Sabes, Josué fue un gran siervo de Dios, fue quien repartió
el territorio conquistado que estaría habitado por las tribus de Israel que era
un pueblo sometido a un mismo soberano, al único Dios de Israel y que sólo
estarían separados por las tribus vecinas por fronteras, y cuando estaba
anciano le recomendó al pueblo israelita se mantuviera fiel a Dios.
Así pues, cuando Dios
dice que hay territorios que conquistar es que hay un enemigo que vencer y que
tienes que sacarlo de esas tierras, de ese territorio que no le pertenece, Dios
los usará como un látigo y como espinas en los ojos, pues la tierra es de Dios, por lo que se puede
dar un confrontación a la que hay que sobreponerse. Por lo que para destruir,
para avanzar en el reino de Dios, para poder ocupar el territorio que él ha
prometido, sólo con tu Fe, te ayuda a
salir de tu área de comodidad o de “confort” para avanzar en tu crecimiento espiritual.
No obstante, cuando los israelitas terminaron de repartir la
tierra, le dieron su parte a Josué, por orden de Dios le dieron la ciudad que
él había pedido Timnat-sérah, en la región montañosa de la tribu de Efraín,
Josué reconstruyó la ciudad y vivió allí. Josué, el sacerdote Eleazar y los
jefes de los grupos familiares consultaron a Dios antes de hacer el sorteo para
el reparto de cada uno de los territorios y a la tribu de Leví les asignaron
algunas ciudades y sus campos de pastoreo, de acuerdo con el mandato que Dios le había
dado a Moisés. Así fue como Dios entregó a los israelitas toda la tierra que
bajo juramento ya había prometido darles, ellos se instalaron y vivieron allí. Dios
les había prometido que vivirían en paz, y lo cumplió, les dio la victoria
sobre sus enemigos y ninguno pudo hacerles frente.
Cuando ya habían pasado muchos años, y Josué era anciano,
Dios le dijo, ya estás muy viejo, y todavía hay mucho territorio por
conquistar. Falta la región de los filisteos y toda la de los guesureos, desde
el arroyo Sihor, al este de Egipto, hasta la frontera con Ecrón, en el norte,
que es territorio cananeo, allí hay cinco jefes filisteos que viven en las
ciudades de Gaza, Asdod, Ascalón, Gad y Ecrón, y falta el territorio de los
aveos, al sur, no han tomado aún la zona de los guibilitas, ni la parte este
del Líbano hasta Misrefot-maim, pero tú debes dividir el territorio entre los
israelitas como he mandado, así que reparte esta tierra entre las nueve tribus
y la media tribu de Manasés haciendo sorteos.
Por lo que cierto día, estando los israelitas en Guilgal,
Caleb, de la tribu de Judá, le recordó a Josué, que cuando Moisés lo envió de
Cadés-Barnea a explorar esta tierra, él le contó la verdad sobre lo que había
visto, aquél día Moisés juró que a él y su familia les daría la tierra pon
donde anduvo, porque le fui fiel a Dios, mírame ya tengo ochenta y cinco años
pero estoy tan fuerte como cuando Moisés me envió a explorar y todavía puedo
pelear, por eso te pido me des la región montañosa que Dios me prometió aquel
día, tú bien sabes que los descendientes del gigante Anac viven en ciudades
grandes y bien protegidas, pero con la ayuda de Dios los podré desalojar, y así
conquistaré esas ciudades, tal como Dios lo prometió. Josué bendijo a Caleb, y
a él y a sus descendientes les dio el territorio de Hebrón, que antes se
llamaba Quriat-arbá, porque Arbá era el nombre del gigante más importante y, después
de esto hubo paz en la región.
Posteriormente, después que Josué repartió la tierra, mandó
a llamar a las tribus de Rubén , Gad y Manasés Oriental, y les dijo, que habían
obedecido todas las órdenes que recibieron de Moisés y también habían obedecido
las suyas y los mandamientos de Dios y que siempre han estado al lado de sus
hermanos israelitas para ayudarlos, ahora ellos tienen paz, y que podían
regresar a los territorios que conquistaron el este del río Jordán pero que no
se olviden de cumplir sus órdenes amen a Dios y hagan lo que él quiere,
obedezcan sus mandatos y manténganse fieles a él, sírvanle de todo corazón y
con todas sus fuerzas, regresan ahora con muchas riquezas, compartan todo eso
con sus familiares, le pido a Dios que los bendiga y los trate bien.
Así, cuando las tribus de Rubén, Gad y Manasés Oriental
llegaron a la región del Jordán, antes
de cruzar el río levantaron un altar en la frontera de Canaán, sobre la ribera
oeste del río Jordán, los demás israelitas se enteraron de esto y se reunieron
para ir a pelear contras las dos tribus y media, pero antes enviaron a Finees,
hijo del sacerdote Eleazar, para hablar con las tribus de Rubén, Gad y Manasés
Oriental, que estaban en Galaad, hablaron con ellos de parte de todo el pueblo
de Dios y les dijeron, que por qué han traicionado al Dios de Israel? ¿Qué por
qué han levantado este altar en rebeldía contra Dios?, pero ellos respondieron,
que no lo hicieron para rebelarse ni para ofrecerle sacrificios a Dios, ni para
reemplazar al altar que está en Siló, sino para que sus hijos sepan que sirven y
adoran al mismo Dios de Israel, y estas tribus le pusieron al altar el nombre
de “Testimonio” porque según dijeron, sería para todos un testimonio de que
Dios es el único Dios, cuando escucharon
Finees y los diez jefes la explicación quedaron satisfechos, luego, ellos
regresaron a Canaán para hablar con los israelitas y darles un informe, a los
que les pareció bien la explicación de las otras tribus y alabaron a Dios.
Hacía mucho tiempo que Dios les había dado paz a los
israelitas, para entonces, Josué ya era viejo y mandó a llamar a todos los
líderes israelitas, y les dijo, que ya estaba muy viejo, ustedes han visto lo
que Dios ha hecho a favor de ustedes con
esas naciones, ha luchado por ustedes, les ha dado todo el territorio que va
desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, esto es, las naciones que ya
hemos conquistado y también las de las naciones que todavía falta conquistar.
Dios cumplirá su promesa, echará a las naciones que todavía están en la tierra,
pero obedezcan fielmente todo lo que está escrito en el libro de la Ley de
Moisés, no se olviden de nada. No se mezclen con la gente de aquí que todavía
está entre ustedes, sigan siendo fieles a Dios, como hasta ahora, pero sólo a
Dios deben amar, ¡sólo él es nuestro Dios!.
Luego, Josué le dijo al pueblo, pronto moriré, como todo el
mundo, ustedes saben en su corazón que todo lo que Dios prometió se ha hecho
realidad, pero así como ha cumplido con todo lo bueno que les prometió, también
cumplirá en castigarlos si lo desobedecen, Dios hizo un trato con ustedes y
espera que lo cumplan. Además, Josué hizo reunir en Siquem a todas las tribus
israelitas, llamó a todos los líderes a reunirse frente al santuario, allí le
dijo a todo el pueblo, esto es lo que el Dios de Israel les dice, respeten a
Dios, obedézcanlo y sean fieles y sinceros con él, si no quieren serle
obedientes, decidan hoy a quién van a dedicar su vida… pero mi familia y yo
hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios. El pueblo respondió, nunca
abandonaremos a Dios, jamás seguiremos a otros dioses…Dios expulsó a todos los
pueblos que estaban en nuestro camino, por eso obedeceremos a nuestro Dios.
Asimismo, Josué les dijo, no es fácil vivir para Dios, él no
tolera el pecado ni acepta dioses rivales, y espera que se le obedezca en todo,
si le son infieles no los va a perdonar, el pueblo le respondió a Josué, ¡Jamás
haremos tal cosa! Hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios!, Josué
les dijo entonces, ustedes mismos son sus propios testigos de que han decidido
vivir para Dios, ¡Así es!, respondieron ellos. Así fue como aquel día Josué y
el pueblo reafirmaron en Siquem su pacto con Dios, en ese pacto se insistió una
vez más, en las leyes y mandamientos que el pueblo debía obedecer, Josué los
escribió en el libro de la Ley de Dios. Luego, Josué despidió al pueblo y cada
uno se volvió a su propio territorio.
Algún tiempo después murió Josué, tenía ciento
diez años, lo enterraron en su propio territorio en Timnat-sérah, que está en
la región montañosa de la tribu de Efraín, al norte del monte Gaas, después que
murió Josué, el pueblo permaneció fiel a Dios mientras vivieron los líderes que
sabían todo lo que Dios había hecho a favor de ellos. También murió Eleazar,
hijo de Aarón, y fue enterrado en un cerro, en la región montañosa de la tribu
de Efraín que pertenecía a su hijo Finees.
Así puedes ver, que Dios siempre tiene un propósito para cada persona, y es necesario estar
apegado a la Palabra para que el Espíritu Santo te de revelación, te guíe en tu camino, pues la palabra de Dios es
precisa, te impulsa a tomar conciencia para destruir, despojar y pelear la
batalla para que puedas seguir avanzando progresivamente, a una mayor
profundidad espiritual.
Con Alta Estima,
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