viernes, 21 de marzo de 2014

Tú eres nuestra única esperanza…


Hubo una época en que durante mucho tiempo no llovió. 
Por eso Dios le dijo a Jeremías: Todas las ciudades de Judá están tristes y desanimadas; la gente se sienta en el suelo, y en Jerusalén todos lloran. Los gobernantes piden agua, y sus sirvientes van a buscarla, pero los pozos están secos. Confundidos y llenos de vergüenza se agarran la cabeza, pues regresas con sus baldes vacíos. Los campesinos se preocupan y se agarran la cabeza, porque el suelo está reseco y no ha llovido en el país. Tan escasos están los pastos que los venados, en el campo, dejan abandonadas a sus crías. Los burros salvajes parecen chacales: se paran en las lomas desiertas y desde allí olfatean el aire; pero se desmayan de hambre porque no tienen pastos.

Jeremías dijo: Dios mío, ¿por qué actúas en nuestro país como si estuvieras de paso? Te portas como un viajero que sólo se queda a pasar la noche. Admitimos que somos muy infieles y que son muchos nuestros pecados; ¡demuestra que tú sí eres fiel y ven pronto a ayudarnos! Tú eres nuestra única esperanza; ¡eres la salvación de Israel en momentos de angustia!

Dios de Israel, todos saben que somos tuyos, y que vives con nosotros. ¡No nos abandones! Nos parece que está confundido, que eres un guerrero sin fuerzas, incapaz de salvar a nadie. Dios le dijo a su pueblo: A ustedes les gusta adorar a muchos dioses, y andan de altar en altar. Eso yo no lo acepto, y por este terrible pecado, los voy a castigar.

Y a mí me dijo: Jeremías, no me pidas que ayude a este pueblo. Por más que ayunen, no  escucharé sus ruegos; por más que me presenten ofrendas de animales y de cereal, no los aceptaré. Ya he decidido destruirlos, y voy a enviarle guerra, hambre y enfermedades.

Yo le respondí: ¡Poderoso Dios de Israel! Hay profetas que le aseguran a tu pueblo que no habrá guerra ni van a pasar hambre, dicen que tú los dejarás aquí para siempre, y que vivirán en paz.

Dios me contestó: Esos profetas que dicen hablar de mi parte, son unos mentirosos. Yo no los he enviado, ni les he dado ninguna orden. Es más, ni siquiera he hablado con ellos. Sus mensajes son una mentira, ¡un invento de su propia imaginación! Dicen también que no habrá guerra ni hambre en este país; pero yo les digo que morirán de hambre o los matarán en la guerra. No sólo ellos morirán, sino también sus esposas, sus hijos y sus hijas. Sus cadáveres serán arrojados a las calles de Jerusalén, y no habrá nadie que los entierre. ¡Así les haré pagar su maldad!

Tú Jeremías, diles de mi parte: Día y noche lloraré sin cesar porque mi pueblo preferido ha sufrido una terrible desgracia; ¡ha recibido una herida muy grave! Salgo al campo, y veo los cuerpos de los que murieron en la guerra; entro en la ciudad, y veo el desastre que ha causado el hambre. ¡Pero ni profetas ni sacerdotes parecen entender lo que pasa!

Jeremías respondió: Dios de Israel, nos has herido tanto que ya no podremos recuperarnos. Has rechazado por completo a Judía, y ya no quieres a Jerusalén. Esperábamos pasarla bien, y la estamos pasando mal. Esperábamos vivir en paz, pero vivimos llenos de miedo. Reconocemos nuestra maldad, y los pecados de nuestros padres; ¡hemos pecado contra ti! Demuestra que eres fiel, y no nos rechaces. ¡Cumple el trato que hiciste con nosotros, y no destruyas la bella ciudad donde has puesto tu trono!

Dios nuestro, sabemos que ningún ídolo puede hacer que llueva; eres tú quien manda los aguaceros. Tú has creado todo lo que existe; ¡por eso confiamos en ti!

Así pues, es importante, que el ser humano aprenda a escuchar a otros, sin crítica y sin juzgar. Asimismo, es fundamental, que cada persona  a su vez diga  a otros algo por medio de su propia vida, de forma que cada persona se conduzca con objetividad para que crezca espiritualmente, siendo esencial que el hombre deje a un lado la subjetividad, que sólo lo conduce al reino del “yo”.

Por tanto, el hombre que pone su confianza en Dios y se apega a sus enseñanzas y, sobretodo, las practica en su cotidiano vivir,  permanece en obediencia,  logra una actitud correcta, la cual es agradable a Dios.

¡Animo! El tiempo apremia,  es hora de prepararse, de que el hombre se empape del conocimiento de Dios, pues es necesario que el hombre haga cambios, que busque a Dios, que acepte a Jesucristo como su redentor, quien dio su vida para que el hombre arrepentido sea perdonado pero es prioridad que el hombre crea en El  y lo acepte pues Dios es el Creador de todo lo que existe.


Con Alta Estima,

No hay comentarios:

Publicar un comentario