Queridos hermanos de la iglesia en Roma: Yo soy servidor y
apóstol de Jesucristo porque Dios me eligió para anunciar las buenas noticias
que él tiene para nosotros. Dios había prometido enviarnos a su Hijo. Así lo
habían anunciado sus profetas en la Biblia. Esas buenas noticias nos dicen que
su Hijo Jesucristo vino al mundo como descendiente del rey David. Jesucristo
murió, pero Dios lo resucitó por el
poder de su Espíritu, y con eso demostró que Jesucristo es el poderoso Hijo de
Dios.
Jesús me demostró su amor y me eligió para que le sirva como
apóstol, pues quiere que todo el mundo lo obedezca y crea en él. Ustedes, que
viven en Roma, son algunos de los que han creído en Jesucristo. Dios los ama y
los ha apartado para que sean parte de su pueblo. Le pido a Dios, nuestro
Padre, y al Señor Jesucristo, que también ellos les demuestren su amor y les
den su paz.
En primer lugar, doy gracias a mi Dios por cada uno de
ustedes, en nombre de Jesucristo. En todas partes se habla bien de ustedes, y
se sabe que confían en Dios y lo obedecen. Yo sirvo a Dios anunciando las
buenas noticias acerca de su Hijo, y lo hago de todo corazón. Dios es testigo
de que siempre le pido que me permita ir por fin a visitarlo, si él así lo
quiere. Tengo muchos deseos de ir a verlos y darles ayuda espiritual. Así su
confianza en Dios será permanente, y poderosos ayudarnos unos a otros, gracias
a la fuerza de esa confianza que tenemos en Dios.
Hermanos en Cristo, quiero que sepan que muchas veces he
tratado de ir a Roma para verlos, pero nunca ha faltado algo que me lo impida.
Me gustaría ir allá para anunciar esta buena noticia, como ya lo he hecho en
otros lugares, para que muchos crean en Jesús.
Tengo que anunciar esta buena noticia a todo el mundo, no importa que
sepan mucho o no sepan nada, ni que sean humildes o importantes. Por eso tengo
tantos deseos de ir a Roma.
No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al
poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no
importa si son judíos o no lo son. La buena noticia nos enseña que Dios acepta
a los que creen en Jesús. Como dice la Biblia: Aquellos a quienes Dios ha
aceptado, y confían en él, vivirán para siempre.
Pero hay gente malvada, la cual no deja que otros conozcan
la verdad acerca de Dios. Y Dios, que vive en el cielo, está muy enojado con
ellos. Esa gente sabe todo lo que se puede saber acerca de Dios, pues Dios
mismo se lo ha mostrado. Por medio de lo que Dios ha creado, todos podemos conocerlo,
y también podemos ver su poder. Así que esa gente no tiene excusa, pues saben
de Dios, pero no lo respetan ni le dan gracias. No piensan más que en hacer lo
malo y en puras tonterías.
Creen que lo saben todo, pero en realidad no saben
nada. En vez de adorar al único y poderoso Dios, que vive para siempre, adoran
a ídolos que ellos mismos se han hecho; todos con forma de seres humanos,
mortales al fin y al cabo, o con forma de pájaros, de animales de cuatro patas
y de serpientes.
Por eso Dios los ha dejado hacer lo que quieran, y sus malos
pensamientos los han llevado a hacer con sus cuerpos cosas vergonzosas. En vez
de adorar al Dios verdadero, adoran a dioses falsos, adoran las cosas que Dios
ha creado, en vez de adorar al Dios que las creó y que merece ser adorado por
siempre. Amén.
Por esa razón, Dios ha dejado que esa gente haga todo lo
malo que quiera. Por ejemplo, entre ellos hay mujeres que no quieren tener
relaciones sexuales con los hombres, sino con otras mujeres. Y también hay
hombres que se comportan de la misma manera, pues no volvieron a tener
relaciones sexuales con sus mujeres, sino que se dejaron dominar por sus deseos
de tener relaciones con otros hombres. De este modo, hicieron cosas vergonzosas
los unos con los otros, y ahora sufren en carne propia el castigo que se
buscaron.
Como no han querido tener en cuenta a Dios, Dios los ha
dejado hacer todo lo malo que su mente inútil los lleva a hacer. Son gente
injusta, malvada y codiciosa. Son envidiosos, asesinos, peleadores, tramposos y
chismosos. Hablan mal de los demás, odian a Dios, son insolentes y orgullosos,
y se creen muy importantes. Siempre están inventando nuevas maneras de hacer el
mal, y no obedecen a sus padres. No quieren entender la verdad, ni se puede
confiar en ellos. No aman a nadie ni se compadecen de nadie. Dios ya lo ha
dicho, y ellos lo saben, que quienes hacen esto merecen la muerte. Y a pesar de
eso, no sólo siguen haciéndolo, sino que felicitan a quienes también lo hacen.
Aquí puedes darte cuenta que es prioridad que el hombre crea
en el Señor Jesús quien vino al mundo a dar su vida y resucitó para salvar a la humanidad y que el hombre sea
parte de su pueblo.
Por tanto, es importante que el hombre ponga su confianza en
Dios y obedezca sus mandatos, de manera que se ayuden unos a otros y El
derramará su paz.
No obstante, Dios elige a cada persona para que anuncie las
buenas noticias, sin importar estatus de cada quien, humilde o importante, pues
lo esencial es que el hombre cambie y sea consciente de su conducta.
Así pues, es tiempo de que el hombre tenga en cuenta a Dios,
que deje de hacer lo malo, y aunque Dios le ha dado libre albedrío, el hombre
consciente de sus actos, debe evitar hacer lo que quiere, sino más bien,
demostrar dominio propio y cuidar su cuerpo que es templo del Espíritu de Dios
para poder adorarle verdaderamente.
Con Alta Estima,
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