A pesar del momento actual que estés viviendo es esencial
buscar a Dios y regocijarse en El, pedir su socorro pues El es el único que
puede liberarte; en este salmo, puedes darte cuenta que la persona ha pasado
bastantes pruebas y dificultades, pero al estar cerca de Dios, con la confianza
puesta en El su corazón depende de Dios aún glorificándolo más. También te
puedes dar cuenta de que se queja de la mala voluntad, injusticia, por el mal
trato que tienen contra él, así como Jesucristo quien pago por los pecados de la
humanidad pero quien no conoció el pecado.
Dios mío,
¡sálvame, pues siento que me ahogo! ¡Siento que me hundo en el barro y no tengo
dónde apoyarme! ¡Me encuentro en aguas profundas, luchando contra la corriente!
Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Ya los ojos se me
cierran y tú no vienes a ayudarme. ¡Tengo más enemigos que pelos en la cabeza!
Muchos me odian sin motivo, y quieren matarme; ¡me exigen que les devuelva lo
que nunca les robe! Dios de Israel y Dios del universo, tú eres mi Dios. Tú
conoces mis tonterías; ¡no te puedo esconder mis errores! ¡No dejes que por mi
culpa queden en vergüenza los que confían en ti! ¡No dejes que por mi culpa
sean puestos en ridículo los que buscan agradarte! Por ti he sido ofendido; ¡me
arde la cara de vergüenza! ¡Hasta mis propios hermanos me ven como a un
extraño! El amor que siento por tu templo me quema como un fuego; por eso me
siento ofendido cuando te ofenden a ti.
Si mi aflijo y no como, tengo que aguantar sus insultos; y
si me visto de luto, tengo que aguantar sus insultos; y si me visto de luto,
tengo que soportar sus ofensas. ¡Toda la gente del pueblo y hasta los borrachos
hablan de mí! Dios mío, te ruego que me respondas en el mejor momento. Yo sé
que me amas, así que ven a salvarme. ¡Líbrame de los que me odian! ¡Sácame del
barro en que me hundo! ¡Sácame de esa profunda corriente que me arrastra!
Siento que me traga un remolino; ¡no me dejes morir! Dios mío, tú me amas y
eres bueno; ¡respóndeme! Tú eres un Dios compasivo; ¡préstame atención! No me
des la espalda, pues estoy en problemas; ¡date prisa! ¡Acércate a mí, y sálvame
de mis enemigos! Tú siempre los estás viendo y sabes muy bien que me ofenden,
me avergüenzan y me insultan. Cuando escucho sus ofensas, se me rompe el
corazón; ¡no tengo ánimo para nada! Esperaba hallar apoyo y consuelo, y no los
recibí; cuando tuve hambre, me dieron a comer veneno; cuando tuve sed, me
dieron a beber vinagre.
¡Haz que sus fiestas y banquetes se conviertan en una trampa
para ellos! ¡Haz que se les nublen los ojos para que no puedan ver! ¡Haz que se
queden sin fuerzas! ¡Descarga tu enojo sobre ellos! ¡No los dejes escapar! ¡Que
sus casas se queden vacías! ¡Que nadie viva en ellas! Aunque tú ya me afligiste
y me hiciste sufrir, mis enemigos me persiguen y se burlan de mí. ¡Págales mal
por mal! ¡No los dejes disfrutar de tu perdón! ¡Bórralos del libro de la vida!
¡No pongas su nombre en la lista de la gente buena! Dios mío, ¡levántame, dame
ánimo! Yo soy muy pobre y humilde, pero te alabaré con mis canciones, ¡te
pondré en alto con mi alabanza! Eso te será más agradable que recibir muchas
ofrendas. Cuando vean esto los pobres que te buscan, se pondrán muy alegres, y
recobrarán el ánimo. Tú, Dios mío, atiendes a los pobres; ¡no te olvidas de tu
pueblo que se encuentra cautivo!¡Que te alaben cielo y tierra! ¡Que te alabe el mar y todo
lo que hay en él! Tú vendrás en ayuda de Jerusalén, y reconstruirás las
ciudades de Judá. Tu pueblo tomará posesión del país y se establecerá en él.
Los descendiente de tu pueblo recibirán el país como herencia; el pueblo que te
ama se quedará a vivir en él.
Mi Dios, ¡ven
pronto a salvarme! ¡Ven pronto en mi ayuda! ¡Pon en completa vergüenza a los
que quieren matarme! ¡Haz que huyan avergonzados los que quieren hacerme daño!
¡Haz que huyan avergonzados los que se burlan de mí! Pero que se alegren y se
pongan contentos todos los que te buscan. Que siempre reconozcan tu grandeza
aquellos a quienes tú has salvado. Dios mío, yo soy muy pobre, y estoy muy
necesitado; ¡ven pronto! Dame tu ayuda, dame la libertad; ¡no te tardes!
Dios mío, en ti
he puesto mi confianza; no me pongas jamás en vergüenza. Tú eres un Dios justo;
¡rescátame y ponme a salvo! ¡Préstame atención y ayúdame! ¡Protégeme como una
roca donde siempre pueda refugiarme! Da la orden, y quedaré a salvo, pues tú
eres esa roca; ¡tú eres mi fortaleza! Dios mío, tú eres mi esperanza; no
permitas que yo caiga en poder de gente malvada y violenta. Desde que era joven
puse mi confianza en ti; desde antes de nacer ya dependía de ti. ¡Fuiste tú
quien me hizo nacer! ¡Por eso te alabaré siempre! Muchos se asombran al verme,
pero tú eres para mí un refugio seguro. A todas hora te alabo; todo el día
anuncio tu grandeza. No me desprecies cuando llegue yo a viejo; no me abandones
cuando ya no tenga fuerzas. Mis enemigos hablan mal de mí; me vigilan y piensan
hacerme daño. Hasta ordenan a su gente que me persigan y me atrapen. Creen que
me abandonaste, y que nadie podrá salvarme.
Dios mío, ¡no me dejes solo! ¡Ven pronto en mi ayuda! Pon en
vergüenza a los que me acusan; ¡pon en completo ridículo a los que buscan mi mal, y acaba con ellos!
Yo, por mi parte, siempre confiaré en ti y te alabaré más todavía. Aunque no
alcanzo a entenderlo, a todas horas diré que eres un Dios que salva con grandes
actos de justicia. Dios mío, ahora voy a recordar tus hechos poderosos, y
hablaré de la justicia que sólo tú
puedes hacer. Desde que yo era joven tú has sido mi maestro, y hasta
ahora sigo hablando de las maravillas que has hecho.
Dios mío, aunque estoy lleno de canas, no me abandones;
todavía quiero decirles a los que aún no han nacido que tú eres un Dios
poderoso. Eres incomparable, pues has hecho grandes cosas; tu justicia llega
hasta el cielo. Tú me hiciste pasar por muchos aprietos y problemas, pero
volverás a darme vida; ¡de lo profundo de la tumba volverás a levantarme! Me
darás mayor poder, y volverás a consolarme. Santo Dios de Israel, tú eres un
Dios fiel. Por eso te cantaré himnos con música de arpas y de otros
instrumentos de cuerda. Te cantaré himnos y gritaré de alegría porque me
salvaste la vida. Todo el día hablaré de tu poder para salvar, pues los que
buscaban hacerme daño quedaron avergonzados por completo.
Así pues, puedes ver que el Salmista ora mucho a Dios y le
pide su misericordia, su perdón. Asimismo, Es prioritario, que el ser humano
busque a Dios , pues es un Dios fiel y un refugio seguro.
Con Alta Estima
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