Yo creo en Jesucristo, y por eso digo la verdad. El Espíritu
Santo me guía, y en lo más profundo de mi ser me asegura que no miento. Es
verdad que estoy muy triste, y que en mi corazón siento un dolor que no me
deja. Sufro por los judíos, que son mi pueblo, y quisiera ayudarlos. Yo estaría
dispuesto a caer bajo la maldición de Dios, y a quedar separado de Cristo, si
eso los ayudara a estar cerca de Dios. Ellos son el pueblo que Dios ha elegido.
A ellos Dios les dio el derecho de ser sus hijos. Dios ha estado con ellos, y
les ha mostrado su gran poder. Hizo pactos con ellos, y les dio su ley. Les
enseñó a adorarlo de verdad, y también les hizo promesas. Ellos pertenecen al
pueblo de Dios. Y el Mesías, como hombre, pertenece a ese mismo pueblo. El
gobierna sobre todas las cosas, y es Dios. ¡Alabado sea Dios por siempre! Amén.
No estoy diciendo que Dios no haya cumplido sus promesas con
el pueblo de Israel. Pero no todos los judíos son realmente parte del pueblo de
Israel., ni todos los descendientes de Abraham son verdaderos hijos de Abraham.
Pues Dios le había dicho: Tu descendencia vendrá por medio de Isaac. Esto
significa que nadie es hijo de Dios sólo por pertenecer a cierta familia o
raza. Al contrario, la verdadera familia de Abraham la forman todos los
descendientes de Isaac. Porque Isaac fue quien nació para cumplir la promesa
que Dios le hizo a Abraham: Dentro de un año volveré, y para entonces Sara ya
tendrá un hijo.
Pero eso no es todo. Aun cuando los dos hijos de Rebeca eran
de nuestro antepasado Isaac. Dios eligió sólo a uno de ellos para formar su
pueblo. Antes de nacer, ninguno de los niños había hecho nada, ni bueno ni
malo. Sin embargo, Dios le dijo a Rebeca que el mayor serviría al menor. Con esto Dios demostró que él elige a quien
él quiere, de acuerdo con su plan. Así que la elección de Dios no depende de lo
que hagamos. Como dice la Biblia: Preferí a Jacob, y no a Esaú.
¿Y por eso vamos a decir que Dios es injusto? ¡Claro que no!
Porque Dios le dijo a Moisés: Yo tendré compasión de quien yo quiera tenerla.
Así que la elección de Dios no depende de que alguien quiera ser elegido, o se
esfuerce por serlo. Más bien, depende de que Dios le tenga compasión.
En la Biblia leemos que Dios le dijo al rey de Egipto: Te
hice rey, precisamente para mostrar mi poder por medio de todo lo que haré
contigo, y para que todo el mundo me conozca. Así que todo depende de lo que
Dios decida hacer: él se compadece de quien quiere, y a quien quiere lo vuelve
terco.
Si alguien me dijera: ¿De qué nos va a culpar Dios, si nadie
puede oponerse a sus deseos?, Yo le contestaría: Amigo mío tú no eres nadie
para cuestionar las decisiones de Dios. La olla de barro no puede quejarse con
el que la hizo, de haberle dado esa forma. El alfarero puede hacer con el barro
lo que quiera. Con el mismo barro puede hacer una vasija para usarla en
ocasiones especiales, y también una vasija de uso diario.
Algo parecido ha hecho Dios. Ha querido dar un ejemplo de
castigo, para que todo el mundo conozca su poder. Por eso tuvo mucha paciencia
con los que merecían ser castigados y destruidos. Al mismo tiempo, demostró su
gran amor y poder para salvarnos. Desde un principio nos tuvo compasión, y nos
eligió para vivir con él. Y no le importó que fuéramos judíos o no lo fuéramos.
Como dice Dios en el libro del profeta Oseas: A un pueblo que no me pertenece,
lo llamaré mi pueblo. A un pueblo que no amo, le mostraré mi amor. Y allí donde
les dije: Ustedes no son mi pueblo, les diré: Ustedes son mi pueblo, porque yo
soy el Dios de la vida.
Además, el profeta Isaías dijo acerca de los israelitas:
Aunque los israelitas sean tantos como los granos de arena en la playa, sólo
unos cuantos serán salvados.
Muy pronto el Señor juzgará a todos los habitantes de la
tierra. Y, como el mismo Isaías dijo: Si el Dios todopoderoso no hubiera
salvado a unos pocos, ahora mismo estaríamos como las ciudades de Sodoma y Gomorra.
¿Qué más les puedo decir? Que aunque la gente de otros
pueblos no estaba haciendo nada para que Dios los aceptara, él los aceptó
porque confiaron en él. En cambio, los israelitas fueron rechazados, porque
trataban de cumplir la ley para que Dios los aceptara. ¿Y por qué no fueron
aceptados? Porque querían que Dios los aceptara por lo que hacían, y no por
confiar sólo en él. Por eso Cristo fue para ellos como una piedra en la que
tropezaron. En la Biblia Dios dijo: Yo pongo en Jerusalén una roca con la cual
muchos tropezarán y caerán. Pero Dios no defraudará a los que confíen en él.
Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe amar a Jesús,
confiar en ÉL y pedirle a Dios que su Espíritu le guíe para hacer lo bueno,
Asimismo, el hombre debe entender que Dios elige a quien él
quiere, pues Dios conoce a cada persona y mira su corazón y valora si puede ser
un instrumento útil, no importa la edad, no importa si no ha hecho nada malo,
pues Dios elige con compasión y de acuerdo al plan que El tiene.
Por lo que es conveniente que el hombre entienda que Dios es
todopoderoso y El decide lo que hará, y entonces, el hombre no debe cuestionar
sus decisiones.
Ahora bien, lo esencial es que el hombre crea en Dios, el
Dios de la vida, quien mostró su amor y, envió a su Hijo Jesús, quien dio su
vida y resucitó para salvar al mundo y que el hombre establezca una relación
personal con El y por ende, pertenezca al pueblo de Dios.
Por lo tanto, lo prioritario es que el hombre confíe en Dios
pues sólo Dios no defrauda sino más bien el hombre recibe el poder de Dios y la
fuerza para no tropezar y vencer los
obstáculos.
Con Alta estima,
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