Reciban bien a los
cristianos débiles, es decir, a los que todavía no entienden bien qué es lo que
Dios ordena. Si en algo no están de acuerdo con ellos, no discutan. Por
ejemplo, hay quienes se sienten fuertes y creen que está bien comer de todos, mientras
que los débiles sólo comen verduras. Pero los que comen de todo no deben
despreciar a los otros. De igual manera, los que sólo comen verduras no deben
criticar a los que comen de todo, pues Dios los ha aceptado por igual.
Ustedes no tienen
derecho de criticar al esclavo de otro. Es el dueño del esclavo quien decide si
su esclavo trabaja bien o no. Así también, Dios es el único que tiene poder
para ayudar a cada uno a cumplir bien su trabajo.
Permítanme darles
otro ejemplo. Hay algunos que piensan que ciertos días son especiales, mientras
que para otras personas todos los días son iguales. Cada uno debe estar seguro
de que piensa lo correcto. Los que piensan que cierto día es especial, lo hacen
para honrar a Dios. Y los que comen de todo lo hacen también para honrar a Dios,
y también le dan las gracias.
Nuestra vida y
nuestra muerte ya no son nuestras, sino que son de Dios. Si vivimos o morimos,
es para honrar al Señor Jesucristo. Ya sea que estemos vivos, o que estemos
muertos, somos de él.
En realidad,
Jesucristo murió y resucitó para tener autoridad sobre los vivos y los muertos.
Por eso no deben ustedes criticar a los otros hermanos de la iglesia, ni
despreciarlos, porque todos seremos juzgados por Dios, para que él nos juzgue.
Ya no debemos criticarnos
unos a otros. Al contrario, no hagamos que, por culpa nuestra, un seguidor de
Cristo peque o pierda su confianza en Dios. A mí, nuestro Señor Jesús me ha
enseñado que ningún alimento es malo en sí mismo. Pero si alguien piensa que
alguna comida no se debe comer, entonces no debe comerla. Si algún hermano se ofende por lo que ustedes comen, es porque
no le están mostrando amor. No permitan que, por insistir en comer ciertos
alimentos, acabe en el infierno alguien por quien Cristo murió. No permitan que
se hable mal de la libertad que Cristo les ha dado. En el reino de Dios no
importa lo que se come ni lo que se bebe. Más bien, lo que importa es hacer el
bien; y vivir en paz y con alegría. Y todo esto puede hacerse por medio del
Espíritu Santo. Si servimos a Jesucristo de esta manera, agradaremos a Dios y
la gente nos respetará.
Por lo tanto, vivamos
en paz unos con otros, y ayudémonos a crecer más en la nueva vida que Cristo
nos ha dado. No permitan que, por insistir en lo que se debe o no se debe comer,
se arruine todo lo bueno que Dios ha hecho en la vida del hombre débil. La
verdad es que toda comida es buena; lo malo es que por comer algo, se haga que
otro hermano deje de creer en Dios. Más vale no comer carne, ni beber vino, ni
hacer nada que pueda causarle problemas a otros hermanos. Los que ustedes
decidan sobre estas cosas es algo entre Dios y ustedes.
¡Dichosos los que se
sienten libres para hacer algo, y no se sienten mal de haberlo hecho! Pero si
alguien no está seguro si debe o no comer algo, y lo come, hace mal, porque no
está actuando de acuerdo con lo que cree. Y ustedes bien saben que eso es malo,
pues todo lo que se hace en contra de lo que uno cree, es pecado.
Aquí puedes darte
cuenta que el hombre que obedece la Palabra vive con sabiduría pues viene de
Dios y edifica su vida.
Así pues, lo
importante es que el hombre que cree en Jesús muestre humildad y sencillez en
su manera de vivir pues no debe creerse
superior a los demás, ni debe criticar a
otros, sino aceptar a los demás con sus
debilidades y fortalezas y más bien ayudarlos a crecer espiritualmente.
No obstante, lo
esencial es que el hombre sea sabio, que cuando tome una decisión esté seguro
de que lo que cree es lo correcto, que
honre a Dios con su actitud pues El envió a su Hijo Jesús al mundo, a dar su
vida y resucitar para que el hombre
tenga una nueva vida.
Así pues, lo
fundamental es que el hombre haga el bien y viva en paz y con alegría, pues el
Espíritu de Dios vive en el ser interior de todo aquel que cree en Nuestro
Señor Jesucristo.
Con Alta Estima,