Sabes, el pecado impide al hombre que avance, por lo que es
necesario que el hombre reconozca y se arrepienta y pedirle a Dios su presencia
para que se aparte de hacer lo malo. Es conveniente que cada persona se prepare
pues la vida es corta, y aprender a ser como el Salmista, a depender de Dios,
pues las cosas de este mundo no te dan satisfacción, sólo la Palabra de Dios te
llena de vida.
Dios mío, si
estás enojado, no me reprendas; si está
furioso no me castigues. Me has herido con tu enojo, has descargado tu mano
sobre mí. Tan grande ha sido tu disgusto que nada sano tengo en el cuerpo; tan
grande ha sido mi pecado que no tengo paz en los huesos. Ya no aguanto mi
maldad; ¡no soporto carga tan pesada!... Dios mío, pongo ante ti mis más
grandes deseos; ¡no te los puedo esconder! Mi corazón late con ansias, las
fuerzas me abandonan, la vista me nubla… Mi Señor y Dios, yo en ti confío; tú
serás quien les responda. Sólo una cosa te pido: si acaso llego a caer, no les
concedas el gusto de burlarse de mí. Casi me doy por vencido; este dolor no me
deja en paz. Debo reconocer mi maldad me llena de angustia haber pecado. Mis
enemigos son poderosos, son muchos y me odian sin razón. Yo lo traté bien, y
ahora ellos me tratan mal; procuré su bienestar, y ahora ellos me atacan. Mi
Señor y Dios, ¡tú eres mi salvador! No me abandones; no te alejes de mí, ¡ven
pronto en mi ayuda!
Yo me había propuesto
cuidar mi conducta y no pecar con mis palabras, y hasta taparme la boca en
presencia de gente malvada. Así que guardé silencio y no dije una sola palabra.
Por eso no me ayudó en nada, pues mi angustia era mayor: ¡el corazón me ardía
en el pecho! Mientras más pensaba en esto, más frustrado me sentía; al fin abrí
la boca y dije: Dios mío, hazme saber cuál será mi fin, y cuánto tiempo me
queda de vida; hazme saber cuán corta es mi vida Me has dado una vida muy
breve, ¡tan breve que no es nada para ti! Nuestra vida es pasajera; de nada nos
sirve amontonar riquezas si al fin y al cabo otros se quedarán con ellas… Dios
mío, oye mi oración, escucha mi queja, no desatiendas mi llanto. Para ti soy un
peregrino; estoy de paso por esta vida, como mis antepasados. Ya no me mires
así, y antes de abandonar este mundo dame un poco de alegría.
Toda mi esperanza la tengo puesta en Dios, pues aceptó
atender mis ruegos. Mi vida corría peligro y él me libró de la muerte; me puso
sobre una roca, me puso en lugar seguro. Me enseñó un nuevo himno para cantarle
alabanzas. Muchos, al ver esto, se sintieron conmovidos y confiaron en mi Dios.
Dios bendice a los que en él confían, a los que rechazan a los orgullosos que
adoran dioses falsos. Mi Señor y Dios, me faltan palabras para contar los muchos
planes y maravillas que has hecho en nuestro favor. Quisiera mencionarlos
todos, pero me resulta imposible. Tú no pides sacrificios a cambio de tu
perdón; tan sólo nos pides obediencia… Dios mío, cumplir tu voluntad es mi más
grande alegría; ¡tus enseñanzas las llevo muy dentro de mí! Dios mío, tú bien
sabes que no he guardado silencio. Siempre he dicho que eres justo. A todo el
mundo le he dicho que tú eres fiel y salvas. No le he ocultado a tu pueblo tu
gran fidelidad. Y tú, Dios mío, no me dejes sin tus cuidados; por tu gran fidelidad, nunca dejes de
protegerme. Son tantas mis maldades que no las puedo contar; me dominan, me
tienen acorralado, ya no puedo ver, ya no me quedan fuerzas. ¡Tengo más pecados
que pelos en la cabeza!
Dios mío,
¡líbrame, por favor!, ¡Ven pronto en mi ayuda! Confunde y avergüenza a todos
los que quieren matarme; haz que huyan derrotados todos los que desean mi mal;
derrota y avergüenza a los que se burlan de mí. Pero deja que se alegren los
que en tu templo te adoran; que digan siempre los que aman tu salvación:
¡Nuestro Dios es poderoso! Y a mí, Señor y Dios, ¡no me olvides, pues estoy
pobre e indefenso! No te tardes, pues tú eres quien me ayuda; ¡tú eres mi libertador!
Sería grandioso, que cada día el ser humano aprenda a confiar y esperar en
Dios.
Con Alta Estima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario