miércoles, 31 de julio de 2013

El control del reino...

Sabes, tras la muerte del rey David, Salomón reforzó su derecho al trono, Adonías su hermano  quería ser el sucesor del rey David le hizo una petición a Salomón y él sintió que era una traición,  el sacerdote Abiatar fue expulsado de su lugar como sacerdote y Joab fue ejecutado por los crímenes que cometió con lo que el rey Salomón tomó el control de su reinado. Gozó de un extenso periodo de paz y de prosperidad, pues su padre el rey David había establecido el reinado para beneficio de su hijo Salomón. 

Después de la muerte de David, Adonías fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón, ella le dijo, ¿qué es lo que quieres? Él le contestó, te ruego que le pidas al rey Salomón que me dé como esposa a Abisag, la joven de Sunem, estoy seguro de que él no se opondrá, Betsabé dijo, está bien, voy a hablar con él, así que Betsabé fue a hablar con el rey Salomón y le contestó a su madre, ¿por qué me pides eso? El es mi hermano mayor, y además el sacerdote Abiatar y el general Joab están de su parte ¿no quieres que también le dé el reino? Después el rey Salomón hizo este juramento, Que Dios me castigue para siempre si Adonías no muere por haberme hecho esa petición.¡Hoy mismo morirá! Lo juro por Dios, que me dio un reino poderoso, y prometió que mis descendientes reinarán después de mí, entonces el rey Salomón le ordenó a Benaías que matara a Adonías.

Luego, el rey le dijo al sacerdote Abiatar, vete a Anatot, tu tierra, mereces morir pero no te mataré ahora, porque tú fuiste quien llevaba el cofre del pacto de Dios cuando mi padre David lo trajo a Jerusalén y además lo acompañaste en los momentos más difíciles. De esta manera, Salomón expulsó a Abiatar del servicio sacerdotal, Así se cumplió lo que Dios había dicho en Siló acerca de la familia de Elí, de que no seguirían siendo sacerdotes.

Cabe hacer mención que, David le encargó a su hijo Salomón lo siguiente, como tú bien sabes, el general Joab mató a Abner hijo de Ner, y a Amasá hijo de Jéter, estos dos eran generales del ejército de Israel, pero Joab los asesinó en tiempos de paz, para vengar las muertes que hubo durante la guerra, luego me hizo responsable de ese doble crimen, pero él es el culpable, así es que la decisión es tuya, aunque yo te aconsejaría que no lo dejes con vida mucho tiempo. El general Joab estaba de parte de Adonías, aunque no había apoyado a Absalón, cuando Joab se enteró de lo que dijo Salomón, huyó al santuario de Dios y se agarró de los cuernos del altar en busca de protección, entonces Salomón le dijo a Benaías, Ve y mata a Joab. Benaías fue al santuario de Dios y le dijo a Joab, el rey ordena que salgas, pero Joab contestó, si voy a morir, que sea aquí mismo. Entonces Benaías fue a contarle al rey lo que había dicho Joab, el rey le contestó, haz como él dijo, mátalo y entiérralo, de esa manera ya no seremos culpables por los asesinatos que Joab cometió contra gente inocente. Dios hará que Joab sea el culpable de su propia muerte, porque él atacó y mató a dos hombres más justos y mejores que él, sin que lo supiera mi padre David, Joab y su familia serán culpables de la muerte de ellos para siempre, pero David y sus descendientes, y todo Israel, disfrutarán siempre de la paz que Dios da. Después el rey nombró a Benaías como general del ejército, en lugar de Joab, y el sacerdote Sadoc, en lugar de Abiatar.

También le dijo,Trata bien a los descendientes de Barzilai, el de la región de Galaad, y hazte amigo de ellos, porque ellos me protegieron cuando yo escapaba de tu hermano Absalón. También está contigo Simí, el hijo de Guerá, el de la tribu de Benjamín, y que nació en Bahurim, él me maldijo de una manera terrible cuando yo iba a Mahanaim, pero después fue al río Jordán a recibirme y tuve que jurarle por Dios que no lo mataría, no lo perdones, eres lo suficientemente sabio para saber que debes matarlo, procura que tenga una muerte violenta. Luego, Salomón mandó llamar a Simí y le dijo, construye una casa para ti en Jerusalén, y vive allí, no salgas a ningún lado porque si sales y cruzas el arroyo Cedrón, ten la seguridad de que vas a morir, y yo no respondo por tu muerte, Simí le contestó al rey, está bien, haré lo que ha ordenado su Majestad, un día Simí se vio obligado a ir a Gat en busca de dos esclavos que se le habían escapado, Salomón se enteró, entonces lo mandó a llamar,  y le dijo, yo te advertí que no debías salir de Jerusalén y que si lo hacías ibas  a morir, tú estuviste de acuerdo, y me juraste por Dios que obedecerías. Acuérdate de todo el daño que le hiciste a mi padre, ahora Dios te va a hacer sufrir como hiciste sufrir a mi padre, en cambio a mí me va a bendecir, y los descendientes de mi padre reinarán para siempre. Después, el rey le ordenó a Benaías que matara a Simí, de esta manera, Salomón tomó completo control de su reino.

Salomón se casó con la hija del rey de Egipto, y además hizo un pacto de paz con él, luego llevó a su esposa a vivir en la parte más antigua de Jerusalén, conocida como ciudad de David. Mientras tanto, él se dedicó a terminar de construir su palacio, el templo de Dios y el muro que rodeaba toda la ciudad. En aquel tiempo el pueblo ofrecía sus sacrificios a Dios en pequeños templos, porque todavía no se había construido un templo para Dios.

Así puedes ver que Salomón asumió el poder a temprana edad y durante su reinado inicia la construcción del templo, pero hoy cada persona debe construir su vida apegado a la Palabra de Dios y con sus enseñanzas hacer lo bueno, agradable y perfecto para Dios, de manera que edifique su templo espiritual. 
Con Alta Estima,


martes, 30 de julio de 2013

El próximo rey...

Sabes, David fue escogido por Dios y fue amado por Dios porque fue un hombre quebrantado de corazón y enseñó la sumisión no la autoridad, los sufrimientos le ayudaron a ser humilde, a él si lo destituían del trono no le afectaba pues él aprendió que el ser humano tiene que aceptar cada una de las etapas de su vida y entender que la fuerza va minando y debes dar lugar a otros para que hagan las cosas que tú ya no puedes hacer, pero sería bueno que él que ocupe tu lugar lo haga de una manera digna y continúe los propósitos originales, como David estuvo preparado a las señales de cambio pues él supo que su arma principal era la sabiduría de Dios. Por eso Dios quiere que adquieras conocimiento y pases esta riqueza a tus descendientes.

Así pues, el rey David era muy anciano, y aunque lo cubrían con muchas cobijas, no se le quitaba el frío, entonces sus ayudantes le dijeron, debemos traer a una muchacha soltera para que sirva y cuide al rey, que duerma en la misma cama, para que le dé calor. Buscaron entonces en todo Israel una muchacha joven y hermosa, y en el pueblo de Sunem encontraron una que se llamaba Abisag, esta muchacha cuidaba al rey y lo servía, pero aunque era muy bonita, nunca tuvo relaciones sexuales con él.

Luego, Adonías, el hijo que David había tenido con Haguit, era un joven bien parecido, había nacido poco después que su hermano Absalón, David nunca había corregido a Adonías ni le había preguntado por qué hacía esto o aquello, pero ni el sacerdote Sadoc ni Benaías hijo de Joiadá, ni el profeta Natán ni Simí, hombre en quien el rey confiaba, ni los mejores soldados de David, apoyaban a Adonías. Un día, Adonías preparó una fiesta e invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey David, la fiesta se celebró junto a la piedra de Zohélet, que está cerca del manantial de Roguel, para el banquete mandó a matar ovejas y toros, y también los terneros más gordos, Adonías no invitó a su hermano Salomón ni al profeta Natán, ni a Benaías ni a los soldados de David.

Entonces Natán le dijo a Betsabé, la madre de Salomón, ¿ya te enteraste? Adonías se ha nombrado rey, y nuestro señor David ni siquiera lo sabe, voy a darte un consejo que puede salvar tu vida y la de tu hijo Salomón, tienes que ir a ver al rey David y decirle, Su Majestad había jurado que mi hijo Salomón reinaría después de usted, ¿por qué, entonces, está reinando Adonías? Y mientras tú estés hablando con el rey, yo entraré y te apoyaré, Betsabé fue a ver al rey a su habitación, el rey ya era muy anciano, Betsabé se inclinó delante del rey en señal de respeto, el rey le preguntó, ¿qué deseas?, ella le contestó Todo el pueblo está esperando que su Majestad diga quién va a reinar después de usted, si su Majestad muere sin anunciar quien reinará, Adonías nos matará a mí y a mi hijo Salomón, mientras Betsabé estaba hablando con el rey, llegó el profeta Natány le preguntó, Majestad, ¿ha nombrado usted rey a Adonías sin avisarnos nada de esto?

El rey David pidió que llamaran a Betsabé, ella entró y se quedó de pie ante el rey, entonces David le dijo, juro por Dios que me ha librado de todos los problemas, que lo que te juré por el Dios de Israel, lo voy a cumplir hoy mismo, tu hijo Salomón reinará después de mí, entonces Betsabé se inclinó delante del rey hasta tocar el suelo con la frente y dijo, ¡Que viva para siempre mi señor, el rey David! Después el rey David ordenó que llamaran al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías y, cuando estos llegaron, el rey les dijo: quiero que mi hijo Salomón se suba a mi mula y que lo lleven a Guihón y deben derramar aceite sobre la cabeza de Salomón para nombrarlo rey de Israel, después tocaran la trompeta y gritarán, ¡Viva el rey Salomón!, luego acompañarán a Salomón hasta mi trono, porque él va reinar en mi lugar, he elegido a Salomón para que gobierne sobre Israel y Judá. Después de esto, todos marcharon detrás de Salomón, tocando flautas, estaban tan contentos que parecía que la tierra iba a partirse por el ruido que hacían.

Entonces todos los invitados de Adonías se asustaron, y cada uno se fue huyendo, Adonías , por su parte, tuvo miedo de Salomón, y fue a refugiarse al santuario, y allí se agarró de los cuernos del altar, alguien le informó a Salomón, ¡Majestad! Adonías tiene miedo de usted, y se ha refugiado en el santuario, ha suplicado que usted jure no matarlo, Salomón contestó, si él se comporta bien, no le va a pasar nada, no le tocaré ni un pelo, pero si actúa con maldad, te aseguro que morirá.

Cuando le faltaba poco para morir, David le encargó a su hijo Salomón lo siguiente, tarde o temprano, la muerte nos llega a todos, y a mí me falta poco para morir, sé valiente y compórtate como hombre, obedece todos los mandamientos de nuestro Dios, y todas las leyes que nos dio por medio de Moisés, si haces esto, te va a ir bien en todo lo que hagas y en cualquier lugar a donde vayas. Dios prometió que el trono de Israel será siempre ocupado por mis descendientes, si ellos se portan bien y le son completamente fieles.

David murió y lo enterraron junto a la tumba de sus antepasados, en la ciudad que llevaba su nombre, fue rey de Israel durante cuarenta años, después de él reinó Salomón quién logró hacer de Israel una nación muy poderosa.

Como puedes ver, para ser humilde es todo un proceso, pruebas que cada persona debe vencer y que apegado a la Palabra Dios te da la sabiduría que necesitas en ese momento, que tu vida personal no estorbe en tu caminar con Dios, aceptar las diferentes etapas de la vida porque todo está sujeto a cambios, es bueno enseñar a otros y delegar para seguir avanzando y poder experimentar cosas nuevas que te ayudarán a crecer más en tu vida.


Con Alta Estima,

lunes, 29 de julio de 2013

El reinado (final)

Sabes, el rey David se entristeció mucho con la muerte de su hijo Absalón a pesar que su hijo lo quiso derrocar, David aprendió a amar a su enemigo y esta situación lo llevó alcanzar la purificación que era necesaria para su vida por las faltas graves cometidas, a pesar de que Dios lo había perdonado. No obstante, aunque no es bueno vivir en el pasado algunos sucesos que afectaron a otros,  sería valioso tenerlos en cuenta, volver atrás para ver que puedes enmendar, pues la culpa es buena cuando te sirve para analizar un comportamiento y  aceptes tu responsabilidad para corregir las malas acciones.

Mientras tanto, todos los israelitas habían huido a sus casas, y por todo el país se comentaba, el rey David nos libró de los filisteos y de nuestros enemigos, pero por culpa de Absalón tuvo que abandonar el país, es verdad que queríamos que Absalón fuera nuestro rey, pero él ya está muerto, ¿por qué no hacemos que vuelve el rey David?, cuando David supo lo que pensaban hacer los antiguos seguidores de Absalón, mandó a decirles a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, díganles de mi parte a los líderes de Judá, ustedes y el rey son la misma tribu, ¿por qué han de ser los últimos en llamar al rey para que vuelva a su palacio?, además, el rey envió este mensaje a Amasá, tú eres como mi propio hermano, te juro por Dios que voy a hacerte jefe de todo el ejército, en lugar de Joab., Amasá convenció a toda la gente de Judá para que le pidieran al rey que volviera con toda su gente, así fue como el rey volvió hasta el río Jordán, entonces la gente de Judá salió hasta Guilgal para recibirlo, y lo acompañaron para cruzar el río. Toda la gente cruzó el río Jordán y el rey también lo cruzó, luego de besar a Barzilai  lo bendijo, y este regresó a su casa. De allí el rey fue a Guilgal, y Quimham se fue con él, lo mismo que toda la gente de Judá y la mitad de los israelitas.

Así cuando David llegó a Jerusalén, encerró en una casa a las diez mujeres que había dejado cuidando su palacio, desde entonces ellas vivieron como si fueran viudas, pues aunque David siguió manteniéndolas, ya no volvió a tener relaciones sexuales con ellas, después de eso, el rey le dijo a Amasá, tú eres el jefe de mi ejército, así que reúne a todos los soldados de Judá, y ven a verme con ellos dentro de tres días, Amasá fue a reunirlos pero se tardó más tiempo, por eso David le dijo a Abisai, ahora Sebá puede causarnos más problemas que Absalón, así que toma a tus mejores soldados y ve a perseguirlo, Abisai salió de Jerusalén acompañado de Joab y sus soldados, llegaron a Gabaón, se encontraron con Amasá, Joab en la cintura llevaba una espada sujetada por un cinturón, pero al caminar se le cayó, Joab la recogió y se acercó a saludar a Amasá, con la mano derecha le tomó la barba, como si fuera a besarlo, y le preguntó, hermano, ¿cómo te va?, Amasá no se dio cuenta de que en la otra mano Joab llevaba la espada, así que Joab le clavó la espada en el vientre y se le salieron los intestinos, Amasá murió al instante. Mientras, tanto, Sebá andaba recorriendo todas las tribus de Israel, y en la ciudad de Abel-bet-maacá  se le unieron los familiares de su padre Bicri, cuando llegaron Joab y su ejército rodearon la ciudad, y para entrar en ella construyeron una rampa junto a la muralla, luego, todo el ejército comenzó a derribar la muralla. Desde adentro de la ciudad una mujer muy astuta empezó a gritar: ¿por qué va a usted a destruir una ciudad que le pertenece a Dios? Y Joab le respondió, ¡Que Dios me libre de acabar con esta ciudad! No me interesa destruirla, pero en ella está un hombre de las montañas de Efraín, se llama Sebá, y se ha rebelado contra el rey David, a quien yo sirvo, entrégamelo, y no atacaré la ciudad, la mujer fue a convencer a la gente de que le cortaran la cabeza a Sebá, así que le cortaron la cabeza a Sebá, desde la muralla se la arrojaron a Joab,  y Joab ordenó la retirada,  sus soldados regresaron a sus casas, luego Joab se fue a Jerusalén para encontrarse con el rey.
Así fue como Joab quedó al mando de todo el ejército de Israel, mientras que Benaías hijo de Joladá, quedó al mando del grupo de soldados filisteos, Adoram era jefe de los trabajadores y Josafat hijo de Ahilud tenía a su cargo los documentos oficiales. Servá era el secretario, y Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes, Irá, el del pueblo de Jair, era sacerdote de David.

Durante el reinado de David pasaron tres años en que no hubo suficiente comida, David le preguntó a Dios por qué los trataba tan mal y Dios le respondió, si ahora ustedes no tienen qué comer, la culpa es de Saúl y de su familia pues él mató a muchos gabaonitas. Los gabaonitas no eran israelitas, eran parientes de los amorreos, pero en los días de Josué, los israelitas habían hecho con ellos un pacto de paz, sin embargo, Saúl había tratado de destruirlos para que Israel y Judá controlaran todo el territorio, por lo que los gabaonitas querían que les entregara a siete de los familiares de Saúl, para matarlos frente al santuario de Dios, el rey David se comprometió a entregarles a siete familiares de Saúl, y tan pronto como se cumplieron las órdenes del rey David, Dios escuchó sus oraciones y bendijo al país.

Después, los filisteos volvieron a declararle la guerra a Israel, así que David fue con su ejército a pelear contra ellos, como David ya estaba muy cansado un gigante trató de matarlo, Abisai corrió ayudar a David, y atacó al filisteo y lo mató, por su parte los hombres de David le hicieron jurar que ya no saldría a las batallas, pues no querían perder a su líder y quedarse sin su guía. Cuando Dios libró a David de sus enemigos y de Saúl, David entonó este canto: Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! Tú eres para mí la roca que me da refugio; tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder…yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones, tú siempre le das la victoria al rey que pusiste sobre Israel, tú siempre les muestras tu amor a David y a sus herederos.

Así pues, Dios eligió a David, el gran poeta de Israel, y le dio el lugar más importante. Lo que sigue fueron las últimas palabras de David: Estas palabras no son mías, son palabras del espíritu de Dios, que habla por medio de mí, y esto es lo que me dijo el Dios que ayuda a Israel: El rey que me toma en cuenta en todo lo que hace, y es justo con su pueblo, es como la luz de la mañana y como el sol después de la tormenta; te hace bien a la tierra, y hace crecer la hierba. Dios hizo un pacto conmigo, un pacto seguro y bien hecho que durará para siempre, por eso mi familia siempre estará segura y Dios cumplirá todos mis deseos. La gente malvada es como los espinos, que nadie se atreve a tocarlos, más bien, se arrojan al fuego, como si fueran basura, hasta quemarlos por completo. ¡Nadie jamás vuelve a recogerlos!

Cabe mencionar que, los guerreros más valientes del ejército de David eran tres, el primero, Joseb-basébet hijo de Hacmoní, y era el jefe de los tres, en cierta ocasión mató con su lanza a ochocientos hombres, el segundo, Eleazar hijo de Dodó de Ajoj, estuvo con David en Pasadamim, cuando los filisteos se reunieron para pelear contra Israel, los israelitas huyeron pero él se quedó matando filisteos hasta que el brazo se le acalambró, el tercero, era Samá hijo de Agué de Arat, los filisteos se habían reunido en un campo sembrado con lentejas para atacar a los israelitas, los filisteos huyeron, pero Samá no se movió del campo, sino que lo defendió y mató a los filisteos. Ese día Dios les dio una gran victoria. Pero en total, los más valientes del ejército de David fueron treinta y siete.

Después Dios volvió a enojarse contra Israel, le hizo creer a David, que sería bueno hacer una lista de todos los soldados que había en Israel y Judá, entonces el rey le dijo a Joab y a los jefes del ejército, vayan por todo el país, y cuenten a todos los hombres en edad militar, para que yo sepa cuántos soldados tengo, pero Joab le contestó, yo le pido a Dios que multiplique a su pueblo, y que lo haga cien veces más grande de lo que ahora es, y que le permita a usted llegar a verlo, pero no creo que contarlos sea una buena idea, sin embargo, la orden del rey pudo más que la opinión de Joab y de los jefes del ejército, y ellos tuvieron que salir a contar a todos los israelitas. Después de haber recorrido todo el país durante nueve meses y veinte días regresaron a Jerusalén, allí Joab le informó al rey, En Israel hay ochocientos mil hombres que pueden ir a la guerra, y en Judá hay quinientos mil. Pero David se dio cuenta de había sido un error haber contado a toda la gente, así que dijo: Dios mío no está bien lo que hice, te he ofendido al contar los soldados que tenemos, yo te ruego que perdones mi error.

David siempre consultaba al profeta Gad, por eso al día siguiente, Dios le dio a Gad un mensaje para David, le dijo, ve a decirle a David que le voy a castigar, y que puede escoger uno de estos tres castigos, siete años de hambre en todo el país, ser perseguido por sus enemigos durante tres meses o que todo el pueblo sufra enfermedades durante tres días y, David le dijo a Gad, me resulta difícil elegir uno de los tres,  pero Dios es compasivo prefiero que sea él quien me castigue, entonces Dios envió una enfermedad por todo Israel, durante tres días, como el ángel estaba a punto de destruir la ciudad, David dijo, Dios mío yo fui quien pecó contra ti, por favor no castigues a mi pueblo, mejor castígame a mí y a mi familia, y Dios envió a David este mensaje por medio del profeta Gad, ve y constrúyeme un altar en el lugar donde Arauna limpia el trigo, David obedeció el mensaje de Dios y escuchó sus ruegos y detuvo el castigo contra los israelitas, pues le dio tristeza haberlos castigado.

Por lo que puedes ver que David elige someterse a la voluntad de Dios, porque Dios es misericordioso y El puede aligerar el castigo, por lo que sería bueno que el ser humano se someta a la justicia de Dios pues Dios mostrará su misericordia a la persona que le ama.


Con Alta Estima,

domingo, 28 de julio de 2013

El reinado (Parte II)...

Sabes, este reino lo puedes comparar con el reinado de tu propia vida, aprender a caminar como el rey David conforme al Espíritu Santo, pues como creyente eres renovado con el nuevo nacimiento aunque el morir al “Yo” es todo un proceso diario, una constante lucha, pero lo esencial es que cada persona se dé cuenta que Jesucristo debe reinar en tu vida, pues la mayoría de las veces como ser humano tienes debilidades que vencer pero apegado a la palabra de Dios y con obediencia puede lograr la transformación para tu vida.

Así pues, es importante que cada persona obedezca los mandatos de Dios, pues Dios no puede ser burlado, pues los resultados son malos después de cada paso equivocado y trae consecuencias a largo plazo además de que afectan a otros, a los que se encuentran más cercanos a ti, pues el espíritu de rebelión se extiende, como la desobediencia, la maldad, la lujuria, como es el caso del rey David, él como padre no puede llamarle la atención a su hijo Amnón, se siente impotente porque ve que su hijo está siguiendo sus pasos. 
Asimismo, cuando el ser humano no puede resolver los problemas, pues ya no están bajo su fuerza, al reconocer sus faltas, arrepentirse, Dios le otorga el perdón pero los resultados de sus acciones pueden seguirse cosechando por mucho tiempo, como en el caso del rey David, durante el resto de su reinado. Lo bueno del rey David fue que reconoció su falta y respondió al primer llamado de Dios, a través del profeta Natán y entendió que desobedeció a los mandatos de Dios

Así Dios seguía dándole victorias David, y como rey de los israelitas, David siempre fue bueno y justo con ellos.

Los principales asistentes de David fueron los siguientes: Joab hijo de Seruiá, que era jefe del ejército, Josafat hijo de Ahilud, que era secretario del reino, Sadoc hijo de Ahitub y Abimélec hijo de Abiatar, que eran sacerdotes, Seraías, que era su secretario personal, Benaías hijo de Joiadá, jefe del grupo filisteo al servicio del rey, y los hijos de David, que eran sacerdotes.

Cuando todos los reyes que estaban bajo el poder de Hadad-ézer vieron que David lo había derrotado, hicieron la paz con Israel y quedaron al servicio de David.

Llegó la primavera, que era cuando los reyes salían a la guerra, ese año David envió a Joab y a los jefes de su ejército a pelear contra los amonitas, pero él se quedó en Jerusalén, y Joab y todos sus hombres vencieron a los amonitas y conquistaron la ciudad de Rabá. Una tarde, después de haber descansado un poco, David se levantó y comenzó a pasear por la azotea de su palacio, de pronto, vio que una mujer muy hermosa se estaba bañando, David mandó enseguida a uno de sus sirvientes a preguntar quién era ella, el sirviente volvió y le dijo que se llamaba Betsabé, hija de Eliam, y que estaba casada con un hitita llamado Urías. Entonces, David mandó a traerla, y cuando se la llevaron, tuvo relaciones sexuales con ella, luego ella regresó a su casa, pues apenas había tenido su periodo de menstruación, y estaba cumpliendo con los ritos de purificación, Betsabé quedó embarazada, así que mandó a decirle a David que iba a tener un hijo suyo, al oir esto, David le ordenó a Joab que le mandara a Urías el hitita, pues quería hablar con él, Joab así lo hizo y cuando Urías llegó le ordenó que fuera a descansar a su casa, en cuanto Urías salió del palacio, el rey le envió de lo mejor de su comida y bebida, pero Urías no fue a su casa, sino que se quedó a dormir a la entrada del palacio, junto con los soldados de la guardia personal del rey. Entonces David lo mandó llamar y le preguntó, ¿por qué no dormiste en tu casa? Y Urías le contestó, mal haría yo en ir a mi casa a comer, beber y tener relaciones sexuales con mi esposa, mientras el cofre del pacto de Dios y todo el ejército están en el campo de batalla, entonces David le dijo a Urías, quédate aquí por lo menos esta noche, y mañana volverás al campo de batalla, y enseguida lo invitó a comer y beber, hasta emborracharlo, David creía que así Urías se iría a su casa sino que de nuevo se quedó con los soldados de la guardia personal del rey. Por la mañana, David escribió una carta y se la dio a Urías, para que se la entregara a Joab, la carta decía, Pon a Urías en el frente, donde la batalla sea más dura y peligrosa, luego déjalo solo para que lo maten, Joab así lo hizo, cuando ya había rodeado con su ejército la ciudad de Rabá puso a Urías a pelear donde estaban los soldados enemigos más valientes, cuando esos soldados salieron a pelear contra los hombres de Joab, mataron a algunos de los soldados de David, y entre ellos a Urías. Entonces Joab mandó un mensajero a darle la noticia a David, le dijo los enemigos nos estaban ganando y hasta salieron de la ciudad a pelear en el campo, pero los hicimos retroceder hasta el portón de la ciudad, desde el muro de la ciudad nos disparaban flechas, y algunos de nuestros mejores hombres cayeron muertos, entre ellos también murió Urías, el hitita que tan fielmente servía a su Majestad. David le contestó, dile a Joab que no se preocupe, en la guerra cualquiera puede morir. Cuando la mujer de Urías supo que su esposo había muerto, se puso muy triste, pero luego de que ella guardó su luto acostumbrado, David mandó a llamarla y se casó con ella, tiempo después, ella tuvo un hijo, sin embargo, a Dios no le gustó lo que David había hecho.

Entonces, Dios envió al profeta Natán para que le diera a David este mensaje, En cierta ciudad había dos hombres, uno de ellos era rico, y el otro era pobre, el rico tenía muchas ovejas y muchas vacas, en cambio, el pobre sólo tenía una ovejita, la había comprado, y él mismo la había criado y cuidado como si fuera su propia hija. Tanto quería ese hombre a la ovejita que hasta le daba de comer de su mismo plato, y la dejaba recostarse y dormir en su pecho, y así la ovejita fue creciendo junto con los hijos de ese hombre. Un día llegó un visitante a la casa del rico, y el rico lo invitó a comer, pero como no quería matar ninguna de sus ovejas ni de sus vacas, le quitó al pobre su ovejita y la mató para darle de comer al visitante. Al oír esto, David se enojó muchísimo contra el hombre rico y le dijo a Natán, pero ¿cómo pudo hacer eso? Ese hombre no tiene sentimientos, te juro por Dios que ahora tendrá que pagarle al pobre cuatro veces más de lo que vale la ovejita, y además, ¡merece la muerte!, entonces Natán le dijo, ¡Pues tú, David, eres ese hombre! Y ahora el Dios de Israel quiere que oigas esto: yo te hice rey de todo mi pueblo, yo te cuidé para que Saúl no te matara, hasta te di su palacio y sus mujeres, y aun te habría dado mucho más, si tú así lo hubieras querido, ¿por qué te burlaste de mí, que soy tu Dios? ¿por qué hiciste lo que yo prohíbo? En realidad no fueron los amonitas quienes mataron a Urías, lo mataste tú, y lo hiciste para quedarte con su mujer. Pero ahora, por haberte burlado de mí, y por haberle quitado a Urías su mujer, siempre habrá en tu familia muertes violentas. Tus propios hijos te harán sufrir mucho, si a escondidas tuviste relaciones sexuales con la mujer de otro, yo haré que otros tomen a tus mujeres y se acuesten con ellas delante de todo el mundo. David le dijo a Natán, reconozco que he pecado contra Dios y que he hecho lo que a él no le gusta. Natán le contestó, por eso mismo Dios te ha perdonado, y no vas a morir, pero por haberte burlado de él, no vivirá el hijo que tuviste con Betsabé. Después de decir esto, Natán se fue a su casa. En efecto, Dios hizo que el niño se enfermara gravemente, David no comía nada, y se pasaba toda la noche tirado en el suelo, rogándole a Dios que curara al niño, al séptimo día, el niño murió. Los consejeros no se atrevían a decir nada a David, pero David se dio cuenta de que sus consejeros le ocultaban algo, y comprendió que su hijo ya había muerto. De inmediato, David se levantó del suelo y se bañó, se perfumó y se cambió de ropa, luego fue a adorar a Dios a la carpa donde estaba el cofre del pacto.David fue a consolar a Betsabé, y tuvo relaciones sexuales con ella, con el tiempo ella tuvo un hijo, y David le puso por nombre Salomón, fue tanto el amor de Dios por el niño, que envió al profeta Natán para que les dijera, En mi honor, este niño se llamara Jedidías, que significa “Amado de Dios”.

Mientras tanto, Joab había seguido atacando la ciudad de Rabá, pues allí vivía el rey de los amonitas, cuando ya estaba por conquistarla mandó a decirle a David  que reuniera a todo su ejército y venga a tomar la ciudad, David le quitó al rey la corona, la cual era de oro, pesaba treinta y tres kilos, y tenía una piedra preciosa, David le quitó a la corona esa piedra preciosa y la puso en su propia corona y se llevó además gran parte de las riquezas de la ciudad, a la gente que vivía en la ciudad la obligó a hacer ladrillos, como lo había hecho con todas las ciudades amonitas que había conquistado, después de eso, David y su ejército regresaron a Jerusalén

Uno de los hijos de David, que se llamaba Absalón, tenía una hermana muy hermosa llamada Tamar, otro de los hijos de David, que se llamaba Amnón, se enamoró perdidamente de ella, como Tamar era todavía muy joven y no había tenido relaciones secuales, Amnón no encontraba la manera de estar a solas con ella. Jonadab le aconsejó, pues métete en la cama y haz como si estuvieras muy enfermo y pídele a tu padre que mande a tu hermana Tamar, que necesitas a alguien que te prepare la comida y te la dé en la boca, así lo hizo, y David mandó llamar a Tamar y le dijo, ve a la casa de tu hermano Amnón y hazle de comer, Amnón le dijo, tráeme el pan a la cama, y dame de comer en la boca, pero cuando ya estuvo cerca, Amnón la agarró por la fuerza y le dijo, Ven hermanita, acuéstate conmigo, Tamar le contestó, no, hermano mío, no me obligues a hacer algo tan malo y vergonzoso, si me violas, yo tendré que vivir con esa vergüenza y tú quedarás en Israel como un malvado. Yo te ruego que le pidas al rey que me deje ser tu esposa, estoy segura que él aceptará, pero Amnón no le hizo caso y como era más fuerte que ella, la forzó a tener relaciones sexuales con él. Cuando Absalón lo supo, la tranquilizó y le dijo, hermanita lo que ha hecho Amnón contigo es terrible, pero no le guardes rencor porque es tu hermano. Cuando David se enteró de lo que había pasado, se puso muy enojado, sin embargo, no castigó a Amnón, pues era su hijo mayor y lo quería mucho, Abasalón, por su parte, dejó de hablarle a Amnón, pues lo odiaba por haber violado a su hermana.

Pasaron dos años, un día Absalón invitó a todos los hijos del rey a Baal-hasor, cerca de Efraín, allí había fiesta, porque era la época en que se cortaba la lana a las ovejas, pero el rey le contestó, hijo mío, te agradezco la invitación, pero si vamos todos vas a gastar mucho dinero, sin embargo, le dio su bendición, entonces Absalón le propuso, si usted no puede ir, al menos permita que vaya mi hermano Amnón, tanto presionó Absalón al rey, que al fin, dejó que Amnón y sus otros hijos fueran a la fiesta, allí Absalón le dijo a sus sirviente, vigilen bien a Amnón y cuando ya esté muy borracho y yo les diga que lo maten, mátenlo, los sirvientes de Absalón cumplieron sus órdenes. Durante muchos días David lloró la muerte de su hijo Amnón, aunque también extrañaba a Absalón, pero Absalón huyó a Guesur y se quedó allí tres años, bajo la protección de Talmai, hijo de Amihud, que era rey de ese lugar. Joab se dio cuenta de que el rey David extrañaba mucho a Absalón, más tarde, el rey llamó a Joab y le dijo, Tú ve y ocúpate de que vuelva mi hijo Absalón pero no quiero verlo, que se vaya a su casa. En todo Israel no había un hombre tan bello y atractivo como Absalón, pues no tenía ningún defecto, el pelo se lo cortaba cada año, tuvo tres hijos y una hija, su hija se llamaba Tamar y era una joven muy hermosa.

Absalón vivió dos años en Jerusalén, y durante todo ese tiempo nunca se le permitió ver al rey, Abasalón le pidió a Joab que fuera a ver al rey de su parte, pero Joab no aceptó, una vez más se lo pidió y él se negó a ir. Entonces Absalón les dijo a sus sirvientes, Joab tiene un campo junto al mío y está lleno de cebada, vayan y préndanle fuego. Joab fue a hablar con Absalón y le dijo, ¿por qué mandaste a quemar mi campo?, y Absalón le contestó, porque quiero que vayas a ver al rey y le des este mensaje, ¿para qué me hiciste venir de Guesar, si no me dejas visitarte? Mejor me hubiera quedado allí, Joab fue a ver al rey y le dio el mensaje de Absalon , entonces David lo mandó a llamar y le dio un beso.

Tiempo después, Abasalón todos los días se levantaba muy temprano y se paraba a un lado del camino, a la entrada de la ciudad, si alguien iba a ver al rey para arreglar sus problemas, así pasaron cuatro años, un día Absalón le dijo al rey, cuando yo vivía en Guesur, le prometí a Dios que si él me permitía volver a Jerusalén, yo iría a Hebrón para adorarlo, yo te ruego que me dejes ir allá para cumplir mi promesa. El rey le dijo que podía irse tranquilo, y Absalón se fue acompañado de doscientos hombres pero ninguno de ellos conocía los planes de Absalón, cada día era más la gente que se unía a Absalón, de modo que la rebelión contra David fue cobrando fuerza. Un mensajero fue a decirle a David, Absalón se está ganando la simpatía de todos los israelitas y ahora ellos lo apoyan. El rey David huyó con su familia y toda su gente, los asistentes de David se pusieron a su lado, y toda la gente marchó delante de David. Cuando David y toda su gente llegaron al río Jordán, se quedaron a descansar allí, pues estaba muy cansado. Cuando Absalón se enfrentó a los hombres de David, iba montado en una mula, de repente al pasar por debajo de un gran árbol, se le atoró la cabeza entre las ramas y se quedó colgado mientras que la mula siguió corriendo, enseguida Joab fue al árbol donde Absalón todavía estaba colgado y le clavó tres flechas en el pecho, los diez ayudantes de Joab lo rodearon a Abasalón y acabaron de matarlo, luego echaron su cuerpo en un hoyo muy grande que había en el bosque y taparon el hoyo con piedras. El rey David se puso muy triste al saberlo y se fue a llorar al cuarto que estaba sobre la entrada de Mahanaim, Joab fue entonces al palacio y le dijo al rey, por lo visto, su Majestad ama a los que le odian y odia a los que le aman, me permito sugerir que salga usted ahora mismo y anime a su ejército, entonces el rey se levantó y ocupó su trono a la entrada de la ciudad de Mahanaim, y sus soldados marcharon ante él.

Por lo que sería bueno, considerar que apegados a la Palabra de Dios, el Espíritu Santo mora en cada persona y te motiva a tener una conciencia profunda y desarrollar una voluntad firme creando un compromiso con Dios, manteniendo una libertad con responsabilidad, evitando tiempos de ocio ya que propician que la mente y tus pensamientos se desvíen de los parámetros establecidos y no exponerlos a tentaciones que pueden estar fuera del control de las emociones que impidan vivir en comunión con Dios. 

Que tu corazón, tu mente, tus pensamientos, muestren tu temor a Dios, pues Dios no hace concesiones, es necesario acatar sus instrucciones.


Con Alta Estima,

viernes, 26 de julio de 2013

El reinado (Parte I)...


Sabes, cuando una persona cumple con las enseñanzas y está apegada a la Palabra de Dios, tiene en su interior el reino de Dios, El es el rey que gobierna su corazón, y El le ayuda en todo momento a vencer al enemigo exterior que pueden ser los atractivos del mundo, o el enemigo interior, las tristezas, la envidia, los celos, derroca todo problema que le aflige, pero es importante mantener tu reinado en esta tierra por medio de Jesucristo, El debe ser la roca firme para tu vida, con un corazón semejante al de Dios.

Así pues, el rey David fue el rey amado por Dios pues su corazón, su mente eran primero para Dios, él danzaba, saltaba y cantaba y a Dios le agradaba pues de esa forma le adoraba, le expresaba así sus sentimientos, con sus canciones y su arpa. Por ese corazón humilde y su actitud sincera Dios lo había elegido y en sus victorias Dios estuvo con él y aprobaba todo lo que El proponía porque primero lo consultaba a El, pues Dios dominaba su vida y por ende su reinado.

Después de que Saúl murió, David consultó a Dios, ¿puedo regresar a alguno de los pueblos de Judá? Y Dios respondió, Ve a Hebrón. David se fue a Hebrón con Ahinoám y Abigail, que eran sus dos esposas. Que eran sus dos esposas, Ahinoám era del pueblo de Jezreel, y Abigail había sido esposa de Nabal. David se llevó también a sus soldados con sus familias, y todos ellos vivieron en los pueblos cercanos a Hebrón. Entonces la gente de Judá fue a donde estaba David y le derramó aceite sobre la cabeza, así lo declararon rey de Judá y fueron los únicos que los reconocieron, por eso David,  se quedó en Hebrón y fue rey de Judá durante siete años y medio, tenía treinta años cuando empezó a reinar y en Jerusalén fue rey de todo Israel y su reinado duró cuarenta años.

Un día Abner y los ayudantes de Is-bóset salieron de Mahanaim y fueron a Gabaón, donde había un depósito de agua, allí se encontraron con Joab hijo de Seruiá y con los ayudantes de David, como los dos grupos estaban sentados uno frente al otro, Abner desafío a Joab y le dijo, deja que tus jóvenes peleen con los míos, para ver quiénes son mejores, Joab aceptó el desafío, y pasaron al frente doce jóvenes de parte de Benjamín y de Is-bóset, y doce de parte de David, cada uno agarró de la cabeza a su contrario, y le clavó la espada en las costillas, así que todos murieron al mismo tiempo, desde entonces ese lugar, que está junto a Gabaón, se conoce como Campo de las espadas, el resto de los soldados comenzó a  pelear y los de David derrotaron a los de Abner. Con Joab estaban sus hermanos Abisai y Asael, como Asael podía correr muy rápido, comenzó a perseguir a Abner, entonces Abner le dijo, si lo que quieres es quitarme la espada, te aconsejo que te busques a otro, Asael no le hizo caso, ni dejó de perseguirlo, por eso Abner volvió a decirle, si no dejas de perseguirme, tendré que matarte, pero Asael siguió persiguiéndolo, entonces Abner le clavó su lanza en el estómago, y lo atravesó de lado a lado, Asael cayó muerto de inmediato, Joab y su gente enterraron a Asael en la tumba de su padre, la cual está en Belén, de allí se fueron caminando toda la noche, y al día siguiente llegaron a Hebrón, la guerra entre las familias de Saúl y de David duró mucho tiempo, y David iba ganando más poder, mientras que la familia de Saúl se debilitaba.

En Hebrón, David tuvo seis hijos en este orden, Con Ahinóam, su esposa de Jezreel, tuvo a Amnón, con Abigail, la viuda de Nabal, tuvo a Quilab, con Maacá, la hija de Talmai, rey de Guesur, tuvo a Absalón, con Haguit tuvo a Adonías, con Abital tuvo a Sefatías, con Egla tuvo a Itream.

Como la guerra continuaba entre los seguidores de Saúl y los de David, Abner fue ganando poder sobre la familia de Saúl, luego Abner envió este mensaje a los jefes de Israel, durante mucho tiempo ustedes han querido que David sea su rey, el momento ha llegado, recuerden que Dios le prometió a David que por medio de él libraría a Israel de los filisteos y de todos sus enemigos, Abner habló también con la gente de Benjamín y él mismo fue a Hebrón con veinte hombres, y le contó a David que todos en Israel y Benjamín estaban dispuestos a reconocerlo como rey. David hizo entonces una fiesta para Abner y su soldados, y durante la fiesta Abner le dijo, su Majestad, permítame reunir a todos los israelitas para que hagan un pacto con usted, y así usted pueda ser su rey. David se lo permitió, y Abner salió de Hebrón, en ese momento llegaron Joab y los soldados de David, y traían muchas riquezas que les habían quitado a sus enemigos, cuando Joab supo que Abner había estado hablando con David, fue a verlo y le dijo, ¡ pero qué ha hecho su Majestad!¿cómo pudo usted dejar que Abner se fuera tan tranquilo? Usted sabe que todo lo que Abner le ha dicho es mentira, él sólo ha venido a espiar. En cuanto Joab salió de hablar con David, mandó a decirle a Abner que regresara, pero sin decírselo a David, Abner ya había llegado al pozo de Sirá, pero regresó a Hebrón, tan pronto como llegó a la entrada de la ciudad, Joab lo llevó aparte como si quisiera decirle algo y le clavó un cuchillo en el estómago, así fue como Joab y su hermano Abisai se desquitaron de la muerte de su hermano Asael en la batalla de Gabaón. Abner fue enterrado en Hebrón, el día que lo enterraron, el rey David iba adelante del grupo, toda la gente lloraba mucho, y también el rey lloraba sin consuelo ante la tumba de Abner, luego el rey les dijo a sus oficiales, ¡Que Dios les dé su merecido por la maldad que cometieron!.

Así pues, Jonatán había tenido un hijo, al que le puso por nombre Mefi-bóset, cuando llegaron las noticias de que Saúl y Jonatán habían muerto en Jezreel, la niñera de Mefi-bóset tomó al niño y huyó, pero por las prisas Mefi-bóset de cayó y se quedó cojo, tenía entonces cinco años de edad. Un día, David les preguntó a sus asistentes y consejeros, ¿vive todavía algún familiar de Saúl, a quien yo pueda ayudar en memoria de Jonatán?, entonces llamaron a Sibá, que había estado al servicio de Saúl y Sibá le contestó, aún vive un hijo de Jonatán que no puede caminar se llama Mefi-bóset, el rey mandó traer a Mefi-bóset y cuando llegó al palacio David le dijo, no tengas miedo en memoria de tu padre Jonatán, voy a cuidar de ti. Voy a devolverte todas las tierras de tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante comerás en mi mesa, y se quedó a vivir en Jerusalén.

Cuando Is-bóset supo que habían matado a Abner en Hebrón, se preocupó mucho, pues se dio cuenta de que ya no podría seguir siendo rey, todos en Israel también se preocuparon, Is-bóset había puesto al frente de su ejército a dos hombres de Beerot, llamados Baaná y Recab, que eran hijos de Rimón, estos había sido jefes de una banda de ladrones, y ellos se consideraban miembros de la tribu de Benjamín y fueron a la casa de Is-bóset y entraron como si fueran a comprar trigo, como era la hora en que hacía más calor, lo encontraron durmiendo, entonces le clavaron un cuchillo en el estómago, le cortaron la cabeza, y luego huyeron sin que nadie los viera, caminaron toda la noche por el camino a Arabá hasta llegar a Hebrón y le llevaron a David la cabeza de Is-bóset y le dijeron que quería matarlo, Dios ya le ha dado a Saúl su merecido, pues todos sus hijos están muertos, pero David les contestó, así como Dios me ha protegido del mal, yo les juro que ustedes merecen la muerte por haber hecho esto, enseguida David ordenó que mataran a Baaná y Recab, y sus hombres les cortaron las manos y los pies, y los colgaron junto al depósito de agua que está en Hebrón, luego enterraron la cabeza de Isbóset en Hebrón, en la tumba de Abner.

Cada día David tenía más y más poder, pues el Dios todopoderoso lo ayudaba. David sabía que Dios le había dado ese poder, y que lo había hecho rey de Israel por amor a su pueblo, Hiram, el rey de Tiro, envió gente que sabía construir con madera y piedra, con ellos envió madera para que le hicieran a David un palacio en Jerusalén.

David se fue de Hebrón para ir a vivir a Jerusalén, allí tuvo más esposas, los hijos que tuvo con ellas fueron, Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Nefeg, Jafia, Elisamá, Eliadá, Elifélet.

Así, cuando los filisteos supieron que David ya era rey de todo Israel, se unieron para atacarlo y fueron al valle de Refaim, pero David se enteró y se fue a uno de sus refugios, allí consultó a Dios, si salgo a pelear contra los filisteos, ¿me ayudarás a vencerlos? y Dios le contestó, claro que sí, yo te ayudaré a vencerlos, no los ataques de frente, rodéalos y atácalos por detrás, cuando llegues a donde están los árboles de bálsamo, oirás mis pasos en la punta de los árboles, esa será la señal para que te lances al ataque, ahí me verás ir delante de ti, y destruir al ejército filisteo, así lo hizo David, y ese día venció a los filisteos desde Gueba hasta Guézer.

Luego, David volvió a reunir a sus mejores hombres, salió con ellos de Baalá de Judá para llevarse a Jerusalén el cofre del pacto, que estaba en la casa de un hombre llamado Abinadab, esa casa estaba en la punta de una colina, cuando sacaron de allí el cofre, lo pusieron sobre una carreta nueva que iban guiando Uzá y Ahió, hijos de Abinadab, Ahió iba delante del cofre, David y todos los israelitas iban danzando y cantando muy alegres delante de Dios, al son de la música de arpas, panderos, platillos, castañuelas y otros instrumentos de madera y cuerdas, cuando llegaron a un lugar donde se limpiaba el trigo, se tropezaron los bueyes que jalaban la carreta, Uzá sostuvo con su mano el cofre para que no se cayera pero Dios se enojó mucho y allí mismo le quitó la vida, David sintió miedo y dijo, ya no me atrevo a cuidar el cofre del pacto, así que lo dejó en casa de Obed-edom, que vivía en Gat, y el cofre se quedó allí tres meses y durante este tiempo Dios bendijo a Obed-edom y a todos sus familiares y les dio más de lo que tenía, entonces David fue a la casa de Obed-edom para llevarse el cofre a Jerusalén, hizo una gran fiesta, cada vez que los que llevaban el cofre daban seis pasos, David ofrecía a Dios un toro y un ternero. Para agradarle a Dios, David danzaba con mucha alegría, llevaba puesta sólo una túnica sacerdotal de lino, y así entre gritos de alegría y toques de trompeta, David y todos los israelitas llevaron el cofre de Dios a Jerusalén. Mical, la hija de Saúl, estaba en la ventana del palacio cuando el cofre de Dios iba entrando a la ciudad, y se disgustó mucho al ver cómo el rey David saltaba y danzaba para agradar a Dios. El cofre de Dios fue llevado a una carpa que David había preparado, y allí David le presentó a Dios muchas ofrendas de animales y vegetales, luego bendijo al pueblo en nombre de Dios, y a cada uno de los presentes le dio un pan de harina, uno de dátiles y otro de pasas, después de eso todos se fueron a su casa, también David se fue a su casa, y al llegar empezó a bendecir a su familia, pero Mical le dijo, hoy has hecho el rídiculo, no te has portado a la altura de un rey, con los saltos que dabas, hasta la última de tus sirvientas te vió el trasero, realmente te has portado como una persona vulgar y sin vergüenza, David le contestó, si dancé, lo hice para agradar a Dios, y recuerda que fue Dios quien rechazó a tu padre y a tu familia, además, fue Dios mismo quien me eligió como rey de su pueblo. Y si a ti te parece que me rebajo  pues seguiré rebajándome, pero aun así, esas sirvientas que dices comprenderán por qué lo hago, y me honrarán, y Dios castigó a Milcal, por eso ella nunca tuvo hijos.

No obstante, Dios ayudó a David para que logrará la paz con sus enemigos, y pudiera vivir tranquilo en su palacio, entonces David le dijo al profeta Natán, no está bien que yo viva en un palacio de maderas finas, mientras el cofre del pacto de Dios está en una carpa, Natán le contestó, haz lo que creas más conveniente, pues Dios te apoya en todo, sin embargo, Dios habló con Natán esa misma noche, y le dijo: Ve y dile de mi parte, ¿cómo está eso de que quiere construirme una casa?, si desde que los saqué de Egipto, siempre he vivido en una carpa, yo soy el Dios todopoderoso, yo soy quien te puso al frente de mi pueblo cuando eras un simple pastor de ovejas, yo soy quien siempre te ha cuidado y te ha ayudado a derrotar a tus enemigos, y soy también quien te hará muy famoso en este mundo, además, yo haré que de tus descendientes salgan los reyes de Israel, después de tu muerte, yo haré que uno de tus hijos llegue a ser rey de mi pueblo, a él si lo dejaré que me construya una casa, y haré que su reino dure para siempre, yo seré para él como un padre, y él será para mí como un hijo, lo castigaré como castiga un padre a su hijo, pero nunca lo abandonaré como abandoné a Saúl. Además, yo haré que el reino de tus hijos sea firme y dure para siempre.

Natán fue y le dio el mensaje a David, entonces David fue a la carpa donde estaba el cofre, se sentó delante de Dios y le dijo, Mi Dios ¿cómo puedes darme todo esto, si mi familia y yo valemos tan poco? Y cómo es posible que prometas darme aún más y que siempre bendecirás a mis descendientes, ¿qué más te puedo decir Dios si me conoces muy bien? Tú, me dejas conocer tus grandes planes, porque así lo has querido, que grande eres Dios mío, ¡Todo lo que de ti sabemos es verdad! No hay ningún otro Dios como tú, Mi Dios, yo te pido que le cumplas a mis descendientes estas promesas que nos acabas de hacer, haz que ellos se mantengan en tu servicio, para que tu nombre sea siempre reconocido, y que todo el mundo diga, El Dios de Israel es el Dios todopoderoso”, te ruego que los bendigas para que siempre te sirvan, tú eres Dios y lo que dices es verdad, por eso estoy seguro que cumplirás lo que has prometido.

Como puedes ver, sería grandioso que Dios reinara en tu corazón para que le sirvas con amor y El te bendecirá grandemente en todo lo que hagas.


Con Alta Estima,

jueves, 25 de julio de 2013

El segundo rey hebreo...

Sabes, Dios escoge a la personas que tiene para un propósito,  y El la elige porque así lo quiere, la decisión sólo El la define, lo importante, es aprender a oir su voz y obedecerle, estar apegado a su Palabra para que la fe en Dios crezca, que te motive a profundizar en sus enseñanzas pues a Dios le agrada que lo busques y que hagas su voluntad, pues es necesario vencer la voluntad propia para que Dios te bendiga grandemente, que en todo lugar lo honres, pues su nombre es sobretodo nombre.

Entonces, Dios le dijo a Samuel, ¿hasta cuándo vas a estar triste por Saúl? Yo lo he rechazado, así que ya no será rey, mejor ve a Belén, donde vive Jesé, ya he elegido a uno de sus hijos para que sea rey de Israel, lleva aceite contigo y derrámaselo en la cabeza como símbolo de mi elección.

Pero Samuel le dijo, Dios mío, si Saúl llega a saberlo, me va a matar, ¿cómo se lo voy a ocultar? Dios le dijo, llévate una vaquita y dile que vas a presentarme una ofrenda, pídele a Jesé que te acompañe, cuando yo te diga a cual de sus hijos he elegido como rey, tú le pondrás aceite en la cabeza, y Samuel obedeció a Dios. Cuando llegó a Belén, los líderes del pueblo se preocuparon mucho y le dijeron, ¿a qué has venido? ¿hay algún problema?, Samuel le contestó, todo está bien, no pasa nada, sólo vine a presentarle a Dios esta ofrenda, prepárense y vengan conmigo al culto.

Cuando llegaron, Samuel vio a Eliab y pensó, estoy seguro de que Dios ha elegido a este joven, pero Dios le dijo, Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura, ese no es mi elegido, yo me fijo en el corazón. Jesé llamó entonces a Abinadab, pero Samuel le dijo, tampoco a este lo ha elegido Dios, luego Jesé llamó a Samá, pero Samuel le dijo, tampoco a este lo ha elegido Dios. Jesé le presentó a Samuel siete hijos suyos, pero Samuel le dijo que ninguno de ellos era el elegido de Dios, finalmente, le preguntó a Jesé, ¿ya no tienes más hijos? Y Jesé le contestó, tengo otro, que es el más joven, está cuidando las ovejas, y le dijo Samuel, mándalo a llamar pues no podemos continuar hasta que él venga.

Por lo que Jesé hizo llamar a David, que era un joven de piel morena, ojos brillantes y muy bien parecido, entonces Dios le dijo a Samuel, levántate y échale aceite en la cabeza, porque él es mi elegido, así lo hizo Samuel en presencia de sus hermanos, después de eso regresó a Rama, en cuanto a David, desde ese día el espíritu de Dios lo llenó de poder y al mismo tiempo, el espíritu de Dios abandonó a Saúl y un mal espíritu que Dios le envió comenzó a atormentarlo, un día uno de los sirvientes de Saúl le dijo, mande usted a buscar a alguien que sepa tocar el arpa, así cuando venga ese mal espíritu, el músico tocará y usted se sentirá mejor, Saúl le ordenó a sus sirvientes, busquen a alguien que toque bien el arpa, y tráiganmelo, uno de ellos le dijo, yo conozco a uno, se llama David  es hijo de Jesé, el que vive en Belén, David toca muy bien el arpa, y es también un guerrero muy valiente, además, sabe hablar bien y es muy bien parecido, ¡y Dios siempre lo ayuda!

Entonces, Saúl le envió a Jesé este mensaje, envíame a tu hijo David, el que cuida las ovejas, Jesé envió a su hijo David y aprovechó la ocasión para enviarle a Saúl como regalo, un burro cargado con pan, un recipiente de cuero lleno de vino, y un cabrito. David llegó al palacio y se puso al servicio de Saúl, y tanto le agradó David a Saúl que lo tomó como uno de sus ayudante, siempre que el espíritu malo atacaba a Saúl, David tocaba el arpa, entonces el espíritu malo se alejaba y Saúl se sentía aliviado, por eso Saúl le mandó a decir a Jesé, estoy muy contento con tu hijo, déjalo que se quede conmigo, para que sea mi ayudante.
Así los filisteos reunieron su ejército en Socó de Judá y se prepararon para pelear contra los israelitas, en una colina estaban los filisteos, y en la colina de enfrente estaban, los israelitas, en medio de los dos ejércitos estaba el valle, en el ejército filisteo había un hombre llamado Goliat, que era de Gat y medía casi tres metros de altura, llevaba puesto un casco, y también una armadura de bronce que pesaba como cincuenta y siete kilos, sus piernas estaban protegidas con placas de bronce, y en los hombros llevaba una jabalina, la base de su lanza era enorme, y su punta era de hierro y pesaba como siete kilos, delante de él iba su ayudante, Goliat se paró frente al ejército israelita y gritó desafiante, yo soy filisteo y ustedes están al servicio de Saúl, no hace falta que todos ustedes salgan a pelear, elijan a uno de ustedes, y mándenlo a pelear conmigo, si es buen guerrero y me mata nosotros seremos esclavos de ustedes, pero si yo lo mato, ustedes serán nuestros esclavos, el filisteo siguió provocando a los israelitas mañana y tarde, durante cuarenta días.

Cabe  mencionar, que David pasaba el tiempo cuidando las ovejas de su padre y llevando mensajes y provisiones a sus hermanos, que estaban con Saúl, así fue como un día Jesé le dijo a David, tus hermanos están peleando contra los filisteos, llévales ahora mismo unos veinte kilos de trigo tostado y diez panes, toma también estos diez quesos y dáselos al jefe del ejército, fíjate cómo están tus hermanos y tráeme alguna de sus pertenencias como señal de que están bien, en cuanto amaneció, David se levantó y tomó la comida que su padre le había indicado y se puso en camino, cuando llegó al campamento, los israelitas y los filisteos se pusieron frente a frente, David se fue corriendo para saludar a sus hermanos, mientras hablaba con ellos, escuchó cuando Goliat salió de entre los filisteos y empezó a gritar y a desafiar a los israelitas, y David preguntó, a los que estaban cerca de allí, ¿qué le darán a quien lo mate y le devuelva la honra a Israel? Y le contestaron a David, quien mate a ese atrevido, se casará con la hija del rey Saúl, también recibirá muchas riqueza y su familia no volverá a pagar impuestos. Algunos soldados oyeron que David andaba preguntando, y fueron a decírselo a Saúl, entonces el rey hizo llamar a David y David le dijo, no se preocupe su Majestad, yo mataré a ese filisteo, pero Saúl le dijo, no vas a poder matarlo, tú eres todavía muy jovencito, y él ha sido guerrero toda su vida, y David le contestó, yo soy pastor de las ovejas de mi padre, pero si un león o un oso vienen a llevarse alguna oveja, yo los persigo, los hiero y les quito del hocico la oveja, y si el león o el oso se me echan encima, yo los golpeo y los mato, y eso mismo voy a hacer con este filisteo, pues ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo, si Dios me ha librado de las garras de leones y de osos, me librará de este filisteo. Entonces Saúl le dijo a David, anda pues y que Dios te acompañe. Enseguida Saúl dio órdenes de que le pusieran a David su propia ropa militar, su armadura de bronce y su casco, pero David no podía ni caminar, así que le dijo a Saúl, yo no estoy acostumbrado a usar esto y se quitó la armadura, pero tomó su vara y su honda y puso en su bolsa cinco piedras del río, luego fue y se le acercó al filisteo, también Goliat se acercó a David, cuando vio que David no era más que un muchachito  de piel morena, lo consideró muy poca cosa y lo maldijo en nombre de sus dioses, le dijo, ¡Vaya con el niño bonito! Viene a pelear conmigo con un palo, como si fuera yo un perro, pero David le contestó, ¡y tú vienes a pelear conmigo con espada, y flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar, hoy mismo Dios me ayudará a vencerte y te mataré y te cortaré la cabeza, ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel! Dios nos dará la victoria sobre ustedes, y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas. Cuando el filisteo se acercó para atacarlo, David también corrió hacia él y, sacando una piedra de su bolsa, disparó su honda y le pegó al filisteo en plena cara, la piedra se le clavó en la frente, y el filisteo cayó de cara al suelo, enseguida corrió David se paró sobre Goliat, le quitó su espada y, de un solo golpe le cortó la cabeza, cuando los filisteos vieron muerto a su poderoso guerrero, salieron corriendo, luego de perseguir a los filisteos, los israelitas regresaron al campamento filisteo y se apoderaron de todas sus pertenencias.

Luego de que David mató al filisteo, Abner lo llevó a la presencia de Saúl y ya no dejó que David volviera a su casa, sino que lo mantuvo cerca de él, de modo que Jonatán se hizo muy amigo de David, y Jonatán le juró que serían amigos para siempre. Sin embargo, desde el día en que David mató a Goliat, Saúl comenzó a tener mucha envidia de David. Saúl le tenía miedo a David, pues se daba cuenta de que Dios lo cuidaba y le ayudaba a ganar las batallas, mientras que a él lo había abandonado y David ganó todas las batallas que sostuvo y en todo Israel y Judá lo querían mucho, porque él era su líder. Entonces, Saúl le dijo a David, hoy mismo te casarás con mi hija,  y le dio por esposa a su hija Milcal y así David llegó a ser parte de la familia del rey, pero en realidad Saúl quería que los filisteos mataran a David, cuando Saúl comprobó que Dios protegía a David y que su hija Milcal en verdad lo amaba, le dio mucho miedo, por eso llegó a odiar a David y se convirtió en su enemigo de toda la vida.

Entonces, Saúl le ordenó a su hijo Jonatán y a sus ayudantes que mataran a David, pero como Jonatán lo quería mucho, le aviso del peligro que corría. Al día siguiente Jonatán habló con su padre a favor de David y Saúl le juró que no le haría ningún daño, pero un día Saúl estaba sentado en su casa, escuchando a David tocar el arpa, Saúl tenía una lanza en la mano, se la arrojó a David con ganas de clavarlo en la pared, sin embargo, David logró quitarse a tiempo. Esa misma noche Saúl intentó de nuevo matar a David, pero David se le volvió a escapar y entonces Saúl ordenó a sus hombres que rodearan la casa de David, pero Milcal, su esposa, le dijo, David huye ahora mismo, de lo contrario mañana estarás muerto. Mientras tanto, David logró escapar y cuando llegó a la ciudad de Ramá, le contó a Samuel todo lo que Saúl le había hecho y los dos se fueron a un pueblo llamado Naiot, que estaba cerca de la ciudad de Ramá y allí se quedaron a vivir y Samuel y un grupo de profetas daban mensajes de Dios, pero tan pronto como Saúl lo supo, envió a tres grupos de sus hombres para apresar a David, y el espíritu de Dios tomó control de los enviados de Saúl y también ellos empezaron a profetizar. Finalmente, Saúl mismo fue a Ramá, preguntó dónde estaban Samuel y David, le dijeron que en Naiot, cerca de Ramá y se puso en camino  y el espíritu de Dios vino sobre él y en todo el camino a Naiot iba profetizando.

Mientras tanto, David le dijo a Jonatán, mañana se celebra la fiesta de la luna nueva, se supone que yo debo comer con tu padre, pues es el rey, tú y yo hemos hecho un pacto de amistad delante de Dios, por eso te ruego que me hagas un favor, si hice algo mal, mátame tu mismo, prefiero que lo hagas tú, y no tu padre, pero Jonatán le dijo, ¡Jamás haría yo tal cosa! Por el contrario, si llego a saber que mi padre quiere matarte, te lo diré de inmediato. De este modo Jonatán renovó su pacto con David y su familia. David siguió huyendo de Saúl y de allí se fue a Gat, que era una ciudad filistea, de Gat, David se fue a la cueva que está en Adulam. De allí David se fue a una ciudad de Moab llamada Mispá y le pidió al rey de ese país, por favor, te ruego que dejes que mi padre y mi madre vivan aquí, en tu país, hasta que yo sepa lo que Dios va a hacer conmigo. Los filisteos atacaron la ciudad de Queilá y se llevaron el trigo recién cosechado, cuando David lo supo le preguntó a Dios, ¿debo ir a atacar a los filisteos? Y Dios le contestó, ve y atácalos, David fue con sus hombres y peleó contra los filisteos, los venció y les quitó sus rebaños. Así salvó a la gente de Queilá, cuando David supo que otra vez Saúl quería matarlo le consultó a Dios de Israel, que por su culpa va a matar a toda la gente, es verdad contestó Dios, Saúl vendrá, y le preguntó, ¿ la gente de Queilá nos traicionará?, así es contestó Dios, entonces David y sus hombres se fueron de Queilá, cuando le informaron a Saúl que David se había ido  de Queilá, ya no atacó la ciudad. Y, aunque Saúl lo buscaba todo el tiempo, Dios no dejaba que lo encontrara, pero Jonatán fue a Hores para ver a David, y lo animó a tener confianza en Dios, le dijo, no tengas miedo, mi padre no va a poder encontrarte, además hasta él sabe que tú vas a ser rey de Israel, y que yo seré menos importante que tú, ese día renovaron su pacto de amistad delante de Dios.

De pronto, Saúl entró en la cueva para hacer sus necesidades, entonces los hombres de David le dijeron, te acuerdas que Dios te prometió que te vengarías de tu enemigo, y que le harías lo que quisieras?, pero David les respondió, ¡nunca le haré daño, pues Dios mismo lo eligió como rey, sobre su cabeza se derramó aceite, como señal de la elección de Dios. ¡Vea su majestad lo que tengo en la mano, es un pedazo de su manto, que yo mismo corté, con esto podrá ver su Majestad que no quiero matarlo, sin embargo, su Majestad me anda persiguiendo y quiere matarme, cuando David terminó de hablar, Saúl dijo, pero si es David en persona, luego empezó llorar a gritos y le dijo a David, Tú, eres más bueno que yo, aunque te he hecho mucho mal, tú siempre me has hecho el bien, me has tratado con bondad, aun cuando Dios te dio la oportunidad de matarme y me has perdonado la vida, y David le respondió, a cada uno de nosotros Dios lo premiará de acuerdo con su justicia y su verdad, yo espero que, así como respeté hoy la vida de su Majestad, también Dios respete la mía y me libre de todo peligro…Yo sé muy bien que llegarás a ser rey, y que al pueblo de Israel le irá muy bien contigo, por eso júrame por Dios que no acabará con mis hijos ni con mis nietos y que no harás que mi familia se olvide de mí. David siguió su camino y Saúl regresó a su casa.

Pero David se quedó pensando, uno de estos días Saúl me va a matar, es mejor que me vaya a vivir a la tierra de los filisteos, así Saúl dejará de perseguirme por todo Israel, y podré vivir tranquilo y vivió entre los filisteos un año y cuatro meses, fue en ese tiempo cuando los filisteos reunieron a su ejército para pelear contra Israel, entonces Saúl ordenó a sus ayudantes, busquen una espiritista, Saúl se disfrazó y acompañado por dos de sus hombres, se fue a ver a esa mujer, para consultar el espíritu de un muerto, que llamara a Samuel y Samuel le dijo, Dios está haciendo contigo lo que ya te había dicho, por haberlo desobedecido, Dios te ha quitado el reino y se lo ha dado a David, además los filisteos vencerán mañana a los israelitas y tú y tus hijos morirán y vendrán a hacerme compañía. Al oír estas palabras de Samuel, Saúl sintió mucho miedo y se desmayó.

Después, los filisteos reunieron todo su ejército en Afec y sus jefes marchaban al frente de grupos de cien y de mil soldados y el rey Aquis llamó a David y le dijo, te juro por Dios que yo no tengo nada contra ti, desde el día que llegaste hasta hoy, tú has sido fiel conmigo, pero los jefes de los filisteos no confían en ti, así que regresa en paz y no hagas enojar a los jefes del ejército. De modo que, al amanecer, David y sus hombres regresaron a la tierra de los filisteos.

Al tercer día, David y sus hombres llegaron a Siclag y descubrieron que los amalecitas habían atacado el desierto del sur y habían prendido fuego a Siclag, se habían llevado a mujeres, ancianos y niños, entre las mujeres a las esposas de David. David los atacó y recobró todo lo que los amalecitas se habían llevado y les tocó lo mismo al que va a la batalla que al que se queda a cuidar el equipaje, David estableció esta ley en Israel y desde entonces hasta ahora se ha cumplido.

Los filisteos lucharon contra los israelitas y los hicieron huir, a muchos de ellos los mataron en el cerro de Guilboa y a Saúl y a sus hijos los persiguieron hasta matarlos, así murieron Jonatán, Abinadab y Malquisúa, los arqueros filisteos hirieron de muerte a Saúl y éste le dijo a su escudero, saca tu espada y mátame, pero el escudero tenía tanto miedo que se no atrevió a matarlo, entonces Saúl tomó su espada y se echó sobre ella. Al otro día, mientras los filisteos les quitaban a los israelitas muertos sus objetos de valor, encontraron a Saúl y sus tres hijos muertos y a Saúl le cortaron la cabeza y los colgaron de la muralla de Bet-sán, cuando los israelitas que vivían en Jabes de Galaad supieron esto viajaron y quitaron los cádaveres de la muralla y los llevaron a Jabes, allí los quemaron, después de levantar sus huesos y enterrarlos bajo un árbol ayunaron siete días en señal de luto.

Como puedes ver, es importante confiar en Dios, honrarlo y estar apegado a sus enseñanzas, confiar en El y obedecerle, pues Dios sólo quiere cosas buenas para sus hijos. Sería bueno practicar en tu diario vivir la sencillez, tener una actitud humilde para reconocer cuando te equivocas pues el aprendizaje hacia el conocimiento de Dios se logra con amor y perseverancia para lograr una vida fructífera y agradable a Dios.


Con Alta Estima,

miércoles, 24 de julio de 2013

El primer rey hebreo...

Sabes, la obediencia es la clave para la victoria en el servicio a Dios por lo que es importante vivir conforme a la voluntad de El, apegado a su Palabra y así te irá bien, y puedes ver que a pesar de que tienes que sufrir las consecuencias a corto o largo plazo por las malas decisiones que tomas, lo maravilloso es que Dios está contigo y no deja de amarte.

Así, durante el reinado de Saúl Dios estuvo con su pueblo, a Saúl le faltaba fe, crecer espiritualmente, pues le importaba las quejas o actitudes de los de su ejército en vez de obedecer lo que Dios le decía que hiciera y tomaba malas decisiones y esto le trajo tristeza y dolor y llegó un momento en Dios se arrepiente de haberlo puesto como rey, a pesar de que Saúl le pedía a Dios que le ayudara, Dios ya no le respondía, y esto creó enemistad con su hijo Jonatán pues Jonatán a Dios le había pedido ayuda y Dios le respondía, esto desorientaba al pueblo, pero a pesar de todo, Dios estaba con su pueblo, los protegía pues es un  Dios  fiel.
Entonces, Saúl ya era adulto cuando empezó a reinar, en el segundo año de su reinado eligió a tres mil hombres de Israel para formar su propio ejército, de ellos dos mil estaban con él en Micmás y en las colinas de Betel, y los otros mil estaban con su hijo Jonatán en Guilbeá de Benjamín, al resto de los israelitas los mandó de vuelta a su casa, Jonatán atacó y destruyó un cuartel filisteo que estaba en Guibeá, Saúl mandó a tocar la trompeta por todo el país en señal de alarma, prepárense porque ahora ellos van a odiarnos más y nos atacarán, y así sucedió, los filisteos se reunieron para atacar a los israelitas, muchos israelitas pensaron que no podrían vencer al ejército filisteo, así que fueron a esconderse, Saúl se quedó en Guilgal, pero todos en su ejército estaban temblando de miedo. Allí en Guilgal, Saúl esperó a Samuel siete días, para que presentara las ofrendas y los sacrificios, pues antes de eso no podían empezar la batalla, pero al ver Saúl que Samuel no llegaba y que los de su ejército comenzaban a huir, ordenó, tráiganme los animales y las ofrendas de paz que vamos a presentarle a Dios, y Saúl mismo presentó las ofrendas. Todavía no terminaba de ofrecerlas cuando Samuel llegó, al verlo, Saúl fue a saludarlo, pero Samuel le dijo, ¿qué es lo que has hecho? Y Saúl respondió es que mis soldados ya me estaban abandonando, y tú no llegabas, como prometiste hacerlo, por eso tuve que presentar las ofrendas para pedir la ayuda de Dios y los filisteos ya estaban en Micmás, listos para venir a Guilgal y atacarme. Pero Samuel le dijo, ¡Estás loco! Si hubieras obedecido la orden de tu Dios, tu reino habría durado para siempre, pero como no lo hiciste tu reino no durará mucho tiempo, Dios ya decidió quién será el próximo rey, ese rey si lo obedecerá.

Cabe mencionarse, que entre los israelitas no había quien trabajara el hierro, los filisteos no se lo permitían, por temor a que se hicieran espadas y lanzas de ese metal, ni siquiera tenían como afilar sus arados, azadones, hachas y picos, por eso tenían que ir al país de los filisteos y pagarles mucho dinero para que les afilaran sus herramientas, el día de la batalla los únicos que tenían una espada y una lanza eran Saúl y Jonatán.

Después una parte del ejército de los filisteos acampó en el paso de Micmás, Jonatán le dijo al joven que le ayudaba a cargar su armadura, ven acompáñame al otro lado, vamos a acercarnos al ejército de los filisteos, aunque sean pocos, con la ayuda de Dios los vamos a derrotar, Jonatán se fue sin que nadie lo supiera, ni siquiera su padre, y le dijo a su ayudante, ven, vamos a acercarnos a ellos para que no nos vean, si nos dicen, alto ahí, no se muevan hasta que lleguemos a donde están, así lo haremos, pero si nos dicen que vayamos a donde ellos están, esa será la señal de que Dios nos ayudará a derrotarlos, entonces, se acercaron, y cuando los filisteos los vieron, enseguida le gritaron a Jonatán y a su ayudante, ¡Vengan acá, que les vamos a decir algo! Jonatán le dijo a su ayudante, Vayamos, pues Dios nos ayudará a vencerlos, además Dios hizo que temblara la tierra y el ejército filisteo se asustó mucho. Los filisteos estaban tan confundidos que se mataban unos a otros, entonces Saúl reunió a todos sus hombres, y juntos se lanzaron a la batalla y cuando los israelitas que se habían escondido en los cerros de Efraín supieron que los filisteos estaban huyendo, fueron también a perseguirlos. Todos los israelitas estaban muy cansados pero ninguno de ellos había comido porque Saúl había hecho este juramento, “Todo el que coma algo antes del anochecer, y antes de me haya vengado de mis enemigos, será condenado a muerte”, así que cuando llegaron a un bosque donde había mucha miel y no la probaron, como Jonatán no estaba enterado, tomó miel con el palo que llevaba en su mano y en cuanto la probó, cobró nuevas fuerzas. En ese lugar Saúl construyó por primera vez un altar para adorar a Dios, luego les dijo a sus soldados, no pasará esta noche sin que acabemos con los filisteos y nos quedemos con todas sus pertenencias y ellos le contestaron, haremos todo lo que usted nos mande, pero el sacerdote le dijo, primero debemos consultar a Dios, entonces Saúl le preguntó a Dios, ¿puedo perseguir a los filisteos? ¿nos ayudarás otra vez a vencerlos? pero Dios no le contestó, así que Saúl les dijo a los jefes de su ejército, acérquense y díganme por culpa de quién Dios no me responde, les juro por Dios que morirá, aunque se trate de mi hijo Jonatán, pero la gente se opuso a Saúl, de ninguna manera vamos a permitir que Jonatán muera, gracias a él y con la ayuda de Dios, Israel ha alcanzado una victoria total. A pesar de todo esto, los israelitas estuvieron en guerra con los filisteos mientras Saúl fue rey de Israel. Saúl siempre tenía en su ejército a los jóvenes más fuertes y valientes. Después de esto, el rey Saúl siguió luchando contra Moab, Amón, Edom, los reyes de Sobá, los filisteos y los amalecitas, venció a todos sus enemigos y alcanzó grandes triunfos. Así fue como libró a Israel de los pueblos que les robaban todo lo que tenían.

Samuel le dijo Saúl, Dios ahora me ha enviado a darte este mensaje, Cuando los israelitas salieron de Egipto, los amalecitas los trataron muy mal, por eso ahora voy a castigarlos, anda, ataca a los amalecitas y destruye todo lo que tienen, no le perdones la vida a nadie, Saúl reunió a su ejército en Telaim, se dirigió a la ciudad principal de Amalec para atacarla, mató a toda la gente de Amalec y a todos los animales débiles y de poco valor, sólo dejó vivo al rey Agag y a los mejores animales de los amalecitas. Entonces, Dios le dijo a Samuel, Saúl no me hace caso ni me obedece. Lamento haberlo hecho rey. Al oir esto, Samuel se preocupó mucho y se pasó toda la noche rogándole a Dios que perdonara a Saúl, Samuel se fue a buscarlo y cuando lo encontró, Saúl le dijo, Que Dios te bendiga, ya cumplí con las órdenes de Dios, Samuel le preguntó, si en verdad las has cumplido, ¿de quién son esas ovejas y esos toros? Y Saúl le respondió, son los mejores animales que los soldados les quitaron a los amalecitas, los trajeron para presentárselos como ofrenda a nuestro Dios, todo lo demás lo destruimos, pero Samuel le dijo, A Dios le agrada más que lo obedezcan, y no que le traigan ofrendas, es mejor obedecerlo que ofrecerle los mejores animales, rebelarse contra Dios es tan malo como consultar a brujos y adivinos, como tú no quieres nada con él, Dios tampoco quiere nada contigo. Saúl le dijo a Samuel, tienes razón, mi pecado ha sido no obedecer a Dios, pero es que tuve miedo de los soldados, por eso los dejé hacer lo que querían, por favor, perdóname y acompáñame a adorar a Dios, pero Samuel le respondió, Dios ya no quiere que seas rey, porque no quisiste hacer lo que te mandó, así que yo no te voy a acompañar.

Luego Samuel le dio la espalda a Saúl y empezó a alejarse, pero Saúl agarró a Samuel por el manto, y de un tirón se lo arrebató, entonces Samuel le dijo, así es como Dios te va a arrebatar el reino de Israel, para dárselo a un israelita mejor que tú. El Dios que le da la victoria a Israel siempre cumple su palabra, no cambia de opinión, como lo hace la gente.

Saúl le rogó, reconozco mi pecado pero, por favor, ¡trátame como rey delante de los jefes del pueblo y de toda la gente ¡Ven conmigo y hagamos un culto para adorar a Dios!, Samuel aceptó ir con Saúl, y los dos adoraron a Dios, luego Samuel ordenó tráiganme a Agag, el rey de los amalecitas, mientras lo llevaban ante Samuel Agag pensó que ya no lo iban a matar, pero Samuel dijo, así  como muchas mujeres sufrieron cuando mataste a sus hijos, así también va a sufrir tu madre, pues te voy a matar, y allí mismo en Guilgal, en presencia de Dios, Samuel cortó en pedazos a Agag, luego Samuel regresó a Ramá y Saúl se fue a Guibéa, que era donde vivía, Samuel jamás volvió a ver a Saúl, aunque siempre sintió por él una gran tristeza, y también a Dios le causó pesar el haber puesto a Saúl como rey de Israel.

Por lo que puedes ver que a veces el ser humano no está preparado para servirle a Dios, y no puedes vivir de apariencias, Saúl era un hombre apuesto y de buena presencia pero egoísta y voluble, a veces cuando una persona no ha desarrollado una voluntad y conciencia firme, su carácter es voluble, vive dependiendo de las circunstancias, cambia de manera de pensar según las presiones de las personas a su alrededor y sabes las  personas tibias no agradan a Dios, pues dicen amar a Dios y hacen cosas ajenas a su voluntad. Para Dios es importante, que lo que piensas y dices  sean congruentes con lo que hagas en tu diario vivir, que tu corazón sea  receptivo al mensaje que Dios tiene para ti para que desarrolles una personalidad extraordinaria y sobretodo, lleves una vida de obediencia, una vida alineada al corazón de Dios.


Con Alta Estima,

martes, 23 de julio de 2013

Tu oración...

Sabes, Samuel significa “Dios ha oído”, a veces en la vida de cada persona se presentan situaciones complejas que la agobian e impiden que escuche la voz de Dios, quizá porque su carencia física oprime su corazón y no la deja avanzar, carece de algo valioso que le gustaría tener por lo que estar apegado a la Palabra, hacer oración y pedirle a Dios, de forma específica tu deseo, tu fe en Dios hará que te sea concedido, pero para que esto suceda debes ser firme en tus convicciones. Así lo puedes ver en la vida de Ana que tiene raíces de amargura por ser estéril, pero ella hace oración y platica con Dios, muestra que depende de El, que Dios es su roca, su fortaleza y le pide fervientemente que le conceda tener un hijo y que después se lo entregará para que le sirva sólo a El y Dios le da ese regalo.

Por lo que  puedes ver que Samuel era un niño pequeño cuando se queda en el Santuario, su corazón es para Dios y él le tiene una triple misión, será profeta, sacerdote y juez. Ana cumple su promesa a Dios y entrega a su pequeño hijo al sacerdote Elí.

También puedes observar que el sacerdote Elí es un siervo de Dios  pero en cuanto a la actitud de los hijos de Elí, cometen faltas graves a Dios, no obedecen ni cumplen con los mandatos que Dios ha dado y mueren, pues es necesario que la actitud de los padres para con los hijos sea correctiva y no permisiva, de forma que en ocasiones se tomen medidas correctivas, pues es necesario vivir el orden de Dios, una vida con propósito.

Así pues, en Ramá, un pueblo de los cerros de Efraín, vivía un hombre llamado Elcaná, sus antepasados eran descendientes de Efraín. Elcaná tenía dos esposas, Peniná y Ana. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno, Elcaná la amaba mucho a pesar de que Dios no le permitía tener hijos, cada año Elcaná y su familia salían de su pueblo para ir al santuario de Siló, allí adoraban a Dios todopoderoso y presentaban ofrendas en su honor, allí trabajaban dos hijos del sacerdote Elí, llamados Hofní y Finees. Como Ana no tenía hijos, Peniná se burlaba de ella, tanto la molestaba que Ana lloraba mucho y ni comer quería. Todos los años, cuando iban al santuario, Peniná la trataba así. En una de esas visitas, Elcaná le preguntó a Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes?¿por qué te afliges? Para ti, es mejor tenerme a mí que tener muchos hijos, Ana dejó de comer, se levantó y se fue a orar al santuario y le hizo esta promesa, Dios todopoderoso, yo soy tu humilde servidora, mira lo triste que estoy, no te olvides de mí, si me das un hijo yo te lo entregaré para que te sirva sólo a ti todos los días de su vida, como prueba de que te pertenece, nunca se cortará el cabello, Ana oraba a Dios en silencio, Elí la veía mover los labios, pero como no escuchaba lo que decía pensó que estaba borracha, pero ella le dijo no he bebido vino ni cerveza, estoy muy triste, y por eso estoy aquí suplicándole a Dios que me responda, entonces, Elí le respondió, Vete tranquila, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido. Dicho esto, Ana regresó a comer y dejó de estar triste.

A la mañana  siguiente, Elcaná y su familia fueron al santuario para adorar a Dios, y después de eso regresaron a su casa en Ramá. Tiempo después, Elcaná y su esposa Ana tuvieron relaciones sexuales y Dios permitió que ella quedara embarazada, cuando nació el niño, Ana le puso por nombre Samuel, porque Dios contestó su oración. Al año siguiente, cuando llegó el tiempo de ir al santuario, Elcaná fue a Siló con toda su familia para cumplir su promesa, pero Ana no quiso ir con ellos, y por eso le dijo a su marido, cuando el niño ya pueda comer solo, yo misma lo llevaré al santuario y se lo entregaré a Dios, allí se quedará a vivir, Elcaná le dijo, haz lo que te parezca mejor, que el niño se quede contigo hasta que pueda comer solo, y que Dios cumpla su promesa. Fue entonces cuando Ana lo llevó al santuario de Siló, llevó como ofrenda un novillo de tres años, vino y veinte kilos de harina y después Ana y su esposo le entregaron al niño al sacerdote Elí y Ana le dijo, Señor mío hace tiempo yo estuve aquí orando a Dios, yo le pedí este niño y me lo concedió, por eso ahora se lo entrego para que le sirva todos los días de su vida, y todos ellos adoraron a Dios.

Entonces Ana dedicó a Dios este canto, Nuestro Dios es único, nadie se le compara,… Dios destruye a sus enemigos, desde el cielo lanza truenos contra ellos, Dios es el juez de todo el mundo, al que él pone como rey le da riqueza y poder. Después de esto, Elcaná y su familia regresaron a su casa en Ramá, mientras que el niño Samuel se quedó con el sacerdote Elí para servir a Dios. Los hijos de Elí erán muy malos no respetaban ni obedecían a Dios hacían cosas terribles con las ofrendas que la gente llevaba al santuario, por ejemplo, la Ley de Dios decía que al presentar las ofrendas debía quemar la grasa del animal y luego darle al sacerdote una porción de la carne, sin embargo, cuando la gente apenas iba a quemar la grasa, venía un sirviente de los hijos de Elí y le decía al que presentaba las ofrendas, dame la carne que le toca al sacerdote, para que yo se la prepare, debo llevarla cruda porque el sacerdote no la quiere ya cocida. A veces alguien contestaba, déjame quemar primero la grasa, y luego te llevarás lo que gustes, pero el sirviente le respondía, si no me la das ahora, me la llevaré por la fuerza, muchas veces el sirviente llegaba con un tenedor, lo metía en la olla donde estaba cocinando la carne, y todo lo que sacaba era para los hijos de Elí.

No obstante, el niño Samuel, por el contrario, servía fielmente a Dios, se vestía con ropa de lino, como los sacerdotes, cada año su madre le hacía una túnica pequeña, y se la llevaba cuando iba con su marido a presentar su ofrenda. En una de esas ocasiones, Elí bendijo a Elcaná y a Ana y les dijo, ya que han puesto a Samuel al servicio de Dios, que Dios les conceda tener más hijos, y así sucedió, en los años siguientes, Dios bendijo a Ana, y ella tuvo tres hijos y dos hijas, mientras tanto, el niño Samuel crecía bajo el cuidado de Dios y la gente lo quería mucho.

Después, Elí ya era muy viejo, cuando se enteró de todo lo que hacían sus hijos con los israelitas, los llamó y les dijo, ¿por qué se comportan así? Ya la gente me ha contado todo lo malo que ustedes hacen, todos en Israel hablan mal de ustedes, si una persona ofende a otra, Dios puede decidir quién tiene la razón, pero si alguien ofende a Dios, no hay quien pueda defenderlo. Sin embargo, los hijos de Elí no hicieron caso al regaño de su padre, además Dios ya había decidido quitarles la vida.

Entonces, Dios envió a un profeta para que le diera este mensaje a Elí, entre todas las tribus de Israel, elegí a tu familia para que sus descendientes fueran mis sacerdotes, les di el privilegio de ofrecer sacrificios en mi altar…¿por qué no das importancia a los sacrificios y ofrendas que mandé a presentar en mi santuario? Tú les das más importancia a tus hijos que a mí, yo les había prometido a tu familia y a tus antepasados que siempre serían mis sacerdotes, pero ya no será así, tus dos hijos, Hofní y Finees, morirán el mismo día. Sin embargo, yo pondré en mi santuario a un sacerdote fiel, que hará todo como a mí me gusta, haré que su familia viva mucho tiempo, y que sirva al rey que he elegido. Los pocos que sobrevivan de tu familia se arrodillarán delante del sacerdote fiel, y le suplicarán, por favor, denos usted algún trabajo como sacerdotes, para que podamos comer aunque sea un pedazo de pan.

Cabe hacer mención, que en aquellos tiempos, Dios se comunicaba muy pocas veces con la gente y no le daba a nadie mensajes ni visiones, una noche, poco antes de que se apagara la lámpara del santuario, Dios llamó a Samuel por su nombre, Elí y Samuel estaban ya acostados, cada uno en su habitación y Samuel dormía en el santuario, donde estaba el cofre del pacto de Dios y oyó la voz: Samuel, Samuel, dijo Dios. Samuel fue corriendo al cuarto de Elí y le dijo, Aquí estoy, ¿en qué puedo servirle?, Elí le respondió, yo no te llamé, anda vuelve a acostarte, Samuel fue y se acostó, pero Dios volvió a llamarlo. Samuel estaba confundido porque aún no conocía la voz de Dios, esta era la primera vez que Dios le hablaba, por tercera vez Dios lo llamó, y en ese momento Elí comprendió que era Dios quien llamaba al niño, así que le dijo, Anda a acostarte, si oyes otra vez que te llaman, contesta así, Dime Dios mío ¿en qué puedo servirte? Y así le contestó y Dios le dijo, Voy a hacer en Israel algo muy terrible, cumpliré contra la familia de Elí todo lo que he dicho, él sabía que sus hijos me ofendían gravemente, y no hizo nada para corregirlos, así es que voy a castigar a su familia, Samuel volvió a acostarse, y cuando amaneció, se levantó y abrió las puertas del santuario, Elí le preguntó, ¿qué te dijo Dios? Cuéntamelo todo, que Dios te castigue si no me lo dices, Samuel se lo contó todo, sin ocultarle nada, y Elí dijo, Que se haga la voluntad de Dios, El es quien manda.
Samuel seguía creciendo, y Dios lo cuidaba, le daba mensajes en el santuario de Siló y Samuel se los comunicaba a todo el pueblo, todo lo que Dios prometía por medio de Samuel, se cumplía, por eso en todo Israel, la gente confiaba plenamente en las palabras de Samuel.

Un día los israelitas salieron a pelear contra los filisteos y acamparon en Eben-ézer, los filisteos acamparon en Afec y se organizaron para la batalla. Los filisteos pelearon contra los israelitas y los derrotaron, la matanza fue muy grande, pues mataron a treinta mil soldados israelitas, y el resto del ejército huyó  a sus casas, además, los filisteos capturaron el cofre del pacto de Dios y mataron a Hofní y Finees, hijos de Elí. Como Elí ya era anciano y muy pesado, cuando oyó lo que había sucedido con el cofre, se fue de espaldas, cayó junto a la puerta y se quebró el cuello, allí murió. Elí había sido líder de Israel durante cuarenta años.
Como la gente de Asdod había capturado el cofre, Dios los castigó duramente, lo mismo que a los pueblos vecinos. Dios hizo que les salieran tumores y todos ellos sufrían mucho, y entonces dijeron que ese cofre del Dios de Israel no debería estar entre nosotros, y luego llamaron a todos los jefes filisteos y les preguntaron, ¿qué podemos hacer con el cofre del Dios de Israel?¿cómo podemos enviarlo de vuelta?, el cofre del pacto de Dios ya había estado siete meses en su tierra y ellos les contestaron, si lo regresan, deben enviar también ofrendas para pagar por el error de haberlo capturado, sólo así sanarán de los tumores y entenderán por qué Dios ha dejado de castigarlos.

Los filisteos tenían cinco ciudades principales: Asdod, Gaza, Ascalón, Gat y Ecrón, por cada una de ellas, los jefes filisteos enviaron una figura de oro como ofrenda a Dios, y por cada ciudad y pueblo, enviaron un ratón de oro, luego pusieron en la carreta el cofre del pacto de Dios y las cajas con la figuras de oro y dejaron que las vacas se llevaran la carreta, las vacas se fueron directamente a Bet-semes, la gente en ese lugar estaba cosechando trigo en el valle que está frente al pueblo, cuando vieron el cofre les dio mucha alegría, la carreta se detuvo junto a una gran piedra en el campo de Josué. Cerca de allí había una aldea llamada Quirit-jearim, entonces mandaron a decir a la gente de allí, los filisteos, nos han devuelto el cofre del pacto de Dios, vengan por él. El cofre de Dios estuvo en Quirit-jearim veinte años y toda la gente de Israel lloraba y buscaba a Dios, por eso Samuel les dijo, Si de veras quieren volver a obedecer a Dios, adoren solamente a nuestro único y verdadero Dios, así él los librará del poder de los filisteos y así lo hicieron, entonces Samuel les dijo, reúnanse en Mispá  todos los israelitas y yo le pediré a Dios que los perdone, aquí fue donde Samuel comenzó a gobernarlos, estos reconocieron que habían ofendido a Dios, por eso sacaron agua de los pozos, la derramaron como ofrenda delante de Dios, y después ayunaron, los filisteos se dieron cuenta que estaban reunidos en este lugar, decidieron ir y atacarlos pero Dios escuchó a Samuel, y envió fuertes y espantosos truenos, cuando los filisteos los oyeron, se llenaron de terror y salieron corriendo.
Mientras Samuel vivió, Dios mostró su poder contra los filisteos, los israelitas recuperaron las ciudades y territorios que los filisteos les habían quitado, desde Ecrón hasta Gat, así fue como hubo paz entre los israelitas y los habitantes de Canaán. Cada año Samuel visitaba las ciudades de Betel, Guilgal y Mispá, allí aconsejaba y dirigía a los israelitas y los ayudaba a resolver sus problemas, lo mismo hacía en Ramá donde él vivía y donde había hecho un altar para adorar a Dios.

Samuel, tenía dos hijos, Joel y Abías, cuando Samuel envejeció, puso a sus hijos que gobernaran a Israel, pero los hijos de Samuel cometían muchas injusticias, si dos personas peleaban por algo, ellos ayudaban a quien les daba dinero, por eso todos los representantes de Israel fueron a Ramá para hablar con Samuel y le dijeron, usted ya está muy anciano, es mejor que nos dé un rey como los que tienen otras naciones, esto no le gustó nada a Samuel, pero se puso a orar a Dios, y Dios le dijo, haz lo que te piden, no te están rechazando a ti, sino a mí, pues no quieren que yo sea su rey, dales el rey que piden, pero adviérteles todo lo que ese rey les hará. Samuel habló con los que pedían rey y les repitió lo que Dios le había dicho: Esto es lo que pasará cuando tengan rey, a ustedes los hará sus esclavos, y además les quitará uno de cada diez animales de sus rebaños, entonces se arrepentirán de haber pedido un rey, pero Dios ya no los escuchará, y los israelitas le dijeron, eso no nos importa, ¡Queremos tener un rey!, Samuel los escuchó y eso mismo se lo repitió a Dios, y Dios le dijo, Hazles caso y dales un rey, entonces Samuel les dijo a los israelitas, está bien, pero ahora váyanse a sus casas.

Así pues, había un hombre muy importante llamado Quis, era hijo de Abiel y nieto de Seror, todos ellos eran de la tribu de Benjamín, quien tenía un hijo llamado Saúl, que era joven y bien parecido y muy alto, como a Quis se le perdieron unas burras, le dijo a su hijo Saúl, ve a buscar a las burras y llévate a uno de tus ayudantes, fueron a buscar a las burras por las montañas de Efraín y Benjamín, pero no las encontraron. Cuando llegaron a la región de Suf, Saúl le dijo a su ayudante, tenemos que regresar, mi padre ha de estar más preocupado por nosotros que por las burras, pero su ayudante le contestó, en este pueblo hay un hombre que sirve a Dios, toda la gente lo respeta mucho, dicen que cuando él anuncia que algo va a suceder, sucede, vamos a verlo a lo mejor nos dice dónde podemos encontrar las burras, pero Saúl respondió, ¿con qué le daremos las gracias por su ayuda? Ya no tenemos nada, ni siquiera un poco de pan, el sirviente le dijo, yo traigo una monedita de plata, que pesa como tres gramos, se la daré a ese hombre para que nos diga dónde encontrar las burras, y Sául le contestó, está bien, vamos.

Sabes, en esos días, cuando alguien en Israel tenía problemas y quería que Dios le dijera qué hacer, decía, voy a preguntarle al hombre que interpreta visiones, se les conocía como videntes y tiempo después se les llamó profeta.

Un día antes de que Saúl llegara, Dios le había dicho a Samuel, mañana vendrá a buscarte un hombre de la tierra de Benjamín, ese hombre reinará sobre mi pueblo y lo librará del poder de los filisteos. Así que tú vas a derramar aceite sobre su cabeza, en señal de que será jefe de mi pueblo.

Cuando Saúl y su sirviente iban entrando al pueblo, Samuel vió a Saúl, en ese momento Dios le dijo a Samuel, este hombre va a reinar sobre mi pueblo, entonces Samuel se acercó a ellos y le dijo a Saúl que se adelantara al santuario del cerro porque comerían juntos, y le dijo ahora mismo voy a decirte lo que quieres saber, deja de preocuparte por las burras que se perdieron hace tres días, porque ya las encontraron, además todo lo mejor de Israel será para ti y para tu familia, Saúl sorprendido le contestó, ¿por qué me dice usted todo eso? La tribu de Benjamín, a la que pertenezco, es la más pequeña en Israel, y mi familia es la menos importante de esa tribu, Samuel le dijo, Hoy te ha elegido Dios para que seas rey de su pueblo. Ese mismo día se cumplió todo lo que Samuel había dicho. Entonces Samuel le dijo a todo el pueblo, ¡Aquí tienen al hombre elegido por Dios para que sea su rey!, los israelitas gritaron a una voz, ¡Viva el rey!, luego, Samuel, les explicó cuáles eran los derechos del rey, y los escribió en un libro que puso en el santuario de Dios.

Así pues, es fundamental que cada persona deje de hacer lo malo, esté apegado a su Palabra para que esté atento a escuchar la voz de Dios, y puedas atender a su llamado, él desea que estés dispuesto a seguirle y te pide  una relación más profunda con El, pues El te conoce y ve tu corazón, y si tú demuestras alegría, gozo en tu diario vivir, El sabe que estás preparado para progresar.


Con Alta Estima,