sábado, 28 de septiembre de 2013

Sólo tú puedes darme ánimos...

A pesar del momento actual que estés viviendo es esencial buscar a Dios y regocijarse en El, pedir su socorro pues El es el único que puede liberarte; en este salmo, puedes darte cuenta que la persona ha pasado bastantes pruebas y dificultades, pero al estar cerca de Dios, con la confianza puesta en El su corazón depende de Dios aún glorificándolo más. También te puedes dar cuenta de que se queja de la mala voluntad, injusticia, por el mal trato que tienen contra él, así como Jesucristo quien pago por los pecados de la humanidad pero quien no conoció el pecado.

Dios mío, ¡sálvame, pues siento que me ahogo! ¡Siento que me hundo en el barro y no tengo dónde apoyarme! ¡Me encuentro en aguas profundas, luchando contra la corriente! Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Ya los ojos se me cierran y tú no vienes a ayudarme. ¡Tengo más enemigos que pelos en la cabeza! Muchos me odian sin motivo, y quieren matarme; ¡me exigen que les devuelva lo que nunca les robe! Dios de Israel y Dios del universo, tú eres mi Dios. Tú conoces mis tonterías; ¡no te puedo esconder mis errores! ¡No dejes que por mi culpa queden en vergüenza los que confían en ti! ¡No dejes que por mi culpa sean puestos en ridículo los que buscan agradarte! Por ti he sido ofendido; ¡me arde la cara de vergüenza! ¡Hasta mis propios hermanos me ven como a un extraño! El amor que siento por tu templo me quema como un fuego; por eso me siento ofendido cuando te ofenden a ti.

Si mi aflijo y no como, tengo que aguantar sus insultos; y si me visto de luto, tengo que aguantar sus insultos; y si me visto de luto, tengo que soportar sus ofensas. ¡Toda la gente del pueblo y hasta los borrachos hablan de mí! Dios mío, te ruego que me respondas en el mejor momento. Yo sé que me amas, así que ven a salvarme. ¡Líbrame de los que me odian! ¡Sácame del barro en que me hundo! ¡Sácame de esa profunda corriente que me arrastra! Siento que me traga un remolino; ¡no me dejes morir! Dios mío, tú me amas y eres bueno; ¡respóndeme! Tú eres un Dios compasivo; ¡préstame atención! No me des la espalda, pues estoy en problemas; ¡date prisa! ¡Acércate a mí, y sálvame de mis enemigos! Tú siempre los estás viendo y sabes muy bien que me ofenden, me avergüenzan y me insultan. Cuando escucho sus ofensas, se me rompe el corazón; ¡no tengo ánimo para nada! Esperaba hallar apoyo y consuelo, y no los recibí; cuando tuve hambre, me dieron a comer veneno; cuando tuve sed, me dieron a beber vinagre.

¡Haz que sus fiestas y banquetes se conviertan en una trampa para ellos! ¡Haz que se les nublen los ojos para que no puedan ver! ¡Haz que se queden sin fuerzas! ¡Descarga tu enojo sobre ellos! ¡No los dejes escapar! ¡Que sus casas se queden vacías! ¡Que nadie viva en ellas! Aunque tú ya me afligiste y me hiciste sufrir, mis enemigos me persiguen y se burlan de mí. ¡Págales mal por mal! ¡No los dejes disfrutar de tu perdón! ¡Bórralos del libro de la vida! ¡No pongas su nombre en la lista de la gente buena! Dios mío, ¡levántame, dame ánimo! Yo soy muy pobre y humilde, pero te alabaré con mis canciones, ¡te pondré en alto con mi alabanza! Eso te será más agradable que recibir muchas ofrendas. Cuando vean esto los pobres que te buscan, se pondrán muy alegres, y recobrarán el ánimo. Tú, Dios mío, atiendes a los pobres; ¡no te olvidas de tu pueblo que se encuentra cautivo!¡Que te alaben cielo y tierra! ¡Que te alabe el mar y todo lo que hay en él! Tú vendrás en ayuda de Jerusalén, y reconstruirás las ciudades de Judá. Tu pueblo tomará posesión del país y se establecerá en él. Los descendiente de tu pueblo recibirán el país como herencia; el pueblo que te ama se quedará a vivir en él.

Mi Dios, ¡ven pronto a salvarme! ¡Ven pronto en mi ayuda! ¡Pon en completa vergüenza a los que quieren matarme! ¡Haz que huyan avergonzados los que quieren hacerme daño! ¡Haz que huyan avergonzados los que se burlan de mí! Pero que se alegren y se pongan contentos todos los que te buscan. Que siempre reconozcan tu grandeza aquellos a quienes tú has salvado. Dios mío, yo soy muy pobre, y estoy muy necesitado; ¡ven pronto! Dame tu ayuda, dame la libertad; ¡no te tardes!

Dios mío, en ti he puesto mi confianza; no me pongas jamás en vergüenza. Tú eres un Dios justo; ¡rescátame y ponme a salvo! ¡Préstame atención y ayúdame! ¡Protégeme como una roca donde siempre pueda refugiarme! Da la orden, y quedaré a salvo, pues tú eres esa roca; ¡tú eres mi fortaleza! Dios mío, tú eres mi esperanza; no permitas que yo caiga en poder de gente malvada y violenta. Desde que era joven puse mi confianza en ti; desde antes de nacer ya dependía de ti. ¡Fuiste tú quien me hizo nacer! ¡Por eso te alabaré siempre! Muchos se asombran al verme, pero tú eres para mí un refugio seguro. A todas hora te alabo; todo el día anuncio tu grandeza. No me desprecies cuando llegue yo a viejo; no me abandones cuando ya no tenga fuerzas. Mis enemigos hablan mal de mí; me vigilan y piensan hacerme daño. Hasta ordenan a su gente que me persigan y me atrapen. Creen que me abandonaste, y que nadie podrá salvarme.

Dios mío, ¡no me dejes solo! ¡Ven pronto en mi ayuda! Pon en vergüenza a los que me acusan; ¡pon en completo ridículo  a los que buscan mi mal, y acaba con ellos! Yo, por mi parte, siempre confiaré en ti y te alabaré más todavía. Aunque no alcanzo a entenderlo, a todas horas diré que eres un Dios que salva con grandes actos de justicia. Dios mío, ahora voy a recordar tus hechos poderosos, y hablaré de la justicia que sólo tú  puedes hacer. Desde que yo era joven tú has sido mi maestro, y hasta ahora sigo hablando de las maravillas que has hecho.

Dios mío, aunque estoy lleno de canas, no me abandones; todavía quiero decirles a los que aún no han nacido que tú eres un Dios poderoso. Eres incomparable, pues has hecho grandes cosas; tu justicia llega hasta el cielo. Tú me hiciste pasar por muchos aprietos y problemas, pero volverás a darme vida; ¡de lo profundo de la tumba volverás a levantarme! Me darás mayor poder, y volverás a consolarme. Santo Dios de Israel, tú eres un Dios fiel. Por eso te cantaré himnos con música de arpas y de otros instrumentos de cuerda. Te cantaré himnos y gritaré de alegría porque me salvaste la vida. Todo el día hablaré de tu poder para salvar, pues los que buscaban hacerme daño quedaron avergonzados por completo.

Así pues, puedes ver que el Salmista ora mucho a Dios y le pide su misericordia, su perdón. Asimismo, Es prioritario, que el ser humano busque a Dios , pues es un Dios fiel y un refugio seguro.


Con Alta Estima 

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