Cuando alguno de ustedes acusa a otro de hacer algo malo, se
acusa a sí mismo, porque también hace lo
mismo. Así que no tiene ninguna razón de acusar y juzgar, cuando Dios juzga a
quienes hacen lo malo, los juzga correctamente.
Si ustedes acusan y juzgan a los demás, pero hacen lo mismo
que ellos, están muy equivocados si creen que Dios no los va a castigar. Dios
es muy bueno, y tiene mucha paciencia, y soporta todo lo malo que ustedes hacen. Pero no vayan a pensar que lo que
hacen no tiene importancia. Dios los trata con bondad, para que se arrepientan
de su maldad. Pero si insisten en desobedecerlo, y no se arrepienten, harán que
Dios les aumente el castigo. Llegará el día del juicio final, cuando Dios
juzgará a todos, y muy enojado, los castigará a ustedes. Porque Dios le dará a
cada uno lo que se merece: a los que hicieron lo bueno, con la esperanza de
recibir de parte de Dios reconocimiento, honor y vida eterna, Dios los dejará
vivir para siempre con él. Pero a los egoístas y malvados, y que no quieren
hacer lo bueno, los castigará con todo su enojo. Todos los malvados serán
castigados con dolor y sufrimiento; en primer lugar, los judíos. A los que
hayan hecho el bien, Dios les dará un lugar muy especial, y también honor y
paz, en primer lugar, a los judíos, pero también a los que no son judíos.¡Dios
no tiene favoritos!
Dios acepta a los que obedecen la ley de Moisés, pero
rechaza a quienes solamente la escuchan y no la obedecen. Los que conocen la
ley serán juzgados de acuerdo con esa misma ley. Los que no la conocen, y
pecan, serán castigados aunque no conozcan esa ley. Porque los que no son judíos
obedecen los mandatos de la ley de Dios, aunque no la conozcan, pues ellos
mismos saben qué es lo bueno y qué es lo malo. Es como si tuvieran la ley
escrita en su mente. Su conducta así lo demuestra, pues cuando piensan en algo,
ya saben si eso está bien o mal. La buena noticia que yo anuncio enseña que
Dios juzgará a toda la humanidad por medio de Cristo Jesús. En ese día, Dios
juzgará hasta los pensamientos más secretos.
Algunos de ustedes dicen con orgullo que son judíos. Se
sienten muy seguros porque tienen la ley de Moisés y están orgullosos de su
Dios. Creen saber lo que Dios quiere y, cuando estudian la Biblia, aprenden a
conocer qué es lo mejor. Se sienten muy seguros al decirles a los pecadores lo
que deben hacer para ser salvos. Y como tienen la Biblia en la mano, se creen
maestros de los ignorantes y de los inexpertos, dueños de la verdad y del
conocimiento.
Pero, ¿cómo pueden enseñar a otros, si ustedes mismos no
aprenden primero? ¿Cómo pueden enseñar que no se debe robar, si ustedes mismos
roban? Dicen que todos deben ser fieles en el matrimonio, pero ustedes mismos
son infieles. Odian a los ídolos, pero roban en los templos de esos ídolos. Están
orgullosos de tener la Biblia, pero no la obedecen, y son una vergüenza para
Dios.
Tiene razón la Biblia cuando dice: La gente de otros países
habla mal de Dios, por culpa de ustedes mismos. De nada sirve que alguien se
circuncide, si no obedece la ley. Si la obedece es como si nunca se hubiera
circuncidado. En cambio , los que no están circuncidados, pero obedecen la ley,
son aceptados por Dios, aunque no estén circuncidados. Así que los que obedecen
la ley los juzgarán a ustedes, aun cuando ellos nunca hayan sido circuncidados.
Porque ustedes, aunque se circuncidaron y tuvieron la ley, nunca la
obedecieron.
No crean que ustedes son judíos sólo porque vive como judíos
y porque están circuncidados. Los verdaderos judíos son los que obedecen a
Dios, y no a las leyes humanas. A judíos así, Dios los acepta, aunque la gente
los rechace.
Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe ser sincero
consigo mismo para que pueda hacer lo bueno, pues a Dios le agrada que el
hombre sea auténtico, que de verdad cambie , que su corazón sea purificado para
que el Espíritu de Dios habite en El.
No obstante, Dios trata con bondad al hombre obediente , que no acusa y juzga a la ligera a otros, pues es inteligente y prudente, se arrepiente y Dios le perdona los pecados, pero lo esencial
es que el hombre sea transformado y cambie su manera de vivir, pues Dios
juzgará al hombre y El no tiene favoritos.
Así pues, es tiempo que el hombre busque a Dios, que viva apegado a su Palabra, que se esfuerce en ser cada día más consciente y estar atento en
cuanto a su conducta pues ha adquirido discernimiento del bien y del mal, y por
tanto, el hombre sabio escoge el bien.
Con Alta Estima,
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