sábado, 20 de julio de 2013

El nazireo...

Sabes, el nazireo es una persona, hombre o mujer consagrada a Dios, no puede beber bebidas alcohólicas, tampoco podrá comer uvas ni pasas, mientras dure su promesa no podrá comer nada que provenga de la vid, tampoco se cortará el cabello, sólo vive para servir a Dios, mientras dure su promesa deberá mantenerse puro.

Mientras en aquélla época los israelitas todavía no tenían rey,  cada uno hacía lo que le daba la gana. Así puedes ver que es necesario que cada persona esté apegado a la Palabra de Dios, que tenga en alto sus valores y principios, que desarrolle una conciencia elevada para cumplir con su visión en este mundo y se comprometa a llevar una vida por el camino correcto, el camino que te lleva a Jesucristo, el rey de reyes.

Así pues, como los israelitas volvieron a pecar contra Dios, El permitió que durante siete años los medianitas los dominaran y estos maltrataban a los israelitas, que se escondían en los cerros y cada vez que tenían algo sembrado venían los medianitas, los amalecitas y la gente del este y los atacaban, acampaban en los territorios de los israelitas y destruían sus cosechas y se llevaban sus ovejas, bueyes y burros, no les dejaban nada que comer, hacían sufrir mucho a los israelitas, y esto mismo pasaba en la región de la costa cercana a Gaza, entonces los israelitas le pidieron a Dios los salvara del poder de los medianitas. Luego, vino el ángel de Dios y se sentó bajo el roble que está en Ofrá, ese árbol pertenecía a Joás, y estaba limpiando trigo, a escondidas de los madianitas, en el lugar donde se pisaban las uvas para hacer vino y el ángel se le apareció a Gedeón y le dijo, que fuerte y valiente eres por eso Dios está contigo, Gedeón le respondió, por´que nos pasa todo esto?, entonces Dios mismo miró a Gedeón y le dijo: Pues eres tú quien va a salvar a Israel del poder de los madianitas, además de tus propias fuerzas, cuentas con todo mi apoyo, derrotarás a los madianitas como si derrotaras a un solo hombre, entonces Gedeón se dirigió al ángel y le dijo, si cuento con la aprobación de Dios, dame una señal de que realmente es él quien me ha hablado. Gedeón se dio cuenta de que se trataba del ángel de Dios y lleno de miedo exclamó, Dios mío de seguro moriré, pues he visto a tu ángel cara a cara, pero Dios le dijo, no tengas miedo, no te vas a morir, al contrario, he venido a darte paz. Entonces Gedeón edificó allí un altar a Dios y le puso por nombre “Dios es paz” y el altar está todavía en Ofrá, ciudad del grupo familiar de Abiézer. Y Gedeón le dijo a Dios, quiero saber si de veras me vas a usar para liberar a los israelitas tal y como me dijiste, voy a poner esta lana de oveja en el lugar donde se limpia el trigo, si por la mañana la lana está mojada de rocío, pero el suelo alrededor está seco, sabré que de veras me vas a usar para salvar a los israelitas, y eso fue lo que ocurrió. Al día siguiente muy temprano, cuando Gedeón se levantó, exprimió la lana y sacó tanta agua que llenó un tazón. Después Gedeón le dijo a Dios, ¿no te enojas si te digo algo más? Déjame, por favor, hacer una prueba más, que esta vez la lana quede seca y el rocío caiga sólo sobre el suelo, y eso fue lo que Dios hizo aquella noche, al día siguiente la lana estaba seca, pero el suelo estaba todo mojado.

Gedeón, a quien ahora llamaban Jerubaal y todos los que estaban con él se levantaron muy temprano  y se fueron a acampar junto al manantial de Harod y entonces, Dios le dijo a Gedeón que había demasiados soldados en su ejército, y  van a pensar que la victoria sobre los madianitas será de ellos, que les dijera que cualquiera que tuviera miedo regresara a su casa, veintidós mil soldados regresaron a su casa y se quedaron diez mil, Dios le volvió a hablar a Gedeón, de que todavía tenía muchos soldados, que los llevara a tomar agua, y que los pondría a prueba, allí te señalaré quiénes irán contigo y quiénes no, pon a un lado a los que se inclinen para beber, y aparta a todos los que saquen agua con las manos y la beban como los perros, trescientos soldados recogieron agua con las manos, y llevándosela a la boca la bebieron como hacen los perros, así que Gedeón se quedó con trescientos hombres, dividió a los hombres en tres grupos y les dio trompetas y cántaros vacíos, los israelitas se quedaron quietos en sus puestos, rodeando el campamento enemigo, tocando sus trompetas, mientras Dios hacía que las tropas enemigas se atacaran entre sí y salieran huyendo, Gedeón envió mensajes por todo el territorio de Efraín para que fueran a pelear contra los medianitas, estos obedecieron y capturaron a Oreb y a Zeeb, jefes madianitas y los mataron. Gedeón y los trescientos hombres que lo acompañaban llegaron al río Jordán y lo cruzaron, estaban muy cansados, pero seguían persiguiendo al enemigo, al llegar a Sucot, Gedeón les pidió a los que vivían allí les dieran algo de comer a sus soldados, y los jefes de Sucot le respondieron que por que tenían que darle de comer, todavía no han capturado a los reyes madianitas Zébah y Salmuná, entonces Gedeón les dijo que cuando los capturaran se vengarían de ellos, los azotaremos con ramas espinosas y cuando capturó a los reyes, les preguntó que como eran los hombres que mataron en Tabor, y le dijeron se parecían a ti, todos parecían ser príncipes, Gedeón exclamó, eran mis hermanos, les juro por Dios que si los hubieran dejado vivir, yo no los mataría a ustedes dos ahora, los mató y les quitó los camellos, anillos y adornos que llevaban al cuello; después los israelitas le dijeron a Gedeón, queremos que tú y tus descendientes nos gobiernen, porque nos has salvado de los madianitas, Gedeón le respondió, ni mi hijo ni yo los gobernaremos, quien los va a gobernar es Dios. Con todo este oro, Gedeón hizo una estatua y la colocó en Ofrá, su ciudad y todos los israelitas le fueron infieles a Dios porque iban a adorar esa estatua y aún para Gedeón y su familia resultó ser una trampa. Gedeón fue a hablar con los jefes de Sucot y los azotó con ramas espinosas y arbustos del desierto. Así vencieron a los madianitas y nunca recobraron su poder, y mientras Gedeón vivió, hubo en esa región cuarenta años de paz.

Gedeón, se fue a vivir a su propio pueblo, y tuvo muchos hijos con sus varias esposas, pero en Siquem tuvo otra mujer, de la cual nació un hijo a quién llamó Abimélec. Cuando Gedeón murió, era muy anciano, lo enterraron en la tumba de su padre, Joás, en Ofrá, ciudad de Abiézer, después que murió los israelitas volvieron a pecar contra Dios, pues adoraron a dioses falsos y no fueron bondadosos con la familia de Gedeón, a pesar de todo el bien que él les había hecho.

Abimélec, se fue a Siquem para hablar con sus parientes y les dijo, convenzan a la gente de Siquem de que es mejor que los gobierne yo, que soy su pariente materno, y no los muchos hijos de Gedeón, y decidieron apoyarlo y le dieron mucho dinero que sacaron del templo de Baal-bérit para que matara a los otros hijos de Gedeón, y contrató unos bandoleros para que lo acompañaran y fue al pueblo de su padres, y allí sobre una piedra mató a sus hermanos, el único que se salvó fue Jotam, el hijo menor porque se había escondido. Cuando Jotam se enteró que habían nombrado rey a Abimélec, subió  a lo más alto del monte Guerizim y desde allí gritó con voz muy fuerte, oigan, gente de Siquem, lo que voy a contarles, así tal vez Dios los oiga a ustedes:

En cierta ocasión los árboles salieron a buscar a alguien que reinara sobre ellos, le pidieron al olivo que fuera su rey, pero el olivo les respondió, “Para ser rey de los árboles tendría que dejar de producir aceite, el cual se usa para honrar a los dioses y a los hombres”. Le pidieron entonces a la higuera que reinara sobre ellos, pero la higuera les respondió: “Para reinar sobre los árboles tendría que dejar de dar higos dulces y sabrosos”. Luego le pidieron a la planta de uvas que reinara sobre ellos, pero ella les respondió: “Para reinar sobre los árboles tendría que dejar de producir vino, el cual alegra a los dioses y a los hombres”. Entonces todos los árboles le pidieron al pequeño arbusto que fuera su rey, pero el arbusto, que estaba lleno de espinas, les respondió: “Si de veras quieren que sea yo su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. De lo contrario, aunque soy pequeño, de mí saldrá fuego y consumirá a todos los grandes cedros del Líbano”. 

¿Les parece que fueron ustedes honestos y sinceros cuando nombraron rey a Abimélec? ¿Han sido leales a Gedeón, y han tratado bien a su familia, como él los trató a ustedes?. Mi padre peleó por ustedes y arriesgó su vida cuando los rescató de los madianitas, cuando terminó de decir esto, Jotam huyó y se fue a vivir a un pueblo llamado Pozo.

Después de que Abimélec había reinado durante tres años, Dios hizo que la gente de Siquem se rebelara contra él, así recibió su merecido. Después Abimélec se fue a Tebés, la rodeó y la capturó, se acercó a la torre para atacarla, pero cuando se preparaba para incendiarla, una mujer le arrojó una piedra de molino, le cayó en la cabeza y le rompió el cráneo, rápidamente llamó a su ayudante de armas, y le dijo, saca tu espada y mátame, no quiero que se diga que una mujer me mató, su ayudante le clavó la espada y Abimélec murió y los israelitas regresaron a sus casas. De esta manera Dios castigó a Abimélec, también Dios hizo que los de Siquem pagaran por todos sus crímenes, tal como lo había dicho Jotam cuando los maldijo.

Después de Abimélec, un hombre llamado Tolá, de la tribu de Isacar era hijo de Puá y nieto de Dodo,  fue el jefe de Israel, vivía en Samir, en las montañas de Efraín, durante veinte años dirigió a los israelitas hasta que murió y fue sepultado en Samir.

Después de Tolá, fue jefe Jaír durante veintidós años, era de Galaad, tuvo treinta hijos y todos ellos eran gente importante, tenían treinta ciudades en Galaad, que todavía se conocen como las ciudades de Jair, cuando Jair murió lo enterraron en un lugar llamado Camón.

Así pues, los israelitas volvieron a pecar contra Dios, adoraban a Baal y Astarté, y también a los dioses de los sirios, los sidonios, los moabitas, los amonitas y los filisteos, entonces Dios se enfureció contra ellos y dejó que los filisteos y los amonitas los dominaran durante dieciocho años fueron crueles y maltrataron a todos los israelitas que vivían en Galaad, al este del Jordán, en la región de los amorreos y éstos también atacaron a las tribus de Judá, Benjamín y Efraín y los israelitas se vieron en graves problemas y le pidieron ayuda a Dios y le dijeron, Reconocemos que hemos pecado, así que haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero, por favor, ¡sálvanos ya!. Los líderes israelitas dijeron, El que se anime a dirigirnos a luchar contra los amonitas será el jefe de todos los que vivimos en Galaad.

Jefté, un valiente soldado de la zona de Galaad, era hijo de una prostituta, su padre se llamaba Galaad, tuvo otros hijos con su esposa, y cuando estos crecieron echaron de su casa a Jefté y le dijeron que no recibiría herencia pues era hijo de otra mujer, él se alejó de sus hermanos y se fue a vivir a la tierra de Tob. Después de algún tiempo los amonitas atacaron a los de Israel y los líderes fueron entonces a la tierra de Tob a buscar a Jefté y le dijeron, queremos que seas nuestro líder en la guerra contra los amonitas, ven con nosotros, Jefté les respondió, si tanto me odiaban, ¿por qué ahora que están en problemas me vienen a buscar?, ellos le contestaron, justamente porque estamos en problemas, necesitamos que seas el jefe de todos los que vivimos en Galaad, Dios es nuestro testigo de que haremos todo lo que tú nos digas. Así que Jefté se fue con ellos, y el pueblo lo nombró jefe y gobernador, y en Mispá, Jefté puso a Dios por testigo del trato que hicieron.

Jefté envió unos mensajeros al rey de los amonitas, ¿que por qué viene a atacar a su territorio?, el rey de los amonitas, respondió que venía a recuperar sus tierras, Jefté le volvió a enviar mensajeros al rey con esta respuesta, nosotros no les hemos quitado tierras a los moabitas ni a los amonitas, Yo no les he hecho ningún mal, son ustedes los que están actuando mal al atacarnos, pero el Dios de Israel será el que juzgue entre ustedes y nosotros, pero el rey amonita no hizo caso del mensaje que Jefté le envió. Después de esto el espíritu de Dios actuó sobre Jefté, y lo hizo recorrer los territorios de Galaad y Manasés, y volver después a Mispá de Galaad, de ahí Jefté fue al territorio de los amonitas, en donde le prometió a Dios que si le daba la victoria sobre los amonitas, le ofrecería como sacrificio a la primera persona de su familia que saliera a recibirlo y Dios les dio la victoria sobre ellos, cuando Jefté regresó a su casa en Mispá, su única hija salió a recibirlo, bailando y tocando panderetas, así que se llenó de tristeza al verla,  y le dijo, ¡Ay, hija mía, que tristeza me da verte!, porque le hice una promesa a Dios y tengo que cumplírsela y ella le respondió, Padre, si le prometiste algo a Dios cumple conmigo tu promesa y ella le pidió antes una cosa, que la dejara ir dos meses a las montañas, con sus amigas, que tenía tristeza por morir sin haberse casado y necesitaba llorar, pasados los dos meses regresó a donde estaba su padre, quien cumplió con ella la promesa que había hecho. De ahí comenzó la costumbre de todos los años, de que las jóvenes israelitas dedican cuatro días a hacer lamentos por la hija de Jefté. Jefté fue jefe de los israelitas durante seis años, cuando murió lo enterraron en Galaad, ciudad donde había nacido.

Después de Jefté, Ibsán de Belén fue el jefe de los israelitas durante siete años, tuvo treinta hijos y treinta hijas, y a todos los casó con gente que no era de su tribu, cuando murió lo enterraron en Belén.

Después de Ibsán, Elón, de la tribu de Zabulón, fue jefe de los israelitas durante diez año, cuando murió lo enterraron en Aisalón, territorio de su tribu.

Después de Elón, el jefe de los israelitas fue Abdón hijo de Hilel, y los dirigió durante ocho años, tuvo cuarenta hijos y treinta nietos y todos ellos eran gente importante, cuando murió lo enterraron en Piratón, donde había nacido, en el territorio de Efraín, en las zonas montañosas de los amalecitas.

Los israelitas volvieron a pecar contra Dios, así que él dejó que los filisteos los dominaran cuarenta años. En ese tiempo vivía en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manóa, su esposa no podía tener hijos, pero un día un ángel se le apareció y le dijo, aunque no has podido tener hijos porque eres estéril ahora vas a quedar embarazada y tendrás un varón, después de su nacimiento dedicarás tu hijo a Dios como nazireo, por eso no debes beber vino ni otras bebidas fuertes, ni comer comidas impuras, y al niño nunca se le debe cortar el cabello, ahora los filisteo dominan a los israelitas, pero con este niño comenzará su liberación. La mujer le contó a su esposo, entonces Manóa le rogó a Dios, Dios mío que venga otra vez ese hombre que mandaste, que nos enseñe lo que debemos hacer con el hijo que nacerá, Dios hizo lo que Manóa le pidió y mandó otra vez al ángel y le dijo, tu esposa debe cumplir con todo lo que le he dicho. Y la mujer tuvo un hijo y lo llamó Sansón, el niño creció y Dios lo bendijo, un día cuando estaba en el campamento de Dan, entre Sorá y Estaol, el espíritu de Dios comenzó a actuar en él.

Sansón fue al pueblo de Timná, y al ver a una joven filistea se enamoró de ella, sus padres, entonces, le preguntaron, ¿por qué tienes que elegir como esposa a una mujer de esos filisteos, que no conocen a Dios, pero Sansón insistió, esa muchacha es la que me gusta, vayan a pedirla para que sea mi esposa. Sus padres no sabían que Dios había dispuesto que esto fuera así, porque buscaba una oportunidad para atacar a los filisteos. Así, que Sansón y sus padres se fueron a Timná, cuando Sansón pasaba por los viñedos, de pronto se oyó un rugido, y un feroz león lo atacó, pero el espíritu de Dios actuó sobre Sansón y le dio una gran fuerza, tomó al león entre sus manos y lo despedazó como si fuera un cabrito, pero no les dijo a sus padres lo que había sucedido. Su padre fue a la casa de la joven, y Sansón hizo allí una gran fiesta y los filisteos llevaron treinta jóvenes para que le hicieran compañía, él les dijo una adivinanza y si le daban la respuesta les daría una capa de tela fina y un conjunto completo de ropa de fiesta, pero si no lo adivinan, tendrían que darle a él lo mismo. Pasaron tres días y los jóvenes no daban con la respuesta y al cuarto día le dijeron a la prometida de Sansón, haz que tu prometido te diga la solución de la adivinanza, si no te quemaremos a ti y a toda tu familia. Ella fue a ver a Sansón para que le dijera la respuesta, estuvo llorándole el resto de la semana y tanto insistió que el último día Sansón le dio la respuesta, entonces ella se la dio a conocer a los jóvenes, y estos fueron con Sansón a darle la respuesta, No hay nada más dulce que la miel, y nada más fuerte que un león, él le contestó, gracias a mi prometida supieron la respuesta, enseguida el espíritu de Dios le dio mucha fuerza a Sansón, entonces él fue a Ascalón, y allí mató a treinta hombres, les quitó sus ropas y se las dio a los que habían averiguado la respuesta, regresó a la casa de sus padres, pues estaba muy furioso por lo que había sucedido. Y, a la prometida de Sansón su padre la casó con uno de los invitados a la fiesta, cuando Sansón fue a buscarle y el padre le explicó que pensó que él ya no la quería la casó con otro, lo único que contestó Sansón fue, ahora tengo más razones para acabar con los filisteos, les quemó todos los viñedos y olivares, y los filisteos al saber que era una venganza de Sansón, fueron y quemaron a la prometida de Sansón y al padre de ella, al saber esto, Sansón los amenazó, y les juró que no descansaría hasta acabar con todos ellos y mató a muchos de ellos. Luego, se fue a la cueva de Etam, y allí se quedó.

Los filisteos acamparon en Judá, y atacaron la ciudad de Lejí, los de Judá preguntaron por qué los atacaban y ellos contestaron que iban a capturar a Sansón para hacerle lo mismo que él les hizo y los tres mil hombre de Judá fueron a la cueva de Etam para reclamarle a Sansón, se lo llevaron para entregarlo a los filisteos, así que lo ataron con dos sogas nuevas y lo sacaron de la cueva, cuando se acercaron a Lejí, los filisteos salieron a su encuentro, y el espíritu de Dios llenó a Sansón de fuerza, y este reventó las sogas que le sujetaban los brazos y las manos como si fuera hilos viejos., luego encontró una quijada de burro  que todavía no estaba seca y con ella mató a muchos filisteos, ese lugar se le llamó Ramt-lejí, que quiere decir, Colina de la quijada.

Como Sansón tenía mucha sed le suplicó a Dios que tenía mucha sed, entonces Dios permitió que saliera agua de un hueco y Sansón se sintió mucho mejor, ese lugar se llama En-hacoré, que significa, Manantial del que suplica. Cierto día, Sansón fue a la ciudad de Gaza, allí vio a una prostituta y entró a su casa para pasar la noche. Después Sansón se enamoró de una mujer llamada Dalila, que vivía en el valle de Sorec, los jefes filisteos le fueron a decir a ella, engaña a Sansón y averigua el secreto de su gran fuerza y cada uno de nosotros te dará más de mil monedas de plata. Cuando Sansón fue a visitarla, Dalila le preguntó que cuál era el secreto de su gran fuerza?  Todos los días Dalila seguía insistiendo con la misma pregunta, y tanto se hartó Sansón que se quería morir y finalmente, le confesó a Dalila su secreto: Jamás se me ha cortado el cabello, porque antes de nacer fui dedicado a Dios como nazireo, si me cortaran el cabello, perdería mi fuerza y sería como cualquier otro hombre. Dalila comprendió que esta vez Sansón le había dicho la verdad y mandó mensaje a los jefes filisteos, estos volvieron con el dinero en la mano, Dalila hizo que Sansón se durmiera recostado en su falda, y mandó a llamar a un hombre para que le cortara las siete tranzas, ella comenzó a maltratarlo y le gritó, Sansón, los filisteos te atacan, él despertó pensando que iba a liberarse, pero no sabía que Dios ya lo había abandonado, los filisteos lo sujetaron con cadenas de bronce y le sacaron los ojos, y lo obligaron a trabajar en el molino de la cárcel, pero con el tiempo su cabello comenzó a crecer de nuevo. Los filisteos festejaban su triunfo y mandaron a traer a Sansón para burlarse de él, y Sansón le dijo a un muchacho que lo guiaba, déjame tocar las columnas que sostienen el templo, quiero apoyarme en ellas. El templo estaba lleno de hombre y mujeres, había unas tres mil personas que se divertían de ver a Sansón, entonces Sansón oró, Dios todopoderoso, ayúdame sólo una vez más, apoyo sus dos manos sobre las columnas centrales que sostenían el templo y gritó ¡que mueran conmigo los filisteos!, empujó las columnas con todas sus fuerza y el templo se vino abajo y mató a más personas al morir, que las que había matado en toda su vida. Lo enterraron en la tumba de Manóa, su padre, entre Sorá y Estaol. , durante veinte años Sansón fue jefe de los israelitas.

Aquí puedes darte cuenta de algo importante, es que a la madre de Sansón un ángel le anunció que daría a luz un hijo varón que guiaría al pueblo de Israel, el pueblo escogido por Dios. También puedes ver que Sansón fue uno de los jefes más prominentes, dirigió al pueblo israelita durante el cautiverio de los malvados filisteos.

Como puedes ver el pueblo israelita frecuentemente desobedecía por lo que tenía muchas derrotas, pues Dios permitía que los israelitas sufrieran las consecuencias de su desobediencia, de sus malas acciones, sin embargo, Dios siempre los escuchaba cuando el pueblo estaba oprimido, que reconocía que se habían alejado de Dios, se arrepentían y le pedía ayuda a Dios para que los sacara de su cautiverio y Dios les enviaba jueces y les daba la victoria para que los guiaran por el camino correcto, aunque reincidían en sus errores pero la misericordia y el amor de Dios es infinito pues es un Dios que cumple sus promesas, y honró las promesas hechas a Abraham de proteger y bendecir a sus descendientes.

Asimismo, la desobediencia atrae hacer lo malo, por lo que es necesario que cada persona se mantenga fiel a las enseñanzas de Dios para evitar la rebelión que a El no le agrada y que la castigará. Sería bueno, tener disciplina para hacer lo bueno y seguir el camino del bien.


Con Alta Estima,

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