Sabes, el nazireo es una persona, hombre o mujer consagrada
a Dios, no puede beber bebidas alcohólicas, tampoco podrá comer uvas ni pasas,
mientras dure su promesa no podrá comer nada que provenga de la vid, tampoco se
cortará el cabello, sólo vive para servir a Dios, mientras dure su promesa
deberá mantenerse puro.
Mientras en aquélla época los israelitas todavía no tenían
rey, cada uno hacía lo que le daba la
gana. Así puedes ver que es necesario que cada persona esté apegado a la
Palabra de Dios, que tenga en alto sus valores y principios, que desarrolle una
conciencia elevada para cumplir con su visión en este mundo y se comprometa a llevar
una vida por el camino correcto, el camino que te lleva a Jesucristo, el rey de
reyes.
Así pues, como los israelitas volvieron a pecar contra Dios,
El permitió que durante siete años los medianitas los dominaran y estos maltrataban
a los israelitas, que se escondían en los cerros y cada vez que tenían algo
sembrado venían los medianitas, los amalecitas y la gente del este y los
atacaban, acampaban en los territorios de los israelitas y destruían sus
cosechas y se llevaban sus ovejas, bueyes y burros, no les dejaban nada que
comer, hacían sufrir mucho a los israelitas, y esto mismo pasaba en la región
de la costa cercana a Gaza, entonces los israelitas le pidieron a Dios los
salvara del poder de los medianitas. Luego, vino el ángel de Dios y se sentó
bajo el roble que está en Ofrá, ese árbol pertenecía a Joás, y estaba limpiando
trigo, a escondidas de los madianitas, en el lugar donde se pisaban las uvas
para hacer vino y el ángel se le apareció a Gedeón y le dijo, que fuerte y
valiente eres por eso Dios está contigo, Gedeón le respondió, por´que nos pasa
todo esto?, entonces Dios mismo miró a Gedeón y le dijo: Pues eres tú quien va
a salvar a Israel del poder de los madianitas, además de tus propias fuerzas,
cuentas con todo mi apoyo, derrotarás a los madianitas como si derrotaras a un
solo hombre, entonces Gedeón se dirigió al ángel y le dijo, si cuento con la
aprobación de Dios, dame una señal de que realmente es él quien me ha hablado.
Gedeón se dio cuenta de que se trataba del ángel de Dios y lleno de miedo
exclamó, Dios mío de seguro moriré, pues he visto a tu ángel cara a cara, pero
Dios le dijo, no tengas miedo, no te vas a morir, al contrario, he venido a
darte paz. Entonces Gedeón edificó allí un altar a Dios y le puso por nombre “Dios
es paz” y el altar está todavía en Ofrá, ciudad del grupo familiar de Abiézer. Y
Gedeón le dijo a Dios, quiero saber si de veras me vas a usar para liberar a
los israelitas tal y como me dijiste, voy a poner esta lana de oveja en el
lugar donde se limpia el trigo, si por la mañana la lana está mojada de rocío,
pero el suelo alrededor está seco, sabré que de veras me vas a usar para salvar
a los israelitas, y eso fue lo que ocurrió. Al día siguiente muy temprano,
cuando Gedeón se levantó, exprimió la lana y sacó tanta agua que llenó un
tazón. Después Gedeón le dijo a Dios, ¿no te enojas si te digo algo más? Déjame,
por favor, hacer una prueba más, que esta vez la lana quede seca y el rocío
caiga sólo sobre el suelo, y eso fue lo que Dios hizo aquella noche, al día
siguiente la lana estaba seca, pero el suelo estaba todo mojado.
Gedeón, a quien ahora
llamaban Jerubaal y todos los que estaban con él se levantaron muy
temprano y se fueron a acampar junto al
manantial de Harod y entonces, Dios le dijo a Gedeón que había demasiados
soldados en su ejército, y van a pensar
que la victoria sobre los madianitas será de ellos, que les dijera que
cualquiera que tuviera miedo regresara a su casa, veintidós mil soldados
regresaron a su casa y se quedaron diez mil, Dios le volvió a hablar a Gedeón,
de que todavía tenía muchos soldados, que los llevara a tomar agua, y que los
pondría a prueba, allí te señalaré quiénes irán contigo y quiénes no, pon a un
lado a los que se inclinen para beber, y aparta a todos los que saquen agua con
las manos y la beban como los perros, trescientos soldados recogieron agua con
las manos, y llevándosela a la boca la bebieron como hacen los perros, así que
Gedeón se quedó con trescientos hombres, dividió a los hombres en tres grupos y
les dio trompetas y cántaros vacíos, los israelitas se quedaron quietos en sus
puestos, rodeando el campamento enemigo, tocando sus trompetas, mientras Dios
hacía que las tropas enemigas se atacaran entre sí y salieran huyendo, Gedeón
envió mensajes por todo el territorio de Efraín para que fueran a pelear contra
los medianitas, estos obedecieron y capturaron a Oreb y a Zeeb, jefes
madianitas y los mataron. Gedeón y los trescientos hombres que lo acompañaban
llegaron al río Jordán y lo cruzaron, estaban muy cansados, pero seguían
persiguiendo al enemigo, al llegar a Sucot, Gedeón les pidió a los que vivían
allí les dieran algo de comer a sus soldados, y los jefes de Sucot le
respondieron que por que tenían que darle de comer, todavía no han capturado a
los reyes madianitas Zébah y Salmuná, entonces Gedeón les dijo que cuando los
capturaran se vengarían de ellos, los azotaremos con ramas espinosas y cuando
capturó a los reyes, les preguntó que como eran los hombres que mataron en
Tabor, y le dijeron se parecían a ti, todos parecían ser príncipes, Gedeón
exclamó, eran mis hermanos, les juro por Dios que si los hubieran dejado vivir,
yo no los mataría a ustedes dos ahora, los mató y les quitó los camellos,
anillos y adornos que llevaban al cuello; después los israelitas le dijeron a
Gedeón, queremos que tú y tus descendientes nos gobiernen, porque nos has
salvado de los madianitas, Gedeón le respondió, ni mi hijo ni yo los
gobernaremos, quien los va a gobernar es Dios. Con todo este oro, Gedeón hizo
una estatua y la colocó en Ofrá, su ciudad y todos los israelitas le fueron
infieles a Dios porque iban a adorar esa estatua y aún para Gedeón y su familia
resultó ser una trampa. Gedeón fue a hablar con los jefes de Sucot y los azotó
con ramas espinosas y arbustos del desierto. Así vencieron a los madianitas y
nunca recobraron su poder, y mientras Gedeón vivió, hubo en esa región cuarenta
años de paz.
Gedeón, se fue a vivir a su propio
pueblo, y tuvo muchos hijos con sus varias esposas, pero en Siquem tuvo otra
mujer, de la cual nació un hijo a quién llamó Abimélec. Cuando Gedeón murió,
era muy anciano, lo enterraron en la tumba de su padre, Joás, en Ofrá, ciudad
de Abiézer, después que murió los israelitas volvieron a pecar contra Dios,
pues adoraron a dioses falsos y no fueron bondadosos con la familia de Gedeón,
a pesar de todo el bien que él les había hecho.
Abimélec, se fue
a Siquem para hablar con sus parientes y les dijo, convenzan a la gente de
Siquem de que es mejor que los gobierne yo, que soy su pariente materno, y no
los muchos hijos de Gedeón, y decidieron apoyarlo y le dieron mucho dinero que
sacaron del templo de Baal-bérit para que matara a los otros hijos de Gedeón, y
contrató unos bandoleros para que lo acompañaran y fue al pueblo de su padres,
y allí sobre una piedra mató a sus hermanos, el único que se salvó fue Jotam,
el hijo menor porque se había escondido. Cuando Jotam se enteró que habían
nombrado rey a Abimélec, subió a lo más
alto del monte Guerizim y desde allí gritó con voz muy fuerte, oigan, gente de
Siquem, lo que voy a contarles, así tal vez Dios los oiga a ustedes:
En cierta ocasión los árboles salieron a buscar a alguien
que reinara sobre ellos, le pidieron al olivo que fuera su rey, pero el olivo
les respondió, “Para ser rey de los árboles tendría que dejar de producir
aceite, el cual se usa para honrar a los dioses y a los hombres”. Le pidieron
entonces a la higuera que reinara sobre ellos, pero la higuera les respondió: “Para
reinar sobre los árboles tendría que dejar de dar higos dulces y sabrosos”.
Luego le pidieron a la planta de uvas que reinara sobre ellos, pero ella les
respondió: “Para reinar sobre los árboles tendría que dejar de producir vino,
el cual alegra a los dioses y a los hombres”. Entonces todos los árboles le pidieron
al pequeño arbusto que fuera su rey, pero el arbusto, que estaba lleno de
espinas, les respondió: “Si de veras quieren que sea yo su rey, vengan a
refugiarse bajo mi sombra. De lo contrario, aunque soy pequeño, de mí saldrá
fuego y consumirá a todos los grandes cedros del Líbano”.
¿Les parece que
fueron ustedes honestos y sinceros cuando nombraron rey a Abimélec? ¿Han sido
leales a Gedeón, y han tratado bien a su familia, como él los trató a ustedes?.
Mi padre peleó por ustedes y arriesgó su vida cuando los rescató de los
madianitas, cuando terminó de decir esto, Jotam huyó y se fue a vivir a un
pueblo llamado Pozo.
Después de que Abimélec había reinado durante tres años,
Dios hizo que la gente de Siquem se rebelara contra él, así recibió su
merecido. Después Abimélec se fue a Tebés, la rodeó y la capturó, se acercó a
la torre para atacarla, pero cuando se preparaba para incendiarla, una mujer le
arrojó una piedra de molino, le cayó en la cabeza y le rompió el cráneo,
rápidamente llamó a su ayudante de armas, y le dijo, saca tu espada y mátame,
no quiero que se diga que una mujer me mató, su ayudante le clavó la espada y
Abimélec murió y los israelitas regresaron a sus casas. De esta manera Dios
castigó a Abimélec, también Dios hizo que los de Siquem pagaran por todos sus
crímenes, tal como lo había dicho Jotam cuando los maldijo.
Después de Abimélec, un hombre llamado Tolá, de la tribu de
Isacar era hijo de Puá y nieto de Dodo, fue el jefe de Israel, vivía en Samir, en las
montañas de Efraín, durante veinte años dirigió a los israelitas hasta que
murió y fue sepultado en Samir.
Después de Tolá, fue jefe Jaír durante veintidós años, era de Galaad, tuvo treinta hijos y
todos ellos eran gente importante, tenían treinta ciudades en Galaad, que
todavía se conocen como las ciudades de Jair, cuando Jair murió lo enterraron
en un lugar llamado Camón.
Así pues, los israelitas volvieron a pecar contra Dios,
adoraban a Baal y Astarté, y también a los dioses de los sirios, los sidonios,
los moabitas, los amonitas y los filisteos, entonces Dios se enfureció contra
ellos y dejó que los filisteos y los amonitas los dominaran durante dieciocho
años fueron crueles y maltrataron a todos los israelitas que vivían en Galaad,
al este del Jordán, en la región de los amorreos y éstos también atacaron a las
tribus de Judá, Benjamín y Efraín y los israelitas se vieron en graves
problemas y le pidieron ayuda a Dios y le dijeron, Reconocemos que hemos
pecado, así que haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero, por favor,
¡sálvanos ya!. Los líderes israelitas dijeron, El que se anime a dirigirnos a
luchar contra los amonitas será el jefe de todos los que vivimos en Galaad.
Jefté, un valiente soldado de la zona de Galaad, era hijo de una
prostituta, su padre se llamaba Galaad, tuvo otros hijos con su esposa, y
cuando estos crecieron echaron de su casa a Jefté y le dijeron que no recibiría
herencia pues era hijo de otra mujer, él se alejó de sus hermanos y se fue a
vivir a la tierra de Tob. Después de algún tiempo los amonitas atacaron a los
de Israel y los líderes fueron entonces a la tierra de Tob a buscar a Jefté y
le dijeron, queremos que seas nuestro líder en la guerra contra los amonitas,
ven con nosotros, Jefté les respondió, si tanto me odiaban, ¿por qué ahora que
están en problemas me vienen a buscar?, ellos le contestaron, justamente porque
estamos en problemas, necesitamos que seas el jefe de todos los que vivimos en
Galaad, Dios es nuestro testigo de que haremos todo lo que tú nos digas. Así
que Jefté se fue con ellos, y el pueblo lo nombró jefe y gobernador, y en
Mispá, Jefté puso a Dios por testigo del trato que hicieron.
Jefté envió unos mensajeros al rey de los amonitas, ¿que por
qué viene a atacar a su territorio?, el rey de los amonitas, respondió que
venía a recuperar sus tierras, Jefté le volvió a enviar mensajeros al rey con
esta respuesta, nosotros no les hemos quitado tierras a los moabitas ni a los
amonitas, Yo no les he hecho ningún mal, son ustedes los que están actuando mal
al atacarnos, pero el Dios de Israel será el que juzgue entre ustedes y
nosotros, pero el rey amonita no hizo caso del mensaje que Jefté le envió.
Después de esto el espíritu de Dios actuó sobre Jefté, y lo hizo recorrer los
territorios de Galaad y Manasés, y volver después a Mispá de Galaad, de ahí
Jefté fue al territorio de los amonitas, en donde le prometió a Dios que si le
daba la victoria sobre los amonitas, le ofrecería como sacrificio a la primera
persona de su familia que saliera a recibirlo y Dios les dio la victoria sobre
ellos, cuando Jefté regresó a su casa en Mispá, su única hija salió a
recibirlo, bailando y tocando panderetas, así que se llenó de tristeza al
verla, y le dijo, ¡Ay, hija mía, que
tristeza me da verte!, porque le hice una promesa a Dios y tengo que
cumplírsela y ella le respondió, Padre, si le prometiste algo a Dios cumple
conmigo tu promesa y ella le pidió antes una cosa, que la dejara ir dos meses a
las montañas, con sus amigas, que tenía tristeza por morir sin haberse casado y
necesitaba llorar, pasados los dos meses regresó a donde estaba su padre, quien
cumplió con ella la promesa que había hecho. De ahí comenzó la costumbre de
todos los años, de que las jóvenes israelitas dedican cuatro días a hacer
lamentos por la hija de Jefté. Jefté fue jefe de los israelitas durante seis
años, cuando murió lo enterraron en Galaad, ciudad donde había nacido.
Después de Jefté, Ibsán
de Belén fue el jefe de los israelitas durante siete años, tuvo treinta hijos y
treinta hijas, y a todos los casó con gente que no era de su tribu, cuando
murió lo enterraron en Belén.
Después de Ibsán, Elón,
de la tribu de Zabulón, fue jefe de los israelitas durante diez año, cuando
murió lo enterraron en Aisalón, territorio de su tribu.
Después de Elón, el jefe de los israelitas fue Abdón hijo de Hilel, y los dirigió
durante ocho años, tuvo cuarenta hijos y treinta nietos y todos ellos eran
gente importante, cuando murió lo enterraron en Piratón, donde había nacido, en
el territorio de Efraín, en las zonas montañosas de los amalecitas.
Los israelitas volvieron a pecar contra Dios, así que él
dejó que los filisteos los dominaran cuarenta años. En ese tiempo vivía en Sorá
un hombre de la tribu de Dan, llamado Manóa, su esposa no podía tener hijos,
pero un día un ángel se le apareció y le dijo, aunque no has podido tener hijos
porque eres estéril ahora vas a quedar embarazada y tendrás un varón, después
de su nacimiento dedicarás tu hijo a Dios como nazireo, por eso no debes beber
vino ni otras bebidas fuertes, ni comer comidas impuras, y al niño nunca se le
debe cortar el cabello, ahora los filisteo dominan a los israelitas, pero con este
niño comenzará su liberación. La mujer le contó a su esposo, entonces Manóa le
rogó a Dios, Dios mío que venga otra vez ese hombre que mandaste, que nos
enseñe lo que debemos hacer con el hijo que nacerá, Dios hizo lo que Manóa le
pidió y mandó otra vez al ángel y le dijo, tu esposa debe cumplir con todo lo
que le he dicho. Y la mujer tuvo un hijo y lo llamó Sansón, el niño creció y Dios lo bendijo, un día cuando estaba en
el campamento de Dan, entre Sorá y Estaol, el espíritu de Dios comenzó a actuar
en él.
Sansón fue al pueblo de Timná, y al ver a una joven filistea
se enamoró de ella, sus padres, entonces, le preguntaron, ¿por qué tienes que
elegir como esposa a una mujer de esos filisteos, que no conocen a Dios, pero Sansón
insistió, esa muchacha es la que me gusta, vayan a pedirla para que sea mi
esposa. Sus padres no sabían que Dios había dispuesto que esto fuera así,
porque buscaba una oportunidad para atacar a los filisteos. Así, que Sansón y
sus padres se fueron a Timná, cuando Sansón pasaba por los viñedos, de pronto
se oyó un rugido, y un feroz león lo atacó, pero el espíritu de Dios actuó
sobre Sansón y le dio una gran fuerza, tomó al león entre sus manos y lo
despedazó como si fuera un cabrito, pero no les dijo a sus padres lo que había
sucedido. Su padre fue a la casa de la joven, y Sansón hizo allí una gran
fiesta y los filisteos llevaron treinta jóvenes para que le hicieran compañía,
él les dijo una adivinanza y si le daban la respuesta les daría una capa de
tela fina y un conjunto completo de ropa de fiesta, pero si no lo adivinan,
tendrían que darle a él lo mismo. Pasaron tres días y los jóvenes no daban con
la respuesta y al cuarto día le dijeron a la prometida de Sansón, haz que tu
prometido te diga la solución de la adivinanza, si no te quemaremos a ti y a
toda tu familia. Ella fue a ver a Sansón para que le dijera la respuesta,
estuvo llorándole el resto de la semana y tanto insistió que el último día
Sansón le dio la respuesta, entonces ella se la dio a conocer a los jóvenes, y
estos fueron con Sansón a darle la respuesta, No hay nada más dulce que la
miel, y nada más fuerte que un león, él le contestó, gracias a mi prometida
supieron la respuesta, enseguida el espíritu de Dios le dio mucha fuerza a
Sansón, entonces él fue a Ascalón, y allí mató a treinta hombres, les quitó sus
ropas y se las dio a los que habían averiguado la respuesta, regresó a la casa
de sus padres, pues estaba muy furioso por lo que había sucedido. Y, a la
prometida de Sansón su padre la casó con uno de los invitados a la fiesta,
cuando Sansón fue a buscarle y el padre le explicó que pensó que él ya no la
quería la casó con otro, lo único que contestó Sansón fue, ahora tengo más
razones para acabar con los filisteos, les quemó todos los viñedos y olivares,
y los filisteos al saber que era una venganza de Sansón, fueron y quemaron a la
prometida de Sansón y al padre de ella, al saber esto, Sansón los amenazó, y
les juró que no descansaría hasta acabar con todos ellos y mató a muchos de
ellos. Luego, se fue a la cueva de Etam, y allí se quedó.
Los filisteos acamparon en Judá, y atacaron la ciudad de
Lejí, los de Judá preguntaron por qué los atacaban y ellos contestaron que iban
a capturar a Sansón para hacerle lo mismo que él les hizo y los tres mil hombre
de Judá fueron a la cueva de Etam para reclamarle a Sansón, se lo llevaron para
entregarlo a los filisteos, así que lo ataron con dos sogas nuevas y lo sacaron
de la cueva, cuando se acercaron a Lejí, los filisteos salieron a su encuentro,
y el espíritu de Dios llenó a Sansón de fuerza, y este reventó las sogas que le
sujetaban los brazos y las manos como si fuera hilos viejos., luego encontró
una quijada de burro que todavía no
estaba seca y con ella mató a muchos filisteos, ese lugar se le llamó
Ramt-lejí, que quiere decir, Colina de la quijada.
Como Sansón tenía mucha sed le suplicó a Dios que tenía
mucha sed, entonces Dios permitió que saliera agua de un hueco y Sansón se
sintió mucho mejor, ese lugar se llama En-hacoré, que significa, Manantial del
que suplica. Cierto día, Sansón fue a la ciudad de Gaza, allí vio a una
prostituta y entró a su casa para pasar la noche. Después Sansón se enamoró de
una mujer llamada Dalila, que vivía en el valle de Sorec, los jefes filisteos
le fueron a decir a ella, engaña a Sansón y averigua el secreto de su gran
fuerza y cada uno de nosotros te dará más de mil monedas de plata. Cuando
Sansón fue a visitarla, Dalila le preguntó que cuál era el secreto de su gran
fuerza? Todos los días Dalila seguía
insistiendo con la misma pregunta, y tanto se hartó Sansón que se quería morir
y finalmente, le confesó a Dalila su secreto: Jamás se me ha cortado el
cabello, porque antes de nacer fui dedicado a Dios como nazireo, si me cortaran
el cabello, perdería mi fuerza y sería como cualquier otro hombre. Dalila
comprendió que esta vez Sansón le había dicho la verdad y mandó mensaje a los
jefes filisteos, estos volvieron con el dinero en la mano, Dalila hizo que
Sansón se durmiera recostado en su falda, y mandó a llamar a un hombre para que
le cortara las siete tranzas, ella comenzó a maltratarlo y le gritó, Sansón,
los filisteos te atacan, él despertó pensando que iba a liberarse, pero no
sabía que Dios ya lo había abandonado, los filisteos lo sujetaron con cadenas
de bronce y le sacaron los ojos, y lo obligaron a trabajar en el molino de la
cárcel, pero con el tiempo su cabello comenzó a crecer de nuevo. Los filisteos
festejaban su triunfo y mandaron a traer a Sansón para burlarse de él, y Sansón
le dijo a un muchacho que lo guiaba, déjame tocar las columnas que sostienen el
templo, quiero apoyarme en ellas. El templo estaba lleno de hombre y mujeres,
había unas tres mil personas que se divertían de ver a Sansón, entonces Sansón
oró, Dios todopoderoso, ayúdame sólo una vez más, apoyo sus dos manos sobre las
columnas centrales que sostenían el templo y gritó ¡que mueran conmigo los
filisteos!, empujó las columnas con todas sus fuerza y el templo se vino abajo y
mató a más personas al morir, que las que había matado en toda su vida. Lo
enterraron en la tumba de Manóa, su padre, entre Sorá y Estaol. , durante
veinte años Sansón fue jefe de los israelitas.
Aquí puedes darte cuenta de algo importante, es que a la
madre de Sansón un ángel le anunció que daría a luz un hijo varón que guiaría
al pueblo de Israel, el pueblo escogido por Dios. También puedes ver que Sansón
fue uno de los jefes más prominentes, dirigió al pueblo israelita durante el
cautiverio de los malvados filisteos.
Como puedes ver el pueblo israelita frecuentemente
desobedecía por lo que tenía muchas derrotas, pues Dios permitía que los
israelitas sufrieran las consecuencias de su desobediencia, de sus malas
acciones, sin embargo, Dios siempre los escuchaba cuando el pueblo estaba
oprimido, que reconocía que se habían alejado de Dios, se arrepentían y le
pedía ayuda a Dios para que los sacara de su cautiverio y Dios les enviaba
jueces y les daba la victoria para que los guiaran por el camino correcto, aunque
reincidían en sus errores pero la misericordia y el amor de Dios es infinito
pues es un Dios que cumple sus promesas, y honró las promesas hechas a Abraham
de proteger y bendecir a sus descendientes.
Asimismo, la desobediencia atrae hacer lo malo, por lo que
es necesario que cada persona se mantenga fiel a las enseñanzas de Dios para
evitar la rebelión que a El no le agrada y que la castigará. Sería bueno, tener
disciplina para hacer lo bueno y seguir el camino del bien.
Con Alta Estima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario