jueves, 30 de abril de 2015

Ese mensaje brilla como la luz.


Dios es bueno y nos permitió servirle. Por eso no nos desanimamos. No sentimos vergüenza  de nada, ni hacemos nada a escondidas. No tratamos de engañar a la gente ni cambiamos el mensaje de Dios. Al contrario, Dios es testigo de que decimos sólo la verdad.  Por esto, todos pueden confiar en nosotros. Los únicos que no pueden entender la buena noticia que anunciamos son los que no se salvarán.

La buena noticia nos habla de la grandeza de Cristo, y Cristo a su vez nos muestra la grandeza de Dios. Ese mensaje brilla como la luz, pero los que no creen no pueden verla, porque Satanás no los deja. Y nosotros no nos anunciamos a nosotros mismos. Al contrario, anunciamos que Jesucristo es nuestro Señor, y que nosotros somos servidores de ustedes porque somos seguidores de Jesucristo. Cuando Dios creó el mundo, dijo: Que brille la luz donde ahora hay oscuridad. Y cuando nos permitió entender la buena noticia, también iluminó nuestro entendimiento, para que por medio de Cristo conociéramos su grandeza.

Cuando Dios nos dio la buena noticia, pues, por así decirlo, un tesoro en una frágil vasija de barro. Así, cuando anunciamos la buena noticia, la gente sabe que el poder de ese mensaje viene de Dios y no de nosotros, que somos tan frágiles como el barro. Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen. A dondequiera que vamos, todos pueden ver que sufrimos lo mismo que Cristo, y que por obedecerlo estamos siempre en peligro de muerte. Pero también pueden ver, por medio de nosotros, que Jesús tiene poder para dar vida a los muertos. Y así, mientras que nosotros vamos muriendo, ustedes van cobrando nueva vida.

La Biblia dice: Yo confié en Dios, y por eso hablé. Pues nosotros también confiamos en Dios, y por eso anunciamos la buena noticia. Porque sabemos que, cuando muramos, Dios nos dará vida, así como lo hizo con Jesús, y que después nos llevará con él. Todo esto es por el bien de ustedes. Porque mientras más sean los que reciban el amor y la bondad de Dios, muchos más serán los que le den gracias y reconozcan su grandeza.

Por eso no nos desanimamos. Aunque nuestro cuerpo se va gastando, nuestro espíritu va cobrando más fuerza. Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de la gloria que dura para siempre una gloria grande y maravillosa. Porque nosotros no nos preocupamos por lo que nos pasa en esta vida, que pronto acabará. Al contrario, nos preocupamos por lo que nos pasará en la vida que tendremos en el cielo. Ahora no sabemos cómo será esa vida. Los que si sabemos es que será eterna.

Aquí puedes darte cuenta que Dios es bueno y que es esencial que el hombre confíe en El.
Por lo que es prioridad que el hombre regenerado anuncie su mensaje, que hable siempre con la verdad y manifieste la  grandeza de Dios, y por ende irradie una luz tan brillante que sólo podrán verla los que creen en Cristo.

Por tanto, es necesario que el hombre sea obediente a la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios iluminará el entendimiento del hombre para que vea el poder de Dios.

Asimismo, es importante que el hombre sepa que aunque pase dificultades,  preocupaciones debe mantener la calma y tener buen ánimo pues al confiar en Cristo, está bajo la cobertura de Dios.

Ahora bien, con esa confianza en Dios, el hombre debe preocuparse por anunciar su mensaje, por avanzar espiritualmente y alcanzar la vida eterna .


Con Alta Estima,

Somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra vida.


No decimos todo esto para hablar bien de nosotros mismos. Tampoco necesitamos presentarles cartas que hablen bien de nosotros, ni les pedimos que ustedes las escriban para que se las presentemos a otros. Algunos sí las necesitan, pero nosotros no. Todos pueden ver claramente el bien que Cristo ha hecho en la vida de ustedes. Para que la gente hable bien de nosotros, sólo tiene que fijarse en ustedes. Porque ustedes son una carta que habla a favor nuestro. Cristo mismo la escribió en piedra, ni con tinta, sino que la escribió con el Espíritu del Dios vivo. Y esa carta  está a la vista de todos los que la quieran leer.

Por medio de Cristo, Dios nos asegura que todo eso es cierto. Pero nosotros no somos capaces de hacer algo por nosotros mismos; es Dios quien nos da la capacidad de hacerlo. Ahora Dios nos ha preparado para que anunciemos a todos nuestro nuevo compromiso con él. Este nuevo compromiso no se apoya en la ley, sino en el Espíritu de Dios. Porque la ley condena a muerte al pecador, pero el Espíritu de Dios da vida.

Dios escribió la ley en tablas de piedra, y se entregó a Moisés. Aquel momento fue tan grandioso, que la cara de Moisés resplandecía. Y el resplandor era tan fuerte que los israelitas no podían mirar a Moisés cara a cara. Sin embargo, ese brillo pronto iba a desaparecer.
Si la entrega de esa ley  fue tan grandiosa, el anuncio de la salvación será más grandioso todavía. Porque esa ley  dice que merecemos morir por nuestros pecados. Pero gracias a lo que el Espíritu Santo hizo en nosotros, Dios nos declara  inocentes. ¡Y eso es mucho más grandioso que lo que hace la ley! Y si fue gloriosa la ley que iba a desaparecer, mucho más gloriosa es la buena noticia  que anuncia la salvación eterna.

Tan seguros estamos de todo esto, que no nos da miedo hablar. No hacemos como Moisés, que se tapaba la cara con un velo para que los israelitas no vieran que el brillo de su cara se iba apagando. Ellos entendieron esto. Por eso hasta el día de hoy, cuando leen los libros de Moisés, no lo entienden. Es como si su entendimiento estuviera cubierto con un velo. Sólo Cristo puede ayudarlos a entender.

Sin embargo, esto llega a comprenderlo el que se arrepiente y pide perdón al Señor. ¡Es como si le quitaran el velo  a su entendimiento!. Porque el Señor y el Espíritu son uno mismo, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad.  Y nosotros no tenemos ningún velo que nos cubra la cara. Somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra vida. Gracias a la acción de su Espíritu en nosotros, cada vez nos parecemos más a él.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que cree en nuestro Señor Jesucristo y vive apegado a su Palabra, es como una carta abierta a toda persona que quiera conocer a Dios, en la cual el mensaje que da bueno pues viene de Dios, aunque es fundamental que este mensaje esté grabado antes en el corazón de la persona que lo anuncie, y  que muestre que Jesús vive en su ser interior pues el Espíritu de Dios hará fluir las palabras de sabiduría ara para que otros puedan leer el mensaje fidedigno de Dios, que da vida y salvación.

Por tanto, es tiempo que el hombre se vuelva a Dios, que se arrepienta verdaderamente de sus pecados y pida perdón a Dios, y,  Dios le da libertad y quita el velo que le estorba y entonces, el hombre regenerado entenderá el mensaje de vida eterna pues sólo el Espíritu de Dios abre su entendimiento para sea lleno de la Palabra de Dios.

Así pues, el hombre restaurado, que ha muerto a su “yo”, reflejará luminosidad pues ahora su andar es impecable y entonces será como un espejo que refleje la grandeza de Dios, ya que sólo el Espíritu de Dios puede cambiar al hombre en su manera de vivir.


Con Alta Estima,

miércoles, 29 de abril de 2015

Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo.


Como no era mi intención ponerlos tristes, decidí mejor no ir a visitarlos. Porque, si yo los pongo tristes, ¿quién me alegrará después a mí? Nadie más que ustedes. Yo sabía muy bien que todos ustedes compartirían mi alegría. Pero tampoco era mi intención que ustedes se pusieran triste, cuando más bien deberían alegrarme. Por eso decidí escribirles en vez de ir a visitarlos. Pero cuando les escribí, estaba yo tan triste y preocupado que hasta lloraba. No quería ponerlos tristes; más bien, quería que se dieran cuenta del gran amor que les tengo.

No quiero exagerar en este asunto, pero la persona que causó mi tristeza, hasta cierto punto también causó la tristeza de todos ustedes. Pero ya es suficiente con el castigo que la mayoría de ustedes le impuso. Ahora deben perdonarlo y ayudarlo a sentirse bien, para que no vaya a enfermarse de tanta tristeza y remordimiento. Yo les ruego que, una vez más, le muestren que lo aman.

La carta que les escribí era para saber si realmente están dispuestos a obedecerme en todo. Yo, por mi parte, estoy dispuesto a perdonar a todo el que ustedes perdonen, suponiendo que haya algo que perdonar. Lo hago pensando en ustedes, y poniendo a Cristo como testigo, Así Satanás no se aprovechará de nosotros. ¡Ya conocemos sus malas intenciones!

Cuando fui a la ciudad de Tróade para anunciar la buena noticia de Cristo, tuve la gran oportunidad de trabajar por el Señor en ese lugar. Pero me preocupaba no encontrar allí a nuestro hermano Tito. Por eso me despedí de los miembros de la iglesia en Tróade, y me fui a la región de Macedonia.

Doy gracias a Dios porque nos hace participar del triunfo de Cristo, y porque nos permite anunciar por todas parte su mensaje, para que así todos lo reconozcan. Anunciar la buena noticia es como ir dejando por todas partes el suave aroma de un perfume. Y nosotros somos ese suave aroma que Cristo ofrece a Dios. Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo. Por el contrario, para los que no creen somos como un olor mortal.

¿Quién es capaz de cumplir con la tarea que Dios nos ha dejado? Algunos anuncian el mensaje de Dios sólo para ganarse la vida, pero nosotros no hacemos así. Al contrario, Dios es testigo de que trabajamos con sinceridad y honradez, porque Dios nos envió y porque estamos muy unidos a Cristo.

Aquí puedes darte cuenta que lo fundamental es que el hombre obedezca a Dios y muestre una actitud fraternal a sus semejante así como de perdón si alguien incurre en una falta pero es necesario hacer sentir bien a los demás y así vivir en armonía.

No obstante, es de prioridad que el hombre muestre gratitud a Dios pues El envió a su Hijo Jesús a dar su vida y venció a la muerte y esta victoria ha sido para redimir al hombre, y entonces el hombre regenerado puede anunciar el mensaje de Dios por todas partes para que lo reconozcan.

Así pues, es apremiante que el hombre despierte y cumpla  esta tarea que Dios ha ordenado,  y, sabes este trabajo el hombre lo realizará con ahínco y honestidad, que agrade a Dios pues el Espíritu de Dios se manifestará siempre en  cada persona que acepta este compromiso  y entonces el hombre será como un perfume suave que da vida a los que creen en nuestro Señor Jesucristo.


Con Alta Estima,

martes, 28 de abril de 2015

Nosotros no queremos decirles qué es lo que deben creer…


Queridos hermanos de la iglesia de Corinto y de la región de Acaya: Nosotros, Pablo y Timoteo, les enviamos nuestros saludos. Que Dios nuestro Padre, y el Señor Jesucristo, quien me eligió como apóstol, les den su amor y su paz.

Demos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. El es un Padre bueno y amoroso, y siempre nos ayuda. Cuando tenemos dificultades, o cuando sufrimos, Dios nos ayuda para que podamos ayudar a los que sufren o tienen problemas.

Nosotros sufrimos mucho, así como Cristo sufrió. Pero también, por medio de él, Dios nos consuela. Sufrimos para que ustedes puedan ser consolados y reciban la salvación. Dios nos ayuda para que nosotros podamos consolarlos a ustedes. Así ustedes podrán soportar con paciencia las dificultades y sufrimientos que también nosotros afrontamos. Confiamos mucho en ustedes y sabemos que, si ahora sufren, también Dios los consolará.

Hermanos en Cristo, queremos que conozcan los problemas y sufrimientos que tuvimos en la provincia  de Asia. Fueron tan tremendos que casi no pudimos soportarlos, y hasta creímos que íbamos a morir. En realidad, nos sentíamos como los condenados a muerte. Pero eso nos ayudó a confiar en Dios, que puede hacer que los muertos vuelvan a la vida, y no a confiar en nosotros mismos. Dios nos protegió de grandes peligros de muerte, y confiamos en que él nos seguirá cuidando y protegiendo. Por favor, ayúdennos orando por nosotros. Si muchos oran, muchos también serán los que den gracias a Dios por su ayuda, y por todo lo bueno que él nos da.
Nos satisface saber que nos hemos comportado bien, y que hemos sido sinceros con todos, especialmente con ustedes. No lo hicimos guiados por nuestra propia sabiduría, sino con la ayuda de Dios, y gracias a su gran amor.

Ahora les escribimos con palabras e ideas fáciles de entender. Y espero que puedan comprender de todo lo que ahora no entienden bien. Así,  cuando el Señor Jesucristo vuelva, ustedes podrán estar orgullosos de nosotros, como nosotros lo estamos de ustedes.

Con esta confianza, lo primero que pensé fue ir a verlos, para así poder visitarlos dos veces. Tenía idea de visitarlos en mi viaje hacia la región de Macedonia, y de pasar otra vez por allí a mi regreso, para que ustedes pudieran ayudarme a seguir mi viaje a la región de Judea. ¿Acaso creen que esos planes los hice sin pensarlo bien? ¿O creen que soy como todos, que primero digo que sí, y luego digo que no? ¡Pues se equivocan! Dios es testigo de que cumplimos nuestra palabra. Timoteo, Silas y yo les anunciamos el mensaje de Jesucristo, el Hijo de Dios. Y Jesucristo no decía una cosa primero y otra después. Al contrario, siempre cumplía su palabra. Y todas las promesas que Dios ha hecho se cumplen por medio de Jesucristo. Por eso, cuando alabamos a Dios por medio de Jesucristo, decimos Amén.

Tanto a mí como a ustedes, Dios nos mantiene firmemente unidos a Cristo. El nos eligió y, para mostrar que no somos suyos, nos puso una marca: la marca de su Espíritu Santo. Si no he ido a visitarlos, ha sido porque los respeto. ¡Que Dios me quite la vida si miento! Nosotros no queremos decirles qué es lo que deben creer, pues de eso ustedes están ya bien seguros. Lo que si queremos es colaborar con ustedes, para que sean más felices.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que ama a Dios, que cree en nuestro Señor Jesucristo,  quien Dios envió al mundo como hombre para que habitara entre nosotros, y dio su vida para redimirnos del pecado y resucitó para que el hombre tenga vida eterna; esto es algo que el hombre no entiende pues no puede comprender la magnitud del amor de Dios, que es un Padre amoroso; por tanto, es prioridad que el hombre busque a Dios y se arrepienta de sus transgresiones, se aparte de lo malo, y empiece una vida nueva,  que camine con Dios El estará a su lado para ayudarle a vencer las dificultades y sufrimientos.

No obstante, es importante que el hombre no confíe en sí mismo sino que  crea en Dios y ponga su confianza en su Hijo Jesucristo, quien le dará al hombre la fortaleza espiritual para soportarlo todo.

Por tanto, es necesario que el hombre enderece su camino, que piense bien lo que hace,  que su si sea si y su no sea no, que no diga una cosa primero y otra después, sino que sea firme en sus convicciones,  que muestre integridad y sea cabalmente sincero con sus semejantes.

Ahora bien,  no puedo decirles lo que deben creer, la decisión es voluntaria, pero es conveniente  que el hombre se vuelva a Dios y se apegue a  su Palabra , que obedezca y cumpla sus enseñanzas  y entonces, el Espíritu de Dios que habita en el ser interior de cada persona que lo ha aceptado en su corazón , adquiere seguridad en  su andar pues está bajo la cobertura de Dios.


Con Alta Estima,

sábado, 25 de abril de 2015

… todo lo que hagan, háganlo con amor.

Ahora quiero hablarles acerca del dinero que van a dar para ayudar a los del pueblo de Dios en Jerusalén. Hagan lo mismo que les dije a las iglesias de la región de Galacia. Es decir, que cada domingo, cada uno de ustedes debe apartar y guardar algo de dinero, según lo que haya ganado. De este modo no tendrán que recogerlo cuando yo vaya a verlos. Elija  a algunos hermanos, para que lleven el dinero a Jerusalén. Cuando yo llegue, los mandaré con el dinero que ustedes hayan dado, y también con cartas, para que los hermanos de la iglesia en Jerusalén los reciban bien. Si ustedes creen conveniente que yo también vaya, iré con ellos.

Después  de pasar por la región de Macedonia, iré a Corinto. Tal vez entonces me quede con ustedes algún tiempo, posiblemente todo el invierno. Así podrán ayudarme a pagar mi próximo viaje. No quiero visitarlos poco tiempo. Si el Señor me lo permite, espero estar un buen tiempo con ustedes. Me voy a quedar en la ciudad de Efeso hasta la fiesta de Pentecostés. Aunque muchos allí están en contra mía, tengo una buena oportunidad de servir a Dios y de obtener buenos resultados.

Si Timoteo va a visitarlos, procuren que se sienta bien entre ustedes. El trabaja para Dios, lo mismo que yo. No lo traten mal. Ayúdenlo a continuar su viaje con tranquilidad, para que pueda venir a verme, pues lo estoy esperando junto con los otros hermanos de la iglesia.
Muchas veces he tratado de que Apolo vaya a visitarlos, junto con los otros hermanos de la iglesia. Por el momento no ha querido hacerlo, pero lo hará en cuanto pueda.

Manténganse siempre en estado de alerta, pero confiando en Cristo. Sean fuertes y valientes, y todo lo que hagan, háganlo con amor.

Queridos hermanos, ustedes saben que Estéfanas y su familia fueron los primeros en aceptar la buena noticia en la región de Acaya, y que se han dedicado a servir a los miembros de la iglesia. Yo les ruego que obedezcan a Estéfanas, y a todos los que trabajan y sirven a Dios como él lo hace.

Me alegro de que hayan venido Estéfanas, Fortunato y Acaico. Estar con ellos fue como estar con ustedes. Me hicieron sentir muy bien, lo mismo que a ustedes. A personas como ellos, préstenles mucha atención.

Las iglesias de la provincia de Asia les mandan saludos. También Aquila y Prisca les mandan cariñosos saludos en el nombre del Señor Jesús, lo mismo que la iglesia que se reúne en su casa. Todos los hermanos de la iglesia les mandan saludos. Salúdense unos a otros con un beso de hermanos.

Yo, Pablo, les escribo este saludo con mi propia mano. Si alguien no ama al Señor Jesucristo, que la maldición de Dios caiga sobre él. Yo, por mi parte, oro al Señor Jesucristo y le digo: ¡Ven, Señor nuestro! Que el amor del Señor Jesús los acompañe siempre. Yo los amo a todos ustedes con el amor del Señor Jesús.

Aquí puedes darte cuenta que es importante que el hombre muestre su amor fraternal unos a otros, para que la presencia del Señor Jesús esté con las personas que creen en El y  que lo ha aceptado a Jesús como su Salvador, que viva apegado a su Palabra, cumpliendo sus mandatos y siendo siervo útil a Dios, de manera que el hombre muestre ese amor de Dios a otros, ayudando si es necesario con dinero a las personas que trabajan para Dios, y que los traten  bien pues trabajan para Dios.

Por tanto, el tiempo apremia y es prioridad que el hombre cambie su manera de pensar, que su mente sea renovada para que el Espíritu de Dios viva en cada persona que se vuelve a El y esa persona regenerada le sirva a Dios.


Con Alta Estima,

Piensen bien lo que hacen y no sigan desobedeciendo a Dios.


Queridos hermanos quiero recordarles la buena noticia  que les di. Ustedes la recibieron con gusto y confiaron en ella. Si continúan confiando firmemente en esa buena noticia, serían salvos. Pero sí no, de nada les servirá haberla aceptado.

Lo primero que les enseñé fue lo mismo que yo aprendí que Cristo murió en lugar de nosotros, que éramos pecadores. Tal como lo enseña la Biblia, fue sepultado y, después de tres días, Dios lo resucitó. Primero se le apareció a Pedro, y después a los doce apóstoles. Luego se les apareció a Pedro, y después a los doce apóstoles. Luego se les apareció a más de quinientos de sus seguidores a la vez. Algunos de ellos todavía viven, y otros ya murieron. Más tarde se apareció a Santiago, y luego a todos los apóstoles. Por último, se me apreció a mí; a pesar de que lo conocí mucho tiempo después  que los apóstoles.

Por eso me considero  el menos importante de los apóstoles, y ni siquiera merezco que la gente me llame así, pues le hice mucho daño a la iglesia de Dios. Sin embargo, Dios fue bueno conmigo, y por eso soy apóstol. No desprecié el poder especial que me dio, y trabajé más que los otros apóstoles, aunque en realidad todo lo hice gracias a ese poder especial de Dios. Pero ni yo ni los otros apóstoles importamos. Lo que si importa  es que todos nosotros hemos anunciado esa buena noticia, y que ustedes han creído en ella.

La buena noticia que anunciaron es que Dios resucitó a Cristo. Pero entonces, ¿cómo es que algunos de ustedes dicen que los muertos no resucitan? Porque, si los muertos no resucitan, entonces Cristo tampoco resucitó. Y si Cristo no resucitó, esta buena noticia que anunciamos no sirve para nada, y de nada sirve tampoco que ustedes crean en Cristo. Si fuera cierto que los muertos no resucitan, nosotros estaríamos diciendo una mentira acerca de Dios, pues afirmamos que él resucitó a Cristo.

Si en realidad los muertos no resucitan, entonces tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, de nada sirve que ustedes crean en él, pues sus pecados aún no habrán sido perdonados. Y los que antes creyeron en Cristo y murieron, están totalmente perdidos. Si, nuestra esperanza es que Cristo nos ayude solamente en esta vida, no hay nadie más de lástima que nosotros.

Sin embargo, ¡Cristo resucitó! Esto nos enseña que también resucitarán los que murieron. Por el pecado de Adán todos fuimos castigados con la muerte; pero, gracias a Cristo, ahora podemos volver a vivir. Cada uno resucitará a su debido tiempo: primero Cristo; después, cuando él vuelva, resucitarán los que creyeron en él. Luego vendrá el fin del mundo, cuando Cristo derrotará a todas las autoridades y a todos los poderes, y le entregará el reinado a Dios el Padre.

Cristo reinará hasta que haya vencido a todos sus enemigos. El último enemigo que Cristo vencerá es la muerte. Cuando la Biblia dice: Dios puso todo bajo su dominio, la palabra todo no incluye a Dios, porque es Dios quien puso todo bajo la autoridad de Cristo. Y cuando esté bajo el dominio del Hijo, él mismo se pondrá bajo la autoridad de Dios. Así, Dios estará sobre todas las cosas, pues él es quien piso todo bajo el dominio de Cristo.

Algunos se bautizan en lugar de alguien que ya ha muerto, y piensan que así lo salvarán. Pero, si en verdad los muertos no vuelven a vivir, ¿para qué  bautizarse? ¿Y para qué poner en peligro nuestra vida en todo momento? Ustedes bien saben que todos los días estoy en peligro de muerte. Esto es tan cierto como la satisfacción que tengo de que ustedes creen en Cristo. En Efeso luché con hombres que parecía fieras salvajes. Pero, si es verdad que los muertos no vuelven a vivir, entonces ¿qué gané con eso? Mejor hagamos lo que algunos dicen: Comamos y bebamos, que mañana moriremos.

¡No se dejen engañar! Bien dice el dicho, que Las malas amistades echan a perder las buenas costumbres. Piensen bien lo que hacen y no sigan  desobedeciendo a Dios. Algunos de ustedes deberían sentir vergüenza de no conocerlo.

Tal vez alguien me pregunte: ¿Y cómo volverán los muertos a la vida? ¿Qué clase de cuerpo tendrán? ¡Qué preguntas más tontas! Para que una planta crezca, primero tiene que morir la semilla que fue sembrada. Lo que se siembra es una simple semilla de trigo, o de alguna otra cosa, muy distinta de la planta que va a nacer. A cada semilla Dios le da el cuerpo que él quiere darle.

No todos los cuerpos son iguales. Los seres humanos tenemos una clase de cuerpo, y los animales tienen otra clase. Lo mismo pasa con los pájaros y los peces. Hay también cuerpos que viven en el cielo, y cuerpos que viven en la tierra. La belleza de los cuerpos del cielo no es como la de los cuerpos de la tierra. El brillo del sol no  es como el de la luna y las estrellas, y aun cada una de las estrellas tiene un brillo distinto.

Así pasará cuando los muertos vuelvan a la vida. Cuando alguien muere, se entierra su cuerpo, y ese cuerpo se vuelve feo y débil. Pero cuando esa persona vuelva a la vida, su cuerpo será hermoso y fuerte, y no volverá a morir. Se entierra el cuerpo físico, pero resucita un cuerpo espiritual. Así como hay cuerpos físicos, hay también cuerpos espirituales.

La Biblia dice que Dios hizo a Adán, y que Adán fue el primer hombre con vida. Pero Cristo, a quien podemos llamar el último Adán, es un espíritu que da vida. Así que primero llegó a existir lo físico, y luego lo espiritual. El primer hombre fue hecho del polvo de la tierra. El segundo hombre vino del cielo. Todos los que vivimos en esta tierra tenemos un cuerpo como el de Adán, que fue hecho de tierra. Todos los que viven en el cielo tienen un cuerpo como el de Cristo. Y así como nos parecemos al primer hombre, que fue sacado de la tierra, así también nos pareceremos a Cristo, que es del cielo.

Hermanos míos, lo que es de sangre y carne no tiene cabida en el reino de Dios, que es eterna. Les voy a contar algo que Dios tenía en secreto: No todos moriremos, pero todos seremos transformados. En un abrir y cerrar de ojos, cuando Cristo vuelva, se oirá el último toque de la trompeta, y los muertos volverán a vivir para no morir jamás. Y nosotros seremos transformados. Dios cambiará estos cuerpos nuestros, que mueren y se destruyen, por cuerpos que vivirán para siempre y que nunca serán destruidos. Cuando esto suceda, se cumplirá lo que dice la Biblia:  ¡La muerte ha sido destruida! ¿Dónde está ahora su víctima? ¿Dónde está su poder para herirnos?

El pecado produce la muerte, y existe porque hay una ley. ¡Pero gracias a Dios, podemos vencerlo por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por eso, mis queridos hermanos, manténganse firmes, y nunca dejen de trabajar más y más por el Señor Jesús. Y sepan que nada  de lo que hacen para Dios es inútil.

Aquí puedes darte cuenta que lo más importante es que el hombre anuncie el mensaje de Dios para que otros le conozcan y crean en nuestro Señor Jesucristo, quien murió y Dios le resucitó  para perdonar los pecados del hombre y restaurarlo en su ser interior y tenga una vida nueva y por ende, el hombre viva en la eternidad con El.

No obstante, el hombre debe entender que la autoridad es Dios, el Padre Celestial, quien envió a su único Hijo Jesús al mundo dándole autoridad en todo lo que existe y sobre todo, en el hombre que crea en El.

Asimismo, el hombre regenerado por Cristo, que ha sido limpiado por su sangre preciosa derramada en la cruz, debe cambiar su manera de vivir, pensar bien lo que hace y obedecer las enseñanzas de Dios.

Y sabes, el tiempo apremia, es conveniente que cada persona busque a Dios, sobre todo los que no le conocen todavía deberían sentir tristeza de no saber quién es Nuestro Señor Jesucristo, que es la fuente de vida  y que todo aquél que lo acepte a Jesús en  su corazón, el hombre puede vencer el pecado.

Por tanto, es necesario que el hombre despierte, que muera a su “yo”, que se aparte del egoísmo para que sea transformado en una persona nueva, pero sólo el Espíritu de Dios da esa vida y, entonces el hombre fortalecido por Dios,  le ayuda a que avance en su crecimiento espiritual.
¡Animo! Es el momento de que el hombre deje de ser carnal, deslumbrado por los atractivos del mundo y se mantenga firme en sus convicciones y busque parecerse más a Cristo para que brille diferente como una persona transformada que  pertenece al Reino de Dios.


Con Alta Estima,

jueves, 23 de abril de 2015

Ustedes deben procurar hablar de parte de Dios.


Procuren amar con sinceridad, y pídanle al Espíritu Santo que los capacite de manera especial para hablar de parte de Dios. Cuando ustedes hablan en un idioma extraño, se ayudan  sólo a ustedes mismos. Dios los entiende, porque hablan de verdades secretas que solo el Espíritu Santo conoce. Pero aparte de él, nadie más sabe lo que ustedes dicen. En cambio, cuando Dios les ordena hablar de su parte, la gente si los entiende. Además, así ustedes ayudan a todos en la iglesia a confiar más en Cristo, a sentirse mejor y a estar alegres.

Me gustaría que todos ustedes hablaran en idiomas desconocidos, pero más me gustaría que hablaran de parte de Dios. En realidad, es más importante hablar de parte de Dios que hablar en idiomas que otros no entienden, a menos que alguien pueda traducir lo que se dice. Porque así se ayuda a los miembros de la iglesia.

Hermanos míos, si yo fuera a visitarlos y les hablara en idioma desconocidos, ¿de qué les serviría? Solamente los ayudaría si les diera algún conocimiento, o si les comunican algún mensaje de parte de Dios, o alguna enseñanza.
Si todos los instrumentos musicales tuvieran el mismo sonido, ¿cómo podría distinguirse una flauta de un arpa? Si en una guerra nadie pudiera distinguir el sonido de la trompeta que anuncia la batalla, ninguno se prepararía para combatir: Algo así pasa cuando ustedes hablan en idiomas desconocidos. Si nadie entiende lo que significan, es como si estuvieran hablándole al aire.

En el mundo hay muchos idiomas, y en todos ellos se pueden decir cosas que tienen sentido. Pero si alguien me habla y yo no entiendo lo que dice, esa persona pensará que soy un extranjero. Y lo mismo pensaré yo, si esa persona no me entiende a mí. Por eso, ya que desean las capacidades que da el Espíritu, traten de tener aquellos que ayuden a todos los de la iglesia-
Por lo tanto, cuando ustedes hablen  en idiomas desconocidos, deben pedirle a Dios que les dé la capacidad de explicar lo que estén diciendo. Por ejemplo, si yo oro en un idioma desconocido, el que ora es mi espíritu, porque yo no entiendo lo que digo. ¿qué debo hacer entonces? Pues orar y cantar con mi espíritu, pero también orar y cantar con mi entendimiento. Porque si tú das gracias a Dios con tu espíritu, y te escucha algún extraño, no podrá unirse a tu oración si no entiende lo que dices. Y no podrá hacerlo, porque no habrá comprendido nada. Tu oración podrás ser muy buena, pero no estaría ayudando a nadie.

Yo le doy gracias a Dios de que hablo en idiomas desconocidos más que todos ustedes. Sin embargo, cuando estoy en la iglesia, prefiero decir cinco palabras que se entiendan y que ayuden a otros, más que decir diez mil palabras en un idioma que nadie entienda.

Hermanos en Cristo, sean inocentes como niños, pero no piensen como niños. Piensen como personas maduras. Dios dice en la Biblia: Le hablaré a este pueblo por medio de extranjeros y en idiomas desconocidos. ¡Pero ni así me harán caso!

Por lo tanto, hablar en idiomas desconocidos podrá probarles algo a los no cristianos, pero para los cristianos esos idiomas no prueban nada. En cambio, los mensajes de parte de Dios son para los cristianos, no para los que no creen en Dios.

Supongamos que todos los de la iglesia se reúnen y comienzan a hablar en  idiomas desconocidos. Si en ese momento entra gente de afuera, o llegan algunos que no creen en Cristo, van a pensar que ustedes están locos. Pero si todos ustedes hablan de parte de Dios, esa gente se dará cuenta de que es pecadora, y les confiará a ustedes hasta sus pensamientos más secretos. Luego se arrodillará delante de Dios, lo adorará, y reconocerá que, en verdad, Dios está entre ustedes.

Hermanos míos, cuando se reúnan, todo lo que hagan debe ayudar a los demás. Unos pueden cantar, otros pueden enseñar o comunicar lo que Dios les haya mostrado, otros pueden hablar en idiomas desconocidos, o traducir lo que se dice en esos idiomas. Si algunos hablan en idiomas desconocidos, que no sean más de dos o tres personas, y que cada uno espere su turno para hablar. Además, alguien debe traducir lo que estén diciendo. Pero si no hay en la iglesia nadie que traduzca, entonces deben callarse, o hablar sólo para sí mismos y para Dios.

Y si algunos hablan de parte de Dios, que sean sólo dos o tres personas. Los demás deben prestar atención, para ver si el mensaje es de parte de Dios o no. Pero si alguno de los que están sentados, recibe un mensaje de Dios, el que está hablando debe callarse y dejar que la otra persona diga lo que tenga que decir. Así todos tendrán la oportunidad de anunciar un mensaje de Dios, y todos los que escuchan podrán aprender y sentirse animados. La persona que hable de parte de Dios podrá decidir cuándo hablar y cuándo callar. Porque a Dios no le gusta el desorden y el alboroto, sino la paz y el orden.

Como es costumbre en nuestras iglesias, no se debe permitir que las mujeres hablen en las reuniones. La ley de Moisés dice que las mujeres deben aprender en silencio. Si quieren saber algo, que le pregunten a su esposa cuando ya estén en su casa. Se ve mal que la mujer hable en la iglesia.

Ustedes no inventaron el mensaje de Dios, ni fueron los únicos que lo recibieron. Si alguien cree que puede hablar de parte de Dios, o cree que obedece al Espíritu Santo en todo, debe reconocer que esto que les escribo es una orden de Dios. Pero si no lo quiere reconocer, ustedes no deben prestarle atención.

Mis queridos hermanos, ustedes deben procurar hablar de parte de Dios, y no impidan que se hable en idiomas desconocidos. Pero háganlo todo de manera correcta y ordenada.

Aquí puedes darte cuenta que lo fundamental es que el hombre de prioridad en su vida de hablar de parte de Dios con un lenguaje sencillo,  para ayudar a los demás, sobre todo, a confiar más en Cristo y llenar su corazón de alegría y bienestar.

No obstante, cuando el hombre transmite el mensaje de parte de Dios, el Espíritu de Dios mueve el corazón de la persona que lo escucha, y entiende el mensaje y esto  le ayuda a reflexionar y tomar conciencia  de que  su actitud no es la correcta y transgrede  la ley de Dios, por lo que es conveniente que el hombre se reivindique y cambie su manera de vivir para que construya esa nueva vida que Dios le da bajo el orden divino.


Con Alta Estima,

miércoles, 22 de abril de 2015

Sólo el amor vive para siempre.


Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas.

Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo.
De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.
El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.
El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.
 No es orgulloso
No es grosero ni egoísta.
No se enoja por cualquier cosa.
No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.
No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.
El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.

Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto. Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará.

Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando  todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí.

Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor.

Aquí puedes darte cuenta que es fundamental que el hombre tenga amor, pues es el motor que mueve todo, sólo el amor vive para siempre, pero esto es verdad y el hombre debe entender que Dios es amor pues  El nos muestra su bondad, su humildad, por lo que el hombre debe ser obediente a sus mandatos.

Ahora bien, lo fundamental es que el hombre acepte a Nuestro Señor Jesucristo como su Salvador, y entonces Dios manifiesta  su amor  a través de su Espíritu y  le da al hombre la capacidad de amar como El.

No obstante, el hombre debe entender que el  amor de Dios es incondicional, El muestra misericordia a pesar de que el hombre tropieza y da otra oportunidad al caído pero sabes, es necesario que el hombre muestre su amor y gratitud a Dios, con un arrepentimiento verdadero, y por ende, cambie su manera de vivir, que ponga su confianza en Dios y El cumplirá sus promesas.


Con Alta Estima,

martes, 21 de abril de 2015

A cada uno de nosotros Dios nos dio el mismo Espíritu Santo.


Queridos hermanos, quiero que sepan acerca de las capacidades que da el Espíritu Santo. Cuando ustedes aún no habían creído en Cristo, cometían el error de adorar ídolos que ni siquiera pueden hablar. Sólo quienes son guiados por el Espíritu Santo reconocen que Jesús es el Señor. Por eso, quiero que entiendan que ninguna persona puede maldecir a Jesús,  si es que es guiada por el Espíritu Santo.

Los que pertenecen a la iglesia pueden tener distintas capacidades, pero todas ellas, las da el mismo Espíritu. Se puede servir al Señor de distintas maneras, pero todos sirven al mismo Señor. Se pueden realizar distintas actividades, pero es el mismo Dios quien da a cada uno la habilidad de hacerlas. Dios nos enseña que, cuando el Espíritu Santo nos da alguna capacidad especial, lo hace para que procuremos el bien de los demás. A algunos, el Espíritu les da la capacidad de hablar con sabiduría, a otros les da la capacidad de hablar con mucho conocimiento,  a otros les da una gran confianza en Dios, y a otros les da el poder de sanar a los enfermos.

Algunos reciben el poder de hacer milagros, y otros reciben la autoridad de hablar de parte de Dios. Unos tienen la capacidad de reconocer al Espíritu de Dios, y de descubrir a los espíritus falsos. Algunos pueden hablar en idiomas desconocidos, y otros pueden entender lo que se dice en esos idiomas. Pero es el Espíritu Santo mismo el que hace todo esto, y el que decide qué capacidad darle a cada uno.

La iglesia de Cristo es como el cuerpo humano. Está compuesto de distintas partes, pero es un solo cuerpo. Entre nosotros, unos son judíos y otros no lo son. Algunos son esclavos, y otros son personas libres. Pero todos fuimos bautizados por el mismo Espíritu Santo, para formar una sola iglesia y un solo cuerpo. A cada uno de nosotros Dios nos dio el mismo Espíritu Santo.
El cuerpo no está formado por una sola parte, sino por muchas. Si al pie se le ocurriera decir: Yo no soy del cuerpo, porque no soy mano, todos sabemos que no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Y si la oreja dijera: Como yo no soy ojo, no soy del cuerpo, de todos modos seguiría siendo parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, no podríamos oír. Y si todo el cuerpo fuera oído, no podríamos oler.  Pero Dios puso cada parte  del cuerpo en donde quiso ponerla. Una sola parte del cuerpo no es todo el cuerpo. Y aunque las partes del cuerpo pueden ser muchas, el cuerpo es uno solo.

El ojo no puede decirle a la mano: No te necesito. Tampoco la cabeza puede decirle a los pies: No los necesito. Al contrario, las partes que nos parecen más débiles, son las que más necesitamos. Y las partes que nos parecen menos importantes, son las que vestimos con mayor cuidado. Lo mismo hacemos con las partes del cuerpo que preferimos no mostrar. En cambio, con las partes que mostramos no somos tan cuidadosos. Y es que Dios hizo el cuerpo de modo que le demos más importancia a las partes que consideramos de menor valor. Así las partes del cuerpo se mantienen unidas y se preocupan las unas por las otras. Cuando una parte del cuerpo sufre, también sufren todas las demás. Cuando se le da importancia a una parte del cuerpo, las partes restantes se ponen contentas.

Cada uno de ustedes es parte de la iglesia, y todos juntos forman el cuerpo de Cristo. En la iglesia, Dios le dio una función a cada una de las partes. En primer lugar, puso apóstoles, en segundo lugar, puso profetas, y en tercer lugar; puso maestros. También hay algunos que hacen milagros, y otros que tienen la capacidad de sanar a los enfermos; algunos ayudan, otros dirigen, y aun otros hablan en idiomas desconocidos. No todos son apóstoles, profetas o maestros. Tampoco todos pueden hacer milagros o curar enfermos. No todos pueden hablar idiomas desconocidos, ni todos pueden entender lo que se dice en esos idiomas. Está muy bien que ustedes quieran recibir del Espíritu las mejores capacidades. Yo, por mi parte, voy a enseñarles algo más importante.

Aquí puedes darte cuenta, que los dones espirituales son regalos precioso que vienen de Dios y que sirven para edificar la vida de la persona y por ende edificar a la iglesia, pues cada uno es parte de la iglesia.

No obstante, es conveniente que el hombre debe ser obediente a la Palabra de Dios y evitar la idolatría así como la adivinación.

Así pues, lo importante es que el hombre se sujete a Dios, que aprenda a depender de Dios, por lo tanto el hombre debe hacer cambios en su vida y con su actitud mostrar que es luz a otros.

Asimismo, Dios le da al hombre la capacidad de tener dones, y a través del Espíritu de Dios le da esta capacidad  para que ayude a los demás, aunque éstos son controlables por  Dios, pero es necesario que el hombre lo descubra y esto será a medida que se llena del conocimiento de Dios y pone su confianza en El, sin importar la circunstancia y entonces su fe aumentará cada día más.

Así pues, el hombre con una mente renovada en su entendimiento puede comprender que Dios ha dado a cada persona el mismo Espíritu y por eso, Dios desea que el hombre viva en unidad.


Con Alta Estima,

lunes, 20 de abril de 2015

El Señor se fija en nuestra conducta.


Así que sigan mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo. Los felicito, porque ustedes siempre se acuerdan de mí y obedece mis enseñanzas. Ahora quiero que sepan esto: Cristo tiene autoridad sobre todo hombre, el hombre tiene autoridad sobre su esposa, y Dios tiene autoridad sobre Cristo.

Si el hombre ora a Dios, o habla en su nombre, con la cabeza cubierta, no le da a Cristo la honra que merece. Y si la mujer ora a Dios, o habla en su nombre, sin cubrirse la cabeza, le falta el respeto a su esposo. Es lo mismo que si se afeitara la cabeza. Si la mujer no quiere cubrirse la cabeza, entonces que se la afeite. Pero si le da vergüenza afeitársela, entonces que se la cubra.

El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues fue hecho parecido a Dios y refleja su grandeza. La mujer, por su parte, refleja la grandeza del hombre. Porque Dios no sacó de la mujer al hombre, sino que del hombre sacó a la mujer. Y no creó Dios al hombre para la mujer, sino a la mujer para el hombre. Por eso, la mujer debe cubrirse la cabeza para mostrar su respeto por la autoridad del hombre, y también su respeto por los ángeles.

Sin embargo, para nosotros los cristianos, ni la mujer existe sin el hombre, ni el hombre existe sin la mujer. Es verdad que a la primera mujer Dios la sacó del primer hombre, pero también es verdad que ahora todos los hombres nacen de una mujer, y todo lo que existe, han sido creados por Dios.

Piensen ustedes mismos si está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta. Según nuestras costumbres, es una vergüenza que el hombre se deje crecer el cabello, pero no lo es que la mujer se lo deje crecer. Y es que Dios le dio el cabello largo para que se cubra la cabeza. En todo caso, si alguien no está de acuerdo con esto y quiere discutirlo, le digo que ni nosotros ni las iglesias de Dios conocemos otra forma de actuar.

Hay algo de lo que no puedo felicitarlos, y son las reuniones que ustedes tienen. En vez de serles de ayuda, los perjudican. Para empezar, me han dicho que, cuando ustedes se reúnen como iglesia, no se llevan bien, sino que se dividen en grupos y se pelean entre sí. Yo creo que en esto hay algo de verdad. En realidad, todo esto tiene que pasar para que se vea, quiénes son los verdaderos seguidores de Cristo. Según entiendo, cuando ustedes se reúnen, cada uno se apura a comer su propia comida y no espera a los demás. Así resulta que algunos se quedan con hambre, mientras que otros se emborrachan. ¡Y eso ya no es participar en la Cena del Señor! Más bien, eso es una falta de respeto a la iglesia de Dios, y es poner en vergüenza a los pobres. Si lo que quieren es comer y emborracharse, ¡mejor quédense en sus casas! ¿O esperan acaso que los felicite? ¡Pues no hay razón para felicitarlos!

Lo que el Señor Jesucristo me enseñó, es lo mismo que yo les he enseñado a ustedes. La noche en que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en su manos pan, dio gracias a Dios, lo partió en pedazos y dijo: Esto es mi cuerpo, que es entregado a favor de ustedes. Cuando coman de este pan, acuérdense de mí. Después de cenar, Jesús tomó en sus manos la copa y dijo: Esta copa de vino es mi sangre. Con ella, Dios hace su nuevo compromiso con ustedes. Cada vez que beban de esta copa, acuérdense de mí. Así que, cada vez que ustedes comen de ese pan, o beben de esa copa, anuncian la muerte del Señor Jesús hasta el día en que él vuelva.

Por eso, si una persona come del pan o bebe de la copa del Señor Jesucristo sin darle la debida importancia, peca en contra del cuerpo y de la sangre de Jesucristo. Por lo tanto, antes de comer del pan y beber de la copa, cada uno debe preguntarse si está actuando bien o mal. 

Porque Dios va a castigar al que coma del pan y beba de la copa sin darse cuenta de que se trata del cuerpo de Cristo. Por eso algunos de ustedes están débiles o enfermos, y otros ya han muerto.

El Señor se fija en nuestra conducta. El nos corrige para que aprendamos, y para que así no tengamos que ser castigados junto con la gente de este mundo que no cree en él. Si pensamos bien lo que hacemos, no seremos castigados.

Por eso, hermanos míos, cuando se junten para comer, esperen a que todos estén reunidos. Si alguno tiene hambre, es mejor que coma en su casa. Así Dios no tendrá que castigarlo por su mal comportamiento en las reuniones.

En cuanto a las otras preguntas que me hicieron, ya les daré instrucciones cuando vaya a visitarlos.

Aquí puedes darte cuenta, que el hombre debe mostrar un comportamiento apegado a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, que piense bien lo que hace y entonces,  muestre que sigue el ejemplo de Jesús, vivir en unidad.

No obstante, lo esencial es que el hombre viva con decencia,  bajo el orden de Dios y que hombre y mujer estén sometidos unos a otros para que se conduzcan con respeto.

Asimismo, lo más importante es que el hombre sea obediente y que entienda que Dios se fija en la conducta de cada persona, por lo que es conveniente que el hombre reflexione cada día si actúa bien o mal pues es importante que se arrepienta antes de conmemorar la muerte del Señor Jesús, comer del pan y beber de la copa pues se trata del cuerpo de Cristo,


Con Alta Estima,

sábado, 18 de abril de 2015

Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana.


Queridos hermanos en Cristo, tengan presente que, cuando nuestros antepasados cruzaron el Mar de los Juncos, Dios los cubrió a todos ellos con una nube. De ese modo, todos fueron bautizados en la nube y en el mar, y así quedaron unidos a Moisés como seguidores suyos. 

Todos ellos comieron el alimento espiritual que Dios les ofreció. Cristo los acompañaba, y era la roca espiritual que le dio agua para calmar su sed. De esa agua espiritual bebieron todos. Sin embargo, la mayoría de esa gente no agradó a Dios, por eso murieron y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

De esto que le sucedió a nuestro pueblo, nosotros tenemos que aprender nuestra lección. No debemos desear hacer lo malo como ellos. No debemos adorar a los ídolos, como hicieron algunos. Así dice la Biblia: La gente se sentó a comer y beber, y luego se puso a bailar en honor de los ídolos. Tampoco debemos tener relaciones sexuales prohibidas, como lo hicieron algunos de ellos. ¿Por eso, en un solo día murieron veintitrés mil! No tratemos de ver cuánto podemos pecar sin que Cristo nos castigue. Algunos del pueblo lo hicieron, y murieron mordidos por serpientes. Tampoco debemos quejarnos, como algunos de ellos lo hicieron. Por eso el ángel de la muerte los mató.

Todo eso le sucedió a nuestro pueblo para darnos una lección. Y quedó escrito en la Biblia, para que nos sirva de enseñanza a los que vivimos en estos últimos tiempos. Por eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo. Ustedes no han pasado por ninguna tentación que otros no hayan tenido. Y pueden confiar en Dios, pues él no va a permitir que sufran más tentaciones de las que pueden soportar. Además, cuando vengan las tentaciones, Dios mismos les mostrará cómo vencerlas, y así podrán resistir.

Por eso, queridos hermanos, no adoren a los ídolos. Ustedes son personas inteligentes, y estoy seguro de que me entienden. En la Cena del Señor, cuando tomamos la copa y pedimos que Dios la bendiga, todos nosotros estamos participando de la sangre de Cristo. Y cuando partimos el pan, también participamos todos del cuerpo de Cristo. Aunque somos muchos, somos un solo cuerpo, porque comemos de un solo pan.

Por ejemplo, en el pueblo de Israel, los que comen la carne de los animales que se sacrifican en el altar del templo, participan de ellos con Dios y con los que toman parte en el sacrificio. Eso no quiere decir que yo reconozca algún valor en los ídolos que otros pueblos adoran, o en los alimentos que se les ofrecen. Cuando los que no creen en Cristo ofrecen algo, se lo dan a los demonios y no a Dios. ¡Y yo no quiero que ustedes tengan nada que ver con los demonios! 

Ustedes no pueden beber de la copa en la Cena del Señor y, al mismo tiempo, beber de la copa que se usa en las ceremonias donde se honra a los demonios. Tampoco pueden participar en la Cena del Señor, y al mismo tiempo participar en las fiestas para los demonios. ¿O es que quieren que Dios se enoje? ¡Nosotros no somos más fuertes que Dios!

Algunos de ustedes dicen: Yo soy libre de hacer lo que quiera. ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana. Por eso, tenemos que pensar en el bien de los demás, y no sólo en nosotros mismos.

Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella. Por lo tanto, ustedes pueden comer de todo lo que se vende en la carnicería, sin tener que pensar de dónde viene esa carne. Si alguien que no cree en Cristo los invita a comer, y ustedes quieren ir, vayan. Coman de todo lo que les sirvan, y no se pongan a pensar si está bien comer o no. Pero si alguien les dice: Esta carne fue ofrecida a los ídolos, entonces no la coman, para evitar problemas. Tal vez tú no tengas problemas en comerla, pero otras personas sí.

A mi realmente no me gusta la idea de no poder hacer algo, sólo porque otra persona piensa que está mal, pues si yo le doy gracias a Dios por la comida, ¿por qué me van a criticar por comerla? Siempre que ustedes coman o beban, o hagan cualquier otra cosa, háganlos para honrar a Dios. No les causen problemas a los judíos, ni a los que no son judíos, ni a los que son de la iglesia de Dios. En todo lo que hago, yo trato de agradar a todas las personas. No busco ventaja para mi mismo, sino que busco el bien de los demás, para que se salven.

Aquí puedes darte cuenta que es esencial que el hombre viva apegado a la Palabra de Dios, la obedezca y cumpla en su diario vivir y que su conciencia sea sólida , su convicción firmes y así  tome sabias decisiones, pues en la actualidad en el mundo se viven tiempos difíciles y nadie es infalible de no pecar, pero el hombre obediente tiene puesta su confianza en Dios y pueda resistir las tentaciones.

No obstante, el hombre inteligente reconoce a Dios como su único Dios verdadero, Creador de todo cuanto existe, y cuando el hombre participa en la Cena del Señor del alimento espiritual,   de la sangre y  del pan, el cuerpo de Cristo, forma un solo Cuerpo.

Por tanto, el hombre a pesar de que Dios le ha dado libre albedrío no todo lo que quiere hacer le conviene ni lo fortalece en su vida espiritual.

Así pues, lo prioritario es que el hombre con su comportamiento honre a Dios y no busque ventaja personal en lo que hace sino el bien de los demás.


Con Alta Estima,

viernes, 17 de abril de 2015

…vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo.


Yo soy libre. Soy apóstol. He visto al Señor Jesús. Y gracias a mi trabajo, ahora ustedes son de Cristo. Aunque otros piensen que no soy apóstol, para ustedes si lo soy; ustedes son cristianos, y eso demuestra que realmente soy un apóstol.

A los que discuten conmigo, yo les respondo que Bernabé y yo también tenemos derecho a recibir comida y bebida por el trabajo que hacemos. También tenemos derecho a que nuestra esposa nos acompañe en nuestros viajes. Así lo hacen Pedro y los otros apóstoles, y los hermanos de Jesucristo ¿Acaso Bernabé y yo somos los únicos que estamos obligados  a trabajar para vivir? En el ejército, ningún soldado paga sus gastos. Los que cultivan uvas, comen de las uvas que recogen. Y los que cuidan cabras, toman de la leche que ordeñan. Esta no es una opinión mía, sino que así lo enseña la Biblia. Porque en los libros que escribió Moisés leemos: No impidan que el buey coma mientras desgrana el trigo. Y si la Biblia dice eso, no es porque Dios se preocupe de los bueyes, sino porque se preocupa por nosotros. Tanto los que preparan el terreno como los que desgranan el trigo lo hacen con la esperanza de recibir parte de la cosecha. De la misma manera, cuando nosotros las comunicamos a ustedes la buena noticia, es como si sembráramos en ustedes una semilla espiritual. Por eso como recompensa por nuestro trabajo, tenemos derecho a que ustedes nos den lo necesario para vivir. Si otros tienen ese derecho, con más razón lo tenemos nosotros. Pero no hemos hecho valer ese derecho, sino que todo lo hemos soportado, con tal de no crear problemas al anunciar la buena noticia de Cristo.

Ustedes saben que los que trabajan en el templo viven de lo que hay en el templo.  Es decir, que los que trabajan en el altar del templo, comen de los animales que allí se sacrifican como ofrenda a Dios. De la misma manera, el Señor mandó que los que anuncian la buena noticia vivan de ese mismo trabajo. Sin embargo, yo nunca he reclamado ese derecho. Tampoco les escribo esto para que me den algo. ¡Prefiero morirme antes de que alguien me quite la satisfacción de ser apóstol sin sueldo!

Yo no anuncio la buena noticia de Cristo para sentirme importante. Lo hago porque Dios así me lo ordenó. ¡Y pobre de mí si no lo hago! Yo no puedo esperar que se me pague por anunciar la buena noticia, pues no se me preguntó si quería hacerlo; ¡se me ordenó hacerlo! Pero entonces, ¿qué gano yo con eso? ¡Nada menos que la satisfacción de poder anunciar la buena noticia, sin recibir nada a cambio! Es decir, anunciarla sin hacer valer mi derecho de vivir de mi trabajo como apóstol.

Aunque soy libre, vivo como si fuera el esclavo de todos. Así ayudo al mayor número posible de personas a creer en Cristo. Cuando estoy con los judíos, vivo como judío para ayudarlos a creer en Cristo. Esto no significa que yo no obedezca la ley de Dios. Al contrario, la obedezco, pues sigo la ley de Cristo. Cuando estoy con los que apenas empiezan a ser cristianos, me comporto como uno de ellos para poder ayudarlos. Es decir, me he hecho igual a todos, para que algunos se salven. Y todo esto hago porque amo la buena noticia, y porque quiero participar de sus buenos resultados.

Ustedes saben que, en una carrera, no todos ganan el premio, sino uno solo. Pues nuestra vida como seguidores de Cristo es como una carrera, así que vivamos bien para llevarnos el premio. Los que se preparan para competir en un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen para ganarse un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un premio que dura para siempre. Yo me esfuerzo por recibirlo. Así que no lucho sin un propósito. Al contrario, vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo. Pues sí anuncio a otros la buena noticia, no quiero que al final Dios me descalifique a mí.

Aquí puedes darte cuenta que es importante que el hombre enseñe la buena noticia, es como sembrar la semilla espiritual en cada persona que escucha el mensaje de Dios, con la esperanza que dará buen fruto y abundante.

No obstante, lo esencial de anunciar la buena noticia no es para que el hombre se sienta superior a los demás, sino al contrario que como seguidor de Cristo es una carrera que el hombre debe ganar con esfuerzo, viviendo una vida de disciplina y dominio propio para vencer todo obstáculo y recibir el gran premio, la vida eterna.

Con Alta Estima,


jueves, 16 de abril de 2015

…el amor fortalece nuestra vida cristiana.

Ahora quiero responder a lo que me preguntaron acerca de los alimentos ofrecidos a los ídolos. Todos nosotros sabemos algo acerca de esto. Sin embargo, debemos reconocer que el conocimiento nos vuelve orgullosos, mientras que el amor fortalece nuestra vida cristiana. Sin duda, el que cree que sabe mucho, en realidad no sabe nada. Pero Dios reconoce a todo aquel que lo ama.

En cuanto a esto de comer alimentos ofrecidos a los ídolos, bien sabemos que los ídolos no tienen vida, y que solamente hay un Dios. Algunos llaman dioses o señores a muchas cosas que hay en el cielo y en la tierra. Sin embargo, para nosotros sólo hay un Dios, que es el Padre. El creó todas las cosas, y nosotros vivimos para él. También hay sólo un Señor, que es Jesucristo. Dios creó todo por medio de él, y gracias a él nosotros vivimos ahora.

No todos saben estas cosas. Antes de creer en Cristo, algunos de ustedes adoraban ídolos, y todavía creen que esos ídolos tienen vida. Por eso, cuando tomen alimentos que fueron ofrecidos a los ídolos, les remuerde la conciencia y se sienten culpables. Pero nuestra relación con Dios no va a ser mejor o peor por causa de los alimentos que contamos. Sin embargo, aunque tengamos derecho a comer de todo, debemos tener cuidado de no causarles problemas a los miembros de la iglesia que todavía no están debidamente instruidos.

Supongamos que uno de ustedes va a comer a un lugar donde se adora a los ídolos, y que lo ve algún miembro  de la iglesia que todavía cree que los ídolos tienen vida. Entonces, aunque bien sabemos que los ídolos no tienen vida, aquel miembro de la iglesia  que no saben distinguir entre lo bueno y lo malo, también le hacemos daño a Cristo. Por eso yo jamás voy a comer algo, si por comerlo hago que un miembro de la iglesia peque.

Aquí puedes darte cuenta que es fundamental que el hombre viva apegado a la Palabra para que adquiera sabiduría, además de conocer más a Dios, aprende a amarlo y confiar en Dios cada día y ese amor lo muestra a sus semejantes fortaleciendo su vida cristiana.

Asimismo, el hombre desarrolla un nivel de conciencia que le permite tener discernimiento del bien y del mal y por tanto, el hombre sabio selecciona lo que le conviene, así como  tomar alimentos sanos para mantener una dieta balanceada y lograr una buena salud como también evitar concurrir a lugares en el que puede vivir situaciones ambivalentes.

No obstante, lo esencial es que el hombre sepa distinguir en que lo que hace es lo correcto y que con su conducta agrada a Dios.


Con Alta Estima,

martes, 14 de abril de 2015

Lo importante no es que uno se circuncide o no, sino que obedezca lo que Dios manda.


En la carta que recibí de ustedes  me preguntaban si está bien que la gente no se case. Claro que está bien que la gente no se case. Claro que está bien. Pero es mejor que cada hombre tenga  su propia esposa, y que cada mujer tenga  su propio esposo, para que no caigan en relaciones sexuales prohibidas. El esposo debe tener relaciones sexuales sólo con su esposa, y la esposa debe tenerlas sólo con su esposo. Ni él ni ella son dueños de su propio cuerpo, sino que son el uno para el otro. Por eso, ninguno de los dos debe decirle al otro que no desea tener relaciones sexuales. Sin embargo, pueden ponerse de acuerdo los dos y dejar de tener relaciones por un tiempo, para dedicarse a orar. Pero después deben volver a tener relaciones no vaya a ser que, al no poder controlar sus deseos, Satanás los haga caer en una trampa. Por supuesto, les estoy dando un consejo, no una orden. Yo preferiría que tanto los solteros como las viudas se quedaran  sin casarse; pero a cada uno Dios le ha dado capacidades distintas. Unos hacen esto, y otros aquello.

Pero si no pueden dominar sus deseos sexuales, es mejor que se casen. Como dice el dicho: Vale más casarse que quemarse. A los que están casados. Dios les da esta orden: No deben separarse. Si una mujer se separa de su esposa, no debe volver a casarse. Lo mejor sería que arreglara el problema que tenga con su esposo. Pero tampoco el esposo debe abandonar a su esposa. Y esto no lo ordeno yo, sino Dios.

A los demás les aconsejo lo siguiente: Si alguno de la iglesia está casado con una mujer que no sea cristiana, pero ella quiere seguir viviendo con él, no deben separarse. Del mismo modo, si una mujer de la iglesia está casada con un hombre que no sea cristiano, pero él quiere seguir viviendo con ella, tampoco deben separarse. Porque el esposo que no cree en Cristo puede ser aceptado por Dios, si está unido a una mujer cristiana. Del mismo modo, una esposa que no cree en Cristo puede ser aceptada por Dios, si está unida a un hombre que sí cree en Cristo. 

Además, los hijos de ellos serán aceptados por Dios como parte de su pueblo, y Dios no los rechazará como si fueran algo sucio. Pero sí el esposo o la esposa no cristianos insisten en separarse, que lo hagan. En tales casos, la esposa o el esposo cristianos no están obligados a mantener ese matrimonio, pues Dios quiere que vivamos en paz. Por otra parte, la esposa o el esposo que son cristianos podrían ayudar a que el esposo o la esposa que no son cristianos se salven.

Una cosa quiero dejar bien clara para todas las iglesias: Todos los hombres y todas las mujeres deben permanecer en la condición en que estaban cuando Dios los invitó a formar parte de su pueblo. Si algunos de ustedes creyeron en Cristo después de haberse circuncidado, no traten de ocultar la circuncisión. Si los otros creyeron sin estar circuncidados, no tienen por qué circuncidarse. Lo importante no es que uno se circuncide o no, sino que obedezca lo que Dios manda. Cada uno debe quedarse como estaba cuando creyó en Cristo. Si eras esclavo, no te preocupes. Pero si puedes conseguir tu libertad, aprovecha la oportunidad. Porque si alguien es esclavo y cree en el Señor Jesús, él le dará la libertad. Del mismo modo, el que era libre se convierte en esclavo del Señor. Cuando Dios nos hizo libres por medio de la muerte de Cristo, pagó un precio muy alto. Por eso, no debemos hacernos esclavos de nadie. Ante Dios, cada uno debe quedarse como estaba cuando creyó en Cristo.

Para las viudas y las solteras, no tenga ninguna orden del Señor. Sólo les doy mi opinión, y pueden confiar en mí, gracias al amor con que Dios me ha tratado. Me parece que los que están casados no deben separarse, y que si están solteros no deben casarse. Estamos viviendo momentos difíciles. Por eso creo que es mejor que cada uno se quede como está. Sin embargo, quien se casa no comete ningún pecado. Y si una mujer soltera se casa, tampoco peca. Pero los casados van a tener problemas, y me gustaría evitárselos.

Lo que quiero decirles es que ya no hay tiempo que perder. Los que están casados deben vivir como si no lo estuvieran; los que están tristes, como si estuvieran alegres, los que están alegres, como si estuvieran  tristes; los que compran, como si no tuvieran nada; los que están sacándole provecho a este mundo, como si no se lo sacaran. Porque este mundo que conocemos pronto dejará de existir.

Yo quisiera no verlos preocupados. Los solteros se preocupan de las cosas de Dios y de cómo agradarle. También las viudas y las solteras se preocupan por agradar a Dios en todo lo que hacen y piensan. En cambio, los casados se preocupan por las cosas de este mundo y por agradar a su propia esposa. Del mismo modo, las casadas se preocupan por las cosas de este mundo y por agradar a su propio esposo. Por eso tienen que pensar en distintas cosas a la vez.

No les digo todo esto para complicarles la vida, sino para ayudarlos a vivir correctamente y para que amen a Dios por encima de todo. Sin embargo, si un hombre está comprometido con su novia, y piensa que lo mejor es casarse con ella porque ya tiene edad para hacerlo, que se casen, pues no están pecando. Pero si alguno no se siente obligado a casarse y puede controlar sus deseos, hará bien en no casarse. Así que, quien se casa hace bien, y quien no se casa, hace mejor.

La casada está unida a su esposo mientras el esposo vive. Pero si el esposo muere, ella queda en libertad de casarse con cualquier hombre, con tal de que sea cristiano. Sin embargo, creo que sería más feliz si no volviera a casarse, Me permito opinar, pues creo que yo también tengo el Espíritu de Dios.

Aquí puedes darte cuenta que Dios le ha dado al hombre libertad , sobre todo para que decida lo que es conveniente, aunque lo fundamental es que el hombre construya una vida santa apegada a la Palabra de Dios, pues Dios le da libre albedrío a todo ser humano, pero lo más importante es que cada persona crea en Jesucristo, quien con su muerte pagó un precio muy alto; por eso Dios desea que el  hombre escoja el bien y  no caiga en libertinaje.

Asimismo, es esencial que el hombre domine sus malos deseos, que no se haga esclavo de nadie, sino más bien que obedezca lo que Dios manda.

Ahora bien, el hombre debe entender que estamos viviendo tiempos difíciles, y  es el momento de que el hombre busque a Dios, que se empape del conocimiento de Dios y cambie su manera de pensar y viva con una actitud correcta, que agrade a Dios.


Con Alta Estima,

sábado, 11 de abril de 2015

Ustedes bien saben que los que hacen lo malo no participarán en el reino de Dios.


Cuando alguno de ustedes tenga un problema serio con otro miembro dela iglesia, no debe pedirle a un juez de este mundo que lo solucione. Más bien debe pedírselo a un juez de la iglesia. Porque, en el juicio final, el pueblo de Dios será el que juzgue al mundo. Y si ustedes van a juzgar al mundo, también pueden juzgar los problemas menos importantes. Si vamos a juzgar a los  ángeles mismos, ¡con mayor razón podemos juzgar los problemas de esta vida! ¿Por qué tratan de resolver esos problemas con jueces que no pertenecen a la iglesia? Les digo esto para que les dé vergüenza. Entre ustedes hay gente sabia, que puede juzgar y solucionar los problemas. Pero ustedes no sólo pelean el uno contra el otro, ¡sino que hasta buscan jueces que no creen en Jesús, para solucionar sus pleitos!

En sus peleas, los únicos que salen perdiendo son ustedes mismos. Vale más ser maltratado y robado, que robar y maltratar. Pero ustedes hacen lo contrario: ¡se maltratan y se roban entre ustedes mismos!

No se dejen engañar. Ustedes bien saben que los que hacen lo malo no participarán  en el reino de Dios. Me refiero a los que tienen relaciones sexuales prohibidas, a los que adoran a los ídolos, a los que son infieles en el matrimonio, a los afeminados, a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, a los ladrones, a los que siempre quieren más de lo que tienen, a los borrachos, a los que hablan mal de los demás, y a los tramposos. Ninguno de ellos participará del reino de Dios. Y algunos de ustedes eran así. Pero Dios les perdonó esos pecados, los limpió y los hizo parte de su pueblo. Todo esto fue posible por el poder del Señor Jesucristo y del Espíritu de nuestro Dios.

Algunos de ustedes dicen: Soy libre de hacer lo que yo quiera. ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; por eso no permito que nada me domine. También dicen: La comida es para el estómago, y el estómago es para la comida. ¡Claro que sí! Pero Dios va a destruir las dos cosas. En cambio, el cuerpo no es para que lo usemos en relaciones sexuales prohibidas. Al contrario, debemos usarlo para servir al Señor Jesús, pues nuestro cuerpo es de él. Y así como Dios hizo que Jesucristo resucitara, así también a nosotros nos dará vida después de la muerte, pues tiene el poder para hacerlo.

Ustedes saben que cada uno de ustedes forma parte de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. No está bien que una parte de ese cuerpo, que es la iglesia de Cristo, se junte con una prostituta, pues al tener relaciones sexuales con ella, se hace un solo cuerpo con ella. Así lo dice la Biblia: Los dos serán una sola persona. En cambio, quien se une al Señor Jesús se hace un solo cuerpo espiritual con él.

No tengan relaciones sexuales prohibidas. Ese pecado les hace más daño al cuerpo que cualquier otro pecado. El cuerpo de ustedes es como un templo, y en ese templo vive el Espíritu Santo que Dios les ha dado. Ustedes no son sus propios dueños.  Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que vive apegado a la Palabra de Dios pertenece al pueblo de Dios y el Señor le da sabiduría para resolver los problemas o pruebas en su cotidiano vivir, pero es triste ver que en el mundo actual a pesar delas circunstancias y tiempos difíciles que el hombre vive, sigue teniendo envidia, peleas que sólo lo llevan a pérdidas en vez de poner toda adversidad en las manos de Dios pues sólo El tiene control de todas las cosas.

Asimismo, es necesario que el hombre se aparte de los malos deseos, que gobierne bien sus emociones, que nada lo domine;  sino al contrario que el hombre cuide su cuerpo para servir al Señor pues el hombre obediente se une a Dios y forma un solo cuerpo espiritual.

Por lo tanto, es el momento de que el hombre cambie pues sólo Dios con su poder perdona los pecados y restaura al hombre y así el hombre regenerado, en gratitud al precio alto que Jesús pagó con su vida,  entonces el hombre con su cuerpo debe honrar a Dios y por ende participará en el reino de Dios.


Con Alta Estima,

Debemos ser como el pan sin levadura, es decir, sinceros y honestos…


Ya todo el mundo sabe que uno de ustedes está viviendo con su madrastra, como si viviera con su esposa. ¡Eso está muy mal! ¡Ni siquiera los que no son cristianos hacen algo así! Y ustedes se sienten orgullosos de esto, cuando deberían estar avergonzados y haber echado de la iglesia a ese hombre. Yo, aunque estoy lejos, siempre me preocupo y pienso en ustedes. Así que, la próxima vez que se reúnan, hagan de cuenta que estoy con ustedes, y recuerden que tienen el poder y la autoridad del Señor Jesús. Por eso, de parte de Jesucristo les digo que ese hombre es culpable, y que deben entregarlo a Satanás. De ese modo, aunque Satanás  destruya su cuerpo, su espíritu se salvará cuando vuelva el Señor Jesús.

No está bien que ustedes se sientan orgullosos de esto. Seguramente saben que basta un poco de levadura para hacer crecer toda la masa. Por lo tanto, dejen de pecar. El pecado es como levadura vieja, que a todos echa a perder. Si dejan de pecar, serán personas nuevas, como los panes nuevos y sin levadura que se comen en la Pascua. Nuestra nueva vida es como la fiesta de la Pascua. Nuestro cordero de la Pascua es Cristo, que fue sacrificado en la cruz. Nosotros somos como el pan de la fiesta, y debemos ser como el pan sin levadura, es decir, sinceros y honestos. No seamos malos ni hagamos daño a nadie, pues seríamos como el pan que se hace con levadura vieja.

En la carta que les escribí antes, les ordené que no tuvieran nada que ver con las personas que tienen relaciones sexuales prohibidas. No quise decir que se apartaran totalmente de ellas, pues para no juntarse con personas así ustedes tendrían que salir de este mundo. No podrían apartarse totalmente de los que siempre desean más de lo que tienen, ni de los ladrones, ni de los que adoran a los ídolos, ni de los borrachos o de los que hablan mal de los demás. Lo que quise decir fue que no deben tener amistad con los que dicen que son cristianos pero, en realidad, son unos malvados. Con personas así, ni siquiera deben sentarse  a comer. A mí no me toca juzgar a los que no son de la iglesia. Ya Dios los juzgará. Pero ustedes si deben juzgar a los de la iglesia, y hacer lo que dice la Biblia: Echen lejos de ustedes al pecador.

Aquí puedes darte cuenta que es fundamental que el hombre sea sincero y honesto, que tenga una actitud correcta en todo momento para que no sienta vergüenza sino más bien, recuerde que el Señor Jesús vivie en ser interior, lo que le da poder y autoridad para haces cosas buenas.

Por tanto, lo importante es que el hombre sea como el pan sin levadura, es decir, que vive alejado del pecado, pues Jesús murió y resucitó y ahora es un hombre nuevo, purificado por el sacrificio de Cristo en la cruz. Así es que el hombre debe honrar a  Dios con su vida siendo diferente a como viven en el mundo.


Con Alta Estima

viernes, 10 de abril de 2015

Cuando alguien pertenece al reino de Dios, lo demuestra por lo que hace…


Ustedes deben considerarnos como simples servidores de Cristo, encargados de dar a conocer los planes que Dios tenía en secreto. Los que están encargados de alguna tarea deben demostrar que se puede confiar en ellos. A mí, en lo personal, no me importa si ustedes, o un tribunal de justicia de este mundo, se ponen a averiguar si hago bien o mal. Ni siquiera me juzgo a mí mismo. Y aunque no recuerdo haber hecho nada malo, eso no significa que yo esté del todo libre de culpa. Pero el único que tiene derecho a juzgarme es Dios. Por eso, no culpen a nadie antes de que Jesucristo vuelva. Cuando él venga, dará a conocer todo lo que está oculto y todo lo que piensa cada uno de nosotros. Entonces Dios nos dará el premio que merezcamos.

He hablado de Apolo, y de mí mismo, para que aprendan de nuestro ejemplo lo que significa el dicho: No hay que hacer ni decir más de lo que dice la Biblia, Así que no anden presumiendo de que un servidor de Dios es mejor que otro. No hay nada que los haga a ustedes más importantes que otros. Todo lo que tienen, lo han recibido de Dios. Y si todo se lo deben a él, ¿por qué presumen, como si ustedes solos lo hubieran conseguido?.

Ustedes tienen ahora todo lo que desean: ya son ricos, y actúan como reyes, como si no necesitaran de nosotros. ¡Ojalá que de veras fueran reyes! ¡Así nosotros podríamos reinar junto con ustedes! Pero me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha dejado el último lugar. Parecemos prisioneros condenados a muerte. Somos el hazmerreír del mundo entero, ¡y hasta de los ángeles! Por obedecer a Cristo, la gente nos considera tontos. En cambio, gracias a Cristo, a ustedes los respetan, y a nosotros no. Ahora mismo tenemos hambre y sed, andamos casi desnudos, la gente nos maltrata, y no tenemos ni dónde vivir.  Nos cansamos trabajando con nuestras manos. Bendecimos a los que nos insultan. Cuando sufrimos lo soportamos con paciencia. Cuando hablan mal de nosotros, contestamos con palabras amables. Hasta ahora, se nos ha tratado como si fuéramos la basura del mundo.

No les escribo esto para avergonzarlos. Al contrario, lo que quiero es darles una enseñanza, pues los amo como si fueran mis hijos. Ustedes podrán tener diez mil maestros que los instruyan acerca de Cristo, pero padres no tienen muchos. El único padre que tienen soy yo, pues cuando les anuncié la buena noticia de Jesucristo, ustedes llegaron a ser mis hijos. Por lo tanto, les ruego que sigan mi ejemplo.

Por eso les envié a Timoteo, a quien amo como a un hijo, y quien es fiel al Señor Jesús. Por eso confío en él. Timoteo les recordará mis enseñanzas, que son las mismas enseñanzas de Cristo. Eso es lo que yo enseño en todas las iglesias. Algunos de ustedes se sienten muy valientes, pues creen que no iré a verlos. Sin embargo, si Dios quiere, muy pronto iré a visitarlos, y entonces sabré si esos valentones, además de hablar, hacen lo que dicen. Cuando alguien pertenece al reino de Dios, lo demuestra por lo que hace y no sólo por lo que dice. ¿Cómo quieren que vaya a visitarlos? ¿Con un palo en la mano, o con mucho cariño y ternura?

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que es servidor de Jesús obedece sus enseñanzas  y las pone en práctica y las enseña a otros, dando a conocer el verdadero mensaje de Dios, sin importar si es el hazmerreír de la gente pues sólo Dios puede juzgar su actitud, por lo que es importante que el hombre cambie su estilo de vida, cuide sus pensamientos y logre tener una mente renovada pues sólo Dios sabe lo que el hombre piensa en lo más recóndito de su ser interior.

Así pues, el mensaje que el hombre anuncie debe ser en apego a la Palabra de Dios, por lo tanto, ningún servidor es mejor que otro.

Ahora bien, lo importante es que el hombre recuerde que todo lo que tiene lo ha recibido de Dios y, entonces el hombre obediente que pertenece al Reino de Dios demuestra con sus acciones, si lo que hace es bueno, como bendecir a los que le insultan y si sufre lo hace con paciencia, pues el hombre debe tener una actitud congruente en lo que dice y en lo que hace.


Con Alta Estima,

jueves, 9 de abril de 2015

Ustedes son el templo santo de Dios.


Hermanos míos, antes de ahora no les pude hablar como a quienes ya tienen el Espíritu de Dios, porque ustedes se comportaban como la gente pecadores de este mundo. Por eso tuve  que hablarles  como si apenas comenzaran a creer en Cristo. En vez de enseñarles cosas difíciles, les enseñé cosas sencillas, porque ustedes parecen niños pequeños que apenas pueden tomar leche y no alimentos fuertes. En aquel entonces no estaban preparados para entender cosas más difíciles. Y todavía no lo están, pues siguen viviendo como la gente pecadora de este mundo. Tienen celos los unos de los otros, y se pelean entre ustedes. Porque, cuando uno dice: Yo soy seguidor de Apolo, están actuando como la gente de este mundo. ¿No se dan cuenta de que así se comportan los pecadores?

Después de todo, Apolo y yo solo somos servidores de Dios para ayudarlos a creer en Jesucristo. Cada uno de nosotros hizo lo que el Señor nos mandó hacer. Yo les anuncié a ustedes la buena noticia de Jesucristo, y Apolo les enseñó a seguir confiando en él, pero es Dios quien los ha hecho confiar más en Cristo. Así que lo importante no es quién anuncia la noticia ni quién la enseña; el único importante es Dios, que es quien aumenta nuestra confianza en Cristo. Tanta importancia tienen los que anuncian la noticia como los que la enseñan. Cada uno de ellos recibirá su premio, según el trabajo que haya hecho. Apolo y yo somos servidores de Dios, y ustedes son como un campo de trigo, como un edificio construido por Dios, del cual Dios es el dueño. Dios, por su bondad, me permitió actuar como si yo fuera el arquitecto de ese edificio. Y yo, cómo buen arquitecto, puse una base firme: les di la buena noticia de Jesucristo. Luego, otros construyeron sobre esa base. Pero cada uno debe tener cuidado de la manera en que construye, porque nadie puede poner una base distinta de la que ya está puesta, y esa base es Jesucristo. A partir de esa base podemos seguir construyendo con oro, plata, piedras preciosas, madera, paja o caña. Pero, cuando llegue el fin del mundo, Dios pondrá a prueba lo que cada uno enseñó. Será como probar con fuego los materiales que usamos para la construcción. Si lo que uno enseñó pasa la prueba de fuego, recibirá un premio. En cambio, si no pasa esa prueba, lo perderá todo, aunque él se salvará como si escapara del fuego.

¿Acaso no saben que ustedes son un templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en ustedes? Ustedes son el templo santo de Dios. A cualquiera que destruya su templo, Dios también lo destruirá.

¡No se engañen a ustedes mismos! Si alguno cree que es muy sabio, y que sabe mucho de las cosas de este mundo, para ser sabio de verdad debe comportarse como un ignorante. Porque, para Dios, la sabiduría de este mundo es una tontería. Como dice la Biblia: Dios hace que los sabios caigan en sus propias trampas. Y también dice: Bien sabe nuestro Dios las tonterías que a los sabios se les ocurren. Por lo tanto, nadie se llene de orgullo por lo que hacen los simples seres humanos. En realidad, todo es de ustedes. Pablo, Apolo, Pedro, el mundo, la vida, la muerte, el presente y el futuro. Todo es de ustedes, y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre que cree en Jesús tiene el Espíritu de Dios y no debe vivir como la gente de este mundo pues sólo los pecadores tienen envidia entre unos y otros.

Así es que lo importante es que el hombre enseñe la buena noticia de Jesucristo y que Dios es el único importante pues sabes, sólo Dios aumenta en el hombre la confianza en Cristo, por lo que el hombre debe tener cuidado de construir su vida en obediencia y  apego a la Palabra de Dios para que su vida sea transformada y de frutos.

Por tanto, el tiempo apremia y es conveniente que el hombre obediente a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo,  que tiene el Espíritu de Dios, cuide su ser interior pues es templo de Dios.


Con Alta Estima,