuevo estilo de vida para que  Dios sea exaltado a través de su actitud con los demás.

Ahora bien, es tiempo de que el hombre muestre ¡Entusiasmo! y se vuelva a Dios, que obedezca sus enseñanzas, que le adore sólo a El , pues es el único Dios verdadero, siendo esencial que cada persona nazca de nuevo, que renueve en su interior un fervor que sólo el amor de Dios puede motivar al hombre a que exteriorice ese gozo que es producido por su presencia, pero sabes  el hombre no debe preocuparse excesivamente de lo intrascendente, sino al contrario el hombre debe poner su confianza en Dios, hacer su parte que le corresponde y Dios cumplirá sus promesas, será su refugio en tiempo de peligro y le dará nuevas fuerzas cada día para seguir adelante.


Con Alta Estima,

sábado, 22 de marzo de 2014

¿Quién va a desear que te vaya bien?


Dios me dijo: Jeremías, aleja de mí a los israelitas. Diles que se vayan. ¡Yo no voy a perdonarlos! No lo haría, ni aunque sus antepasados, Moisés y Samuel, me lo pidieran. Y si acaso te preguntan a dónde ir, respóndeles: Los que merecen la muerte, irán a la muerte;  los que merecen la guerra, morirán en la guerra; los que merecen el hambre, morirán de hambre; los que merecen el desierto, irán al destierro.

Les voy a mandar cuatro castigos diferentes: primero, morirán en la guerra; luego los arrastrarán los perros; además, los devorarán las aves del cielo; y finalmente los destrozarán las fiestas del campo. Esto lo haré por culpa de Manasés hijo de Ezequías. No me he olvidado de lo que este rey de Judá hizo en Jerusalén. ¡Yo haré que todos los reinos de la tierra se asusten al verlos! Te juro que así será.

Dios dijo a su pueblo: Jerusalén, Jerusalén, me rechazaste, me traicionaste. ¿Quién va a llorar por ti? ¿Quién va a tenerte compasión? ¿Quién va a desear que te vaya bien? Yo estoy cansado ya de tenerte compasión, así que te atacaré y te destruiré; te arrojaré fuera de la ciudad, como si fueras paja en el viento. ¡Voy a dejarte sin habitantes porque no quisiste volverte a mí! Habrá tantas viudas en el pueblo, como arena hay en el mar; ¡a plena luz del día destruiré a las madres de hijos jóvenes! De repente enviaré contra ellas la angustia y el terror. Las que hayan tenido muchos hijos se desmayarán y perderán la vida. Quedarán humilladas y en vergüenza, pues la brillante luz del día se les volverá densa oscuridad. ¡Yo dejaré que sus enemigos maten a los que queden con vida! Les juro que así será.

Jeremías dijo: ¡Sufro mucho, madre mía! ¡Mejor no hubiera yo nacido! A nadie le hice daño, pero todos me maldicen y me acusan de rebelde. Dios prometió protegerme en momentos difíciles, y hacer que mis enemigos me pidieran compasión.

Dios le dijo a su pueblo: No hay quien pueda vencer a los ejércitos de Asiria y Babilonia. Ustedes han pecado tanto que yo les entregaré a sus enemigos todas sus riquezas y tesoros. Estoy tan enojado con ustedes que los quemaré como el fuego. Los haré esclavos de sus enemigos en un país que no conocen.
Jeremías dijo: Dios mío, tú lo sabes todo; tú bien sabes que, por ti, me insultan a todas horas. ¡Acuérdate de mí, y ven a ayudarme! ¡No te quedes cruzado de brazos y castiga a los que me persiguen, antes de que me maten!

Todopoderoso Dios de Israel, cuando tú me hablaste, tomé en serio tu mensaje. Mi corazón se llenó de alegría al escuchar tus palabras, porque yo soy tuyo.Yo no ando de fiesta en fiesta, ni me interesa divertirme. Prefiero estar solo, porque estoy contigo y comparto tu odio por el pecado. ¿Por qué tengo, entonces, que sufrir este dolor constante?¿Por qué no sanan mis heridas? Realmente, me decepcionas; eres, para mí, como un arroyo seco; ¡como una fuente sin agua!

Dios me contestó: Yo soy el Dios de Israel. Si te vuelves a mí, yo calmaré tu dolor y podrás de nuevo servirme. Si dejas de hablar tonterías, y comienzas a anunciar lo que realmente vale la pena, entonces tú serás mi profeta. No le hagas caso al pueblo; son ellos quienes deben escucharte.

Yo haré que seas para este pueblo como un fuerte muro de bronce. Los malvados pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estaré contigo para librarte de su poder. ¡Yo te salvaré de esos tiranos! Te juro que así lo haré!

Aquí puedes darte cuenta que Dios es todopoderoso y El tiene compasión del ser humano pues El desea que cada persona se vuelva a El, y no que esté distanciado al buscar sus propios intereses en vez de agradar a Dios, ya que el Señor desea que se aleje del pecado, de la rebeldía para que no haya oscuridad en su corazón.

Asimismo, el hombre al poner su confianza en Dios cree en sus promesas y con fe tiene la certeza de que cuenta con su protección  en los momentos difíciles. Por otro lado, es necesario que el hombre esté atento a la voz audible de Dios, que lea su Palabra para que aprenda a discernir lo bueno y que su mente sea renovada para que su corazón esté dispuesto a albergar a Dios para que habite en su vida y sea llena de gozo.

Y, entonces con la presencia de Dios, el hombre se compromete y podrá realmente emprender lo que Dios desea que haga cada persona, cumplir su gran encomienda anunciar su Palabra y con su poder El le dará al hombre la victoria contra la maldad.


Con Alta Estima,

viernes, 21 de marzo de 2014

Tú eres nuestra única esperanza…


Hubo una época en que durante mucho tiempo no llovió. 
Por eso Dios le dijo a Jeremías: Todas las ciudades de Judá están tristes y desanimadas; la gente se sienta en el suelo, y en Jerusalén todos lloran. Los gobernantes piden agua, y sus sirvientes van a buscarla, pero los pozos están secos. Confundidos y llenos de vergüenza se agarran la cabeza, pues regresas con sus baldes vacíos. Los campesinos se preocupan y se agarran la cabeza, porque el suelo está reseco y no ha llovido en el país. Tan escasos están los pastos que los venados, en el campo, dejan abandonadas a sus crías. Los burros salvajes parecen chacales: se paran en las lomas desiertas y desde allí olfatean el aire; pero se desmayan de hambre porque no tienen pastos.

Jeremías dijo: Dios mío, ¿por qué actúas en nuestro país como si estuvieras de paso? Te portas como un viajero que sólo se queda a pasar la noche. Admitimos que somos muy infieles y que son muchos nuestros pecados; ¡demuestra que tú sí eres fiel y ven pronto a ayudarnos! Tú eres nuestra única esperanza; ¡eres la salvación de Israel en momentos de angustia!

Dios de Israel, todos saben que somos tuyos, y que vives con nosotros. ¡No nos abandones! Nos parece que está confundido, que eres un guerrero sin fuerzas, incapaz de salvar a nadie. Dios le dijo a su pueblo: A ustedes les gusta adorar a muchos dioses, y andan de altar en altar. Eso yo no lo acepto, y por este terrible pecado, los voy a castigar.

Y a mí me dijo: Jeremías, no me pidas que ayude a este pueblo. Por más que ayunen, no  escucharé sus ruegos; por más que me presenten ofrendas de animales y de cereal, no los aceptaré. Ya he decidido destruirlos, y voy a enviarle guerra, hambre y enfermedades.

Yo le respondí: ¡Poderoso Dios de Israel! Hay profetas que le aseguran a tu pueblo que no habrá guerra ni van a pasar hambre, dicen que tú los dejarás aquí para siempre, y que vivirán en paz.

Dios me contestó: Esos profetas que dicen hablar de mi parte, son unos mentirosos. Yo no los he enviado, ni les he dado ninguna orden. Es más, ni siquiera he hablado con ellos. Sus mensajes son una mentira, ¡un invento de su propia imaginación! Dicen también que no habrá guerra ni hambre en este país; pero yo les digo que morirán de hambre o los matarán en la guerra. No sólo ellos morirán, sino también sus esposas, sus hijos y sus hijas. Sus cadáveres serán arrojados a las calles de Jerusalén, y no habrá nadie que los entierre. ¡Así les haré pagar su maldad!

Tú Jeremías, diles de mi parte: Día y noche lloraré sin cesar porque mi pueblo preferido ha sufrido una terrible desgracia; ¡ha recibido una herida muy grave! Salgo al campo, y veo los cuerpos de los que murieron en la guerra; entro en la ciudad, y veo el desastre que ha causado el hambre. ¡Pero ni profetas ni sacerdotes parecen entender lo que pasa!

Jeremías respondió: Dios de Israel, nos has herido tanto que ya no podremos recuperarnos. Has rechazado por completo a Judía, y ya no quieres a Jerusalén. Esperábamos pasarla bien, y la estamos pasando mal. Esperábamos vivir en paz, pero vivimos llenos de miedo. Reconocemos nuestra maldad, y los pecados de nuestros padres; ¡hemos pecado contra ti! Demuestra que eres fiel, y no nos rechaces. ¡Cumple el trato que hiciste con nosotros, y no destruyas la bella ciudad donde has puesto tu trono!

Dios nuestro, sabemos que ningún ídolo puede hacer que llueva; eres tú quien manda los aguaceros. Tú has creado todo lo que existe; ¡por eso confiamos en ti!

Así pues, es importante, que el ser humano aprenda a escuchar a otros, sin crítica y sin juzgar. Asimismo, es fundamental, que cada persona  a su vez diga  a otros algo por medio de su propia vida, de forma que cada persona se conduzca con objetividad para que crezca espiritualmente, siendo esencial que el hombre deje a un lado la subjetividad, que sólo lo conduce al reino del “yo”.

Por tanto, el hombre que pone su confianza en Dios y se apega a sus enseñanzas y, sobretodo, las practica en su cotidiano vivir,  permanece en obediencia,  logra una actitud correcta, la cual es agradable a Dios.

¡Animo! El tiempo apremia,  es hora de prepararse, de que el hombre se empape del conocimiento de Dios, pues es necesario que el hombre haga cambios, que busque a Dios, que acepte a Jesucristo como su redentor, quien dio su vida para que el hombre arrepentido sea perdonado pero es prioridad que el hombre crea en El  y lo acepte pues Dios es el Creador de todo lo que existe.


Con Alta Estima,

jueves, 20 de marzo de 2014

Han sido un pueblo infiel…


En Anatot, Dios me dijo: Jeremías, cómprate un calzoncillo de tela de lino, y póntelo; pero no lo laves. Yo fui y compré el calzoncillo, y me lo puse, tal como Dios me lo había ordenado. Entonces Dios volvió a decirme: Ahora, toma ese mismo calzoncillo y vete al río Eufrates para esconderlo allí, en la grieta de una roca.

Yo fui al río Eufrates y lo escondí, tal como Dios me lo había ordenado. Pero tiempo después Dios volvió a decirme: Jeremías, ve al río Eufrates y busca el calzoncillo que te mandé esconder. Yo fui al río Eufrates,  y saqué el calzoncillo del hoyo donde lo había escondido, pero el calzoncillo ya estaba podrido y no servía para nada. Entonces, Dios me dijo: Así como se ha podrido el calzoncillo, así también haré que se pudran el reino de Judá y su capital Jerusalén.

Son gente muy terca, orgullosa y malvada; no quieren obedecerme, y para colmo adoran a otros dioses. ¡Pero quedarán como este calzoncillo, que no sirve para nada! Yo quise que toda la gente de Israel y de Judá se ajustara a mi ley, así como el calzoncillo se ajusta a la cintura de quien lo lleva puesto. Sólo así serían mi pueblo, y gozarían de fama y respeto, y la gente los alabaría. ¡Pero no quisieron obedecerme! Te aseguro que así será.

Ahora, Jeremías, dile a mi pueblo: Todas las vasijas deben llenarse de vino. Si ellos te dicen que eso ya lo saben, tú les responderás: Dios me mandó a decirles que él va a emborrachar con vino a todos los que viven en este país. Emborrachará a los reyes que descienden del rey David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. Dios hará que se destrocen entre ustedes mismos, padres e hijos por igual. No va a tenerles lástima; ¡los destruirá sin compasión! Te juro que así será.

Jeremías le dijo al pueblo: ¡Escúchenme, no sean tan orgullosos! ¡Préstenme atención, que Dios ha hablado! Den honra a nuestro Dios, antes de que él mande las tinieblas y ustedes tropiecen en la oscuridad. La salvación que ustedes esperan, Dios la cambiará en profunda oscuridad. Si por causa de su orgullo ustedes no obedecen, lloraré amargamente y en secreto, hasta que ya no pueda más, porque ustedes, pueblo de Dios, serán llevados presos a una nación lejana.

Díganle al rey, y también a su madre, que bajen de su trono y se sienten en el suelo, pues ya no tienen derecho a lucir sus hermosas coronas. El ejército enemigo ha rodeado las ciudades del desierto del sur, y nadie puede entrar ni salir. Todos los habitantes de Judá serán llevados prisioneros.

Ustedes, los que viven en Jerusalén, salgan a ver a sus enemigos: ¡ya vienen del norte! Ustedes estaban muy orgullosos del pueblo que Dios les dio a cuidar; pero ese pueblo se ha perdido. Cuando Dios les ponga por jefes a sus amigos preferidos, en quienes ustedes confiaban, lo van a lamentar. Van a sentir los mismos dolores que una mujer cuando tiene un hijo. Cuando esto les pase, no se sorprendan, pues si los desnudan y los violan, será por sus muchos pecados. Nadie puede cambiar el color de su piel, ni puede el leopardo quitarse sus manchas; ¡tampoco ustedes pueden hacer lo bueno, pues sólo saben hacer lo malo!

Dios los dispersará por todas las naciones. Serán como la paja que se lleva el viento. ¡Eso es lo que merecen, ya que ustedes se olvidaron de mí, y decidieron confiar en dioses falsos! ¡También los dejaré desnudos para que pasen vergüenza! Ustedes, habitantes de Jerusalén, son igual que una prostituta. Han adorado a dioses falsos en los campos y en las colinas. Han sido un pueblo infiel. Yo lo he visto y digo: Este pueblo nunca cambiará.

Sabes, es prioridad que el ser humano aprenda a ser obediente a los mandatos de Dios; que sea firme en sus convicciones y deje a un lado la soberbia, el orgullo, la terquedad, lo efímero y se vuelva a Dios, siendo fundamental que establezca disciplina en su vida para que logre un cambio,  un nuevo estilo de vida, conduciéndose íntegramente, alineado al orden de Dios y así el hombre pueda dar honra a Dios demostrarle fidelidad.

Con Alta Estima…

miércoles, 19 de marzo de 2014

No habrá paz para nadie…


Jeremías le dijo a Dios: Dios mío, en todos mis pleitos contigo, tú siempre sales ganando; pero de todas maneras, insisto en mis demandas. ¿Por qué prosperan los malvados? ¿Por qué viven tranquilos los traidores? Tú los plantas como a los árboles, y ellos echan raíces, crecen y dan fruto. Te alaban con los labios, pero te niegan con sus hechos. Llévalos al matadero, como a las ovejas: márcalos para el día de la matanza.

La tierra y el pasto están secos; ¿cuándo vas a hacer que llueva? Los animales y las aves se mueren por culpa de los que habitan el país. ¡Son tan atrevidos que hasta dicen que tú no puedes verlos! Tú me conoces, Dios mío; tú sabes lo que siento por ti.

Dios le respondió a Jeremías: Tú no estás preparado para discutir conmigo; ¡ni siquiera puedes ganarle un pleito a tus semejantes! Si tiene problemas para ganar un caso fácil, ¿qué te hace pensar que puedes enfrentarte a mí?

Todos te han traicionado, hasta tu propia familia te maldice. Tal vez te hablen con dulzura, pero no debes confiar en ellos. He abandonado a mi pueblo; lo he dejado en manos del enemigo, porque se rebeló contra mí. Se portó conmigo como león salvaje. ¡Y yo que lo consideraba un ave de muchos colores amenazada por los buitres!

Son muchos los reyes enemigos que vendrán a atacarlo; ¡vendrán como animales salvajes, y devorarán a mi pueblo! Alguna vez fue un hermoso viñedo, pero yo mismo lo destruiré, y todo quedará hecho un desierto.
Mi pueblo trabajará en vano; sembrará trigo, pero cosechará espinos. ¡Por causa de mi intenso enojo se dañarán todas sus cosechas! Los enemigos se reunirán en las lomas del desierto. Todo el país quedará arruinado, pero eso a nadie le importará. ¡No habrá paz para nadie!

Todas las naciones vecinas han atacado y arruinado esta tierra, la cual yo le di a mi pueblo. Pero les advierto que voy a arrancarlas de sus tierras, y lo mismo haré con mi pueblo Judá. Sin embargo, volveré a tener compasión de mi pueblo, y lo sacaré de en medio de las naciones. Una vez que lo haya sacado de allí, haré que vuelva a su tierra. Y si estas naciones enemigas dejan de enseñarle a mi pueblo a jurar por Baal, llegarán a formar parte de mi pueblo. Pero deben aceptar mis enseñanzas y aprender a jurar por mi nombre, y decir: Que viva el Dios de Israel. A la nación que no obedezca, la expulsaré de su país y la destruiré por completo. Les juro que así será.

Así pues, el hombre debe darse cuenta que sentir la presencia de Dios en su vida es como experimentar una luz en su ser interior que le alumbra para seguir el camino correcto y poder conducirse íntegramente en dondequiera que se encuentre, pues aunado a la mano de Dios, el hombre vence las circunstancias, con la seguridad de que Dios es su fuerza.  No obstante, si el hombre teme al Señor, Dios estará con él en todo momento y le ayudará a vencer los obstáculos, pero sabes, sobretodo, si  el hombre obedece las enseñanzas de Dios, El guiará su corazón y entonces el hombre se conducirá de manera que puede desafiar lo adverso siendo esencial que cada persona ponga su confianza en Dios para seguir adelante, crecer espiritualmente y lograr la paz que lo llenará de gozo y satisfacción.

Con Alta Estima,  

martes, 18 de marzo de 2014

Yo confío en ti…


Dios me dijo: Jeremías, presta atención a las obligaciones de este pacto, y comunícaselas a todos los habitantes de Judá. Diles que yo soy el Dios de Israel, y que maldeciré a quien no obedezca las obligaciones del pacto. Este pacto es el mismo que hice con los antepasados de ellos, cuando lo saqué de Egipto, país que parecía un horno para fundir hierro. Yo les pedía que obedecieran todos mis mandamientos, así ellos serían mi pueblo y yo sería su Dios. Entonces yo cumpliría el juramento que les hice a sus antepasados: les daría un país muy fértil, donde siempre habría abundancia de alimentos. ¡Y ese es el país que hoy tienen ustedes!

Yo respondí: Que así sea, Dios mío.

Dios me dijo: Anuncia todo esto en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Diles que presten atención a las obligaciones de este pacto y que las obedezcan. Desde que los saqué de Egipto y hasta ahora, les he estado advirtiendo que me obedezcan. Pero ellos no me obedecen ni me prestan atención. Al contrario, siguen haciendo lo que les dicta su malvado corazón. Por eso les he enviado los castigos anunciados en este pacto.

La gente de Judá y de Jerusalén se ha rebelado contra mí. Sus antepasados se negaron a obedecerme, y ellos hacen lo mismo, pues adoran a otros dioses. ¡Ni el pueblo de Israel ni el de Judá han cumplido el pacto que hice con sus antepasados!

Por eso, les advierto que voy a mandarles una desgracia de la que nadie podrá escapar. Aunque me rueguen de rodillas que no los castigue, no los escucharé. Les pedirán ayuda  a los dioses que adoraron, pero ellos no podrán salvarlos de su desgracia. Porque  tú, Judá, tienes tantos dioses como ciudades, y tantos altares como calles tiene Jerusalén; en esos altares quemaste incienso a Baal lo cual es una vergüenza.

Y tú, Jeremías, no me ruegues por este pueblo. Cuando les llegue la desgracia, yo no escucharé sus oraciones.

Este es mi pueblo querido, pero ya ha pecado demasiado; ¿para qué viene ahora a mi templo, a presentarme sus ofrendas? Ni con ofrendas ni con fiestas evitarán el castigo.

Yo le decía con cariño: Bello árbol de olivo, ¡qué deliciosos son tus frutos! Pero ahora voy a prenderle fuego, ¡y sus ramas arderán en medio de grandes gritos!

Yo soy el todopoderoso Dios de Israel. Yo planté a Israel y a Judá en esta tierra, como quien planta un árbol. Pero les he mandado esta desgracia por causa de su maldad, pues adoraron a Baal y con eso me hicieron enojar.

Dios me dijo: Jeremías, tus enemigos están tramando hacerte daño. Pero yo parecía un manso cordero que es llevado al matadero, pues ni idea tenía de sus planes. Mis enemigos decían: Vamos a matarlo. Vamos a derribarlo como a un árbol, y a destruir todos sus frutos, ¡para que nadie vuelva a recordarlo!

Pero tú, Dios todopoderoso, eres un juez justo; tú conoces todo lo que sentimos y todo lo que pensamos. ¡Yo confío en ti, déjame ver cómo los castigas!

Los habitantes de Anatot querían matarme. Entre gritos y amenazas me decían: ¡Ya no hables en nombre de Dios! De lo contrario, te mataremos. Pero el todopoderoso Dios de Israel  me aseguró: Yo castigaré a los de Anatot. Sus mejores soldados morirán a filo de espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre. Cuando llegue el momento de castigarlos, les mandaré una terrible desgracia, ¡y ninguno de ellos quedará con vida!

No obstante, es necesario que el ser humano sepa que Dios es un Dios de Pacto y Dios ha establecido un pacto con el hombre, el cual  representa un convenio solemne de cada persona con Dios y al cual Dios quiere que el hombre preste atención y obedezca y El cumplirá sus promesas; pero sabes, es ¡urgente! Que el hombre renueve su mente y su corazón y cambie su manera de vivir pues Dios conoce a cada persona, conoce su corazón, sabe lo que piensa y siente pues El es el Dios todopoderoso en quien el hombre debe confiar.


Con Alta Estima,

lunes, 17 de marzo de 2014

No hay nadie como tú…


Israelitas, escuchen la palabra de nuestro Dios: No tiemblen de miedo cuando vean señales en el cielo, como hacen las otras naciones. Las costumbres religiosas de esa gente no tienen ningún valor. Van al bosque, cortan un tronco, y un artesano le va dando forma. Otros lo adornan con oro y plata, y lo aseguran con clavos y martillo para no se caiga.

Esos ídolos no pueden hablar; ¡parecen espantapájaros en un campo sembrado de melones! Tienen que llevarlos porque no pueden caminar, así que no los adoren; ellos no los pueden ayudar ni les pueden hacer daño.

Jeremías dijo: Dios mío, tú eres muy poderoso, ¡no hay nadie como tú! Eres el rey de las naciones y todos tiemblan ante ti. Entre los sabios de las naciones, y entre todos los reinos, no hay nadie como tú. ¡Tú mereces que todos te adoren! Los habitantes de esas naciones son gente tonta y bruta, pues tienen por maestros ídolos de palo que no sirven para nada.

Los artesanos hacen esos ídolos con el oro y la plata que traen desde España, y más tarde los visten con lujosas telas rojas; ¡pero todos esos ídolos están hechos por hombres! Pero tú, nuestro Dios, eres el Dios verdadero; ¡Tú nos das vida y reinas por siempre! Cuando te enojas, tiembla la tierra; ¡no hay nación que resista tu furia!

Dios le pidió a Jeremías que les diera los israelitas el siguiente mensaje: Como los ídolos no hicieron ni el cielo ni la tierra, están condenados a desaparecer. Con su poder y sabiduría, y con mucha inteligencia, Dios hizo la tierra, afirmó el mundo y extendió los cielos.

Basta una palabra de Dios para que rujan los cielos y aparezcan las nubes en el horizonte. En medio de fuertes relámpagos, y de vientos huracanados, Dios hace que llueva.

La gente es necia, no sabe nada; los ídolos son una vergüenza para quienes los fabrican. Esos ídolos son un engaño; por supuesto, no tienen vida. No valen nada, son pura fantasía¸ cuando Dios los juzgue, serán destruidos. ¨Pero nuestro Dios no es así; ¡él hizo todo lo que existe! Nuestro Dios nos eligió y nos hizo su pueblo. ¡Su nombre es el Dios todopoderoso!

El Dios de Israel ha dicho: Habitantes de Jerusalén, esta vez voy a enviarlos muy lejos, como si lanzara una piedra con la honda. Voy a ponerlos en aprietos, y dejaré que los capturen. Agarren todo lo que puedan y salgan corriendo, pues ya se acerca el enemigo.

Jeremías dijo: ¡Qué terrible es mi dolor! ¡Mi sufrimiento no sea acaba! Estoy sufriendo en carne propia los males de mi pueblo. Toda mi patria está destruida y no puedo reconstruirla. Ya no hay nadie que pueda ayudarme; toda mi gente está muerta. ¡He quedado abandonado! Los gobernantes de este pueblo resultaron ser unos tontos que no buscaron a Dios. Por eso no tuvieron éxito, y ahora nosotros parecemos un rebaño de ovejas perdidas.

¡Escuchen ¡Llega una mala noticia! Un gran ejército viene del norte, y convertirá las ciudades de Judá en un montón de ruinas; ¡allí harán su casa los perros salvajes!

Jeremía oró así: Dios mío, yo sé que nadie es dueño de su vida y su futuro. Te pido que nos corrijas, pero hazlo con justicia. No nos corrijas mientras estés enojado, pues no destrozarías por completo. Mejor castiga con furia a los habitantes de las otras naciones. Ellos no te reconocen como su Dios, pues nos han destruido por completo y han arruinado nuestro país.

¡Animo! Es esencial que el ser humano esté apegado a la Palabra de Dios para que conozca a Dios y lo acepte como el Dios verdadero, pero sabes, es necesario que el hombre no confíe en sí mismo sino que su confianza esté puesta en Dios, porque El tiene un propósito para cada persona, sólo El hará en cada uno lo que ha planeado, sólo El sabe que sucederá mañana.


Con Alta Estima,

sábado, 15 de marzo de 2014

Esa gente dice que me ama…


¡Quisiera tener lágrimas suficientes, para llorar día y noche por los muertos de mi pueblo! ¡Quisiera huir al desierto, para alejarme de los que aún viven! Todos ellos son unos infieles; ¡son una banda de traidores!

Dios dijo: Esta gente dice que me ama, pero en este país todos mienten y todo va de mal en peor. ¡Este pueblo dice más mentiras que las flechas que un guerrero dispara en la batalla! Nadie confía en nadie, ni siquiera en su  propio hermano, porque nadie dice la verdad. Todos se cuidan de todos, porque entre hermanos se engañan y hasta entre amigos se mienten. ¡Están acostumbrados a mentir, y no se cansan de pecar! Esta gente no quiere confiar en mí. Les juro que así es.

Por eso yo, el todopoderoso Dios de Israel, sigo: Voy a hacer sufrir a mi pueblo, a ver si así cambia; ¿qué más puedo hacer con ellos? Sólo saben decir mentiras; ¡su lengua hiere más que una flecha! Les desean lo mejor a sus amigos, pero eso son sólo palabras, pues lo que en verdad quieren es tenderles una trampa. ¡Por eso voy a castigarlos y a darles su merecido! Les juro que así será.

Por montañas y desiertos los haré llorar y se oirán sus lamentos. Las praderas quedarán desiertas, pues ya nadie pasará por ellas. Ya no se oirán los mugidos del ganado. Y desaparecerán por completo las aves del cielo y los animales del campo. Destruiré las ciudades de Judá, y las dejaré sin gente. Dejaré a la ciudad de Jerusalén hecha un montón de ruinas. ¡En ese lugar vivirán sólo los perros salvajes.

Jeremías dijo: ¿Por qué está tan arruinado el país? Ya nadie pasa por aquí. ¡Hasta parece un desierto!¿Quién puede entender esto? ¿Hay algún profeta que nos hable de parte de Dios, y nos lo pueda explicar? Dios dice que esto le pasó a su pueblo porque no le obedecieron ni vivieron de acuerdo con sus enseñanzas. Más bien, siguieron el ejemplo de sus antepasados, fueron necios y adoraron a los dioses falsos. También dice el todopoderosos Dios de Israel que le dará a este pueblo comida podrida y agua envenenada. Y que los dispersará por naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron. ¡Los perseguirá espada en mano, hasta que ninguno de ellos quede con vida!

Así dice el Dios todopoderoso: ¡Préstenme atención! ¡Llamen a las mujeres que se contratan para llorar por los muertos! ¡Traigan alas más expertas y que empiecen a llorar por ustedes! Sus ojos se llenaron de lágrimas; el llanto correrá por sus mejillas.

Por todo el país se escuchan gritos y lamentos: Estamos destruidos y llenos de vergüenza. Nuestras casas han sido derribadas; tenemos que abandonar nuestro país. ¡Escúchenme bien, lloronas profesionales!¡Presten atención a mis palabras! Enséñenles a sus hijas y amigas a entonar canciones fúnebres; enséñenles a cantar este lamento.

La muerte entró a nuestros palacios; se metió por nuestras ventanas, y mató a los niños que jugaban en la calle y a los jóvenes que se reunían en las plazas. Sus cadáveres quedaron en el suelo como el grano que se cae al cosecharlo; ¡quedaron desparramados como basura, sin que nadie los levantara! Les juro que así será

Que nadie se sienta orgulloso: ni el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien quiere sentirse orgulloso, que se sienta orgulloso de mí y de que me obedece. ¡Eso es conocerme! Pues yo actúo en la tierra con amor, y amo la justicia y la rectitud.

¡Vienen días en que yo castigaré a los habitantes de Egipto, Edom, Amón y Moab. Y también castigaré a los que viven en el desierto, porque ellos se afeitan las patillas para adorar a los muertos y además se circuncidan. Pero eso no significa que todas estas naciones pertenezcan a mi pueblo. A los habitantes de Judá también los castigaré, pues aunque también se circuncidan, en realidad no me obedecen.

Así pues, es necesario que el ser humano busque a Dios, que crea en El, lo acepte y desee empaparse del conocimiento de Dios para que sea edificado y construya una vida espiritualmente  fortificada con la Palabra de Dios, no  una vida disipada sino enriquecida en valores positivos que lo hagan madurar en su ser interior, y le ayuden a ser testimonio vivo de su fe, amor fraternal, sinceridad, contribuyendo a que exista armonía entre unos y otros, que se aprecien, que sean afables y apacibles, valores que a Dios le agrada.

Por tanto, es urgente un cambio en la vida de cada persona, que sea sensible a las necesidades de los demás, que el hombre aprenda a vivir de acuerdo a las enseñanzas de Dios, pero sabes, urge que el hombre se vuelva a Dios, que se arrepienta verdaderamente para que Dios perdone sus pecados y los borre, teniendo presente que es conveniente que el hombre sea sincero con Dios para que desaparezca su enojo, y al contrario, es necesario que el hombre desarrolle una relación de comunión con Dios, sobretodo, para que él y su familia estén bajo la cobertura de Dios.

No obstante, es prioridad que cada persona aprenda el temor de Dios, mostrando humildad de corazón  y que sólo se sienta orgullosa de conocer a Dios.


Con Alta Estima, 

viernes, 14 de marzo de 2014

¡Nadie admite que ha hecho mal!


Todos hacen lo que les da la gana, ¡parecen caballos fuera de control! Hasta la cigüeña y la grulla conocen las estaciones del año; también la tórtola y la golondrina saben cuándo ir a un lugar más cálido. En cambio, este pueblo no me conoce ni quiere obedecer mis leyes.

¿Cómo se atreven ustedes a decir que son un pueblo inteligente y que me obedecen? ¡Hasta los maestros enseñan mentiras, y luego andan diciendo que así dice la Biblia! Esos sabios quedarán avergonzados, pues su derrota será completa. De sabios no tienen nada, pues han rechazado mis enseñanzas. Castigaré a todos los de Judá; sus casas, campos y mujeres pasarán a manos de otros. Les juro que así será.

Todos desean lo que no es suyo, desde el más chico hasta el más grande. Ya no se puede confiar ni en el profeta ni en el sacerdote. Con pañitos de agua tibia pretenden curar las heridas del pueblo. Insisten en que todo está bien, cuando en realidad todo está mal. Han cometido los pecados más asquerosos, pero ni vergüenza les da, pues ya ni saben lo que es tener vergüenza. Por eso, voy a castigarlos, y todos serán destruidos. Les juro que así será.

Una viña me daría uvas, una higuera me daría higos, pero ustedes no me dan nada. ¡Por eso voy a quitarles todo lo que les había dado!

El pueblo respondió: ¿Qué hacemos aquí sentados? ¡Vayamos a las ciudades fortificadas, y murámonos de una vez! Nuestro Dios nos está matando; nos ha dado agua envenenada porque hemos pecado contra él. Esperábamos que nos fuera bien, pero nada bueno hemos recibido; esperábamos ser sanados, pero estamos llenos de miedo.

Desde la ciudad de Dan se escucha cómo relinchan y resoplan los caballos, y cómo hacen temblar toda la tierra. ¡Viene el ejército enemigo a destruir a Jerusalén y a todos sus habitantes! ¡Se acerca el enemigo para destruir el país y todo lo que hay en él.

Dios volvió a decirles a los israelitas: ¡Voy a enviarles serpientes venenosas! Cuando los muerdan, ni la magia podrá salvarlos. Entonces yo, Jeremías, dije: Estoy tan triste que no me quedan ganas de vivir. Por todos los rincones del país mi pueblo llora y exclama: Nuestro Dios nos ha abandonado; ya no está en Jerusalén.

Dios respondió: ¿Por qué me hacen enojar los israelitas con sus dioses inútiles y extraños.
El pueblo dijo: Ya el verano terminó, y la cosecha llegó a su fin, pero nosotros seguimos sufriendo.
Y yo respondí: Veo sufrir a mi pueblo, y eso me duele, me entristece y me asusta. ¿Cómo es posible que no hallemos consuelo para nuestro sufrimiento? ¿Cómo es posible que mi pueblo siga estando enfermo?

No obstante, es importante que el ser humano desarrolle una buena conciencia, una conciencia recta, y que el hombre viva apegado a la Palabra de Dios, de manera que renueve su mente y purifique su corazón y entonces será derramado el Espíritu Santo en la vida de cada persona que verdaderamente busca a Dios, y El se hará presente en su ser interior y le  dará sabiduría al hombre para que gobierne su conciencia sobre sus propias emociones, pero sabes, es prioridad que el hombre inteligente muestre obediencia a los mandatos de Dios, y esto sólo lo logrará a través de la disciplina y obediencia.


Con Alta Estima,

jueves, 13 de marzo de 2014

Adórenme sólo a mí…


Dios me dijo: Jeremías, ve a la puerta del templo, y desde allí anuncia este mensaje. ¡Escúchenme, todos ustedes, que viven en Judá y que pasan por estas puertas para adorar a nuestro Dios! Así dice el todopoderoso Dios de Israel: No les presten atención a esos que andan asegurando que no voy a destruir esta ciudad porque aquí está mi templo. Al contrario, hagan lo siguiente: Mejoren su conducta, sean justos los unos con los otros, traten bien a los refugiados, a las viudas y a los huérfanos; hagan justicia al inocente y adórenme sólo a mí. Si no lo hacen, les irá mal; pero si lo hacen, vivirán por siempre en este país, el cual di a sus antepasados.

¡Pero ustedes creen en las mentiras que les dicen, y que no les sirven para nada! Ustedes roban, matan, tienen relaciones sexuales con la esposa de otro hombre, no cumplen lo que prometen, adoran al dios Baal, y a otros dioses que ni conocen. Aun así, vienen a este templo, que es mi casa, y piensan que por estar aquí están a salvo. Después salen y siguen haciendo todas estas porquerías. Este templo es mi casa, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones. ¡Yo mismo lo he visto! Les juro que así es.

Israelitas, vayan ahora al santuario de Siló, donde me adoraron al principio, y vean cómo destruí ese santuario por culpa de ustedes. Yo les he hablado muchas veces, pero no han querido escucharme; en vez de tomar en cuenta mis advertencias, han seguido haciendo lo malo. Les juro que así es. Por eso, aunque este templo es mi casa, y ustedes han puesto en él su confianza, yo lo destruiré como destruí el santuario de Siló. Yo les di este templo a ustedes y a sus antepasados, pero los voy a expulsar de mi presencia, así como expulsé a todos sus hermanos, los descendientes de Efraín.

Y ahora, Jeremías, escúchame bien: no me ruegues ni me supliques por este pueblo. No me insistas, porque no voy a escucharte. ¡Mira lo que pasa en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén! Los niños juntan la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres preparan la masa, ¡y hacen panes para adorar a la que llaman reina del cielo! Además, las ofrendas que presentan a otros dioses son un insulto para mí. Lo más vergonzoso es que, en realidad, no me insultan a mí; ¡se insultan ellos mismos! Les juro que así es.

Por eso, castigaré con furia a este lugar, y a los hombres y animales, a los árboles del campo y a los frutos de la tierra. ¡Mi enojo será como un fuego difícil de apagar! Les juro que así será. Si quieren, sigan juntando las ofrendas y los animales que presentan en mi honor, y empáchense con la carne. Pero lo cierto es que, cuando yo saqué de Egipto a sus antepasados, no les mandé presentarme ofrendas ni animales. Lo que sí les mandé fue que me obedecieran. Sólo así yo sería su Dios, y ellos serían mi pueblo. También les mandé obedecer mis mandamientos, para que siempre les fuera bien. Pero sus antepasados no me obedecieron ni me prestaron atención; al contrario, fueron tercos actuaron con maldad. Fue así como, en vez de mejorar, empeoraron. Desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto y hasta ahora, yo no he dejado de enviarles a mis servidores, los profetas. Lo he hecho una y otra vez, y a pesar de todo eso, ellos no me obedecen ni me prestan atención, sino que son peores que sus antepasados.

Jeremías, diles todo esto, aunque yo sé que no te van a contestar, y ni siquiera te harán caso. Diles que son una nación mentirosa, que no ha querido obedecerme ni ha aceptado ser corregido.

Habitantes de Jerusalén, vístanse de luto; vayan a las montañas desiertas y canten una canción fúnebre. Ustedes me hicieron enojar, y por eso los he rechazado; ¡los he abandonado por completo! Ustedes, que son descendientes de Judá, ha cometido el peor de los males: Han llenado de pecado este templo, que es mi casa, al poner allí sus ídolos asquerosos. Les juro que así es. Para colmo, en el valle de Ben-hinom construyeron el santuario de Tófet, y sobre el altar quemaron a sus hijos y a sus hijas. Pero eso es algo que jamás les ordené y ni siquiera se me ocurrió. Por eso, vienen días en que ese lugar no se llamará más santuario de Tófet ni valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza. ¡Allí enterrarán a sus muertos, porque no habrá otro lugar! Las aves del cielo y los animales de la tierra se comerán los cadáveres de esta gente, y nadie lo podrá evitar. Haré que en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén dejen de escucharse los gritos de alegría y de entusiasmo, y las canciones de los novios y las novias, porque el país quedará convertido en un horrible desierto.  

Así pues, es esencial que el hombre busque a Dios y le agrade con su conducta, que aprenda a hacer justicia dondequiera que se encuentre, y  lo fundamental es que el hombre obedezca sus mandamientos, pero  sabes, es ¡urgente! Que el hombre medite el mensaje de Dios a través de su Palabra y que corrija sus actitudes, que tome en cuenta las advertencias que Dios hace y el hombre se aparte del mal. Asimismo, si cada persona desea ofrecer ofrendas a Dios, lo esencial es que el hombre se comporte apegado a los mandatos de Dios para que le vaya bien.


Con Alta Estima,

miércoles, 12 de marzo de 2014

Cambien de conducta…


Dios siguió diciendo: ¡Huyan de Jerusalén, todos ustedes, los que viven en la región de Benjamín! ¡Den el toque de alarma en Tecoa! ¡Prendan fuego como señal en Bet-haquérem! ¡Del norte viene el desastre!¡Se acerca una terrible destrucción! Estoy a punto de destruir a la bella y delicada ciudad de Jerusalén. Los reyes y sus ejércitos acamparán a su alrededor y harán con ella lo que quieran.

El enemigo grita: ¡Prepárense para pelear contra Jerusalén! ¡La atacaremos al mediodía! ¡Qué lástima que el día se va, y ya está cayendo la noche! Pero no importa, de noche la atacaremos, y destruiremos sus torres fortificadas.

Y el poderoso Dios de Israel les ordena: ¡Corten árboles! ¡Construyan una rampa y ataquen a Jerusalén! Sus habitantes serán castigados; son gente muy injusta. Abunda la maldad en Jerusalén como abunda el agua en el mar.

No se oye hablar en ella más que de violencia y destrucción, ni se ve ninguna otra cosa que no sean heridas y dolor. ¡Cambien de conducta, habitantes de Jerusalén! De lo contrario, los abandonaré y convertiré su país en un desierto.

El poderoso Dios de Israel anuncia: Los israelitas que queden con vida serán buscados por todas partes hasta que no quede uno solo. Será como cuando, en una viña, se rebuscan todas las uvas hasta que no queda un solo racimo.

Y yo, Jeremías, pregunto: ¿Con quién voy a poder hablar? ¿Quién va a hacerme caso? Se tapan los oídos porque no quieren escuchar. Se burlan de la palabra de Dios porque no la quieren obedecer. ¡Me invade la ira de Dios, y ya no puedo contenerme.

Dios me dijo: Da rienda suelta a tu enojo sobre las pandillas de jóvenes, sobre los hombres y sus esposas, y aun sobre los ancianos. ¡Todos ellos serán capturados! Yo voy a castigar a todos los que viven en Judá. Sus casas, campos y mujeres pasarán a manos de otros. Les juro que así será.

Todos desean lo que no es suyo, desde el más chico hasta el más grande. Ya no se puede confiar ni en el profeta ni en el sacerdote. Con pañitos de agua tibia pretender curar las heridas de su pueblo. Insisten en que todo está bien, cuando en realidad todo está mal. Han cometido los pecados más asquerosos, pero ni vergüenza les da, pues ya ni saben lo que es tener vergüenza. Por eso, voy a castigarlos, y todos serán destruidos. Les juro que así será.

También les he dicho: Deténganse en los cruces de camino, y pregunten qué camino deben seguir, y no se aparten de él. Sólo siguiendo el mejor camino podrán descansar. ¡Pero ustedes se niegan a seguirlo. Yo les he enviado mensajeros para advertirles del peligro, pero ustedes no han prestado atención. Por eso quiero que las naciones sepan lo que les espera a mi pueblo. Quiero que todo el mundo me escuche: por los pecados que han cometido voy a enviarles una desgracia, pues no quisieron hacerme caso, y rechazaron mis enseñanzas.

¿De qué me sirve este incienso que me traen del reino de Sabá? ¿Para qué quiero la caña dulce que me traen de un país lejano? ¡Me disgustan todas las ofrendas que queman sobre mi altar! Por eso, también les digo: Del norte, desde una región muy lejana, viene una nación muy poderosa. Sus soldados están bien armados, son muy crueles y no tienen compasión. Vienen cabalgando sobre sus caballos, y gritan con tanta fuerza que parecen un mar furioso. ¡Vienen contra ti, Jerusalén! ¡Vienen dispuestos a atacarte! Yo haré que te destruyan.

El pueblo respondió: Nos ha llegado la noticia, y tenemos mucho miedo: es tanto nuestro sufrimiento que parecemos una mujer a punto de tener un hijo. Que no salga nadie al campo, ni ande nadie por los caminos! ¡Ya se acerca el enemigo, y viene con la espada en la mano!¡Hay terror en todas partes!

Yo dije: Ponte ropa de luto, pueblo mío, y revuélcate en las cenizas. Llora de dolor, como si hubiera muerto tu único hijo; el enemigo que nos va a destruir, nos atacará por sorpresa.

Dios dijo: Yo te he puesto entre mi pueblo para que vigiles su conducta. Todos ellos son muy rebeldes, son tercos y mentirosos. Aparentan ser honestos, pero en realidad son unos corruptos. El metal se purifica en el fuego,  pero a los malvados no los purifica nada. ¡Son un caso perdido! Los llaman “basura”, porque yo los deseché.  

Asimismo, puedes ver que el ser humano debe tomar buenas decisiones y elegir el camino correcto, siendo necesario que el hombre construya su diario vivir, que a través de su conducta sea ejemplo a otros, pero sabes, para vencer en este mundo tan adverso es esencial que el hombre conozca la Palabra de Dios, la obedezca para que edifique su vida.

Por lo tanto, sería bueno que cada persona con disciplina desarrolle una buena conciencia, que derive cambios  de actitud dentro de los parámetros establecidos por Dios para que lleve una vida verdaderamente honesta, sin apariencias y elimine la rebelión, la terquedad, la mentira que obstaculizan que el hombre siga el mejor camino y entonces podrá descansar.


Con Alta Estima,

martes, 11 de marzo de 2014

Tú buscas gente honesta…


Dios dijo: Vayan por las calles de Jerusalén; miren bien por las plazas, y busquen a una sola persona buena, que haga justicia y diga la verdad. Si la encuentran, entonces yo perdonaré a la ciudad. Porque ellos juran en mi nombre, pero nunca cumplen sus promesas.

Yo contesté: Dios de Israel, yo sé que tú buscas gente honesta. Pero este pueblo es muy terco y más duro que una roca; no ha querido arrepentirse. Por eso lo ha castigado, pero parece que no le dolió; y aunque lo has aplastado, no ha querido hacerte caso. Yo creía que sólo la gente común se comportaba tontamente, y no entendía tus órdenes ni lo que tú quieres que hagan. Entonces decidí hablar con sus jefes, pues creí que ellos sí entenderían. Pero también ellos te desobedecieron y no quisieron hacerte caso.

Esta gente ha pecado muchas veces, y muchas otras te ha traicionado. Sus enemigos están ahora escondidos cerca de las ciudades de Judá y están a punto de atacar. Vendrán como leones feroces, como leopardos o lobos del desierto, ¡los atacarán y los harán pedazos! Todo el que salga de la ciudad será despedazado.

Israelitas, ¿qué les hace pensar que les voy a perdonar? ¡Sus hijos me abandonaron, y han jurado por dioses falsos! Yo les di todo lo que necesitaban, pero ellos me fueron infieles; ¡no hubo uno solo de ellos que no corriera tras dioses falsos! Yo les di todo lo que necesitaban, pero ellos me fueron infieles; ¡no hubo uno solo de ellos que no corriera tras dioses falsos! Parecen caballos en celo: ¡relinchan de ganas por la mujer ajena! Este pueblo merece mi castigo y debo vengarme de ellos. Les juro que lo haré.

La gente de Israel y de Judá me traicionó, y ya no es mi pueblo. ¡Que los invada el enemigo! ¡Que les cause grandes daños! Pero no permitiré que los destruya del todo. Juro que así será.

Se han atrevido a negarme; ¡hasta afirman que yo no existo! Dicen que nada malo les pasará, que vivirán en paz y no pasarán hambre. Pero yo soy el Dios todopoderoso, y mis palabras, en tus labios, serán como un fuego que los hará arder como leña.

Tú, Jerusalén, les dirás de mi parte: Sus profetas no valen nada, pues no hablan de parte de Dios. Y, ahora , por lo que han dicho sufrirán la guerra y el hambre que jamás pensaron sufrir. Israelitas, yo les aseguro que voy a lanzar contra ustedes una nación que viene de lejos. Es una nación muy poderosa y antigua. Ustedes no hablan su idioma, así que no entenderán lo que digan.

Tiene guerreros valientes y cuando disparan sus flechas, es seguro que alguien muere. Destruirán las ciudades amuralladas, en las que ustedes se sienten seguros. Se comerán sus cosechas y su comida, matarán a sus hijos y a sus hijas, acabarán con sus ovejas y sus vacas, y destruirán sus viñas y sus higueras.

Sin embargo, no destruiré por completo a Judá. Y cuando los que sobrevivan te pregunten: ¿Por qué nos hizo todo esto nuestro Dios?, tú Jeremías, les contestarás: Ustedes abandonaron a nuestro Dios, y en su propia tierra adoraron a dioses extranjeros. Por eso tendrán que servir a gente extraña en un país que no será el de ustedes.

Quiero que esto lo sepan todos en los reinos de Israel y de Judá: Escucha, pueblo tonto y estúpido, que tiene ojos pero no quiere ver, que tiene oídos pero no quiere oír. Yo, su Dios, pregunto: ¿Ya no me quieren obedecer? ¿ya no me tienen respeto? Fui yo quien le puso límite al mar y aunque sus olas se pongan bravas y hagan mucho ruido, no van más allá de la playa. Pero este pueblo es muy rebelde; me abandonó y se fue por mal camino.

Jamás se puso a pensar: Debemos adorar a nuestro Dios, pues él es quien nos da la lluvia cuando más nos hace falta; nos la manda en otoño y primavera, y nos deja cosechar a tiempo. Pero todo esto ha cambiado por causa de sus muchos pecados; por eso ustedes ya no disfrutan de todos esos beneficios.

Hay entre ustedes gente tan mala, que cuando ponen trampas no lo hacen para cazar pájaros sino para atrapar personas. Sus casas parecen jaulas; ¡pero no están llenas de pájaros, sino repletas de cosas robadas! Así fue como se llenaron de plata y llegaron a ser poderosos. Su maldad no tiene límites. Están demasiado gordos y demasiado llenos de orgullo. No les hacen justicia a los huérfanos, ni reconocen los derechos de los pobres.

¿Y acaso piensan ustedes que no los castigaré por todo esto? ¿Qué les hace pensar que no me voy a vengar de ustedes? Les juro que sí lo haré. ¡Miren lo que pasa en el país!¡Esto es algo muy terrible! Los profetas sólo dicen mentiras, los sacerdotes enseñan lo que quieren, y mi pueblo parece estar feliz. Pero cuando llegue el desastre, nadie acudirá en su ayuda.

Aquí puedes darte cuenta que el ser humano que ama a Dios y le obedece cumplirá con sus mandamientos, pues  vive apegado a sus enseñanzas, por lo tanto,  mostrará un cambio de estilo de vida, y a partir de este momento será una persona auténtica, sincera con los demás ya que la verdad será su estandarte y, por ende logrará ser una mejor persona.

Ahora bien, es cierto que vivir bajo los lineamientos de Dios es muy difícil y sobre todo, que el hombre se comprometa y cumpla con las promesas que le ha hecho a Dios; pero sabes, es bien importante que el hombre sea firme en sus convicciones, que respete y reconozca a Dios, que le busque para adorarlo pues sólo El es el Dios todopoderoso que cubre las necesidades del ser humano.

No obstante, es prioridad que el hombre se vuelva a Dios, para que aunado a su mano sea considerado un guerrero valiente, pues Dios determina la esencia y la fortaleza de cada persona que está dispuesta a conocerle con un corazón sencillo, arrepentido y, posteriormente, restaurado.

Con Alta Estima,


Mi corazón está por estallar…


Entonces Dios le contestó: Israelitas, si piensan volver, dejen de pecar. Desháganse de esos ídolos asquerosos, y no se aparten de mí. Cuando juren en mi nombre, sean sinceros y justos conmigo y con los demás. Así, por amor a ustedes bendeciré a todas las naciones, y ellas me cantarán alabanzas.

Dios les dijo a los habitantes de Judá y de Jerusalén: Preparen su corazón para recibir mi mensaje. Cumplan el pacto que hice con ustedes, pero cúmplanlo en verdad. Mi mensaje es como una semilla; ¡no la siembren entre espinos! Si siguen haciendo lo malo, mi enojo se encenderá como un fuego y nadie podrá apagarlo.

¡Anuncien esto a gritos en Judá y en todo Jerusalén! ¡Hagan sonar la trompeta por todo el país! ¡Avisen a la gente que corra a protegerse dentro de las ciudades amuralladas! ¡Vamos no pierdan tiempo! ¡Corran y pónganse a salvo! ¡Agiten  la bandera en dirección a Jerusalén!

Yo estoy por mandar desde el norte la más terrible destrucción. Ya está en marcha un ejército. Ha salido para destruir naciones, y también destruirá su país. Los atacará como si fuera un león que sale de su cueva. Las ciudades quedarán en ruinas, y nadie podrá vivir en ellas. Vístanse con ropa vieja y áspera, y lloren y griten de dolor, porque yo sigo enojado con ustedes.

Cuando llegue ese día, el rey y los gobernantes se asustarán y temblarán de miedo y también los sacerdotes y los profetas. Les juro que así será.

Yo, Jeremías, dije: Poderoso Dios de Israel, ¿por qué has engañado a los que viven en Jerusalén? ¿Por qué les prometiste que vivirían en paz, cuando en realidad viven en constante peligro de muerte?

Y Dios contestó: Cuando llegue el día del castigo, se le dirá a este pueblo de Jerusalén: Desde los áridos cerros del desierto sopla un viento muy caluroso, y se dirige a Jerusalén, la capital de nuestro pueblo. No se tratará de la suave brisa que limpia de paja el trigo; el viento que yo haré soplar será mucho más fuerte. Ahora mismo dictaré sentencia contra ellos.

Entonces dirán los israelitas: ¡Miren cómo avanza el enemigo! ¡Parece el nubarrón de una tormenta! Sus carros y sus caballos de guerra son más veloces que las águilas; ¡hasta parecen un huracán! ¿Qué será de nosotros’ ¡No tenemos escapatoria!

Pero yo responderé: Jerusalén, todavía puedes salvarte. Sólo tienes que quitarte de la mente todos esos malos pensamientos. ¿Hasta cuándo vas a dejar que esos pensamientos te dominen? Ya se anuncia la desgracia desde la ciudad de Dan y desde los montes de Efraín. Avisen a las naciones, y adviértanle también a Jerusalén, que de una tierra lejana vienen los invasores. Lanzan gritos de guerra contra las ciudades de Judá, y las rodearán por completo, porque ellas se rebelaron contra mí. Les juro que así será.

Jerusalén, todo esto te pasa por tu mal comportamiento. Tu desgracia es tan amarga, que te hiere el corazón. ¡No aguanto más este dolor! ¡Mi corazón está por estallar! ¡Estoy tan agitado que no puedo quedarme callado! Ya escucho el sonido de la trompeta; ya oigo los gritos de batalla. Tras un desastre viene otro, y el país va quedando en ruinas. De repente me he quedado sin casa, pues mis campamentos fueron destruidos. Sólo veo banderas enemigas y escucho sus trompetas victoriosas. ¿Hasta cuándo tendré que soportarlo?

Dios dice que no lo conocemos que somos hijos necios que no entendemos nada; que somos hábiles para hacer lo malo, pero incapaces de hacer lo bueno. Veo la tierra: no tiene forma ni vida; miro el cielo, y todo es oscuridad. Las montañas tiemblan, las colinas se estremecen. Me fijo, y no veo a nadie, todas las aves del cielo se han ido. La tierra que antes era fértil ahora parece un desierto ¡Todas las ciudades están en ruinas! 
Dios, en su terrible enojo, hizo que todo esto sucediera.

Dios dice: Toda la nación será destruida, pero no la destruiré por completo. Todo el país se pondrá muy triste, y el cielo se cubrirá de tinieblas. Yo he tomado una decisión, y no voy a cambiarla; ya lo he resuelto, y no pienso dar marcha tras.

Cuando escuchen el ruido de los soldados y sus caballos toda la gente saldrá corriendo; algunos se meterán en el monte, otros treparán por las rocas, y todas las ciudades quedarán abandonadas. ¡No  quedará en ellas un solo habitante!

¿En qué piensan ustedes, habitantes de Jerusalén? Su ciudad está en ruinas, y ustedes la visten con ropa fina. ¿Para qué le ponen joyas de oro? ¿Para qué la maquillan, si Egipto y Asiria la han traicionado y lo único que buscan es su muerte? Escucho gritos de dolor. ¿Será acaso una mujer dando a luz por primera vez? No, no es eso; son los gritos Jerusalén que ya no puede respirar, y a gritos pide ayuda. Con los brazos extendidos, dice: ¡Me estoy muriendo!¡He caído en manos de asesinos!

Lo importante es que el ser humano debe  preparar su  corazón, con  humildad aceptar  a Jesucristo en su vida y que el hombre se aparte del mal para evitar el enojo de Dios, pero es de prioridad que el hombre obedezca para que pueda salvarse, desarrolle una voluntad férrea, firme en sus convicciones y reconozca a Jesucristo como su redentor, que le conozca y ame sus enseñanzas pero es necesario que el hombre ponga su vida en las manos de Dios y así el hombre será capaz de hacer lo bueno.


Con Alta Estima

domingo, 9 de marzo de 2014

Eligieron el camino equivocado…


Dios le dijo al pueblo de Judá: Supongamos que un hombre se divorcia, y que luego la que era su esposa se casa con otro hombre;¿tú crees que el primer esposo volvería a casarse con esa mujer? ¡Claro que no! ¡Eso sería una vergüenza para el país! Entonces, ¿cómo es que tú pretendes volver conmigo? ¡Si tienes más dioses que los amantes que tiene una prostituta! Y esta es la pura verdad.

Mira hacia las colinas desiertas, y dime dónde no has adorado dioses extraños. Te sientas junto a los caminos, y te ofreces como prostituta a todos los que pasan. Con tu infidelidad has llenado de maldad el país. Por eso no llegan las lluvias, ni caen aguaceros en la primavera. No tienes vergüenza; eres peor que una prostituta. Hasta hace poco me decías que me querías como a un esposo, que yo era el novio de tu juventud. También me pediste calmar mi enojo, pero no hablabas en serio, pues seguiste haciendo lo malo.

Cuando Josías era rey, Dios me dijo: Jeremías, ¿te has fijado en lo que ha hecho mi pueblo Israel? Se ha comportado como una esposa infiel. En los cerros altos y bajo la sombra de cualquier árbol adora a dioses extraños. Después de todo lo malo que había hecho, pensé que se arrepentiría y volvería conmigo; pero no lo hizo. Y el pueblo de Judá se ha comportado igual. Aunque supo que yo rechacé a Israel, me fue infiel y me puso en vergüenza al adorar a otros dioses.

A Israel no le importó traicionarme; al contrario, contaminó el país y me ofendió al adorar ídolos hechos de piedra y de madera. Para colmo de males, Judá quiso engañarme diciendo que se había arrepentido. Pero no era verdad. Yo les juro que así fue.

Dios también me dijo: Jeremías, aunque Israel me fue infiel, al fin de cuentas resultó ser mejor que Judá. Así que dirígete al norte y anuncia este mensaje: Israel, pueblo infiel, ¡vuélvete a  mí! Me olvidaré por completo de mi enojo, y te recibiré con los brazos abiertos, porque soy un Dios bondadoso. Tan sólo te pido que reconozcas tu culpa, que admitas que te rebelaste contra mí, que no has querido obedecerme, y que bajo la sombra de cualquier árbol has adorado a otros dioses. Te juro que así es.

¡Vuelvan a mí, israelitas rebeldes! ¡Ustedes son mis hijos! De cada ciudad tomaré a uno de ustedes, y de cada familia tomaré a dos, y los traeré a Jerusalén. Yo les daré gobernantes que actúen como a mí me gusta, para que los guíen con sabiduría y con inteligencia.

En el futuro, cuando ustedes hayan poblado el país, no se hablará más del cofre del pacto, ni nadie volverá a acordarse de él. Tampoco volverá a fabricarse uno nuevo, porque ya no será necesario. Les juro que así será.

Cuando llegue ese día, la ciudad de Jerusalén será conocida como el “trono de Dios”. Todas las naciones vendrán a Jerusalén para adorarme, y ya no se dejarán llevar por los malos deseos de su necio corazón. Entonces los reinos de Israel y de Judá volverán a la tierra que les di como herencia a los antepasados de ustedes..  

Pueblo de Israel, yo quise tratarte como a un hijo. Pensé en regalarte la mejor tierra, ¡el país más hermoso del mundo! Creí que me llamarías “Padre”, y que siempre estarías a mi lado. Pero me fuiste infiel, pues adoraste a otros dioses. Te juro que así fue. Puede oírse por las montañas desiertas, el llanto angustiado de los israelitas. Eligieron el camino equivocado, y a mí, que soy su Dios, me abandonaron.

¡Vuelvan conmigo, hijos rebeldes! ¡Yo los convertiré en hijos obedientes! Los israelitas respondieron: Dios nuestro, aquí nos tienes. A ti volvemos, porque eres nuestro Dios. De nada nos sirve ir a las colinas, ni lanzar nuestros gritos en las montañas. Solamente en ti, Dios nuestro, hallaremos nuestra salvación.

Desde que éramos jóvenes, nuestra vergonzosa idolatría echó a perder a nuestros hijos e hijas, y perdimos nuestras ovejas y ganados, y todo lo que consiguieron nuestros antepasados. Nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra ti. Desde que éramos jóvenes, y hasta el día de hoy, jamás te hemos obedecido. Por eso, debemos avergonzarnos y humillarnos por completo.

Sabes, es importante que el ser humano sea firme en sus convicciones, que al aceptar a Jesucristo como su Señor, aprenda de su Palabra  para que su vida sea edificada.
Por lo tanto, si el hombre obedece a Dios y sigue sus mandamientos se alejará de la idolatría, hechicería pues estos son dioses inanimados creados por el mismo hombre pues se deja llevar por su necio corazón,  pero sabes, es esencial que el hombre tenga una relación personal con el único Dios verdadero, pues es un Dios fiel que cumple sus promesas.


Con Alta Estima,