Sabes, Dios es soberano, su poder es infinito, si el ser
humano le obedece recibirá grandes bendiciones.
Nuestro Dios es
como un castillo que nos brinda protección. Dios siempre nos ayuda cuando
estamos en problemas. Aunque tiemble la tierra y se hundan las montañas hasta
el fondo del mar; aunque se levanten grandes olas y sacudan los cerros con
violencia, ¡no tendremos miedo! Un río alegra a los que viven en la ciudad de
Dios; sus arroyos llenan de alegría el templo del Dios Altísimo. La ciudad de
Dios jamás caerá porque Dios habita en ella; Dios mismo vendrá en su ayuda al
comenzar el día. Cuando Dios deja oir su voz, se asustan las naciones, se
tambalean los reinos y se estremece la tierra. Con nosotros está el Dios del
universo; él es Dios de nuestro pueblo, ¡él es nuestro refugio!¡Vengan, vengan
a ver las grandes maravillas que Dios ha hecho en toda la tierra! Hasta en los
lugares más lejanos les puso fin a las guerras; destrozó arcos y lanzas, y echó
al fuego los escudos. Y dijo: ¡Todas las naciones del mundo reconocen mi
grandeza!¡Reconózcanme como su Dios y ya no se peleen! Con nosotros está el
Dios del Universo; él es Dios de nuestro pueblo, ¡él es nuestro refugio!
¡Aplaudan felices, pueblos del mundo! ¡Alaben a Dios con
alegría!¡El Dios Altísimo es el rey de toda la tierra y merece toda honra! El
gran rey nos dio la victoria sobre pueblos y naciones. Dios nos ama, pues somos
su pueblo. Por eso nos dio la tierra prometida;¡esa tierra es nuestro orgullo!
Dios se ha sentado en su trono entre gritos de alegría y toques de trompeta.
¡Vamos a cantarle a nuestro rey!¡Cantémosle un himno hermoso, pues él reina en
toda la tierra! Dios reina desde su templo sobre todas las naciones. Los jefes
de las naciones y el pueblo del Dios de Abraham, se juntan para adorarlo, pues
a Dios le pertenecen todos los pueblos del mundo.
Poderosos es nuestro Dios y merece nuestra alabanza. En el
templo del monte Sión habita nuestro Dios y Rey. ¡Allí la tierra se alegra!
¡Allí la tierra lo adora! Dios protege nuestra ciudad; por él vivimos
confiados. Algunos reyes se unieron para atacar la ciudad, pero cuando la
vieron ya no supieron qué hacer; se asustaron por completo y se echaron a
correr. Tú los llenaste de miedo. Como heridos de muerte, se retorcían de
dolor. Tú los llenaste de miedo, parecían marineros en violenta tempestad. Eso
ya lo sabíamos; en la ciudad de nuestro Dios lo hemos confirmado: el Dios del
universo, hará que esta ciudad permanezca para siempre. Dios mío, Dios mío, en
tu templo no ponemos a pensar en la grandeza de tu amor. Tu fama llega hasta el
fin del mundo; por todas partes se habla bien de ti. ¡Tú gobiernas con justicia!
En el monte Sión, y entre los pueblos de Judá tus justas decisiones son motivos
de alegría. ¡Vengan a Jerusalén! ¡Den un paseo por ella y vean cuántas torres
tiene! ¡Fíjense en sus murallas, y revisen sus fortalezas! Así podrán
contárselo a los que todavía no han nacido. ¡Este es nuestro Dios! ¡Nuestro
Dios es un Dios eterno que siempre guiará nuestra vida!
Sería bueno, que cada apersona glorifique a Dios por todas
sus obras.
Con Alta Estima,
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