lunes, 29 de julio de 2013

El reinado (final)

Sabes, el rey David se entristeció mucho con la muerte de su hijo Absalón a pesar que su hijo lo quiso derrocar, David aprendió a amar a su enemigo y esta situación lo llevó alcanzar la purificación que era necesaria para su vida por las faltas graves cometidas, a pesar de que Dios lo había perdonado. No obstante, aunque no es bueno vivir en el pasado algunos sucesos que afectaron a otros,  sería valioso tenerlos en cuenta, volver atrás para ver que puedes enmendar, pues la culpa es buena cuando te sirve para analizar un comportamiento y  aceptes tu responsabilidad para corregir las malas acciones.

Mientras tanto, todos los israelitas habían huido a sus casas, y por todo el país se comentaba, el rey David nos libró de los filisteos y de nuestros enemigos, pero por culpa de Absalón tuvo que abandonar el país, es verdad que queríamos que Absalón fuera nuestro rey, pero él ya está muerto, ¿por qué no hacemos que vuelve el rey David?, cuando David supo lo que pensaban hacer los antiguos seguidores de Absalón, mandó a decirles a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, díganles de mi parte a los líderes de Judá, ustedes y el rey son la misma tribu, ¿por qué han de ser los últimos en llamar al rey para que vuelva a su palacio?, además, el rey envió este mensaje a Amasá, tú eres como mi propio hermano, te juro por Dios que voy a hacerte jefe de todo el ejército, en lugar de Joab., Amasá convenció a toda la gente de Judá para que le pidieran al rey que volviera con toda su gente, así fue como el rey volvió hasta el río Jordán, entonces la gente de Judá salió hasta Guilgal para recibirlo, y lo acompañaron para cruzar el río. Toda la gente cruzó el río Jordán y el rey también lo cruzó, luego de besar a Barzilai  lo bendijo, y este regresó a su casa. De allí el rey fue a Guilgal, y Quimham se fue con él, lo mismo que toda la gente de Judá y la mitad de los israelitas.

Así cuando David llegó a Jerusalén, encerró en una casa a las diez mujeres que había dejado cuidando su palacio, desde entonces ellas vivieron como si fueran viudas, pues aunque David siguió manteniéndolas, ya no volvió a tener relaciones sexuales con ellas, después de eso, el rey le dijo a Amasá, tú eres el jefe de mi ejército, así que reúne a todos los soldados de Judá, y ven a verme con ellos dentro de tres días, Amasá fue a reunirlos pero se tardó más tiempo, por eso David le dijo a Abisai, ahora Sebá puede causarnos más problemas que Absalón, así que toma a tus mejores soldados y ve a perseguirlo, Abisai salió de Jerusalén acompañado de Joab y sus soldados, llegaron a Gabaón, se encontraron con Amasá, Joab en la cintura llevaba una espada sujetada por un cinturón, pero al caminar se le cayó, Joab la recogió y se acercó a saludar a Amasá, con la mano derecha le tomó la barba, como si fuera a besarlo, y le preguntó, hermano, ¿cómo te va?, Amasá no se dio cuenta de que en la otra mano Joab llevaba la espada, así que Joab le clavó la espada en el vientre y se le salieron los intestinos, Amasá murió al instante. Mientras, tanto, Sebá andaba recorriendo todas las tribus de Israel, y en la ciudad de Abel-bet-maacá  se le unieron los familiares de su padre Bicri, cuando llegaron Joab y su ejército rodearon la ciudad, y para entrar en ella construyeron una rampa junto a la muralla, luego, todo el ejército comenzó a derribar la muralla. Desde adentro de la ciudad una mujer muy astuta empezó a gritar: ¿por qué va a usted a destruir una ciudad que le pertenece a Dios? Y Joab le respondió, ¡Que Dios me libre de acabar con esta ciudad! No me interesa destruirla, pero en ella está un hombre de las montañas de Efraín, se llama Sebá, y se ha rebelado contra el rey David, a quien yo sirvo, entrégamelo, y no atacaré la ciudad, la mujer fue a convencer a la gente de que le cortaran la cabeza a Sebá, así que le cortaron la cabeza a Sebá, desde la muralla se la arrojaron a Joab,  y Joab ordenó la retirada,  sus soldados regresaron a sus casas, luego Joab se fue a Jerusalén para encontrarse con el rey.
Así fue como Joab quedó al mando de todo el ejército de Israel, mientras que Benaías hijo de Joladá, quedó al mando del grupo de soldados filisteos, Adoram era jefe de los trabajadores y Josafat hijo de Ahilud tenía a su cargo los documentos oficiales. Servá era el secretario, y Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes, Irá, el del pueblo de Jair, era sacerdote de David.

Durante el reinado de David pasaron tres años en que no hubo suficiente comida, David le preguntó a Dios por qué los trataba tan mal y Dios le respondió, si ahora ustedes no tienen qué comer, la culpa es de Saúl y de su familia pues él mató a muchos gabaonitas. Los gabaonitas no eran israelitas, eran parientes de los amorreos, pero en los días de Josué, los israelitas habían hecho con ellos un pacto de paz, sin embargo, Saúl había tratado de destruirlos para que Israel y Judá controlaran todo el territorio, por lo que los gabaonitas querían que les entregara a siete de los familiares de Saúl, para matarlos frente al santuario de Dios, el rey David se comprometió a entregarles a siete familiares de Saúl, y tan pronto como se cumplieron las órdenes del rey David, Dios escuchó sus oraciones y bendijo al país.

Después, los filisteos volvieron a declararle la guerra a Israel, así que David fue con su ejército a pelear contra ellos, como David ya estaba muy cansado un gigante trató de matarlo, Abisai corrió ayudar a David, y atacó al filisteo y lo mató, por su parte los hombres de David le hicieron jurar que ya no saldría a las batallas, pues no querían perder a su líder y quedarse sin su guía. Cuando Dios libró a David de sus enemigos y de Saúl, David entonó este canto: Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! Tú eres para mí la roca que me da refugio; tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder…yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones, tú siempre le das la victoria al rey que pusiste sobre Israel, tú siempre les muestras tu amor a David y a sus herederos.

Así pues, Dios eligió a David, el gran poeta de Israel, y le dio el lugar más importante. Lo que sigue fueron las últimas palabras de David: Estas palabras no son mías, son palabras del espíritu de Dios, que habla por medio de mí, y esto es lo que me dijo el Dios que ayuda a Israel: El rey que me toma en cuenta en todo lo que hace, y es justo con su pueblo, es como la luz de la mañana y como el sol después de la tormenta; te hace bien a la tierra, y hace crecer la hierba. Dios hizo un pacto conmigo, un pacto seguro y bien hecho que durará para siempre, por eso mi familia siempre estará segura y Dios cumplirá todos mis deseos. La gente malvada es como los espinos, que nadie se atreve a tocarlos, más bien, se arrojan al fuego, como si fueran basura, hasta quemarlos por completo. ¡Nadie jamás vuelve a recogerlos!

Cabe mencionar que, los guerreros más valientes del ejército de David eran tres, el primero, Joseb-basébet hijo de Hacmoní, y era el jefe de los tres, en cierta ocasión mató con su lanza a ochocientos hombres, el segundo, Eleazar hijo de Dodó de Ajoj, estuvo con David en Pasadamim, cuando los filisteos se reunieron para pelear contra Israel, los israelitas huyeron pero él se quedó matando filisteos hasta que el brazo se le acalambró, el tercero, era Samá hijo de Agué de Arat, los filisteos se habían reunido en un campo sembrado con lentejas para atacar a los israelitas, los filisteos huyeron, pero Samá no se movió del campo, sino que lo defendió y mató a los filisteos. Ese día Dios les dio una gran victoria. Pero en total, los más valientes del ejército de David fueron treinta y siete.

Después Dios volvió a enojarse contra Israel, le hizo creer a David, que sería bueno hacer una lista de todos los soldados que había en Israel y Judá, entonces el rey le dijo a Joab y a los jefes del ejército, vayan por todo el país, y cuenten a todos los hombres en edad militar, para que yo sepa cuántos soldados tengo, pero Joab le contestó, yo le pido a Dios que multiplique a su pueblo, y que lo haga cien veces más grande de lo que ahora es, y que le permita a usted llegar a verlo, pero no creo que contarlos sea una buena idea, sin embargo, la orden del rey pudo más que la opinión de Joab y de los jefes del ejército, y ellos tuvieron que salir a contar a todos los israelitas. Después de haber recorrido todo el país durante nueve meses y veinte días regresaron a Jerusalén, allí Joab le informó al rey, En Israel hay ochocientos mil hombres que pueden ir a la guerra, y en Judá hay quinientos mil. Pero David se dio cuenta de había sido un error haber contado a toda la gente, así que dijo: Dios mío no está bien lo que hice, te he ofendido al contar los soldados que tenemos, yo te ruego que perdones mi error.

David siempre consultaba al profeta Gad, por eso al día siguiente, Dios le dio a Gad un mensaje para David, le dijo, ve a decirle a David que le voy a castigar, y que puede escoger uno de estos tres castigos, siete años de hambre en todo el país, ser perseguido por sus enemigos durante tres meses o que todo el pueblo sufra enfermedades durante tres días y, David le dijo a Gad, me resulta difícil elegir uno de los tres,  pero Dios es compasivo prefiero que sea él quien me castigue, entonces Dios envió una enfermedad por todo Israel, durante tres días, como el ángel estaba a punto de destruir la ciudad, David dijo, Dios mío yo fui quien pecó contra ti, por favor no castigues a mi pueblo, mejor castígame a mí y a mi familia, y Dios envió a David este mensaje por medio del profeta Gad, ve y constrúyeme un altar en el lugar donde Arauna limpia el trigo, David obedeció el mensaje de Dios y escuchó sus ruegos y detuvo el castigo contra los israelitas, pues le dio tristeza haberlos castigado.

Por lo que puedes ver que David elige someterse a la voluntad de Dios, porque Dios es misericordioso y El puede aligerar el castigo, por lo que sería bueno que el ser humano se someta a la justicia de Dios pues Dios mostrará su misericordia a la persona que le ama.


Con Alta Estima,

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