lunes, 30 de septiembre de 2013

Contar tus maravillas...

Aquí puedes ver que el Salmista, que es el rey David hace una oración por su hijo Salomón, quien lo sustituirá al trono para que a través de la oración pueda conducir a su hijo pues desea que El actúe con justicia durante su reinado. Ahora bien, habla del reinado que dure mucho tiempo, y este sólo puede ser el de Jesucristo . Un punto clave es la fe de cada persona, ya que Dios escribe su ley en el corazón de cada ser humano para que sean honestos, justos, por lo que dispone al hombre a vivir en amor para que en su vida perdure una auténtica paz.

Dios mío, haz que el rey sea justo como lo eres tú; que nuestro futuro rey actúe con tu misma rectitud. Así el rey gobernará a la gente humilde con rectitud y justicia, y en todo cerro y colina tu pueblo tendrá prosperidad y justicia. El rey les hará justicia a los pobres y necesitados; ¡los salvará de sus opresores! ¡Aplastará a quienes los maltratan! ¡Que viva el rey! ¡Que viva mucho tiempo, como el sol y la luna! ¡Que sea como las lluvias, que empapan la tierra y los campos sembrados! ¡Que haya prosperidad y justicia todo el tiempo que sea rey! ¡Que su reino permanezca hasta que la luna deje de existir! ¡Que extienda el rey su dominio de mar a mar y de oriente a occidente! ¡Que las tribus del desierto reconozcan su dominio! ¡Que sean humillados  sus enemigos! ¡Que le paguen impuestos los reyes de Tarsis y de los puertos lejanos! ¡Que le traigan regalos los reyes de Arabia y de Etiopía!¡Que todos  los reyes se arrodillen en su presencia! ¡Que todas las naciones se pongan a su servicio! El rey librará a los pobres cuando ellos le pidan ayuda; salvará a los afligidos que no tienen quién los ayude. Tendrá compasión de los pobres y salvará a los necesitados y a los desvalidos. Los librará de quienes lo oprimen y los tratan con violencia, porque la vida de ellos es muy valiosa para él.

¡Que viva el rey! ¡Que reciba todo el oro de Sabá! ¡Que siempre se ore por él! ¡Que a todas horas se le bendiga! ¡Que abunde el trigo en el país! ¡Que se vean ondular los trigales en lo alto de las montañas!¡Que haya mucho trigo, como en el monte Líbano!¡Que haya gente en las ciudades como hay hierba en el campo! ¡Que la fama del rey permanezca!¡que dure siempre como el sol!¡Que repitan su nombre las naciones cuando se bendigan unas a otras!¡Que todas ellas bendigan al rey! ¡Bendito seas, ¡Dios de Israel! Sólo tú haces maravillas ¡Bendito seas por siempre! ¡Que tu grandeza llene toda la tierra! ¡Que así sea!

Dios es muy bueno con Israel y con la gente sincera. Yo estuve a punto de pecar; poco me faltó para caer, pues me llené de envidia al ver cómo progresan los orgullosos y los malvados. ¡Tan llenos están de salud que no les preocupa nada! No tienen los problemas de todos; no sufren como los demás. Se adornan con su orgullo y exhiben su violencia. ¡Tan gordos están que los ojos se les saltan! ¡En la cara se les ven los malos pensamientos! Hablan mal de la gente; ¡de todo el mundo se burlan! Tan grande es su orgullo que sólo hablan  de violencia. Con sus palabras ofenden a Dios y a todo el mundo. ¡Pero hay gente que los consulta y cree todo lo que dicen! Piensan que el Dios altísimo no lo sabe ni llegará a saberlo. ¡Así son los malvados! ¡No se preocupan de nada, y cada vez son más ricos!

¡De nada me sirvió hacer el bien y evitar los malos pensamientos! ¡Esos malvados me golpean a todas horas! ¡En cuanto amanece me castigan! Si hubiera pensado como los malvados, habría traicionado al pueblo de Dios. Traté de entender esto, pero me resultó muy difícil. Entonces fui al santuario de Dios, y fue allí donde entendí como terminarán los malvados: Dios los ha puesto en peligro y van hacia su propia desgracia. En un abrir y cerrar de ojos terminarán por ser destruidos; el terror acabará con ellos. Cuando Dios entre en acción, hará que sean olvidados como se olvida una pesadilla. Dios mío, yo estuve muy afligido; me sentí muy amargado. He sido muy testarudo; me he portado mal contigo: ¡me he portado como una bestia! A pesar de todo, siempre he estado contigo; tú poder me mantiene con vida, y tus consejos me dirigen; cuando este mundo llegue a su fin, me recibirás con grandes honores. ¿ A quién tengo en el cielo? ¡A nadie más que a ti! Contigo a mi lado, nada me falta en este mundo. Ya casi no tengo fuerzas, pero a ti siempre te tendré; ¡mi única fuerza eres tú! Los que se apartan de ti acabarán por ser destruidos; los que no te sean fieles acabarán perdiendo la vida. Pero yo estaré cerca de ti, que es lo que más me gusta. Tú eres mi Dios y mi dueño, en ti encuentro protección; ¡por eso quiero contar todo lo que has hecho!

Sabes, es importante que el ser humano alabe y dé  gracias a Dios por todas las maravillas que El ha hecho para que el hombre se goce, tenga prosperidad pero sobretodo en el aspecto de la redención que fue otorgada a todo ser humano que se arrepiente y acepta a Jesucristo en su corazón pues gracias a la muerte de Jesucristo en la cruz, él hombre queda redimido por sus trangresiones, pero un punto que debe quedar claro es que  el hombre a pesar de su transgresión al ser liberado por la sangre de Jesucristo,  ante los ojos de Dios es purificado. Sería bueno, pedirle a Dios fidelidad para que la fe de cada persona siga una línea de crecimiento ascendente  y bendiga a Dios cada día de su vida.  


Con Alta Estima, 

sábado, 28 de septiembre de 2013

Sólo tú puedes darme ánimos...

A pesar del momento actual que estés viviendo es esencial buscar a Dios y regocijarse en El, pedir su socorro pues El es el único que puede liberarte; en este salmo, puedes darte cuenta que la persona ha pasado bastantes pruebas y dificultades, pero al estar cerca de Dios, con la confianza puesta en El su corazón depende de Dios aún glorificándolo más. También te puedes dar cuenta de que se queja de la mala voluntad, injusticia, por el mal trato que tienen contra él, así como Jesucristo quien pago por los pecados de la humanidad pero quien no conoció el pecado.

Dios mío, ¡sálvame, pues siento que me ahogo! ¡Siento que me hundo en el barro y no tengo dónde apoyarme! ¡Me encuentro en aguas profundas, luchando contra la corriente! Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Ya los ojos se me cierran y tú no vienes a ayudarme. ¡Tengo más enemigos que pelos en la cabeza! Muchos me odian sin motivo, y quieren matarme; ¡me exigen que les devuelva lo que nunca les robe! Dios de Israel y Dios del universo, tú eres mi Dios. Tú conoces mis tonterías; ¡no te puedo esconder mis errores! ¡No dejes que por mi culpa queden en vergüenza los que confían en ti! ¡No dejes que por mi culpa sean puestos en ridículo los que buscan agradarte! Por ti he sido ofendido; ¡me arde la cara de vergüenza! ¡Hasta mis propios hermanos me ven como a un extraño! El amor que siento por tu templo me quema como un fuego; por eso me siento ofendido cuando te ofenden a ti.

Si mi aflijo y no como, tengo que aguantar sus insultos; y si me visto de luto, tengo que aguantar sus insultos; y si me visto de luto, tengo que soportar sus ofensas. ¡Toda la gente del pueblo y hasta los borrachos hablan de mí! Dios mío, te ruego que me respondas en el mejor momento. Yo sé que me amas, así que ven a salvarme. ¡Líbrame de los que me odian! ¡Sácame del barro en que me hundo! ¡Sácame de esa profunda corriente que me arrastra! Siento que me traga un remolino; ¡no me dejes morir! Dios mío, tú me amas y eres bueno; ¡respóndeme! Tú eres un Dios compasivo; ¡préstame atención! No me des la espalda, pues estoy en problemas; ¡date prisa! ¡Acércate a mí, y sálvame de mis enemigos! Tú siempre los estás viendo y sabes muy bien que me ofenden, me avergüenzan y me insultan. Cuando escucho sus ofensas, se me rompe el corazón; ¡no tengo ánimo para nada! Esperaba hallar apoyo y consuelo, y no los recibí; cuando tuve hambre, me dieron a comer veneno; cuando tuve sed, me dieron a beber vinagre.

¡Haz que sus fiestas y banquetes se conviertan en una trampa para ellos! ¡Haz que se les nublen los ojos para que no puedan ver! ¡Haz que se queden sin fuerzas! ¡Descarga tu enojo sobre ellos! ¡No los dejes escapar! ¡Que sus casas se queden vacías! ¡Que nadie viva en ellas! Aunque tú ya me afligiste y me hiciste sufrir, mis enemigos me persiguen y se burlan de mí. ¡Págales mal por mal! ¡No los dejes disfrutar de tu perdón! ¡Bórralos del libro de la vida! ¡No pongas su nombre en la lista de la gente buena! Dios mío, ¡levántame, dame ánimo! Yo soy muy pobre y humilde, pero te alabaré con mis canciones, ¡te pondré en alto con mi alabanza! Eso te será más agradable que recibir muchas ofrendas. Cuando vean esto los pobres que te buscan, se pondrán muy alegres, y recobrarán el ánimo. Tú, Dios mío, atiendes a los pobres; ¡no te olvidas de tu pueblo que se encuentra cautivo!¡Que te alaben cielo y tierra! ¡Que te alabe el mar y todo lo que hay en él! Tú vendrás en ayuda de Jerusalén, y reconstruirás las ciudades de Judá. Tu pueblo tomará posesión del país y se establecerá en él. Los descendiente de tu pueblo recibirán el país como herencia; el pueblo que te ama se quedará a vivir en él.

Mi Dios, ¡ven pronto a salvarme! ¡Ven pronto en mi ayuda! ¡Pon en completa vergüenza a los que quieren matarme! ¡Haz que huyan avergonzados los que quieren hacerme daño! ¡Haz que huyan avergonzados los que se burlan de mí! Pero que se alegren y se pongan contentos todos los que te buscan. Que siempre reconozcan tu grandeza aquellos a quienes tú has salvado. Dios mío, yo soy muy pobre, y estoy muy necesitado; ¡ven pronto! Dame tu ayuda, dame la libertad; ¡no te tardes!

Dios mío, en ti he puesto mi confianza; no me pongas jamás en vergüenza. Tú eres un Dios justo; ¡rescátame y ponme a salvo! ¡Préstame atención y ayúdame! ¡Protégeme como una roca donde siempre pueda refugiarme! Da la orden, y quedaré a salvo, pues tú eres esa roca; ¡tú eres mi fortaleza! Dios mío, tú eres mi esperanza; no permitas que yo caiga en poder de gente malvada y violenta. Desde que era joven puse mi confianza en ti; desde antes de nacer ya dependía de ti. ¡Fuiste tú quien me hizo nacer! ¡Por eso te alabaré siempre! Muchos se asombran al verme, pero tú eres para mí un refugio seguro. A todas hora te alabo; todo el día anuncio tu grandeza. No me desprecies cuando llegue yo a viejo; no me abandones cuando ya no tenga fuerzas. Mis enemigos hablan mal de mí; me vigilan y piensan hacerme daño. Hasta ordenan a su gente que me persigan y me atrapen. Creen que me abandonaste, y que nadie podrá salvarme.

Dios mío, ¡no me dejes solo! ¡Ven pronto en mi ayuda! Pon en vergüenza a los que me acusan; ¡pon en completo ridículo  a los que buscan mi mal, y acaba con ellos! Yo, por mi parte, siempre confiaré en ti y te alabaré más todavía. Aunque no alcanzo a entenderlo, a todas horas diré que eres un Dios que salva con grandes actos de justicia. Dios mío, ahora voy a recordar tus hechos poderosos, y hablaré de la justicia que sólo tú  puedes hacer. Desde que yo era joven tú has sido mi maestro, y hasta ahora sigo hablando de las maravillas que has hecho.

Dios mío, aunque estoy lleno de canas, no me abandones; todavía quiero decirles a los que aún no han nacido que tú eres un Dios poderoso. Eres incomparable, pues has hecho grandes cosas; tu justicia llega hasta el cielo. Tú me hiciste pasar por muchos aprietos y problemas, pero volverás a darme vida; ¡de lo profundo de la tumba volverás a levantarme! Me darás mayor poder, y volverás a consolarme. Santo Dios de Israel, tú eres un Dios fiel. Por eso te cantaré himnos con música de arpas y de otros instrumentos de cuerda. Te cantaré himnos y gritaré de alegría porque me salvaste la vida. Todo el día hablaré de tu poder para salvar, pues los que buscaban hacerme daño quedaron avergonzados por completo.

Así pues, puedes ver que el Salmista ora mucho a Dios y le pide su misericordia, su perdón. Asimismo, Es prioritario, que el ser humano busque a Dios , pues es un Dios fiel y un refugio seguro.


Con Alta Estima 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Cantar con alegría...

Aquí, se refiere el Salmista que es importante alabar a Dios, hacer oración es agradable a Dios pues muestra el ser humano en una relación íntima con Dios, pero dicha oración conviene que sea específica para que Dios sepa que realmente quieres, así como David hace una oración contra los enemigos de Dios. No obstante, en este salmo El hace un reconocimiento humilde de la gloria de Dios.

Dios mío¸ ten compasión de nosotros y danos tu bendición. Míranos con alegría y muéstranos tu amor; así todas las naciones del mundo conocerán tus enseñanzas y tu poder para salvar. Dios mío, ¡que te alaben los pueblos! ¡Que todos los pueblos te alaben! ¡Que todas las naciones se alegren y canten llenas de felicidad! Tú gobiernas a los pueblos con justicia; ¡tú guías a las naciones de la tierra! Dios mío, ¡que te alaben los pueblos! ¡Que todos los pueblos te alaben! La tierra dará grandes cosechas, y tú nos bendecirás; a ti te alabarán los más lejanos países de la tierra.

¡Vamos, Dios mío, dispersa a tus enemigos! ¡Haz que huya de tu presencia esa gente que te odia! ¡Has que desaparezcan por completo, como desaparece el humo tan pronto como sopla el viento! ¡Haz que esos malvados se derritan como cera en el fuego! Pero a la gente honrada permítele alegrarse y hacer fiesta, y estar feliz en tu presencia. ¡Cantemos himnos a Dios! ¡Sí, cantémosle al que manda la lluvia! ¡Hagamos fiesta en su presencia! ¡El es el Dios de Israel! Dios, que vive en su santo templo, cuida a los huérfanos  y defiende a las viudas; les da hogar a los desamparados, y libertad a los presos; pero a los que no lo obedecen les da tierras que nada producen.

Dios mío, cuando sacaste de Egipto a tu pueblo Israel y lo guiaste por el desierto, tan pronto llegaste al monte Sinaí, la tierra tembló y el cielo dejó caer su lluvia. Dios mío, tú enviaste  abundante lluvias y nuestras tierras volvieron a producir. Y en esa tierra vivimos; en la tierra que, por tu bondad, preparaste para los pobres. Tú, Dios mío, hablaste, y miles de mujeres dieron  la noticia; ¡Huyen los reyes, huyen sus ejércitos! Las mujeres, en sus casas, se reparten las riquezas que le quitaron al enemigo; objetos de plata y de oro. Pero algunos israelitas se escondieron entre el ganado. Cuando tú, Dios todopoderoso, hiciste que los reyes de la tierra salieran huyendo, lo alto del monte Salmón se llenó de nieve. Las montañas de Basán son montañas muy altas; las montañas de Basán son montañas majestuosas. Ustedes, altas montañas, ¿por qué ven con envidia la montaña que Dios ha elegido para vivir allí para siempre? Son miles los carros que Dios usa para la guerra;  en uno de ellos  vino del Sinaí para entrar en su santuario.

Cuando tú, Dios y Señor, subiste a las alturas, te llevaste contigo a los presos, y te quedaste a vivir allí. ¡todo el mundo, hasta los rebeldes, te dieron muchos regalos! ¡Bendito seas siempre, nuestro Dios! Tú, Dios y Salvador nuestro, nos ayudas en nuestros problemas. Tú eres un Dios que salva; ¡tú nos libras de la muerte! ¡A esos enemigos tuyos que no dejan de pecar, los aplastarás la cabeza y se la partirás en dos! Dios nuestro, tú nos has dicho: Yo los haré volver de Basán; yo los haré volver de las profundidades del mar, para que se empapen los pies en la sangre de sus enemigos, ¡y hasta los perros de ustedes lamerán esa sangre! En el santuario se ven los desfiles de mi Dios y Rey. Al frente van los cantores, seguidos de las que tocan panderetas; los músicos cierran el desfile. Los dirige la tribu más joven que es la de Benjamín, y los sigue una gran multitud: ¡Son los príncipes de Judá, de Zabulón y de Neftalí! Ustedes, israelitas, ¡bendigan a nuestro Dios, cuando celebren sus reuniones! Dios mío, Dios mío, ¡demuéstranos tu poder! ¡Déjanos ver la fuerza que has usado para ayudarnos!

Dios mío, por causa de tu templo los reyes te traen regalos a la ciudad de Jerusalén. Reprende a esa nación que vive sólo para la guerra. Parece una fiera entre los juncos; es como una manada de toros, ¡parece una nación de terneros! Es tanta su ambición por las riquezas que hasta entre ellos se pelean . Egipto te enviará su bronce, y Etiopía te traerá regalos. Gente de todos los reinos, ¡cántele a Dios! ¡Cántenle himnos a nuestro Dios! ¡Reconozcan su poder! Sobre el cielo de Israel pueden verse su poder y su majestad. Nuestro Dios va por el cielo como si fuera montando un caballo, y deja oír su potente voz, que resuena como el trueno. Dios mío, Dios de Israel, ¡qué imponente te ves al venir de tu santuario! Tú nos das fuerza y poder. ¡Bendito seas!

Sabes, es esencial alabar a Dios y reconocer que la fuerza del hombre proviene de él, por lo que todos tus logros deben ir a El. Dios es tan amoroso, que te bendice en todo momento.


Con Alta Estima,

jueves, 26 de septiembre de 2013

Tu misericordia...

Algo que sería bueno enfatizar es que el ser humano debe evitar la conducta de los malvados, pues esto a Dios no le agrada, pero sólo Dios sabe que sucederá a cada persona, por lo que es esencial que tu fe sea firme, con una confianza puesta en Dios en todo momento, en cualquier circunstancia, porque sólo con una fe verdadera te darás cuenta de que Dios dice lo cumple. Asimismo, es necesario que el ser humano esté consciente de que si le hace una promesa al Dios Altísimo, deberá cumplirla.

Dios mío, ¡escucha mi queja! ¡No dejes que mis enemigos acaben con mi vida! Son una banda de malvados; son una pandilla de malhechores; ¡escóndeme de sus planes secretos! Sus palabras hieren como espada afilada; sus palabras matan como flechas envenenadas. Se esconden, y desde allí disparan contra la gente inocente; no tienen miedo de nada ni de nadie; ¡disparan sin que nadie se lo espere! Cuando hacen sus planes malvados, se animan los unos a los otros, piensan dónde esconder sus trampas, y creen que nadie las verá. Planean muy bien sus maldades y creen tener el plan perfecto; piensan que nadie los descubrirá. Por eso, sin que lo esperen, Dios les disparará sus flechas y caerán heridos de muerte. Su propia lengua será su ruina, y quienes los vean acabarán burlándose de ellos. El mundo entero alabará a Dios, hablará de sus acciones, y llegará a entenderlas. ¡Que se alegre la gente buena por todo lo que Dios ha hecho! ¡Que todos los justos lo alaben y pongan en él su confianza!

Dios mío, que vives en el monte Sión, tú mereces nuestras alabanzas; mereces que te cumplamos las promesas que te hacemos. Tú escuchas nuestra oración. Estamos cansados de pecar, por eso acudimos a ti. Nuestros pecados nos dominan, pero tú nos perdonas. ¡Qué bendición reciben los que viven cerca de ti, los que viven en tu mismo templo! Quedamos satisfechos con el alimento que de ti recibimos.
Nuestro Dios y Salvador, tú nos respondes dándonos la victoria. Gente de pueblos lejanos pone en ti su confianza. Así hacen los que viven más allá del mar. Tú, con tu poder y tu fuerza, formaste las montañas. Calmaste el rugido de los mares, calmaste el estruendo de sus olas, calmaste el alboroto de los pueblos. Los que viven en países lejanos tiemblan de miedo al ver tus grandes maravillas; del oriente al occidente, haces que la gente grite de alegría. Tú tienes cuidado de la tierra: la empapas con abundante lluvia y riegas los sembrados para que den muchos frutos. Con la lluvia aflojas la tierra y la preparas para la siembra. Llenas de agua los grandes arroyos, y haces brotar nuevas ramas. Así dejas listo el campo para que todos tengamos trigo. Llega el año a su fin y está lleno de bendiciones; por dondequiera que pasas dejas gran abundancia. En el desierto, el pasto es fresco; las colinas se revisten de alegría, las praderas se llenan de ovejas, y los valles, se cubren de trigales. ¡Todo el mundo canta y lanza gritos de alegría!

¡Cantemos a Dios con alegría los que habitamos la tierra! ¡Cantemos himnos a Dios y alabemos su grandeza! ¡Alabemos su poder; todo lo que ha hecho es maravilloso! ¡Sus enemigos se rinden ante él! Todo el mundo lo adora y canta himnos en  su honor. ¡Vengan a ver las maravillas que Dios ha realizado! ¡Vengan a ver sus grandes hechos a favor de todos nosotros! Convirtió el mar en tierra seca, y nosotros, que somos su pueblo, lo cruzamos a pie. ¡Allí hicimos fiesta por todo lo que él hizo! Dios es un rey poderoso. Siempre está vigilando a las naciones para que los rebeldes no se levanten contra él. Pueblos todos, ¡bendigan a nuestro Dios! ¡Dejen oír sus alabanzas! Dios nos ha protegido, nos ha conservado la vida; ¡no nos ha dejado morir! Tú, Dios mío, nos pusiste a prueba, para ver si éramos fieles!

Nos hiciste caer en la trampa de nuestros enemigos. ¡Cómo nos has hecho sufrir! ¡Manadas enteras de caballos nos aplastaron la cabeza! Pasamos por el fuego, cruzamos por el agua, pero finalmente nos trajiste a esta tierra de abundancia. Yo me presentaré en tu templo con ofrendas especiales en tu honor, así te cumpliré mis promesas, las promesas que yo mismo te hice cuando me vi en problemas. Como ofrendas en tu honor llevaré los toros más gordos; te ofreceré toros y cabritos y también te ofreceré carneros.
Préstenme atención ustedes, los que adoran a Dios; vengan, que voy a contarles lo que Dios ha hecho por mí. Con mis labios y mi lengua lo llamé y le canté alabanzas. Si mis intenciones fueran malas, Dios no me habría escuchado; ¡pero él me escuchó y contestó mis oraciones! ¡Bendito sea Dios, pues tomó en cuenta mi oración y me demostró su amor!

Y, es necesario que el hombre desarrolle una conciencia de alto nivel, que sea firme en sus convicciones pues Dios escucha al hijo que le busca, que le promete ser obediente y cambia su manera de vivir pues sólo Dios le hace libre por su infinita misericordia.


Con Alta Estima, 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Con ansias te busco...

Es necesario que el hombre le pida humildemente a Dios misericordia, la esperanza en Dios debe ser su valuarte. Sabes, sería grandioso imitar al Salmista mediante la oración El tenía comunión con Dios pues tenía pleno convencimiento de que Dios era testigo de sus acciones buenas y de las promesas de obediencia.

Dios mío, tú te enojaste, te alejaste de nosotros y nos destruiste. ¡Ahora vuelve a ayudarnos! Sacudiste la tierra, y se llenó de grietas; ¡sánala, porque se desmorona! Nos has dado pruebas muy duras; nos has dado a beber un vino que nos hace tropezar. Nosotros te somos fieles: ¡respóndenos! ¡Sálvanos con tu poder! ¡Dinos que debemos hacer para escapar de las flechas! Así este pueblo que amas quedará a salvo. Desde tu templo has declarado: Cuando yo triunfe repartiré entre mi pueblo las tierras de Siquem y las del valle de Sucot. Las tierras de Galaad son mías; al norte están las tribus de José para proteger a mi pueblo, y en Judá he puesto al rey. Los de Moab son mis esclavos, Edom es mi propiedad, y en territorio filisteo lanzo gritos de victoria. ¿Quien quiere llevarme hasta la ciudad con muros? ¿Quién quiere enseñarme el camino que lleva a Edom? ¡Tú, Dios mío, te has alejado de nosotros y ya no sales a pelear al frente de nuestros ejércitos! La ayuda humana resulta inútil; ¡ayúdanos a vencer al enemigo! Dios nuestro, tú los vencerás; ¡con tu ayuda saldremos victoriosos!

Dios mío, oye mis gritros, escucha mi oración. ¡Ya no aguanto más! Por eso te llamo desde el último rincón del mundo. Ponme sobre una gran piedra, donde quede a salvo del peligro. ¡Tú eres mi protector! ¡Tú me defiendes del enemigo! Quiero pasar toda mi vida viviendo en tu santuario, bajo tu protección. Tú, Dios mío, conoces mis promesas; tú me entregaste mi parte en la tierra que le diste al pueblo que te adora. Concédeme reinar mucho tiempo, y vivir una larga vida; que dure mi reinado una eternidad. Déjame reinar para siempre; ¡protégeme con tu amor toda la vida! Yo te prometo que siempre te alabaré con himnos, y que todos los días te cumpliré mis promesas.

Sólo Dios me da tranquilidad, sólo él puede salvarme; sólo él me da su protección, ¡jamás seré derrotado! Ustedes, todos ustedes, ¡ya dejen de atacarme y de querer acabar conmigo! ¡hasta parezco una pared inclinada, una cerca a punto de caerse! Ustedes sólo piensan humillarme. Les encanta decir mentiras: de labios para afuera me expresan buenos deseos, pero en su pensamiento me desean las peores cosas. Sólo Dios me da tranquilidad; sólo él me da confianza. Sólo él me da su protección, sólo él puede salvarme; ¡jamás seré derrotado! Dios es mi salvador; Dios es mi motivo de orgullo; me protege y me llena de fuerza. ¡Dios es mi refugio! No hay un solo hombre que valga más que un suspiro; todos son pura ilusión. Si los pesaran en una balanza, ¡ni juntos pesarían gran cosa! No pongan su confianza en el dinero mal ganado; no se hagan ilusiones con el fruto de sus robos. ¡No vivan sólo para hacerse ricos! Dios ha dicho muchas veces: Soy un Dios poderoso, pero también, un Dios de amor. Dios mío, tú nos das a cada uno lo que merecen nuestros hechos.

Dios mío, tú eres mi Dios. Con ansias te busco desde que amanece, como quien busca una fuente en el más ardiente desierto. ¡Quiero verte en tu santuario, y contemplar tu poder y tu grandeza! Más que vivir, prefiero que me ames. Te alabaré con mis labios. ¡Mientras viva te alabaré! ¡Alzaré mis manos para alabarte! ¡Con mis manos te alabaré y daré gritos de alegría! ¡Eso me dejará más satisfecho que la comida más deliciosa! Me acuesto y me acuerdo de ti; durante toda la noche estás en mi pensamiento. ¡Tú eres quien me ayuda! ¡Soy feliz bajo tu protección!¡A ti me entrego por completo, porque tu gran poder es mi apoyo! ¡Destruye a los que quieren matarme! ¡Echalos en el hoyo más profundo! ¡Que los maten en la guerra! ¡Que se los coman los perros salvajes! Concédele al rey y al pueblo que te adora alabarte y alegrarse en ti, pero a los mentirosos tápales la boca!

Así pues, el ser humano debe suplicar a Dios que le guarde bajo su protección pues sólo Dios es misericordioso, amoroso y rico en justicia, El todo lo puede, y, aunque pase por un desierto,  lo más importante es bendecir a Dios.


Con Alta Estima

martes, 24 de septiembre de 2013

Eres mi fortaleza...

Sería grandioso, que el ser humano luche por su integridad todo el tiempo de su existencia, y si tiene la oportunidad de un cargo de Autoridad que sea desempeñado con justicia, que no juzgue a la ligera, que no se haga sordo a su conciencia, pero es necesario pedirle a Dios sabiduría y que pueda renovar su mente, que en su corazón no maquine iniquidades, que actúe de acuerdo a los principios de Dios. El Salmista dice “torcidos desde la matriz”, pues se  vuelven falsos, tienen mala voluntad y mala conciencia pues no quieren oírla.

Yo les pregunto, gobernantes, ¿de veras actúan con justicia? Y ustedes hombres mortales, ¡son justos en sus juicios’ ¡Al contrario! ¡Todo lo que piensan lleva malas intenciones! ¡Todo lo que hacen provoca violencia en el país! Los malvados ya son malos desde antes de nacer; desde que están en el vientre ya dicen mentiras. Son gente tan venenosa que hasta parecen víboras. Son venenosos como las cobras, que se hacen las sordas para no oír lo que dice el mago, el que hace encantamientos. Dios mío, ¡rómpele los dientes a esa gente! ¡rómpeles los colmillos a esos leones! ¡Haz que desaparezcan como agua entre los dedos! ¡Haz que lo pisoteen como a la hierba del camino!¡Haz que se derritan como si fueran de hielo! No los dejes venir al mundo! ¡Destrúyelos antes de nacer! Antes de que sepan lo que pasa, hazlos que ardan como espinos! ¡Haz que el viento los arrastre, aunque todavía estén con vida! Tu pueblo verá el castigo que vas a darles, y se pondrá muy contento de poder empaparse los pies en la sangre de esos malvados. Y dirán hombres y mujeres: ¡Vale la pena que seamos el pueblo de Dios! ¡Hay en este mundo un Dios que hace justicia!

Dios mío, sálvame de mis enemigos; protégeme de los que me atacan. Sálvame de esos malhechores; líbrame de esos asesinos. Dios mío, ¡mira a esa gente cruel, que se ha puesto en mi contra! Aunque no he hecho nada malo, sólo esperan el momento de matarme; aunque no he hecho nada malo, se apresuran a atacarme. ¡Despiértate ya! ¡Ven a ayudarme! ¡Miren cómo me encuentro! Tú eres el Dios  del universo, ¡eres el Dios de Israel!

¡Despiértate ya! ¡Castiga a todas las naciones! No les tengas lástima a esos malvados traidores!...Yo pongo en ti mi confianza, pues tú eres mi fortaleza. ¡Tú, Dios mío, eres mi  protector! ¡Tú, Dios mío, me amas, y saldrás a mi encuentro!¡Con tu ayuda veré derrocados a todos mis enemigos! Tú, Dios mío, eres nuestro protector; ¡sacúdelos con tu poder!¡Ponlos por el suelo! Pero no los mates, así mi pueblo no lo olvidará. Cada vez que abren la boca pecan con sus labios; pues déjalos que caigan en la trampa de su orgullo, por las maldiciones que lanzan, por las mentiras que dicen! Dios mío, ¡destrúyelos con tu enojo! ¡Destrúyelos por completo! ¡Que se sepa en Israel y en todo el mundo que tú eres quien gobierna!...

Yo, por mi parte, te alabaré en la mañana por tu poder y por tu amor. Tú eres el Dios que me protege; tú eres el Dios que me ama. Por eso te cantaré himnos, porque eres mi fortaleza, porque has sido mi refugio en momentos de angustia.

Sabes, es prioritario que el hombre cambie su manera de pensar y de actuar que lo haga con obediencia y así la humanidad reconocerá que hay un Dios Justo. También es necesario esperar en Dios pues sólo Dios te da contentamiento. 

Con Alta Estima,

lunes, 23 de septiembre de 2013

Ten compasión de mí...

Sabes, con la oración logras una estrecha relación con el Padre pero cada persona lo tiene que hacer con perseverancia, con fe en ella porque así siente que recibe consuelo, y así el ser humano deposita su confianza en Dios y pone su carga en él, y, Dios le ayudará a sostenerla.

Dios mío, no me des la espalda; presta oído a mi oración. ¡Atiéndeme! ¡Respóndeme! Estoy angustiado, y no encuentro paz. Me asusta oír los gritos de los malvados enemigos que me oprimen. No sólo se enojan conmigo; para colmo, me persiguen. Siento que el corazón se me sale del pecho; el miedo a la muerte  me domina. Estoy temblando de susto; ¡realmente estoy espantado! ¡Quisiera yo tener alas, y volar como paloma hasta un lugar tranquilo! Me iría muy lejos de aquí: ¡me iría a vivir al desierto! ¡Buscaría refugio, y me pondría a salvo de los que me atormentan! Dios mío, destruye sus planes; no los dejes ponerse de acuerdo. En la ciudad sólo veo sangre y violencia; dentro de sus murallas reinan día y noche, la intriga y la maldad; el engaño y la opresión dominan en todas sus calles. ¡Amigo mío, hasta tú me has ofendido! Tú, que eres igual que yo, tú que eres como mi hermano, y que ibas conmigo al templo. Si otro me hubiera insultado, lo podría soportar; si otro me hubiera humillado, podría esconderme de él. ¡Ojalá que a mis enemigos la muerte los tome por sorpresa!¡Ojalá que los entierren vivos, porque en ellos sólo hay maldad. Yo, por mi parte, voy a pedirle ayuda a Dios; ¡el habrá de salvarme! Mañana, tarde y noche, no dejaré de rogarle; ¡él habrá de escucharme! Mucha gente me ataca pero él me rescatará; me hará salir sano y salvo de la lucha que ahora libro. Dios, el rey eterno, humillará a mis enemigos. Son gente que nunca cambia ni sabe honrar a Dios; amenazan a sus amigos, y nunca cumplen sus promesas. Dentro de ellos sólo piensan en pelear. Sus palabras son amables y suaves como la mantequilla; ¡son más suaves que el aceite, pero más cortantes que un cuchillo!

Dios mío, ¡tú echarás a los malvados hasta el fondo de a tumba! ¡Esos asesinos mentirosos no vivirán ni la mitad de su vida! Mi amigo, te aconsejo que pongas en manos de Dios todo lo que te preocupa; ¡él te dará su apoyo! ¡Dios nunca deja fracasar a los que lo obedecen! ¡Por eso siempre confío en él!

Dios mío, ten compasión de mí, pues hay quienes me persiguen. A toda hora me atacan y me atormentan. Mis enemigos no dejan de atacarme ni de noche ni de día; ¡son ya demasiados los orgullosos que me atacan! Cuando siento miedo, confío en ti, mi Dios, y te alabo por tus promesas; Confío en ti, mi Dios, y ya no siento miedo. ¡Nadie podrá hacerme daño jamás! Siempre cambian mis palabras, y sólo piensan en perjudicarme. Se ponen a espiarme y hacen planes contra mí; ¡tantas ganas tienen de matarme que vigilan todos mis pasos! Dios mío, ¡enójate con mis enemigos y ponlos en vergüenza! ¡No los dejes escapar! Anota en tu libro todas las veces que he huido; tu bien sabes las veces que he llorado. Cuando yo te pida ayuda, mis enemigos saldrán huyendo. Yo estoy seguro, Dios mío, que cuento con tu apoyo. Confío en ti, mi Dios, y te alabo por tus promesas. Confío en ti, Señor, y te alabo por tus promesas. Confío en ti, mi Dios, y ya no siento miedo. ¡Nadie podrá hacerme daño jamás! Yo te prometo, Dios mío que te cumpliré mis promesas, y delante de tu altar te daré las gracias. Tú, mi Dios, me libraste de morir, para que nunca deje yo de andar en tu presencia que es la luz de la vida.

¡Ten compasión de mí, Dios mío! ¡Ten compasión de mí, porque en ti busco protección! ¡Quiero que me protejas bajo la sombra de tus alas hasta que pase el peligro! Dios altísimo, te llamo porque siempre me ayudas. Tiéndeme la mano desde el cielo, porque tu amor es constante. Tiéndeme la mano, Dios mío, y sálvame de mis enemigos. Estoy por el suelo, rodeado de leones; rodeado de hombres que parecen bestias. En vez de dientes, tienen lanzas y flechas; en vez de lengua, tienen una espada afilada. Pero tú, mi Dios, está por encima del cielo ¡eres tan grande que cubres toda la tierra! Esa gente me tendió una trampa para hacerme caer en ella. ¡Eso me puso muy triste! Querían que me cayera en ese hoyo, pero ellos fueron los que cayeron.

Dios mío, mi corazón está dispuesto a cantarte himnos. ¡Voy a depertarme! ¡Despertaré al arpa y a la lira! ¡Despertaré al nuevo día! Dios mío, yo te alabaré entre los pueblos, te cantaré himnos entre las naciones. Tan grande y constante es tu amor que llega hasta los cielos. Tú, mi Dios, sobrepasas los cielos; ¡eres tan grande que cubres toda la tierra!

Así pues, lo esencial es que el ser humano lleve una vida llena de la presencia de Dios para que sea luz a los demás, pues al estar firme en Dios está preparado para todo lo que venga.

Con Alta Estima,

sábado, 21 de septiembre de 2013

Lava todo mi ser...

Sabes, el Salmista acude a Dios buscando la infinita misericordia de Dios, pues el ser humano desde su nacimiento estaba inclinado al pecado, con una naturaleza contaminada pero lo esencial es que el hombre reconozca la verdad, que en su interior Dios te hace comprender la sabiduría necesaria para discernir y evitar las tentaciones, de manera que su corazón se vuelva recto ante Dios, para lo que debes pedirle a Dios que te purifique con hisopo y al ser purificado tenga una comunión con Dios pues ha sido arrancada la raíz del pecado, de la tristeza ya que el mismo Espíritu de Dios que golpea y hiere también cierra y sana las heridas. Asimismo, el rey David pudo ayudar a otros en el camino de Dios, enseñar al hombre a arrepentirse y darle a Dios un espíritu quebrantado que Dios acepta.

Dios mío, tú eres todo bondad, ten compasión de mí; tú eres muy compasivo, no tomes en cuenta mis pecados. ¡Quítame toda mi maldad! ¡Quítame todo mi pecado! Sé muy bien que soy pecador, y sé muy bien que he pecado. A ti, y sólo a ti te he ofendido; he hecho lo malo, en tu propia cara. Tienes toda la razón al declararme culpable; no puedo alegar que soy inocente. Tengo que admitir que soy malo de nacimiento y que desde antes de nacer ya era un pecador. Tú quieres que yo sea sincero; por eso me diste sabiduría. Quítame la mancha del pecado, y quedaré limpio. Lava todo mi ser, y quedaré más blanco que la nieve. Ya me hiciste sufrir mucho; ¡devuélveme la felicidad! No te fijes en mi maldad ni tomes en cuenta mis pecados.

Dios mío, no me dejes tener malos pensamientos; cambia todo mi ser. No me apartes de ti; ¡no me quites de tu santo espíritu! Dame tu ayuda y tu apoyo; enséñame a ser obediente, y así volveré a ser feliz. A los pecadores les diré que deben obedecerte y cambiar su manera de vivir. Señor y Dios mío, Dios de mi Salvación, líbrame de la muerte, y entre gritos de alegría te daré gracias por declararme inocente. Abre mis labios y te cantaré alabanzas. Yo con gusto te ofrecería animales para ser sacrificados, pero eso no es lo que quieres; eso no te complace. Para ti, la mejor ofrenda es la humildad. Tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente. Trata con bondad a Jerusalén; vuelve a levantar sus murallas. Entonces recibirás con gusto las ofrendas que mereces, y en tu altar se presentarán toros en tu honor.

Y tú, campeón de la maldad, ¿por qué andas siempre presumiendo de tu maldad? Tienes la lengua como navaja; no piensas más que en destruir y en hacerles daño a los demás. En vez de hacer lo bueno, prefieres hacer lo malo, en vez de decir sólo la verdad, prefieres decir mentiras. Tienes una lengua mentirosa, y te gusta herir con las palabras. ¡Pero Dios te hará pedazos! De una vez por todas te agarrará por el cuello y te echará de tu casa; ¡te arrancará por completo y te echará de este mundo! Cuando el pueblo de Dios vea esto quedará muy impresionado, y entre burlas te dirá; ¡Así acabarás, capeón de la violencia, pues no buscas refugio en Dios! ¡Y así acabarán los ricos, que sólo confían en las riquezas. Por lo que a mi toca, siempre pongo mi confianza en el gran amor de Dios; yo, en su presencia, cobro vida como árbol cargado de frutos. Dios mío, yo siempre te daré gracias por todo lo que has hecho; en ti pondré mi confianza porque tú eres bueno. ¡Ponlo por testigo al pueblo que te ama!

Los necios piensan: Dios no existe. Pero son gente corrompida, todo lo que hacen es detestable ¡ninguno de ellos hace lo bueno! Dios, desde el cielo, mira a hombres y mujeres; busca a alguien inteligente que lo reconozca como Dios. Pero no hay uno solo que no se haya corrompido; no hay uno solo que haga el bien. Ustedes, gente malvada, que allí están llenos de miedo, que jamás buscan a Dios, y que se hartan de comida a costillas de mi pueblo, deberían saber esto: Dios dispersará por todas partes los huesos de sus enemigos; ¡Dios los pondrá en vergüenza porque lo has rechazado! En cambio, el pueblo de Dios no tendrá por qué temer. ¡Como quisiera yo que Dios nos enviara desde Jerusalén a alguien que salve a nuestro pueblo! ¡Cuando Dios nos haga prosperar, todos en Israel estaremos felices.

Dios mío, ven a salvarme, ven a defenderme; haz uso de tu poder, ¡muestra quien eres! Dios mío, atiende mis palabras. Gente extraña y violenta  me ataca y me quiere matar. ¡Esa gente no quiere nada contigo! Tú, mi Dios y Señor, me das tu ayuda y tu apoyo; harás caer sobre mis enemigos el mal que quieren hacerme. 
Destrúyelos, Dios mío, pues tú eres fiel! Yo, con mucho gusto te presentaré una ofrenda y alabaré tu bondad, pues me dejaste ver la derrota de mis enemigos, y me libraste de todos mis problemas.   

Por lo que es importante esperar en Dios y mostrar una humilde dependencia de Dios y, recuerda que el hombre hace lo malo porque no tiene temor de Dios, pero El te libra de toda angustia.


Con Alta Estima,

¿A dónde mira tu corazón?...

Así pues, ningún ser humano  puede salvarse de la muerte de sí mismo, su confianza en Dios le ayudará a no tener temor de los que lo persigan. No obstante, cada persona debe tener cuidado donde pone su corazón, su mirada no debe estar en las riquezas  o en algo que se aferre y que deba dejar en este mundo, porque si fuera así sería difícil entrar al Reino de Dios.

¡Escúchenme ustedes, pueblos que habitan este mundo! Y ustedes, gente pobre y humilde; y ustedes, gente rica y poderosa, ¡préstenme atención! No sólo voy hablarles como habla la gente sabia, sino que expresaré mis ideas con la mayor inteligencia. Voy a decirles una adivinanza, y mientras toco el arpa les diré de qué se trata. ¿Por qué voy a tener miedo cuando lleguen los problemas? ¿Por qué voy a tener miedo cuando me ataquen mis enemigos? ¡No tengo por qué temerles a esos ricos orgullosos que confían en sus riquezas! Ninguno de ellos es capaz de salvar a otros; ninguno de ellos tiene comprada la vida. La vida tiene un precio muy alto: ¡ningún dinero la puede comprar! No hay quien viva para siempre y nunca llegue a morir. Mueren los sabios, y mueren los necios. ¡Eso no es nada nuevo! Al fin de cuentas, sus riquezas pasan a otras manos. Podrán haber tenido tierras, y haberlas puesto a su nombre, pero su hogar permanente será tan sólo la tumba; ¡de allí no saldrán jamás! Puede alguien ser muy rico, y no vivir para siempre; al fin le espera la muerte como a cualquier animal. Esto es lo que les espera a quienes confían en sí mismos; en esto acaban los orgullosos. Su destino final es el sepulcro; la muerte los va llevando como guía el pastor a sus ovejas. En cuanto bajen a la tumba, abandonarán sus antiguos dominios. El día de mañana los justos abrirán sus tumbas y esparcirán sus huesos. ¡Pero a mí, Dios me librará del poder de la muerte, y me llevará a vivir con él!
Tú no te fijes en los que se hacen ricos y llenan su casa con lujos, pues cuando se mueran no van a llevarse nada. Mientras estén con vida, tal vez se sientan contentos y haya quien los felicite por tener tanto dinero; pero al fin de cuentas no volverán a  ver la luz; morirán como murieron sus padres. Puede alguien ser muy rico, y jamás imaginarse que al fin le espera la muerte como a cualquier animal.

Nuestro Dios, el Dios Supremo, llama a los habitantes de la tierra desde donde sale el sol hasta donde se pone. Desde la ciudad de Jerusalén, desde la ciudad bella y perfecta. Dios deja ver su luz. ¡Ya viene nuestro Dios! Pero no viene en silencio: Delante de él viene un fuego que todo lo destruye; a su alrededor, ruge la tormenta. Para juzgar a su pueblo, Dios llama como testigos al cielo y a la tierra. Y declara: Que se pongan a mi lado los que me son fieles, los que han hecho un pacto conmigo y me ofrecieron un sacrificio. Y el cielo da a conocer que Dios mismo será el juez, y que su juicio será justo. Dios mismo declara: Israel, pueblo mío, escúchame, que quiero hablarte. ¡Yo soy tu único Dios y seré tu acusador! Yo no considero malo que me ofrezcas animales para sacrificarlos en mi altar; pero no necesito que me ofrezcas los terneros de tu establo, ni los cabritos de tus corrales, pues yo soy el dueño de los animales del bosque y del ganado de los cerros. Yo conozco muy bien a todas las aves del cielo, y siempre tomo en cuenta a los animales más pequeños.

Si yo tuviera hambre, no te pediría de comer, pues soy el dueño del mundo y de todo cuanto hay en él. ¿Acaso crees que me alimento con la carne de los toros, y que bebo sangre de carnero? ¡Yo soy el Dios Altísimo!¡Mejor tráeme ofrendas de gratitud y cúmpleme tus promesas! ¡Llámame cuando tengas problemas! Yo vendré a salvarte, y tú me darás alabanza. Al malvado, Dios le dice: Tú no tienes ningún derecho de andar repitiendo mis leyes, ni de hablar siquiera de mi pacto, pues no quieres que te corrija no tomas en cuenta mis palabras. Si ves a un ladrón, corres a felicitarlo; con gente infiel en su matrimonio haces gran amistad. Para hablar mal no tiene freno tu boca; para decir mentiras se te desata la lengua. A tu propio hermano lo ofendes, y siempre hablas  mal de él. A pesar de todo eso, he preferido callarme. Pero estás muy equivocado si crees que soy como tú. Ahora voy a reprenderte: voy a aclararte las cosas. Tú te olvidas de mí; si no quieres que te despedace, sigue estos consejos; de lo contrario, no habrá quien te salve. Si de veras quieres honrarme, tráeme ofrendas de gratitud. Si corriges tu conducta, yo te salvaré.

Sabes, lo esencial es que el hombre de gracias por el sacrificio de Jesucristo quien dio su vida para salvación de la humanidad, por quien hay redención y que no se logra con cosas corruptible, Dios merece la honra , El es tan grande y poderoso que no puedes añadir nada pues El es dueño de todo.

Con Alta Estima,

jueves, 19 de septiembre de 2013

Reconocer su grandeza...

Sabes, Dios es soberano, su poder es infinito, si el ser humano le obedece recibirá grandes bendiciones.

Nuestro Dios es como un castillo que nos brinda protección. Dios siempre nos ayuda cuando estamos en problemas. Aunque tiemble la tierra y se hundan las montañas hasta el fondo del mar; aunque se levanten grandes olas y sacudan los cerros con violencia, ¡no tendremos miedo! Un río alegra a los que viven en la ciudad de Dios; sus arroyos llenan de alegría el templo del Dios Altísimo. La ciudad de Dios jamás caerá porque Dios habita en ella; Dios mismo vendrá en su ayuda al comenzar el día. Cuando Dios deja oir su voz, se asustan las naciones, se tambalean los reinos y se estremece la tierra. Con nosotros está el Dios del universo; él es Dios de nuestro pueblo, ¡él es nuestro refugio!¡Vengan, vengan a ver las grandes maravillas que Dios ha hecho en toda la tierra! Hasta en los lugares más lejanos les puso fin a las guerras; destrozó arcos y lanzas, y echó al fuego los escudos. Y dijo: ¡Todas las naciones del mundo reconocen mi grandeza!¡Reconózcanme como su Dios y ya no se peleen! Con nosotros está el Dios del Universo; él es Dios de nuestro pueblo, ¡él es nuestro refugio!

¡Aplaudan felices, pueblos del mundo! ¡Alaben a Dios con alegría!¡El Dios Altísimo es el rey de toda la tierra y merece toda honra! El gran rey nos dio la victoria sobre pueblos y naciones. Dios nos ama, pues somos su pueblo. Por eso nos dio la tierra prometida;¡esa tierra es nuestro orgullo! Dios se ha sentado en su trono entre gritos de alegría y toques de trompeta. ¡Vamos a cantarle a nuestro rey!¡Cantémosle un himno hermoso, pues él reina en toda la tierra! Dios reina desde su templo sobre todas las naciones. Los jefes de las naciones y el pueblo del Dios de Abraham, se juntan para adorarlo, pues a Dios le pertenecen todos los pueblos del mundo.

Poderosos es nuestro Dios y merece nuestra alabanza. En el templo del monte Sión habita nuestro Dios y Rey. ¡Allí la tierra se alegra! ¡Allí la tierra lo adora! Dios protege nuestra ciudad; por él vivimos confiados. Algunos reyes se unieron para atacar la ciudad, pero cuando la vieron ya no supieron qué hacer; se asustaron por completo y se echaron a correr. Tú los llenaste de miedo. Como heridos de muerte, se retorcían de dolor. Tú los llenaste de miedo, parecían marineros en violenta tempestad. Eso ya lo sabíamos; en la ciudad de nuestro Dios lo hemos confirmado: el Dios del universo, hará que esta ciudad permanezca para siempre. Dios mío, Dios mío, en tu templo no ponemos a pensar en la grandeza de tu amor. Tu fama llega hasta el fin del mundo; por todas partes se habla bien de ti. ¡Tú gobiernas con justicia! En el monte Sión, y entre los pueblos de Judá tus justas decisiones son motivos de alegría. ¡Vengan a Jerusalén! ¡Den un paseo por ella y vean cuántas torres tiene! ¡Fíjense en sus murallas, y revisen sus fortalezas! Así podrán contárselo a los que todavía no han nacido. ¡Este es nuestro Dios! ¡Nuestro Dios es un Dios eterno que siempre guiará nuestra vida!

Sería bueno, que cada apersona glorifique a Dios por todas sus obras.


Con Alta Estima,

miércoles, 18 de septiembre de 2013

La vestidura...

Sabes, la obra de Dios es perfecta, todo es armónico. Dios ama a su pueblo y no se aparta del hombre si este no lo hace, pero el hombre que respeta su Pacto obedece su Palabra y la cumple, así como el Salmista hace ver que todas las adversidades que han pasado y no se han desviado del camino. Es necesario que el ser humano ponga su mirada en Dios, confiar en El con una fe firme,  pues Dios no duerme, El está presto al clamor de sus hijos, a escucharlos en todo momento y  rescatar al pecador por su gran misericordia.

Dios mío, nuestros padres nos han contado las grandes maravillas que tú hiciste en el pasado. Tú mismo echaste de su tierra a los otros pueblos; los destruiste por completo, y en lugar de ellos pusiste a nuestro propio pueblo, y lo hiciste prosperar. No fue con la espada como ellos conquistaron esta tierra; no fue la fuerza de su brazo lo que les dio la victoria. ¡Fue tu mano poderosa! ¡Fue la luz de tu presencia, porque tú los amabas! Tú eres mi Dios y mi rey; ¡tú nos diste la victoria! Por tu gran poder vencimos a nuestros enemigos; ¡destruimos a nuestros agresores! Yo no pondría mi confianza en mi arco y en mis flechas, ni pensaría que mi espada podría darme la victoria; ¡fuiste tú quien nos hizo vencer a nuestros enemigos!, ¡fuiste tú quien puso en vergüenza a nuestros adversarios! Dios nuestro, ¡siempre te alabaremos!, ¡siempre te daremos gracias! Pero ahora nos has rechazado, nos has hecho pasar vergüenza. Ya no marchas con nuestros ejércitos. Nos has hecho huir; ¡el enemigo nos ha quitado todo lo que teníamos!

Has dejado que nos devoren como si fuéramos ovejas; has dejado que nos dispersemos entre las otras naciones. Nos vendiste muy barato, ¿y qué ganaste con eso? Nos pusiste en ridículo delante de nuestros vecinos;  las naciones y los pueblos se burlan de nosotros; ¡somos el hazmerreír de todo  el mundo! Me muero de vergüenza, pues a todas horas me ofenden; ¡mis enemigos me gritan y buscan vengarse de mí! ¡Todo esto lo hemos sufrido a pesar de no haberte olvidado; ¡jamás hemos faltado a tu pacto; jamás te hemos sido infieles, ni te hemos desobedecido. Y a pesar de todo eso, nos has echado en lugares de miseria; nos has dejado en profunda oscuridad! Si te hubiéramos olvidado, o hubiéramos adorado a dioses de otros pueblos, tú te habrías dado cuenta, pues sabes lo que pensamos…¡Despierta ya, Dios mío! ¿por qué sigues durmiendo? ¡Entra ya en acción!¡No nos sigas rechazando!...¡Ven ya en nuestra ayuda! ¡Sálvanos por tu gran amor!

Me nace del corazón decir palabras bonitas. ¡Cómo quisiera tener la inspiración de un poeta, y escribirle versos a Su Majestad! El rey es el hombre más hermoso y sabe hablar con elegancia. Bien puede verse que Dios siempre lo bendice. ¡Su Majestad es valiente y cabalga con gran elegancia, llevando la espada en la cintura! Sale a luchar por la verdad, sale a luchar por la justicia. Con el poder de su brazo realiza grande hazañas y sale victorioso. Traspasa con sus flechas el corazón de sus enemigos; ¡al paso de Su Majestad se rinden las naciones! Su Majestad, su reinado, como el de Dios, durará para siempre y usará su poder a favor de la justicia. Su Majestad se complace en lo bueno, y rechaza la injusticia. Dios lo hizo su rey favorito, ¡el rey más feliz de la tierra! De sus vestidos brota el aroma de finísimos perfumes. Desde los palacios de marfil se oye música de arpas que lo llenan de alegría.

Las más bellas princesas son las damas de su corte; sentada a su mano derecha está la futura reina, vestida con telas finas de oro. Escúchame, princesa; préstame atención: Ya no pienses en tu pueblo, ya no llores por tus padres. Su Majestad te desea; tu hermosura lo cautiva. Harás todo lo que te pida, pues pronto será tu esposo. Los príncipes de Tiro te llenarán de regalos; la gente más importante buscará quedar bien contigo. La princesa está en su alcoba; sus finos vestidos de oro, resaltan con hermosura. Vestida de finos bordados y acompañada  de sus damas, se presenta ante el rey entre gritos de alegría. Su Majestad, sus hijos serán príncipes, y al igual que sus abuelos, dominarán toda la tierra. Yo, con mis versos, haré que su Majestad sea recordado siempre en todas las naciones.

Por lo que puedes darte cuenta que es necesario Alabar y dar gloria a Dios. y ¿qué crees? el amor a Dios debe ocupar el primer lugar en la vida de cada persona, él debe morar en su ser interior, pero es esencial que la vestidura del ser humano sea como oro, que sus palabras y sus hechos hablen bien  ante los demás.


Con Alta Estima,

martes, 17 de septiembre de 2013

Busco estar cerca de ti...

Ahora puedes ver que Dios sabe bien todo lo que hace, la integridad humana sólo es alcanzada si el hombre se apega a la Palabra de Dios, la obedece y cumple sus enseñanzas, pues sólo asido de su mano El no te dejará caer, pero es esencial tu confianza en Dios ya que bajo la fuerza humana si caes es difícil levantarse.

Dios bendice a los que cuidan de los pobres, y los pondrá a salvo cuando vengan las dificultades. Los cuidará y les dará vida, les hará vivir felices en la tierra prometida y no dejará que sus enemigos les hagan ningún daño. Cuando se enfermen, Dios les dará fuerzas y les devolverá la salud. Yo le he pedido a Dios: Tenme compasión; devuélveme la salud, pues he pecado contra ti. Mis enemigos desean mi mal, y hasta dicen: Ya quisiéramos verlo muerto, para que todos lo olviden! Cuando vienen a visitarme sólo me traen chismes; y cuando se van salen hablando de mí. Mis enemigos se juntan con la idea de perjudicarme; con las peores intenciones hablan mal de mí. Está en cama, y no volverá a levantarse ¡Un demonio lo ha atacado! Hasta mi mejor amigo, en quien yo más confiaba, y con quien compartía mi pan, se ha puesto en contra mía. Pero tú Dios, compadécete de mí; ¡devuélveme la salud, y les daré su merecido! Yo estaré seguro de haberte complacido cuando mis enemigos se den cuenta que he salido victorioso.

Tú siempre me sostendrás y me mantendrás en tu presencia, porque soy inocente. ¡Bendito sea el Dios de Israel, ayer, hoy y siempre! ¡Así sea!

Así como un venado sediento desea el agua de un arroyo, así también yo, Dios mío, busco estar cerca de ti. Tú eres el Dios de la vida, y anhelo estar contigo. Quiero ir a tu templo y cara a cara adorarte sólo a ti. Día y noche me he bebido mis lágrimas; mis enemigos no dejan de decirme: ¡Ahora sí, tú Dios te abandonó! Cuando me acuerdo de esto, me invade el sufrimiento; recuerdo cuando iba camino hasta tu templo guiando multitudes; recuerdo las grandes fiestas, y los gritos de alegría cuando tu pueblo te alababa. ¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi Salvador!¡Sólo a él alabaré!.

Me siento muy angustiado, y por eso pienso en ti. Las olas de tristeza que has mandado sobre mí, son como un mar agitado; son como violentas cascadas que descienden de los cerros, de los montes Hermón y Mizar, y se estrellan en el río Jordán. Te ruego, Dios de mi vida, que de día me muestres tu amor, y que por la noche tu canto me acompañe. Tú eres mi protección, ¿por qué te olvidaste de mí? ¿por qué debo andar triste y perseguido por mis enemigos? Sus burlas me hieren profundamente, pues no dejan de decirme: ¡Ahora sí, tú Dios te abandonó! ¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Sólo a él alabaré!

Dios mío, tú sabes que soy inocente, defiéndeme de los que no te aman, pues sólo mienten y hacen lo malo. Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazaste? ¿Por qué debo andar triste y perseguido por mis enemigos? Que tu verdad sea nuestra luz y nos guíe hasta tu templo, el lugar donde tú vives. Así me presentaré ante tu altar, y allí te alabaré con música de arpas, pues tú eres mi Dios, ¡tú me llenas de alegría! ¡No hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi Salvador! ¡Sólo a él alabaré!

Sabes, es importante que el hombre alabe a Dios donde quiera que se encuentre para que mantenga una comunión con El y sólo así hallará el descanso en Dios.


Con Alta Estima,

lunes, 16 de septiembre de 2013

La vida es pasajera...

Sabes, el pecado impide al hombre que avance, por lo que es necesario que el hombre reconozca y se arrepienta y pedirle a Dios su presencia para que se aparte de hacer lo malo. Es conveniente que cada persona se prepare pues la vida es corta, y aprender a ser como el Salmista, a depender de Dios, pues las cosas de este mundo no te dan satisfacción, sólo la Palabra de Dios te llena de vida.

Dios mío, si estás enojado, no me reprendas;  si está furioso no me castigues. Me has herido con tu enojo, has descargado tu mano sobre mí. Tan grande ha sido tu disgusto que nada sano tengo en el cuerpo; tan grande ha sido mi pecado que no tengo paz en los huesos. Ya no aguanto mi maldad; ¡no soporto carga tan pesada!... Dios mío, pongo ante ti mis más grandes deseos; ¡no te los puedo esconder! Mi corazón late con ansias, las fuerzas me abandonan, la vista me nubla… Mi Señor y Dios, yo en ti confío; tú serás quien les responda. Sólo una cosa te pido: si acaso llego a caer, no les concedas el gusto de burlarse de mí. Casi me doy por vencido; este dolor no me deja en paz. Debo reconocer mi maldad me llena de angustia haber pecado. Mis enemigos son poderosos, son muchos y me odian sin razón. Yo lo traté bien, y ahora ellos me tratan mal; procuré su bienestar, y ahora ellos me atacan. Mi Señor y Dios, ¡tú eres mi salvador! No me abandones; no te alejes de mí, ¡ven pronto en mi ayuda!

Yo me había propuesto cuidar mi conducta y no pecar con mis palabras, y hasta taparme la boca en presencia de gente malvada. Así que guardé silencio y no dije una sola palabra. Por eso no me ayudó en nada, pues mi angustia era mayor: ¡el corazón me ardía en el pecho! Mientras más pensaba en esto, más frustrado me sentía; al fin abrí la boca y dije: Dios mío, hazme saber cuál será mi fin, y cuánto tiempo me queda de vida; hazme saber cuán corta es mi vida Me has dado una vida muy breve, ¡tan breve que no es nada para ti! Nuestra vida es pasajera; de nada nos sirve amontonar riquezas si al fin y al cabo otros se quedarán con ellas… Dios mío, oye mi oración, escucha mi queja, no desatiendas mi llanto. Para ti soy un peregrino; estoy de paso por esta vida, como mis antepasados. Ya no me mires así, y antes de abandonar este mundo dame un poco de alegría.

Toda mi esperanza la tengo puesta en Dios, pues aceptó atender mis ruegos. Mi vida corría peligro y él me libró de la muerte; me puso sobre una roca, me puso en lugar seguro. Me enseñó un nuevo himno para cantarle alabanzas. Muchos, al ver esto, se sintieron conmovidos y confiaron en mi Dios. Dios bendice a los que en él confían, a los que rechazan a los orgullosos que adoran dioses falsos. Mi Señor y Dios, me faltan palabras para contar los muchos planes y maravillas que has hecho en nuestro favor. Quisiera mencionarlos todos, pero me resulta imposible. Tú no pides sacrificios a cambio de tu perdón; tan sólo nos pides obediencia… Dios mío, cumplir tu voluntad es mi más grande alegría; ¡tus enseñanzas las llevo muy dentro de mí! Dios mío, tú bien sabes que no he guardado silencio. Siempre he dicho que eres justo. A todo el mundo le he dicho que tú eres fiel y salvas. No le he ocultado a tu pueblo tu gran fidelidad. Y tú, Dios mío, no me dejes sin tus cuidados;  por tu gran fidelidad, nunca dejes de protegerme. Son tantas mis maldades que no las puedo contar; me dominan, me tienen acorralado, ya no puedo ver, ya no me quedan fuerzas. ¡Tengo más pecados que pelos en la cabeza!

Dios mío, ¡líbrame, por favor!, ¡Ven pronto en mi ayuda! Confunde y avergüenza a todos los que quieren matarme; haz que huyan derrotados todos los que desean mi mal; derrota y avergüenza a los que se burlan de mí. Pero deja que se alegren los que en tu templo te adoran; que digan siempre los que aman tu salvación: ¡Nuestro Dios es poderoso! Y a mí, Señor y Dios, ¡no me olvides, pues estoy pobre e indefenso! No te tardes, pues tú eres quien me ayuda;  ¡tú eres mi libertador!

Sería grandioso, que cada día el ser humano aprenda a confiar y esperar en Dios.


Con Alta Estima,

sábado, 14 de septiembre de 2013

Vivir honradamente...

Lo importante, es que el ser humano apele a la soberanía de Dios pues El todo lo ve, su poder es infinito, pero es esencial  pedir en oración que venga en tu protección para que no te apartes del camino correcto, pues el pecador desafía a Dios y practica el mal y no le desagrada  que lo hagan otros, así el salmista ve con pena tanta maldad y ve hacia arriba con gozo y consuelo de ver las maravillas del Creador y su bondad,  que aguanta a cuantos le provocan con sus maldades, pero que como humano no lo entiendes por tener una mente finita. Por lo que es fundamental que cada persona desarrolle una  fe firme, que sea clara como un cristal para que la luz de Dios se vea reflejada  y te ilumine a través de su Palabra que es  verdad. Sería bueno, encomiendes al Dios Altísimo tu camino para que sigas avanzando y creciendo espiritualmente.

Dios mío, ataca a los que me atacan, combate a los que me combaten. Prepárate para la lucha y ven en mi ayuda. ¡Preséntales batalla a los que me persiguen! ¡Prométeme que me salvarás! Pon en completa vergüenza a los que quieren matarme, haz que huyan avergonzados los que buscan mi mal. ¡Que el viento los arrastre como si fueran paja! ¡Que tu ángel los persiga! ¡Que se tropiecen y resbalen en los caminos por donde andan! ¡Que tu ángel los persiga! No tenían ningún motivo para tenderme una trampa. ¡Pues que les venga el desastre antes de que se den cuenta! ¡Que caigan en la trampa que quisieron tenderme! Yo me quedaré muy contento con que tú me libres de ellos, y diré con todas mis fuerzas ¡No hay otro Dios como tú! Tú, Dios nuestro, libras a los pobres e indefensos del poder de quienes los maltratan.

Unos testigos malvados se levantan para acusarme, ¡pero yo no sé nada de lo que me preguntan! Lo que más me duele es que yo los traté bien y ahora ellos me tratan mal. Cuando se enfermaban, yo me afligía por ellos. Tan grande era mi tristeza qué no comía ni me arreglaba. Más bien, le pedía a Dios que el enfermo fuera yo. Andaba yo muy triste y con la cabeza inclinada, como si hubiera muerto mi madre, mi hermano o mi amigo. Pero cuando me vieron caído, esos testigos lo festejaron. Como si fueran unos extraños a los que yo no conociera, se pusieron en mi contra y hablaron mal de mí; ¡sus ojos reflejaban odio! Dios mío, ¿no piensas hacer nada? ¡Esos malvados me quieren destruir! ¡Sálvame la vida, que es lo único que tengo! Así te alabaré y te daré gracias delante de todo tu pueblo, tu pueblo fuerte y numeroso…

Mi Señor y Dios, ¡tú me conoces mejor que ellos! ¡no te alejes de mí, ni te niegues a escucharme!¡Despierta y defiéndeme! ¡Levántate y hazme justicia! Tú eres un Dios justo: defiéndeme como sabes hacerlo. ¡No dejes que se burlen de mí! No les permitas que digan: ¡Se cumplió nuestro deseo!¡Hemos acabado con él! Pon en completa vergüenza a todos los que festejan mi mal, cubre de vergüenza y deshonra a los que me creen poca cosa, pero haz que griten de alegría los que desean mi bien. Permíteles que siempre digan; ¡Dios es muy grande! ¡Busca el bien de quien le sirve! Yo, por mi parte, siempre te alabaré y diré que eres un Dios de bondad.

El pecador sólo piensa en cómo hacer lo malo, no ve ninguna razón para respetar a Dios. Se cree digno de alabanza, y no reconoce su maldad. Cuando habla, miente y ofende; jamás piensa en hacer el bien. Aun cuando está acostado, sólo piensa en hacer lo malo; no deja su mal camino ni se aparta de la maldad. Dios mío, tu amor es tan grande que llega hasta el cielo; tan grande es tu bondad que llega hasta las nubes. Tus decisiones son justas, son firmes como las montañas y profundas como el mar. ¡Hombres y animales están bajo tu cuidado! Dios mío, ¡tu amor es incomparable! Bajo tu sombra protectora todos hallamos refugio. 

Con la abundancia de tu casa nos dejas satisfechos; en tu río de bendiciones apagas nuestra sed. Sólo en ti se encuentra la fuente de la vida, y sólo en tu presencia podemos ver la luz. ¡Bendice con tu amor a todos los que aman! ¡Salva con tu justicia a los que son sinceros! ¡No dejes que los orgullosos me pongan el pie encima! ¡No permitas que los malvados hagan conmigo lo que quieran! Fíjense en los malvados; ¡han rodado por los suelos, y no volverán a levantarse!

No te enojes por causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues son como la hierba que al cortarla pronto se seca. Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios. Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y el actuará en tu favor; así todos verán con claridad que tú eres justo y recto.

Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados. No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes hacer. Los malvados serán destruidos, pero los que esperan en Dios recibirán la tierra prometida. Dentro de poco no habrá malvados; podrás buscar y rebuscar, pero no encontrarás uno solo. En cambio, la gente humilde recibirá la tierra prometida y disfrutará de mucha paz. Los malvados, en su enojo, miran con rabia a los buenos y buscan hacerles mal, pero Dios se burla de ellos, pues sabe que pronto serán destruidos… Más vale un pobre honrado que muchos ricos malvados. Dios pondrá fin al poder de los malvados, pero apoyará a los que son honrados. Dios conoce la conducta a los que viven honradamente, la tierra prometida será de ellos para siempre. Cuando lleguen los días malos no pasarán vergüenzas; cuando otros no tengan comida, a ellos les sobrará.

Los malvados serán destruidos; ¡se desvanecerán como humo! Los enemigos de Dios se marchitarán como si fueran flores silvestres. Los malvados piden prestado y nunca pagan sus deudas, pero los justos prestan y dan con generosidad. Los que Dios ha bendecido vivirán en la tierra prometida, pero los que él ha maldecido serán eliminados. Cuando a Dios le agrada la conducta de un hombre, le ayuda a mantenerse firme. Tal vez tenga tropiezos, pero no llegará a fracasar porque Dios le dará su apoyo. Ni antes cuando era joven, ni ahora que ya soy viejo, he visto jamás gente honrada viviendo en la miseria, ni tampoco que sus hijos anden pidiendo pan. Cuando la gente honrada regala algo, siempre lo hace con generosidad; sus hijos son una bendición.

Así que aléjate de la maldad y haz siempre lo bueno, así te quedarás para siempre en la tierra prometida. Dios ama la justicia y jamás abandonará a su pueblo. ¡Siempre lo protegerá! Los suyos vivirán para siempre en la tierra prometida, pero los malvados y sus hijos serán destruidos por completo. Cuando los buenos hablan, lo hacen siempre con sabiduría, y siempre dicen lo que es justo. Siempre tienen presentes las enseñanzas de su Dios; por eso jamás tienen tropiezos. Los malvados espían a los buenos para matarlos cuando menos lo esperan, pero Dios no permite que caigan en sus manos; y si los llevan a juicio, no permite que los condenen. Pero tú, confía en Dios y cumple su voluntad. El te pondrá muy en alto y te dará la tierra prometida. ¡Ya verás con tus propios ojos cuando los malvados sean destruidos! A mí me ha tocado ver a gente malvada y grosera, que se extiende por todos lados como si fuera un árbol frondoso. Pero esa gente pronto pasa; en un instante deja de existir; cuando la buscas, ya no la encuentras. Fíjate bien en la gente honrada, observa a los que hacen lo bueno; para esta gente de paz hay un futuro brillante, pero los pecadores serán todos destruidos; ¡el único futuro de los malvados es su total destrucción! Dios salva a los buenos. Cuando llegan los días malos, Dios es su único refugio. Dios les brinda su ayuda y los salva de los malvados; les da victoria porque en él confían.

Que tu conducta sea agradable a Dios pues El te ayudará a mantenerte firme. Cree en las promesas de Dios y El te concederá los deseos de tu corazón que sean para tu bien.


Con Alta Estima

viernes, 13 de septiembre de 2013

Cómo debes portarte...

Sabes, la justicia de Dios cubre el pecado del ser humano pues Dios perdona a la persona que se arrepiente verdaderamente y  toma la decisión voluntaria de seguir la dirección de Dios, pues Dios es su fuerza y su apoyo en toda situación  ya que al depositar tu confianza El fortalecerá tu corazón.

Dios de Israel, tú eres un Dios justo; no me dejes pasar vergüenza. ¡Sálvame, pues confío en ti! Préstame atención, ven pronto a socorrerme. Protégeme como una enorme roca, rodéame como una alta muralla, ¡Tú eres la roca que me protege! ¡Tú eres la muralla que me salva! Guíame y dirígeme, pues así lo prometiste. No me dejes caer en la trampa que me han puesto mis enemigos; ¡tú eres mi protector! Tú eres un Dios fiel. ¡Sálvame! ¡Mi vida está en tus manos!

Odio a los que adoran ídolos, pues estos no sirven para nada; ¡pero yo en ti confío! Tu bondad me llena de alegría, pues me viste sufrir y me cuidaste, me libraste de mis enemigos, y me diste libertad. Dios mío tenme compasión, pues estoy muy angustiado, siento dolor en todo el cuerpo y mis ojos ya no aguantan más. Toda mi vida he sufrido, toda mi vida he llorado; mi maldad me debilita, mis huesos no me sostienen. Amigos y enemigos me ven como poca cosa; al verme en la calle se espantan y huyen de mí. Me tienen olvidado, como si ya me hubiera muerto; ¡parezco un vaso hecho pedazos! Mucha gente habla mal de mí, y hasta mí llegan sus chismes de que parezco un fantasma. Todos se han puesto en mi contra, y hasta quieren matarme.
¡Pero tú eres mi Dios! ¡En ti he puesto mi confianza! Mi vida está en tus  manos; ¡sálvame de mis enemigos!¡sálvame de los que me persiguen! Yo estoy a tu servicio: ¡muéstrame tu buena voluntad! ¡por tu gran amor, sálvame! Dios mío, mira que te estoy llamando; no me dejes pasar vergüenza. ¡Que pasen vergüenza los malvados!… Tú eres muy bondadoso con la gente que te honra; a la vista de todo el mundo derramas tu bondad sobre los que en ti confían. Tu presencia los pone a salvo de los planes malvados; tú los proteges de la maldad como protege la gallina a sus pollitos.

¡Bendito seas, ¡Dios mío! Cuando yo estuve en problemas me mostraste tu gran amor. Estaba yo tan confundido que hasta llegué a pensar que no querías ni verme. Pero a gritos pedí tu ayuda y tú escuchaste mis ruegos. Ustedes, los que aman a Dios, ¡demuéstrenle su amor! Nuestro Dios protege a los que merecen su confianza, pero a los orgullosos les da su merecido. Todos ustedes, los que confían en Dios, ¡anímense y sean valientes!

Dios mío, tu perdón nos llega a todos como una bendición; tu perdón honra nuestros pecados y rebeldías. Tú bendices y declaras inocentes, a los no actúan con malicia. Mientras no te confesé mi pecado, las fuerzas se me fueron acabando de tanto llorar. Me castigaba día y noche, y fui perdiendo fuerzas, como una flor que se marchita bajo el calor del sol. Pero te confesé mi pecado y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido rebelde contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste. Por eso los que te amamos oramos a ti en momentos de angustia. Cuando vengan los problemas, no nos podrán alcanzar. Tú eres mi refugio; tú me libras del peligro, por eso, con voz fuerte, canto y festejo mi liberación. Tú me dijiste: yo te voy a instruir; te voy a enseñar cómo debes portarte. Voy a darte buenos consejos y a cuidar siempre de ti… A los malvados les esperan muchos sufrimientos, pero a los que confían en ti los cubres con tu gran amor. Ustedes, pueblo de Dios, ¡alábenlo y hagan fiesta! Y ustedes, los de corazón sincero, ¡canten a Dios con alegría!

Ustedes, pueblo de Dios, ¡canten a Dios con alegría! En labios de gente sincera, suenan bien las alabanzas. ¡Alaben a Dios con himnos y con música de arpas! ¡Alábenlo con buena música! Cántenle canciones nunca antes escuchadas, y lancen gritos en su honor. Dios es digno de confianza; Dios ama lo que es justo y recto. Por todas partes se pueden ver sus grandes actos de bondad. Con su sola palabra Dios hizo los cielos, el sol, la luna y las estrellas, y juntó en un solo lugar el agua de todos los mares.
Habitantes de toda la tierra, ¡honren a Dios! Habitantes del mundo entero, ¡muéstrenle reverencia! El creó todo lo que existe por medio de su palabra. Bastó una orden suya para que todo quedara firme. Dios no deja que las naciones lleven a cabo sus planes; Dios no deja que los pueblos realicen sus planes malvados. Pero Dios cumple sus propios planes y realiza sus propósitos. ¡Dios mío, tú bendices al pueblo que te reconoce como Dios! ¡Tú bendices a la nación que te acepta como dueño! Desde tu trono en el cielo te fijas en toda la gente; desde tu trono vigilas a todos los habitantes del mundo. Tú creaste la mente humana y sabes bien lo que todos hacen. No hay rey que se salve por tener muchos soldados, ni hay valiente que se libre por tener mucha fuerza,…Pero tú cuidas siempre de quienes te respetan y confían en tu amor. En tiempo de escasez, no los dejas morir de hambre. Tú nos das tu ayuda, nos proteges como escudo. Por eso confiamos en ti. Nuestro corazón se alegra porque en ti confiamos. Dios nuestro, ¡que nunca nos falte tu amor, pues eso esperamos de ti!

Dios mío, ¡yo estoy muy orgulloso de ti! ¡Todo el tiempo te bendeciré! ¡Mis labios siempre te alabarán! Ustedes, los humildes, ¡oigan esto y alégrense conmigo! ¡Unánse a mí, y juntos alabemos la grandeza de Dios! Le pedía a Dios que me ayudara, y su respuesta fue positiva; ¡me libró del miedo que tenía! Los que a él acuden se llenan de alegría y jamás pasan vergüenzas. Yo, que nada valgo, llamé a Dios, y él me oyó, y me salvó de todas mis angustias. Dios envía a su ángel para que salve del peligro a todos los que lo honran. Dios bendice a los que en él confían. Ustedes, pueblo de Dios, vengan y prueben su bondad; verán que a quienes lo adoran nunca les falta nada. Los ricos pasarán hambre, pero a lo que confían en Dios nunca les faltará nada bueno.

Vengan conmigo, queridos niños; ¡préstenme atención! Voy a enseñarles a honrar a Dios. Si quieren gozar de la vida y vivir una vida feliz, dejen de hablar mal de otros y de andar diciendo mentiras; aléjense del mal y hagan lo bueno, y procuren vivir siempre en paz. Dios siempre cuida a los suyos y escucha sus oraciones, pero a los que hacen lo malo les vuelve la espalda y borra de este mundo su recuerdo. Dios escucha a los suyos y los libra de su angustia. Dios siempre está cerca para salvar a los que no tienen ni ánimo ni esperanza. Los que son de Dios podrán tener muchos problemas, pero él los ayuda a vencerlos. Dios cuida de ellos y no sufrirán daño alguno. Los malvados tendrán que sufrir las consecuencias de su maldad, pues Dios habrá de castigar a los que odian a su pueblo. Dios siempre salva a los suyos; los que confían en él no sufrirán ningún castigo.

Sería grandioso, que cada persona se animes a amar a Dios cada día más, y que en el espíritu de hombre no haya engaño, sino sinceridad para que logre una auténtica paz en su conciencia pues Dios con su gran misericordia le consuela.Y cuando quieras alabar a Dios, hacerlo bien y con júbilo, con un corazón humilde, pues es esencial que el hombre busque a Dios y así no le hará falta ningún bien.


Con Alta Estima,

jueves, 12 de septiembre de 2013

No puedes quedarte callado...

Sería importante que el ser humano aprendiera a ser sincero pues Dios conoce su pensamiento y su corazón, El sabe realmente si su conducta está apegada a las normas que enseñan la Palabra de Dios, que es la verdad, aunque lo esencial es la obediencia y ser diligente de manera que el hombre evite las malas compañías y no se aparte de sus enseñanzas, que dependa de Dios, que espere en El teniendo esperanza de no claudicar ante las adversidades de este mundo tan cambiante.

Dios mío, declárame inocente, pues vivo una vida honrada y en ti confío ciegamente. Dime si te agrada lo que pienso y lo que siento. Yo siempre recuerdo tu amor y por eso te soy fiel. No me junto con gente tramposa ni ando con gente mala y perversa. ¡No soporto cerca de mí a la gente que no es sincera! Dios mío, yo no he hecho nada malo; por eso me acerco a tu altar para cantarte a voz en cuello mis himnos de alabanza y hablar de tus grandes hechos. Dios mío, yo amo el templo donde vives, donde se hace presente tu grandeza. No me dejes morir entre gente pecadora; no me quites la vida junto con gente asesina, gente que tiene en sus manos el dinero que ha ganado con engaños. Dios mío, yo quiero seguir siendo honrado; ten compasión de mí, y sálvame. Así me mantendré fiel a ti, y con todo tu pueblo te alabaré.

Dios mío, tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién voy a tener miedo? Tú eres quien protege mi vida; ¡nadie me infunde temor! Cuando mis malvados enemigos me atacan y amenazan con destruirme, son ellos los que tropiezan, son ellos los que caen. Me puede atacar un ejército, pero yo no siento miedo;  me pueden hacer la guerra, pero yo mantengo la calma. Dios mío, sólo una cosa te pido, sólo una cosa deseo: déjame vivir en tu templo todos los días de mi vida, para contemplar tu hermosura y buscarte en oración. Cuando vengan tiempos difíciles, tú me darás protección: me esconderás en tu templo, que es el lugar más seguro. Tú me darás la victoria sobre mis enemigos; yo, por mi parte, cantaré himnos en tu honor, y ofreceré en tu templo sacrificios de gratitud. Dios mí, te estoy llamando: ¡escúchame! Ten compasión de mí: ¡respóndeme! Una voz interna me dice: ¡Busca a Dios! Por eso te busco, Dios mío. Yo estoy a tu servicio. No te escondas de mí. No me rechaces. ¡Tú eres mi ayuda!

Dios mío, no me dejes solo; no me abandones; ¡tú eres mi salvador! Mis padres podrán abandonarme , pero tú me adoptarás como hijo. Dios mío, por causa de mis enemigos dime cómo quieres que viva y llévame por el buen camino. No dejes que mis enemigos hagan conmigo lo que quieran. Falsos testigos se levantan, me acusan y me amenazan. ¡Pero yo sé que viviré para disfrutar de tu bondad junto con todo tu pueblo! Por eso me armo de valor, y me digo a mi mismo: Pon tu confianza en Dios. ¡Sí, pon tu confianza en él!

Dios mío, yo te llamo, no cierres tus oídos, porque tú eres quien me protege. Si no me respondes, de seguro moriré. Atiende mis ruegos cuando te tienda los brazos para pedirte ayuda. No me castigues junto con los malhechores, porque hablan con los demás y les desean lo mejor, pero en su pensamiento quisieran matarlos. ¡Págales con la misma moneda! ¡Dales su merecido! Sus acciones han sido malas; ¡devuélveles mal por mal, pues no toman en cuenta todo lo que has hecho! Por eso, ¡destrúyelos por completo! ¡qué no vuelvan a levantarse!

Bendito seas, Dios mío, por atender a mis ruegos! Tú eres mi fuerza; me proteges como un escudo. En ti confío  de corazón, pues de ti recibo ayuda.  El corazón se me llena de alegría, por eso te alabo en mis cantos. Tú, Dios mío, eres la fuerza de tu pueblo;  danos la victoria, pues somos tu pueblo elegido. ¡Sálvanos y bendícenos! ¡Llévanos en tus brazos, pues tú eres nuestro pastor!

Ustedes, que en el cielo están al servicio de Dios, denle la honra que merece, reconozcan su poder y adórenlo en su hermoso templo. La voz de nuestro Dios, Dios de la gloria, retumba como el trueno sobre los grandes océanos. La voz de nuestro Dios retumba con fuerza; la voz de nuestro Dios retumba con poder. La voz de nuestro Dios derriba los cedros; nuestro Dios derriba los cedros del Líbano…La voz de Dios retuerce los robles y deja sin árboles los bosques. Nuestro Dios es el rey de las lluvias; él se siente en su trono para reinar por siempre. En su templo todos lo alaban, y desde allí le pedimos que nos llene de fuerzas y nos bendiga con su paz.

Dios mío, yo alabo tu grandeza porque me salvaste del peligro, porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí. Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y me sanaste; ¡me salvaste de la muerte! Estaba a punto de morir ¡y me libraste de la tumba! Ustedes, los que aman a Dios, alábenlo y cántenle himnos. Cuando Dios se enoja, el enojo pronto se le pasa; pero cuando ama, su amor dura toda la vida. Tal vez lloremos por la noche, pero en la mañana estaremos felices. Yo vivía tan tranquilo que hasta llegué a pensar que jamás fracasaría. Tú, mi Dios, en tu bondad, me habías puesto en lugar seguro, pero me diste la espalda y me quedé lleno de espanto. Dios mío, te estoy llamando; escucha mis ruegos. ¡Nada ganas con mi muerte! ¡Nada ganas con verme en la tumba! ¡Los muertos no pueden alabarte ni hablar de tu verdad! Mi Señor y Dios, ¡escúchame y tenme compasión! ¡No me niegues tu ayuda! Tú cambiaste mi tristeza y la convertiste en baile. Me quitaste la ropa de luto y me pusiste ropa de fiesta, para que te cante himnos y alabe tu poder. Mi Señor y Dios, no puedo quedarme callado, por eso siempre de alabaré.

Como puedes ver, Dios es bondadoso y es infinita su misericordia, por eso el ser humano no puede quedarse callado, debe mostrar gratitud y alabar a Dios en todo momento, poniendo en alto su nombre pues sólo El es Soberano.


Con Alta Estima,

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Eres mi fuerza...

Sabes, Dios siempre es el mismo, Dios es gobernador futuro de las naciones y a cada persona le da libertad pues al pedir perdón a Dios por tus pecados de la juventud y aún de la madurez, El te perdona y no se vuelve acordar como el ser humano, Dios te redime. Lo importante, es poner tu confianza en Dios, y así lo que tú pidas te lo dará en su debido tiempo. Para Dios el camino del deber, es el camino verdadero pero no debes apartarte de hacer lo bueno sino más bien que El te guíe, pues Dios es el Pastor y con su infinita bondad  nunca te hará falta nada y te conducirá hasta  llegar a la tierra prometida.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡Tan lejos te mantienes que no vienes en mi ayuda ni escuchas mis gritos de dolor! Dios mío, te llamo de día, y no me escuchas; te llamo de noche, y no me respondes. Entre los dioses tú eres único, tú eres rey, tú mereces que Israel te alabe. Nuestro padres confiaron en ti; en ti confiaron, y tú los libraste; te pidieron ayuda y los salvaste; en ti confiaron, y no les fallaste. En cambio yo, más que hombre parezco un gusano. Soy la burla de hombres y mujeres; todo el mundo me desprecia. Todos los que me ven, se ríen de mí, y en son de burla tuercen la boca y mueven la cabeza. Hasta dicen: Ya que este confió en Dios, ¡que venga Dios a salvarlo! Ya que Dios tanto lo quiere, ¡que venga él mismo a librarlo!

Pero digan lo que digan, fuiste tú quien me hizo nacer, fuiste tú quien me hizo descansar en los brazos de mi madre. Todavía no había nacido yo, cuando tú ya me cuidabas. Aún estaba yo dentro de mi madre, cuando tú ya eras mi Dios. ¡No me dejes solo!¡Me encuentro muy angustiado, y nadie me brinda su ayuda!...Me he quedado sin fuerzas, ¡estoy totalmente deshecho! ¡Mi corazón ha quedado como cera derretida!...¡Dios mío, tú eres mi apoyo, ¡no me dejes!¡Ven pronto en mi ayuda! ¡Respóndeme, sálvame la vida! ¡No dejes que me maten!...Cuando mi pueblo se junte para adorarte en el templo, yo les hablaré de ti, y te cantaré alabanzas…Dios mío, sólo a ti te alabaré; te cumpliré mis promesas cuando el pueblo que te honra se reúna para alabarte…Dios mío, desde países lejanos, todas las tribus y naciones se acordarán de ti y vendrán a adorarte. Tú eres rey y gobiernas a todas las naciones. Nadie es dueño de su vida. Por eso los que habitan este mundo, y los que están a punto de morir se inclinarán ante ti, y harán fiestas en tu honor. Mis hijos te rendirán culto; las generaciones futuras te alabarán, y los que nacerán después sabrán que tú eres justo y que haces grandes maravillas.

Tú, Dios mío, eres mi pastor, contigo nada me falta. Me haces descansar en verdes pastos, y para calmar mi sed me llevas a tranquilas aguas. Me das nuevas fuerzas y me guías por el buen camino y me llenas de confianza. Aunque se enojen mis enemigos, tú me ofreces un banquete y me llenas de felicidad; ¡me das un trato especial! Estoy completamente seguro de que tu bondad y tu amor me acompañarán mientras yo viva, y de que para siempre viviré donde tú vives .

Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella; también es dueño del mundo y de todos sus habitantes. Dios afirmó la tierra sobre el agua de los mares; Dios afirmó este mundo sobre el agua de los ríos. Sólo puede subir al monte de Dios y entrar en su santo templo el que siempre hace lo bueno y jamás piensa hacer lo malo; el que no adora a dioses falsos ni hace juramentos en su nombre. Al que es así, Dios lo llena de bendiciones; ¡Dios, su Salvador, le da la victoria! Dios de Israel, así son todos los que te buscan; así son los que a ti acuden. ¡Abran los portones de Jerusalén!¡Dejen abiertas sus antiguas entradas! ¡Está pasando el Rey poderoso! ¿ y quién es este Rey Poderoso? ¡Es el Dios de Israel!, el Rey poderoso! ¡El es el Dios del universo!

Mi Señor y Dios, a ti dirijo mis ruegos porque en tí confío. No me hagas pasar vergüenza; no permitas que mis enemigos se burlen de mí. Tampoco dejes que pasen vergüenza los que en ti confían; ¡la vergüenza deben pasarla los que traicionan a otros! Dios mío, enséñame a vivir como tú siempre has querido. Tú eres mi Dios y salvador, y en ti siempre confío. Dios mío, por tu amor y tu bondad acuérdate de mí. Recuerda que siempre me has mostrado tu ternura y gran amor; pero olvídate de los pecados que cometí cuando era joven. Dios mío, tú eres bueno y siempre actúas con justicia. Enseñas a los pecadores a hacer lo bueno; enseñas a los humildes a hacer lo bueno y lo justo. Con quienes cumplen tu pacto y obedecen tus mandamientos tú siempre actúas con amor y fidelidad. Dios mío, es muy grande mi maldad; pero por todo lo que tú eres, te ruego que me perdones. A los que te honran, tú les muestras cómo deben vivir. Mientras vivan, les irá bien, y sus hijos heredarán la tierra. Tú, mi Dios, te haces amigo de aquellos que te honran, y les das a conocer tu pacto. Siempre dirijo a ti mis ojos, pues sólo tú puedes librarme de todo peligro. Mírame, y tenme compasión, pues estoy solo y afligido. Más y más mi corazón se va llenando de angustia; ¡quítame la tristeza! Toma en cuenta que me encuentro afligido y con problemas; ¡perdona todos mis pecados! ¡Mira cuántos enemigos tengo! ¡Mira su odio tan violento contra mí! ¡Líbrame de ellos! ¡No me hagas pasar vergüenza! ¡No dejes que me maten, porque en ti busco refugio! En ti he puesto mi confianza. Mi honradez y mi inocencia me harán salir victorioso. ¡Salva a tu pueblo, Dios mío; mira la angustia de Israel!

Es prioridad, hacer un esfuerzo y buscar a Dios, que su Palabra permanezca en el hombre para que logre un corazón limpio y sincero conforme a la voluntad de Dios, pedirle la fuerza para cambiar, pues la cuesta es hacia arriba,  pero siendo diligente y dependiendo del Creador recibirás toda clase de bendiciones.


Con Alta Estima,

martes, 10 de septiembre de 2013

Ganar la victoria...

Sabes, es primordial que pongas tu confianza en Dios, para que te conceda lo que pides de todo corazón y que hagas realidad lo que piensas hacer, pues sólo El te dará la fuerza necesaria para que puedas vencer los obstáculos, si crees en El y lo amas con todo tu corazón, te dará poder pues El serás tu escudo y te protegerá contra el enemigo, te hará ganar la victoria en este mundo adverso, pero es necesario cumplir sus mandamientos y obedecerlos pues te conducirán por el camino recto que te hará sentirte gozoso y pleno en tu vida. Asimismo, es esencial, estar apegado a la Palabra de Dios, ya que instruye al hombre en el camino del deber, que sepa lo que debe hacer y lo que debe evitar.

En aquella ocasión, David dijo: ¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder ¡Tú eres mi más alto escondite! Tú mereces que te alabe porque, cuando te llamo, me libras de mis enemigos. Hubo una vez en que la muerte quiso atraparme entre sus lazos, fui arrastrado por una corriente que todo lo destruía. Me vi atrapado por la muerte, me vi al borde de la tumba. Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo. ¡mi oración llegó hasta sus oídos! Hubo un temblor de tierra, y la tierra se estremeció. También los cerros temblaron desde sus cimientos; ¡templaron por el enojo de Dios! Echaba humo por la nariz, arrojaba fuego por la boca, y lanzaba carbones encendidos.

Dios partió el cielo en dos y bajó sobre una espesa nube. Cruzó los cielos sobre un querubín; se fue volando sobre las alas del viento. Se escondió en la oscuridad, entre las nubes cargadas de agua que lo cubrían por completo. ¡De su grandioso trono salían nubes, granizos y carbones encendidos! De pronto, en el cielo se oyó una voz de trueno: ¡era la voz del Dios altísimo que se dejó escuchar entre granizos y carbones encendidos! Arrojó sus relámpagos como si disparara flechas; ¡dispersó a sus enemigos, y los hizo salir corriendo! …

Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres. Me trataste con bondad porque hago lo que es justo. Yo obedezco tus enseñanzas y no me aparto de ti. Cumplo todas tus leyes, y jamás me aparto de ellas. He sido honesto contigo y no he hecho nada malo. Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres, porque tú sabes que yo hago lo que es justo. Tú eres fiel con los que te son fieles, y tratas bien a quienes bien se comportan. Eres sincero con los que son sinceros, pero con los tramposos demuestras ser más astuto. A la gente humilde le concedes la victoria, pero a los orgullosos los haces salir derrotados.

Dios mío, tú alumbras mi vida, tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré conquistar sus ciudades. Tus enseñanzas son perfectas, tu palabra no tiene defectos. Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti. Dios de Israel, sólo tú eres Dios, ¡sólo tú puedes protegernos! ¡Sólo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino! ¡Tú me das fuerzas para correr con la velocidad de un venado! Cuando ando por las altas montañas, tú no me dejas caer. Tú me enseñas a enfrentarme a mis enemigos; tú me das valor para vencerlos. Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder y me concedes la victoria. Me despejas el camino para que no tenga yo tropiezos… ¡Bendito seas, mi Dios, tú que vives y me proteges! ¡Alabado seas, mi Dios y Salvador! ¡Tú me permitiste vengarme de mis enemigos! ¡tú pusiste a los pueblos bajo mi dominio! Tú me pusiste a salvo de la furia de mis enemigos. Me pusiste por encima de mis adversarios, y me libraste de gente violenta. Por eso, Dios mío yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones. Tú siempre le das la victoria al rey que pusiste sobre Israel. Tú siempre les muestras tu amor a David y a sus herederos.

El cielo azul nos habla dela grandeza de Dios y de todo lo que ha hecho. Los días y las noches lo comentan entre sí. Aunque no hablan ni dicen nada, ni se oye un solo sonido, sus palabras recorren toda la tierra y llegan hasta el fin del mundo… La ley de Dios es perfecta, y nos da nueva vida. Sus mandatos son dignos de confianza, pues dan sabiduría a los jóvenes. Las normas de Dios son rectas y alegran el corazón. Sus mandamientos son puros y nos dan sabiduría. La palabra de Dios es limpia y siempre se mantiene firme. Sus decisiones son al mismo tiempo verdaderas y justas. Yo prefiero sus decisiones más montones de oro, me endulzan la vida más que la miel del panal. Me sirven de advertencia; el premio es grande si uno cumple con ellas.

Nadie parece darse cuenta de los errores que comete. ¡Perdóname, Dios mío, los pecados que cometo sin darme cuenta! ¡Líbrame del orgullo! ¡No dejes que me domine! ¡Líbrame de la desobediencia para no pecar contra ti! ¡Tú eres mi Dios y mi protector! ¡Tú eres quien me defiende!¡Recibe, pues, con agrado lo que digo y lo que pienso!

Que Dios te responda cuando te encuentres en aprietos; que el Dios de Israel te brinde su protección. Que Dios te envíe su ayuda desde su santuario; que Dios te dé su apoyo de Jerusalén. Que Dios se acuerde siempre de todas tus ofrendas, y reciba con gusto los animales que presentas en su honor. Que Dios te conceda lo que pidas de todo corazón, y que hagas realidad lo que pienses hacer. ¡Lanzaremos gritos de alegría cuando Dios te conceda la victoria, y alabando a nuestro Dios haremos ondear las banderas! ¡Que Dios te conceda todo lo que pidas!...

Dios mío, el rey está muy alegre; porque tú le has dado fuerzas; el rey se alegra mucho porque le has dado la victoria. Le has concedido lo que él más deseaba, jamás le negaste lo que él te pidió. Saliste a su encuentro con ricas bendiciones, le pusiste en la cabeza una corona de oro fino. Te pidió que le dieras vida, y lo dejaste vivir muchos años. Gracias a tu ayuda aumentó su poder, gracias a tu ayuda aumentó su fama. Nunca dejas de bendecirlo; tu presencia lo llena de alegría. El rey confía en tu amor, y tú, Dios Altísimo, no lo dejarás fracasar… ¡Dios mío, muestra tu gran poder, y cantaremos himnos por tus grandes victorias!.

Que cada persona pida a Dios con actitud sincera y humilde, perdón por las faltas cometidas para que su presencia divina de gozo a su vida. Cree  y confía en el Dios Altísimo y que te de protección. Dios es maravilloso y sus mandamientos son rectos, si tú los obedeces, El te despejará el camino para que no tropieces.


Con Alta Estima,