miércoles, 24 de julio de 2013

El primer rey hebreo...

Sabes, la obediencia es la clave para la victoria en el servicio a Dios por lo que es importante vivir conforme a la voluntad de El, apegado a su Palabra y así te irá bien, y puedes ver que a pesar de que tienes que sufrir las consecuencias a corto o largo plazo por las malas decisiones que tomas, lo maravilloso es que Dios está contigo y no deja de amarte.

Así, durante el reinado de Saúl Dios estuvo con su pueblo, a Saúl le faltaba fe, crecer espiritualmente, pues le importaba las quejas o actitudes de los de su ejército en vez de obedecer lo que Dios le decía que hiciera y tomaba malas decisiones y esto le trajo tristeza y dolor y llegó un momento en Dios se arrepiente de haberlo puesto como rey, a pesar de que Saúl le pedía a Dios que le ayudara, Dios ya no le respondía, y esto creó enemistad con su hijo Jonatán pues Jonatán a Dios le había pedido ayuda y Dios le respondía, esto desorientaba al pueblo, pero a pesar de todo, Dios estaba con su pueblo, los protegía pues es un  Dios  fiel.
Entonces, Saúl ya era adulto cuando empezó a reinar, en el segundo año de su reinado eligió a tres mil hombres de Israel para formar su propio ejército, de ellos dos mil estaban con él en Micmás y en las colinas de Betel, y los otros mil estaban con su hijo Jonatán en Guilbeá de Benjamín, al resto de los israelitas los mandó de vuelta a su casa, Jonatán atacó y destruyó un cuartel filisteo que estaba en Guibeá, Saúl mandó a tocar la trompeta por todo el país en señal de alarma, prepárense porque ahora ellos van a odiarnos más y nos atacarán, y así sucedió, los filisteos se reunieron para atacar a los israelitas, muchos israelitas pensaron que no podrían vencer al ejército filisteo, así que fueron a esconderse, Saúl se quedó en Guilgal, pero todos en su ejército estaban temblando de miedo. Allí en Guilgal, Saúl esperó a Samuel siete días, para que presentara las ofrendas y los sacrificios, pues antes de eso no podían empezar la batalla, pero al ver Saúl que Samuel no llegaba y que los de su ejército comenzaban a huir, ordenó, tráiganme los animales y las ofrendas de paz que vamos a presentarle a Dios, y Saúl mismo presentó las ofrendas. Todavía no terminaba de ofrecerlas cuando Samuel llegó, al verlo, Saúl fue a saludarlo, pero Samuel le dijo, ¿qué es lo que has hecho? Y Saúl respondió es que mis soldados ya me estaban abandonando, y tú no llegabas, como prometiste hacerlo, por eso tuve que presentar las ofrendas para pedir la ayuda de Dios y los filisteos ya estaban en Micmás, listos para venir a Guilgal y atacarme. Pero Samuel le dijo, ¡Estás loco! Si hubieras obedecido la orden de tu Dios, tu reino habría durado para siempre, pero como no lo hiciste tu reino no durará mucho tiempo, Dios ya decidió quién será el próximo rey, ese rey si lo obedecerá.

Cabe mencionarse, que entre los israelitas no había quien trabajara el hierro, los filisteos no se lo permitían, por temor a que se hicieran espadas y lanzas de ese metal, ni siquiera tenían como afilar sus arados, azadones, hachas y picos, por eso tenían que ir al país de los filisteos y pagarles mucho dinero para que les afilaran sus herramientas, el día de la batalla los únicos que tenían una espada y una lanza eran Saúl y Jonatán.

Después una parte del ejército de los filisteos acampó en el paso de Micmás, Jonatán le dijo al joven que le ayudaba a cargar su armadura, ven acompáñame al otro lado, vamos a acercarnos al ejército de los filisteos, aunque sean pocos, con la ayuda de Dios los vamos a derrotar, Jonatán se fue sin que nadie lo supiera, ni siquiera su padre, y le dijo a su ayudante, ven, vamos a acercarnos a ellos para que no nos vean, si nos dicen, alto ahí, no se muevan hasta que lleguemos a donde están, así lo haremos, pero si nos dicen que vayamos a donde ellos están, esa será la señal de que Dios nos ayudará a derrotarlos, entonces, se acercaron, y cuando los filisteos los vieron, enseguida le gritaron a Jonatán y a su ayudante, ¡Vengan acá, que les vamos a decir algo! Jonatán le dijo a su ayudante, Vayamos, pues Dios nos ayudará a vencerlos, además Dios hizo que temblara la tierra y el ejército filisteo se asustó mucho. Los filisteos estaban tan confundidos que se mataban unos a otros, entonces Saúl reunió a todos sus hombres, y juntos se lanzaron a la batalla y cuando los israelitas que se habían escondido en los cerros de Efraín supieron que los filisteos estaban huyendo, fueron también a perseguirlos. Todos los israelitas estaban muy cansados pero ninguno de ellos había comido porque Saúl había hecho este juramento, “Todo el que coma algo antes del anochecer, y antes de me haya vengado de mis enemigos, será condenado a muerte”, así que cuando llegaron a un bosque donde había mucha miel y no la probaron, como Jonatán no estaba enterado, tomó miel con el palo que llevaba en su mano y en cuanto la probó, cobró nuevas fuerzas. En ese lugar Saúl construyó por primera vez un altar para adorar a Dios, luego les dijo a sus soldados, no pasará esta noche sin que acabemos con los filisteos y nos quedemos con todas sus pertenencias y ellos le contestaron, haremos todo lo que usted nos mande, pero el sacerdote le dijo, primero debemos consultar a Dios, entonces Saúl le preguntó a Dios, ¿puedo perseguir a los filisteos? ¿nos ayudarás otra vez a vencerlos? pero Dios no le contestó, así que Saúl les dijo a los jefes de su ejército, acérquense y díganme por culpa de quién Dios no me responde, les juro por Dios que morirá, aunque se trate de mi hijo Jonatán, pero la gente se opuso a Saúl, de ninguna manera vamos a permitir que Jonatán muera, gracias a él y con la ayuda de Dios, Israel ha alcanzado una victoria total. A pesar de todo esto, los israelitas estuvieron en guerra con los filisteos mientras Saúl fue rey de Israel. Saúl siempre tenía en su ejército a los jóvenes más fuertes y valientes. Después de esto, el rey Saúl siguió luchando contra Moab, Amón, Edom, los reyes de Sobá, los filisteos y los amalecitas, venció a todos sus enemigos y alcanzó grandes triunfos. Así fue como libró a Israel de los pueblos que les robaban todo lo que tenían.

Samuel le dijo Saúl, Dios ahora me ha enviado a darte este mensaje, Cuando los israelitas salieron de Egipto, los amalecitas los trataron muy mal, por eso ahora voy a castigarlos, anda, ataca a los amalecitas y destruye todo lo que tienen, no le perdones la vida a nadie, Saúl reunió a su ejército en Telaim, se dirigió a la ciudad principal de Amalec para atacarla, mató a toda la gente de Amalec y a todos los animales débiles y de poco valor, sólo dejó vivo al rey Agag y a los mejores animales de los amalecitas. Entonces, Dios le dijo a Samuel, Saúl no me hace caso ni me obedece. Lamento haberlo hecho rey. Al oir esto, Samuel se preocupó mucho y se pasó toda la noche rogándole a Dios que perdonara a Saúl, Samuel se fue a buscarlo y cuando lo encontró, Saúl le dijo, Que Dios te bendiga, ya cumplí con las órdenes de Dios, Samuel le preguntó, si en verdad las has cumplido, ¿de quién son esas ovejas y esos toros? Y Saúl le respondió, son los mejores animales que los soldados les quitaron a los amalecitas, los trajeron para presentárselos como ofrenda a nuestro Dios, todo lo demás lo destruimos, pero Samuel le dijo, A Dios le agrada más que lo obedezcan, y no que le traigan ofrendas, es mejor obedecerlo que ofrecerle los mejores animales, rebelarse contra Dios es tan malo como consultar a brujos y adivinos, como tú no quieres nada con él, Dios tampoco quiere nada contigo. Saúl le dijo a Samuel, tienes razón, mi pecado ha sido no obedecer a Dios, pero es que tuve miedo de los soldados, por eso los dejé hacer lo que querían, por favor, perdóname y acompáñame a adorar a Dios, pero Samuel le respondió, Dios ya no quiere que seas rey, porque no quisiste hacer lo que te mandó, así que yo no te voy a acompañar.

Luego Samuel le dio la espalda a Saúl y empezó a alejarse, pero Saúl agarró a Samuel por el manto, y de un tirón se lo arrebató, entonces Samuel le dijo, así es como Dios te va a arrebatar el reino de Israel, para dárselo a un israelita mejor que tú. El Dios que le da la victoria a Israel siempre cumple su palabra, no cambia de opinión, como lo hace la gente.

Saúl le rogó, reconozco mi pecado pero, por favor, ¡trátame como rey delante de los jefes del pueblo y de toda la gente ¡Ven conmigo y hagamos un culto para adorar a Dios!, Samuel aceptó ir con Saúl, y los dos adoraron a Dios, luego Samuel ordenó tráiganme a Agag, el rey de los amalecitas, mientras lo llevaban ante Samuel Agag pensó que ya no lo iban a matar, pero Samuel dijo, así  como muchas mujeres sufrieron cuando mataste a sus hijos, así también va a sufrir tu madre, pues te voy a matar, y allí mismo en Guilgal, en presencia de Dios, Samuel cortó en pedazos a Agag, luego Samuel regresó a Ramá y Saúl se fue a Guibéa, que era donde vivía, Samuel jamás volvió a ver a Saúl, aunque siempre sintió por él una gran tristeza, y también a Dios le causó pesar el haber puesto a Saúl como rey de Israel.

Por lo que puedes ver que a veces el ser humano no está preparado para servirle a Dios, y no puedes vivir de apariencias, Saúl era un hombre apuesto y de buena presencia pero egoísta y voluble, a veces cuando una persona no ha desarrollado una voluntad y conciencia firme, su carácter es voluble, vive dependiendo de las circunstancias, cambia de manera de pensar según las presiones de las personas a su alrededor y sabes las  personas tibias no agradan a Dios, pues dicen amar a Dios y hacen cosas ajenas a su voluntad. Para Dios es importante, que lo que piensas y dices  sean congruentes con lo que hagas en tu diario vivir, que tu corazón sea  receptivo al mensaje que Dios tiene para ti para que desarrolles una personalidad extraordinaria y sobretodo, lleves una vida de obediencia, una vida alineada al corazón de Dios.


Con Alta Estima,

No hay comentarios:

Publicar un comentario