Sabes, si te encuentras desanimado por las situaciones
difíciles que se te presentan, es necesario buscar a Dios. Con Jesucristo, el
hijo de Dios en tu vida, no te deja solo en ningún momento, El está a tu lado y
te ayuda a vencer ante cualquier circunstancia, sólo debes someterte a Dios y todo
situación adversa cambiará, aunque enfrentes el dolor de la burla, la crítica,
lo importante es que el ser humano permanezca fiel a Dios.
Una vez más, Job respondió: ¡Extraño aquellos tiempos,
cuando Dios mismo me cuidaba!¡No me daba miedo la oscuridad porque Dios
alumbraba mi camino!¡Estaba yo joven y fuerte, y Dios me bendecía con su
amistad! En aquellos días, mis hijos me rodeaban y Dios me daba su apoyo; no
faltaba en mi mesa la leche, ni en mi cabeza el perfume; en los tribunales del
pueblo se reconocía mi autoridad; al verme llegar, los jóvenes me daban paso y
los ancianos me recibían de pie; aun la gente más importante se callaba en mi
presencia, o hablaba en voz baja. Los que me escuchaban no dejaban de
felicitarme. A los pobres y a los huérfanos que me pedían ayuda siempre los
ayudé; las viudas y los pobres me bendecían y gritaban de alegría. Siempre
traté a los demás con justicia y rectitud; para mí, actuar así, era como
ponerme la ropa. Fui guía de los ciegos y apoyo de los desvalidos; protegí a la
gente pobre y defendí a los extranjeros,
puse fin al poder de los malvados, y no los dejé hacer más daño. Hasta llegué a
pensar: Viviré una larga vida, y tendré una muerte tranquila. Estaré fuerte y
lleno de vida, como árbol bien regado. Nadie me faltará el respeto, ni jamás
perderé mi buena fama...
¡Ahora resulta que soy la burla de unos chiquillos!¡Yo ni a
sus padres les confiaría el trabajo de mis perros ovejeros! Me hubiera quedado
pobre!¡Toda la noche la pasan en los lugares más apartados, sufriendo de hambre
y dolor!¡Andan entre los matorrales, juntando hierbas amargas y comiendo sólo
raíces!Nadie en el pueblo los quiere, pues los acusan de ladrones…¡Ahora
resulta que soy la burla de esos chiquillos! ¡Me escupen en la cara, y con asco
se apartan de mí! Ahora que Dios me humilló, y me encuentro indefenso,
descaradamente me ofenden… Estoy temblando de miedo, mi dignidad se va
perdiendo, he perdido la esperanza de triunfar… Dios mío, yo te llamo, pero tú
no me respondes, me presento ante ti, y tú apenas me miras. Eres muy cruel
conmigo; me golpeas con tu brazo poderoso, me levantas con el viento, y me
lanzas a la tormenta, y un día me arrojarás a la tumba que es nuestro destino
final.
Yo nunca le negué ayuda a quien me la pidió. Al contrario,
he llorado con los que sufren, y me he dolido con los pobres. Pero vinieron los
días malos cuando esperaba mejores tiempos; llegaron los días de sombra cuando
esperaba la luz. Todo el tiempo estoy inquieto; me enfrento a días de aflicción.
Estoy triste, como un día nublado, pues pido ayuda a mi gente y los jefes no me
lo dan… Yo siempre me propuse no mirar con deseos a ninguna jovencita. ¿ y qué recibí del Dios del cielo?... ¿Tal parece que Dios no me
ve ni se fija en lo que hago! Yo nunca he hecho nada malo, nunca ha nadie he
mentido. ¡Que Dios me ponga a prueba, y verá que soy inocente! Nunca me aparté
del buen camino, ni me dejé llevar por mis deseos. Si se encuentra en mis manos
alguna cosa robada ¡que otros disfruten mis cosechas, y se queden con mis
campos!...
Cuando mis esclavos me hacían algún reclamo siempre fui justo con
ellos. De otra manera, ¿cómo podría responder a Dios si él me llamara a
cuentas? ¡Tanto a ellos como a mí Dios nos hizo iguales!
…Jamás he puesto mi confianza en el poder de las riquezas;
jamás las muchas riquezas me fueron motivo de orgullo. El sol y la luna son dos
astros maravillosos, pero jamás les he rendido culto, ni en público ni en
secreto. Si hubiera cometido tal pecado, Dios tendría que juzgarme por haberlo
traicionado. Jamás me he integrado de ver la desgracia de mi enemigo; jamás he
cometido el pecado de pedir que le vaya mal; jamás nadie visitó mi casa sin
calmar su hambre en mi mesa; jamás un extraño tocó a mi puerta sin ser invitado
a pasar la noche; a diferencia de otros, jamás he guardado un secreto ninguno
de mis pecados, y no por miedo a mis parientes o por temor al qué dirán. Juro
que digo la verdad. ¡Espero que el Dios todopoderoso me escuche y me responda!
Si de algo puede acusarme, que lo ponga por escrito. Llevaré su acusación en
los hombros y en la frente. Me presentaré ante Dios con la frente en alto y le
daré cuenta de mis actos.
Jamás he abusado de mis tierras pues las he dejado
descansar. Jamás he explotado a mis trabajadores pues les he pagado su justo
salario. Si lo que digo no es cierto, ¡que en vez de trigo y cebada produzca mi
tierra espinas!. Así fue como Job dio por terminado su discurso.
Por lo que puedes ver que el tiempo pasa muy rápido y la
vida se vive tan aprisa y es apremiante que cada persona tome la decisión
voluntaria de recibir a Jesucristo en su corazón para poder emprender a la
brevedad posible el proceso de cambio en su manera de vivir que lo motive a un
crecimiento personal y espiritual para lograr la transformación que agrada a
Dios.
Con Alta Estima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario