Jeremías le dijo a Dios: Dios mío, en todos mis pleitos
contigo, tú siempre sales ganando; pero de todas maneras, insisto en mis
demandas. ¿Por qué prosperan los malvados? ¿Por qué viven tranquilos los
traidores? Tú los plantas como a los árboles, y ellos echan raíces, crecen y
dan fruto. Te alaban con los labios, pero te niegan con sus hechos. Llévalos al
matadero, como a las ovejas: márcalos para el día de la matanza.
La tierra y el pasto están secos; ¿cuándo vas a hacer que
llueva? Los animales y las aves se mueren por culpa de los que habitan el país.
¡Son tan atrevidos que hasta dicen que tú no puedes verlos! Tú me conoces, Dios
mío; tú sabes lo que siento por ti.
Dios le respondió a Jeremías: Tú no estás preparado para
discutir conmigo; ¡ni siquiera puedes ganarle un pleito a tus semejantes! Si
tiene problemas para ganar un caso fácil, ¿qué te hace pensar que puedes
enfrentarte a mí?
Todos te han traicionado, hasta tu propia familia te
maldice. Tal vez te hablen con dulzura, pero no debes confiar en ellos. He
abandonado a mi pueblo; lo he dejado en manos del enemigo, porque se rebeló
contra mí. Se portó conmigo como león salvaje. ¡Y yo que lo consideraba un ave
de muchos colores amenazada por los buitres!
Son muchos los reyes enemigos que vendrán a atacarlo;
¡vendrán como animales salvajes, y devorarán a mi pueblo! Alguna vez fue un
hermoso viñedo, pero yo mismo lo destruiré, y todo quedará hecho un desierto.
Mi pueblo trabajará en vano; sembrará trigo, pero cosechará
espinos. ¡Por causa de mi intenso enojo se dañarán todas sus cosechas! Los
enemigos se reunirán en las lomas del desierto. Todo el país quedará arruinado,
pero eso a nadie le importará. ¡No habrá paz para nadie!
Todas las naciones vecinas han atacado y arruinado esta
tierra, la cual yo le di a mi pueblo. Pero les advierto que voy a arrancarlas
de sus tierras, y lo mismo haré con mi pueblo Judá. Sin embargo, volveré a
tener compasión de mi pueblo, y lo sacaré de en medio de las naciones. Una vez
que lo haya sacado de allí, haré que vuelva a su tierra. Y si estas naciones
enemigas dejan de enseñarle a mi pueblo a jurar por Baal, llegarán a formar
parte de mi pueblo. Pero deben aceptar mis enseñanzas y aprender a jurar por mi
nombre, y decir: Que viva el Dios de Israel. A la nación que no obedezca, la
expulsaré de su país y la destruiré por completo. Les juro que así será.
Así pues, el hombre debe darse cuenta que sentir la
presencia de Dios en su vida es como experimentar una luz en su ser interior
que le alumbra para seguir el camino correcto y poder conducirse íntegramente
en dondequiera que se encuentre, pues aunado a la mano de Dios, el hombre vence
las circunstancias, con la seguridad de que Dios es su fuerza. No obstante, si el hombre teme al Señor, Dios
estará con él en todo momento y le ayudará a vencer los obstáculos, pero sabes,
sobretodo, si el hombre obedece las
enseñanzas de Dios, El guiará su corazón y entonces el hombre se conducirá de
manera que puede desafiar lo adverso siendo esencial que cada persona ponga su
confianza en Dios para seguir adelante, crecer espiritualmente y lograr la paz
que lo llenará de gozo y satisfacción.
Con Alta Estima,
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