jueves, 26 de septiembre de 2013

Tu misericordia...

Algo que sería bueno enfatizar es que el ser humano debe evitar la conducta de los malvados, pues esto a Dios no le agrada, pero sólo Dios sabe que sucederá a cada persona, por lo que es esencial que tu fe sea firme, con una confianza puesta en Dios en todo momento, en cualquier circunstancia, porque sólo con una fe verdadera te darás cuenta de que Dios dice lo cumple. Asimismo, es necesario que el ser humano esté consciente de que si le hace una promesa al Dios Altísimo, deberá cumplirla.

Dios mío, ¡escucha mi queja! ¡No dejes que mis enemigos acaben con mi vida! Son una banda de malvados; son una pandilla de malhechores; ¡escóndeme de sus planes secretos! Sus palabras hieren como espada afilada; sus palabras matan como flechas envenenadas. Se esconden, y desde allí disparan contra la gente inocente; no tienen miedo de nada ni de nadie; ¡disparan sin que nadie se lo espere! Cuando hacen sus planes malvados, se animan los unos a los otros, piensan dónde esconder sus trampas, y creen que nadie las verá. Planean muy bien sus maldades y creen tener el plan perfecto; piensan que nadie los descubrirá. Por eso, sin que lo esperen, Dios les disparará sus flechas y caerán heridos de muerte. Su propia lengua será su ruina, y quienes los vean acabarán burlándose de ellos. El mundo entero alabará a Dios, hablará de sus acciones, y llegará a entenderlas. ¡Que se alegre la gente buena por todo lo que Dios ha hecho! ¡Que todos los justos lo alaben y pongan en él su confianza!

Dios mío, que vives en el monte Sión, tú mereces nuestras alabanzas; mereces que te cumplamos las promesas que te hacemos. Tú escuchas nuestra oración. Estamos cansados de pecar, por eso acudimos a ti. Nuestros pecados nos dominan, pero tú nos perdonas. ¡Qué bendición reciben los que viven cerca de ti, los que viven en tu mismo templo! Quedamos satisfechos con el alimento que de ti recibimos.
Nuestro Dios y Salvador, tú nos respondes dándonos la victoria. Gente de pueblos lejanos pone en ti su confianza. Así hacen los que viven más allá del mar. Tú, con tu poder y tu fuerza, formaste las montañas. Calmaste el rugido de los mares, calmaste el estruendo de sus olas, calmaste el alboroto de los pueblos. Los que viven en países lejanos tiemblan de miedo al ver tus grandes maravillas; del oriente al occidente, haces que la gente grite de alegría. Tú tienes cuidado de la tierra: la empapas con abundante lluvia y riegas los sembrados para que den muchos frutos. Con la lluvia aflojas la tierra y la preparas para la siembra. Llenas de agua los grandes arroyos, y haces brotar nuevas ramas. Así dejas listo el campo para que todos tengamos trigo. Llega el año a su fin y está lleno de bendiciones; por dondequiera que pasas dejas gran abundancia. En el desierto, el pasto es fresco; las colinas se revisten de alegría, las praderas se llenan de ovejas, y los valles, se cubren de trigales. ¡Todo el mundo canta y lanza gritos de alegría!

¡Cantemos a Dios con alegría los que habitamos la tierra! ¡Cantemos himnos a Dios y alabemos su grandeza! ¡Alabemos su poder; todo lo que ha hecho es maravilloso! ¡Sus enemigos se rinden ante él! Todo el mundo lo adora y canta himnos en  su honor. ¡Vengan a ver las maravillas que Dios ha realizado! ¡Vengan a ver sus grandes hechos a favor de todos nosotros! Convirtió el mar en tierra seca, y nosotros, que somos su pueblo, lo cruzamos a pie. ¡Allí hicimos fiesta por todo lo que él hizo! Dios es un rey poderoso. Siempre está vigilando a las naciones para que los rebeldes no se levanten contra él. Pueblos todos, ¡bendigan a nuestro Dios! ¡Dejen oír sus alabanzas! Dios nos ha protegido, nos ha conservado la vida; ¡no nos ha dejado morir! Tú, Dios mío, nos pusiste a prueba, para ver si éramos fieles!

Nos hiciste caer en la trampa de nuestros enemigos. ¡Cómo nos has hecho sufrir! ¡Manadas enteras de caballos nos aplastaron la cabeza! Pasamos por el fuego, cruzamos por el agua, pero finalmente nos trajiste a esta tierra de abundancia. Yo me presentaré en tu templo con ofrendas especiales en tu honor, así te cumpliré mis promesas, las promesas que yo mismo te hice cuando me vi en problemas. Como ofrendas en tu honor llevaré los toros más gordos; te ofreceré toros y cabritos y también te ofreceré carneros.
Préstenme atención ustedes, los que adoran a Dios; vengan, que voy a contarles lo que Dios ha hecho por mí. Con mis labios y mi lengua lo llamé y le canté alabanzas. Si mis intenciones fueran malas, Dios no me habría escuchado; ¡pero él me escuchó y contestó mis oraciones! ¡Bendito sea Dios, pues tomó en cuenta mi oración y me demostró su amor!

Y, es necesario que el hombre desarrolle una conciencia de alto nivel, que sea firme en sus convicciones pues Dios escucha al hijo que le busca, que le promete ser obediente y cambia su manera de vivir pues sólo Dios le hace libre por su infinita misericordia.


Con Alta Estima, 

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