domingo, 27 de septiembre de 2015

¡Pongan atención! ¡Yo vengo pronto!



Luego el ángel me mostró un río de aguas que dan vida eterna. Ese río salía del trono de Dios y del Cordero, y era claro como el cristal; sus aguas pasaban por en medio de la calle principal de la ciudad. En cada orilla del río había árboles que daban fruto una vez al mes, o sea, doce veces al año. Sus frutos dan vida eterna, y sus hojas sirven para sanar las enfermedades de todo el mundo.

En la ciudad no habrá nada ni nadie que desagrade a Dios. Allí estará el trono de Dios y del Cordero, y los servidores de Dios lo adorarán. Todos podrán ver a Dios cara a cara, y el nombre de Dios estará escrito en sus frentes. Allí nunca será de noche, y nunca nadie necesitará la luz de una lámpara ni la luz del sol, porque Dios el Señor será su luz, y ellos reinarán para siempre.

El ángel me dijo: Todos pueden confiar en lo que aquí se dice, pues es la verdad. El Señor, el mismo Dios que da su Espíritu a los profetas, ha enviado a su ángel para mostrarles a sus servidores lo que pronto sucederá.

Y Jesús dice: ¡Pongan atención! ¡Yo vengo pronto! Dios bendiga a los que hagan caso de la profecía que está en este libro.

Yo, Juan, vi y oí todas estas cosas. Y después de verlas y oírlas, me arrodillé para adorar al ángel que me las mostró, pero él me dijo: ¡No lo hagas! Adora a Dios, pues todos somos servidores de él; tanto tú como yo, y los profetas y todos los que obedecen la Palabra de Dios.

Además me dijo: No guardes en secreto las profecías de este libro, porque pronto sucederán. Deja que el malo siga haciendo lo malo; y que quien tenga la mente sucia, siga haciendo cosas sucias. Al que haga el bien, déjalo que siga haciéndolo, y al que haya entregado su vida a Dios, deja que se entregue más a él.

Jesús dice: ¡Pongan atención! ¡Yo vengo pronto! Y traigo el premio que le daré a cada persona, de acuerdo con lo que haya hecho. Yo soy el principio y el fin, el primero y el último.

A los que dejen de hacer lo malo, Dios los bendecirá pues les dará el derecho a comer de los frutos del árbol que da vida eterna. Ellos podrán entrar por los portones de la ciudad. Afuera se quedarán
los malvados, los que practican la brujería, los que tienen relaciones sexuales prohibidas, los asesinos, los que adoran a dioses falsos y todos los que engañan y practican el mal.

Jesús dice: Yo he enviado a mi ángel, para que les diga a las iglesias todas estas cosas. Yo soy el descendiente del rey David; yo soy la estrella que brilla al amanecer.

El espíritu de Dios y la esposa del Cordero dicen: ¡Ven, Señor Jesús! Y todos los que estén
escuchando digan: ¡Ven, Señor Jesús!.

Y el que tenga sed y quiera agua, que venga y tome gratis del agua que da vida eterna.

A todos los que escuchen el mensaje de esta profecía, les advierto esto: si alguien le añade algo a este libro, Dios lo castigará con todas las plagas terribles que están descritas en el libro. Y si alguien le quita algo al mensaje de esta profecía, Dios no lo dejará tomar su parte del fruto del
árbol que da vida, ni lo dejará vivir en la ciudad santa, como se ha dicho en este libro.

El que anuncia estas cosas dice: Les aseguro que vengo pronto. ¡Así sea! ¡Ve, Señor Jesús! Que el amor del Señor Jesús los acompañe siempre.

Aquí puedes darte cuenta que es ¡prioridad! Que el hombre debe estar ¡Despierto! y sobre todo, preparado pues el Señor Jesús dice: ¡Pongan Atención! ¡Yo vengo pronto!

Asi que Dios bendecirá a los que hagan caso de esta revelación de la Palabra de Dios, pero es necesario que el hombre busque a Dios y cambie su estilo de vida, que obedezca los mandatos que Dios ha establecido pues su Palabra es la fuente de la vida eterna.

Por tanto, el hombre entendido debe volverse a Dios, pues su venida del Señor está cerca y entonces el hombre podrá ver al Señor cara a cara, pues Jesús es la estrella que brilla al amanecer y El será la luz que iluminará nuestra vida, más nunca tendrá oscuridad, por eso el malvado que deje de hacer lo malo y Dios le bendecirá y le dará a comer de los frutos del árbol que da vida eterna.

No obstante, el hombre debe tomar una decisión personal  y aceptar a Jesús en su corazón, que el Señor le abra sus ojos espirituales y que se empape del conocimiento de Dios, que haga realidad la verdad que Jesús muestra al hombre a través de su ejemplo, que por eso encarnó en Hombre para enseñarnos como vivir.

Así pues, el Señor Jesús nos anima a que perseveremos en su Palabra, que el hombre siga haciendo el bien y se entregue más a Dios, pues es necesario que el hombre sea valiente y esforzado, que hable a otros de su Palabra, que no se avergüence de hablar del evangelio.

Ahora bien, Jesús premiará a cada persona de acuerdo a lo que haya hecho pues dice el Señor Jesús: Yo soy el principio y el fin, el primero y el último, y el hombre debe decir: ¡Ven Señor Jesús! Y entonces el hombre sediento tomará del agua y fruto que dan vida eterna.


Con Alta Estima,

sábado, 26 de septiembre de 2015

¡Yo hago todo nuevo!



Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues ya el primer cielo y la primera tierra había dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi también que la ciudad santa, la nueva Jerusalén, bajaba del cielo, donde vive Dios. La ciudad parecía una novia vestida para su boda, lista para encontrarse con su novio. Y oí que del trono salía una fuerte voz que decía: Aquí es donde Dios vive con su pueblo. Dios vivirá con ellos, y ellos serán suyos para siempre. En efecto, Dios mismo será su único Dios. El secará sus lágrimas, y no morirán jamás. Tampoco volverán a llorar, ni a lamentarse, ni sentirán ningún dolor, porque lo que antes existía ha dejado de existir.

Dios dijo desde su trono: ¡Yo hago todo nuevo! Y también dijo: ¡Escribe, porque estás palabras son verdaderas y dignas de confianza. Después me dijo: ¡Ya todo está hecho! Yo soy el principio y el fin. Al que tenga sed, a cambio de nada le daré a beber del agua de la fuente que da vida eterna. A los que triunfen sobre las dificultades y sigan confiando en mí, les daré todo eso, y serán  mis hijos, y yo seré su Dios. Pero a los cobardes, a los que no confíen en mí, a los que hagan cosas terribles que no me agradan, a los que hayan matado a otros, a los que tengan relaciones sexuales prohibidas, a los que practiquen la brujería, a los que adoren dioses falsos, y a los mentirosos, los lanzaré al lago donde el azufre arde en llamas; y allí se quedarán, separados de mí para siempre.

Después vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas con las últimas plagas terribles, y me dijo: Acércate; voy a mostrarte a la novia, la que va a ser la esposa del Cordero.

Y en la visión que el Espíritu de Dios me mostró, el ángel me llevó a un cerro grande y alto, y me enseñó la gran ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, donde está Dios. La presencia de Dios la hacía brillar, y su brillo era como el de una joya, como el de un diamante, transparente como el cristal. Por fuera estaba rodeada por una muralla alta y grande. En la muralla había doce portones;  en cada portón había un ángel, y en cada portón estaba escrito el nombre de una de las doce tribus de Israel. Tres de sus portones daban al este, tres daban al sur. La muralla estaba construida sobre doce grandes rocas, y en cada roca estaba escrito uno de los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

El ángel que me hablaba tenía una regla de oro, y con esa regla midió la ciudad, sus portones y su muralla. La ciudad era cuadrada; sus cuatro lados medían lo mismo. El ángel midió la ciudad con la regla de oro, y medía dos mil doscientos kilómetros, tanto de ancho como de largo y de alto.

El ángel también midió la muralla, y era de sesenta y cinco metros, según las medidas humanas que estaba usando el ángel.

La muralla estaba hecha de diamante, y el oro con que estaba hecha la ciudad era tan puro que dejaba pasar la luz,  como si fuera  cristal. Las rocas sobre las que estaba construida la muralla estaban adornadas con toda clase de piedras preciosas: la primera roca está adornadas con diamantes; la segunda, con zafiros, la tercera, con ágatas, la cuarta, con esmeraldas; la quinta, con ónices; la sexta, con rubíes; la séptima, con crisólitos, la octava, con berilos; la novena, con topacios: la décima, con crisoprasas; la undécima, con jacintos; y la duodécima, con amatistas. Y los doce portones eran doce perlas; cada portón estaba hecho de una sola perla. La calle principal de la ciudad estaba cubierta de un oro tan puro que brillaba como el vidrio transparente.

En la ciudad no vi ningún templo, porque su templo es el Señor, el Dios todopoderoso, y también el Cordero. La  ciudad no necesita que el sol o la luna iluminen, porque el brillo de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara. Gente de todos los países caminará a la luz que sale de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus riquezas. Los portones de la ciudad no se cerrarán de día, y allí nunca será de noche. Le entregarán las riquezas y todo lo bello de los países. Pero nunca entrará en ella nada que desagrade a Dios; no entrarán los que han adorado a dioses falsos, ni los objetos que hayan usado  en su culto. Sólo podrán entrar los que tengan anotados sus nombres en el libro del Cordero. En ese libro están anotados los que recibirán la vida eterna.

Aquí puedes darte cuenta que es esencial que el hombre se esfuerce y esté listo y preparado, apartado del mal, que haya enderezado su camino y su conducta sea intachable para presentarse ante el trono de Dios que está en el cielo nuevo y vivir con El,  y entonces el hombre no sentirá dolor porque no habrá sufrimiento, pues Dios hace nuevas todas las cosas, su misericordia es nueva cada mañana y El es  el Señor, el principio y el fin, y El hace que todo lo que existía deje de existir y hace  un cielo nuevo y una tierra nueva para aquel que confía en El.

No obstante, lo esencial es que el hombre regenerado reconozca a Dios como su único Dios y que el hombre viva apegado a su Palabra, que es la fuente que da vida, que quita la sed al hombre sediento del conocimiento de Dios y que  permanece fiel y obediente a su Palabra, hasta su regreso.

Asimismo, el hombre debe entender que es templo de Dios para que El habite, pero antes es fundamental que el hombre cambie su manera de vivir y alcance un nivel de conciencia mayor, para que sea lleno de la sabiduría de Dios y alcance  perfección, y cuando Dios habite en el hombre, en su ser interior, es porque el hombre ha sido lleno de pureza y transparencia y entonces el  hombre regenerado con nuevos bríos, Dios permitirá al hombre su entrada pues está anotado su nombre en el libro del Cordero.


Con Alta Estima, 

viernes, 25 de septiembre de 2015

Y fueron abiertos los libros donde está escrito todo lo que uno hizo.



Vi entonces un ángel que bajaba del cielo. En su mano llevaba una gran cadena y la llave del Abismo profundo. Este ángel capturó al dragón, aquella serpiente antigua que es el diablo, llamado Satanás, y lo encadenó durante mil años. Lo arrojó al Abismo, y allí lo encerró. Luego aseguró la puerta y le puso un sello, para que el dragón no pueda salir a engañar a los países, hasta que se cumplan mil años. Después de eso, el dragón será puesto en libertad por un corto tiempo.

Luego vi unos tronos, y en esos tronos estaban sentados los que habían sido asesinados por mantenerse fieles a la enseñanza de Jesús y al mensaje de Dios. Ellos no habían adorado al monstruo ni a su estatua, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en las manos. Ellos volvieron a vivir, pues han recibido una gran bendición y forman parte del pueblo elegido de Dios. Nunca serán apartados de Dios, sino que serán sacerdotes de Dios y del Mesías, y reinarán con él durante mil años. El resto de los muertos no volverá a vivir hasta que se cumplan los mil años.

Cuando se cumplan los mil años, Satanás será liberado de su prisión, y saldrá a engañar a los países de Gob y Magog, que representan a todos los países de este mundo. Satanás reunirá para la guerra a los ejércitos de esos países, sus soldados no se pueden contar, como tampoco se puede contar la arena del mar. Ellos recorrerán todo el mundo, y rodearán al pueblo de Dios y a su ciudad amada, pero saldrá fuego del cielo y los quemará por completo. Y el diablo, que los había engañado, será arrojado al lago donde el azufre arde en llamas, donde también fueron arrojados el monstruo y el falso profeta. Allí serán atormentados todos ellos para siempre, de día y de noche.

Entonces vi un gran trono blanco, y el que estaba sentado en él. Y en su presencia desaparecieron la tierra y el cielo, y nadie volvió a verlos. Y vi que todos los que habían muerto, tanto los humildes como los poderosos, estaban de pie delante del trono. Y fueron abiertos los libros donde está escrito todo lo que uno hizo. También se abrió el libro donde están escritos los nombres de todos los que vivirán con Dios para siempre. Los muertos fueron juzgados de acuerdo con lo que habían hecho y con lo que decían los libros. Los que murieron en el mar se presentaron delante de Dios para que él los juzgara, y lo mismo hicieron los que estaban en el reino de la muerte. Todos los muertos fueron juzgados de acuerdo con lo que habían hecho. Luego, la Muerte y el reino de la muerte fueron lanzados al lago de fuego. Los que caen en este lago quedan separados de Dios para siempre, y allí fueron arrojados todos los que no tenían sus nombres escritos en el libro de la vida eterna.

Aquí puedes darte cuenta que es necesario que el hombre se vuelva a Dios, pues el hombre ya no tiene tiempo pues se acerca la venida del Señor Jesús.

Por tanto, ahora es el momento en que el hombre debe ser humilde y arrepentirse, es importante que el hombre se vuelva a Dios, que no se deje engañar por los distractores del mundo, ni que se deje llevar por tanto afán, por la corriente del humanismo, que hace que el hombre corra a pasos agigantados hacia el abismo donde sólo hay muerte y destrucción.

Por lo que el hombre regenerado que ha recibido el Espíritu de Dios en su ser interior, que le da fortaleza para que el hombre se mantenga fiel a Dios,  sea obediente y viva de acuerdo al orden de Dios para que esté en comunión permanente con Dios

Ahora bien, lo fundamental es que el hombre pertenezca en la Palabra de Dios y Dios le protegerá, pues Dios es un Dios de amor pero también fuego consumidor.

Así pues, el hombre debe estar ¡Alerta! pues Dios vendrá a juzgar con justicia y los libros serán abiertos donde está escrito todo lo que uno hizo y donde están escritos los nombres de todo los que vivirán con Dios para siempre.

Así que el hombre debe tomar conciencia y hacer cambios, vivir con disciplina y obediencia y entonces estará preparado para  cuando Jesús vuelva y lo encuentre con una conducta intachable, sin mancha para que no sea lanzado al lago de fuego y entonces quede separado de Dios.


Con Alta Estima 

El rey más poderoso de todo el universo.


Después de esto, me pareció escuchar en el cielo las fuertes voces de muchísimas personas, que gritaban:

¡Que todos alaben al Señor!
Nuestro Dios es poderoso,
Y nos ha salvado.
Por eso le pertenecen
El poder y la gloria,
Porque Dios juzga con justicia
Y de acuerdo con la verdad.

Castigó a la gran prostituta,
Que enseñó a todo el mundo
A adorar a dioses falsos.
Fue castigado por haber matado
A los servidores de Dios.

Después volvieron a decir:

¡Que todos alaben a Dios!
Pues el humo del fuego
Que hace arder a la gran prostituta,
Nunca dejará de subir.

Los veinticuatro ancianos y los cuatros seres vivientes se inclinaron hasta tocar el suelo, diciendo: ¡Así sea! ¡Que todos alaben a Dios! Y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono.

Entonces oí una voz que venía del trono, la cual decía:
¡Que todos alaben a nuestro Dios!
¡Que lo alabe todo el mundo,
Los poderosos y los humildes,
Los que lo sirven y lo honran.

Entonces me pareció oír las voces de mucha gente. Era como el sonido de cataratas y de fuertes truenos, y decían:

¡Que todos alaben a Dios,
El Señor todopoderoso,
Porque él ha comenzado a reinar!

Alegrémonos,
Llenémonos de gozo y alabémoslo,
Porque ha llegado el día
De la boda del Cordero.

Ya está lista su esposa,
La cual es la iglesia;
Dios la ha vestido de lino fino,
Limpio y brillante.

Ese lino fino representa el bien que hace el pueblo de Dios. El ángel me dijo: Escribe esto: Benditos sean todos los que han sido invitados a la cena de bodas del Cordero.

Y luego añadió: Esto lo dice Dios, y él no miente.
Entonces me arrodillé a los pies del ángel, para adorarlo, pero él me dijo: ¡No lo hagas! Adora a Dios, pues yo también le sirvo, igual que tú y que todos los que siguen confiando en el mensaje que les dio Jesús.

Porque el mensaje que Jesús enseñó es lo que anima a la gente a seguir anunciándolo.

Entonces vi el cielo abierto, y allí estaba un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, porque era justo cuando gobernaba o cuando iba a la guerra. Sus ojos parecían llamas de fuego; llevaba muchas coronas en su cabeza, y tenía escrito un nombre que sólo él conocía. Estaba vestido con ropa teñida de sangre, y su nombre era: El Mensaje de Dios. Los ejércitos del cielo, vestidos de lino fino, blanco y limpio, lo seguían montados en caballos blancos. De su boca salía una espada afilada, que representa su mensaje poderoso; con esa espada conquistará a todos los países. Los gobernará con fuerza, y él mismo exprimirá las uvas para sacar el vino que representa el terrible enojo del Dios todopoderoso. En su manto, y sobre el muslo, llevaba escrito este título: El rey más poderoso de todo el universo.

Vi entonces que un ángel estaba de pie, en el sol, y que les gritaba a las aves de rapiña que vuelan en lo alto del cielo: Vengan y reúnanse para la gran cena de Dios. Comerán carne de reyes, de jefes militares y de valientes guerreros. También comerán la carne de los caballos y de sus jinetes, comerán carne de toda clase: de gente libre y de esclavos, de gente importante y de gente poco importantes.

Entonces vi al monstruo y a los reyes del mundo con sus ejércitos. Se habían reunido para pelear contra el que estaba montado en aquel caballo blanco, y contra su ejército. El monstruo fue capturado, junto con el falso profeta que en su presencia había hecho maravillas. El falso profeta había engañado con milagros a los que se dejaron poner la marca del monstruo y adoraron su estatua. Los dos fueron lanzados vivos a un lago donde el azufre arde en llamas. Luego, con la espada que salía de su boca, el que estaba sentado sobre el caballo blanco mató a todos los soldados del monstruo. Y las aves de rapiña se dieron un banquete con la carne de ellos.

Aquí puedes darte cuenta que Dios es poderoso, y es en esencia el rey más poderoso del mundo, por eso el hombre debe alabarlo y con su conducta honre a Dios pues a Dios le pertenecen el poder y la gloria, pues Dios juzga con justicia y de acuerdo a la verdad.

No obstante, lo esencial es que el hombre crea en Jesús, el Hijo de Dios, El Cordero, y que lo acepte en su corazón, y es necesario que lo haga ahora porque la boda del Cordero será pronto, y el hombre debe arrepentirse y cambiar y entonces, Dios le limpiará y purificará su mente y su corazón, y le vestirá al hombre de una tela de calidad, de lino fino, limpio y brillante pues representa el bien que hace el pueblo de Dios.

Así es que lo fundamental es que el hombre siga confiando en el mensaje que dejó nuestro Señor Jesucristo.

Asimismo, es prioridad que el hombre esté preparado, que enseñe a otros los mandatos de Dios para que aprendan a vivir de acuerdo a sus enseñanzas y que el hombre se aparte de hacer lo malo, y más bien se dedique a leer la Palabra de Dios y extraiga de ella esa riqueza espiritual y construya una vida honrada y disciplinada, que se esfuerce por ser mejor cada día y arranque esa raíz de depredador de su naturaleza pecaminosa que sólo le trae miseria y obstaculiza que el hombre  avance en el camino correcto.

Así pues, es ¡urgente! que el hombre ¡despierte!, pues Jesús vino al mundo, a morir y resucitar para restituir al hombre su naturaleza divina.


Con Alta Estima,

Háganle pagar el doble de todo lo malo que hizo.


Después de esto, vi que del cielo bajaba otro ángel. Tenía mucha autoridad, y era tanto su brillo que la tierra se iluminó con su resplandor. Gritaba con fuerte voz:
¡Por fin cayó
La gran Babilonia!
Ahora es casa de demonios,
Escondite de malos espíritus,
Nido de todas las aves
Y cueva de todas las fieras
Que odiamos y no debemos comer.

En todos los países
Siguieron su ejemplo
Y adoraron dioses falsos.
Lo mismo hicieron
Los reyes de la tierra.

Los comerciantes del mundo
Se hicieron ricos,
Pues ella les compró de todo
Para satisfacer sus malos deseos.

Entonces oí otra voz del cielo, que decía:

Ustedes son mi pueblo.
Salgan de Babilonia,
Y no pequen como ella,
Para que no caigan sobre ustedes
Las terribles plagas que le vendrán.

Son tantos sus pecados
Que llegan hasta el cielo.
¡Dios no se ha olvidado
De ninguno de ellos!

Hagan con ella todo lo malo
Que ella hizo con otros;
Háganle pagar el doble
De todo lo malo que hizo.

Háganla pasar dos veces
Por la misma amarga experiencia
Que otros tuvieron por su culpa.

Ella era muy orgullosa,
Y le gustaba vivir con grandes lujos:
¡pues ahora háganla sufrir!,
¡dense el lujo de atormentarla!

Porque ella piensa:
Aquí me tienen,
Sentada en mi trono de reina.
No soy viuda, y nunca sufriré.

Por eso, es un mismo día
Recibirá todos estos castigos:
Hambre, sufrimiento y muerte.
¡Será destruida por el fuego,
Porque el Señor,
El Dios todopoderoso,
Ha decidido castigarla!

Cuando Babilonia anda en llamas, lo lamentarán los reyes del mundo y llorarán por ella. Esos reyes, lo mismo que Babilonia, adoraron a dioses falsos y vivieron a todo lujo. Pero por miedo a ser castigados junto con ella, se mantendrán alejados y dirán:

¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti,
Gran ciudad de Babilonia,
Gran ciudad poderosa!
¡En un abrir y cerrar de ojos,
Dios decidió castigarte!

También lo lamentarán los comerciantes del mundo, y llorarán, pues ya no habrá quien les compre nada- Porque Babilonia les compraba cargamentos de oro, plata, joyas y perlas; cargamentos de ropa hecha de lino fino y de seda, de colores púrpura y rojo; toda clase de maderas finas y olorosas, y objetos de marfil, de bronce, de hierro y de mármol; cargamentos de canela y de especias aromáticas, perfumes y aceites perfumados; cargamentos de vino, aceite, harina fina y trigo; de ganado, ovejas, caballos, carrozas, esclavos y prisioneros de guerra. Y le dirán a Babilonia:

Ya no tienes las riquezas
Que tanto te gustaban;
Has perdido para siempre
Todos tus lujos y joyas.

Esos comerciantes, que se hicieron ricos vendiendo todo esto a Babilonia, se mantendrán alejados por miedo a ser castigados con ella. Y entre lágrimas y lamentos dirán:

¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti,
Gran ciudad poderosa!
Te vestías con ropas de lino fino,
Con ropas de color
Púrpura  y rojo,
Y te adornabas con oro,
Joyas y perlas
¡En un abrir y cerrar de ojos
Se acabó tanta riqueza!

Todos los capitanes de barco, los que viajaban por mar, los marineros y los comerciantes se mantuvieron alejados. Y al ver el humo de la ciudad en llamas, gritaron: ¡Nunca ha existido un ciudad tan poderosa como Babilonia!. Además, se echaron ceniza para mostrar su tristeza, y entre llantos y lamentos gritaban:

¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti, gran ciudad poderosa!
Con tus riquezas se hicieron ricos
Todos los comerciantes del mar.
¡Y en un abrir y cerrar de ojos
Has quedado destruida!

¡Alégrense ustedes los santos,
Que viven en el cielo,
Pues Dios ha destruido
a la gran ciudad!
¡Alégrense ustedes los apóstoles,
Y ustedes los profetas,
Pues Dios ha castigado a
Babilonia
Por todo el mal que les hizo!

Entonces un poderoso ángel tomó una roca, grande como piedra de molino, y la arrojó al mar diciendo:
Babilonia, gran ciudad poderosa,
¡asi serás destruida,
Y nunca más volverán a verte!

¡Nunca más se escuchará
En tus calles
Música de arpas,
Ni de flautas o trompetas!

¡Nunca más habrá en tus calles
Gente de diferentes oficios,
Ni volverá a escucharse en ti
El ruido de la piedra del molino!

¡Nunca más brillará en ti
La luz de una lámpara,
Ni se escuchará la alegría
De una fiesta de bodas!
Porque tus comerciantes eran
Los más poderosos del mundo,
Y tú engañaste con tus brujerías
A todos los países.

Dios castigó a esa gran ciudad, porque ella es la culpable de haber matado a los profetas y a los del pueblo de Dios. En efecto, ella mató a muchos en todo el mundo.

Aquí puedes darte cuenta que el tiempo apremia, y vivimos una época difícil, el hombre debe estar apegado a la Palabra de Dios, obedeciendo sus mandatos para que sea luz en dondequiera que se encuentre y sea ejemplo a otros.

No obstante, lo importante es que el hombre sea consciente de que sólo la sabiduría que viene de Dios puede guiar al hombre en rectitud pues el hombre obediente pertenece al pueblo de Dios.

Por tanto, el hombre regenerado entiende que Dios lo protege pues cumple sus mandatos y tiene la confianza en Dios y Dios es todopoderoso y El hará pagar al hombre que hace lo malo, dos veces la misma amarga experiencia que hizo pasar a otro por su culpa, pues el hombre orgulloso, cree en su superioridad de sí mismo y desprecia a los demás y cree que nunca sufrirá, pero Dios es justo y Dios hará que el hombre soberbio viva atormentado.

Así pues, lo importante es que el hombre esté atento y preparado en el conocimiento de Dios, lleno de riquezas espirituales pues las riquezas materiales en un abrir y cerrar de ojos pueden acabarse, pues lo grandioso sería que el hombre cambie su manera de vivir y que su vida sea transformada para que brille como la luz de una lámpara ante los demás.


Con Alta Estima,  

jueves, 24 de septiembre de 2015

El Cordero vencerá, porque es el Señor más grande



Entonces vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y me dijo: Ven; te voy a mostrar el castigo que le espera a esa gran prostituta que está sentada a la orilla de muchos ríos. Los reyes del mundo se unieron a ella para adorar a dioses falsos, y la gente del mundo hizo lo mismo.

Luego, en la visión que me mostró el Espíritu de Dios, el ángel me llevó al desierto. Allí vi una mujer sentada sobre un monstruo de color rojo. Este monstruo, de siete cabezas y diez cuernos, tenía escritos por todo el cuerpo nombres que ofendían a Dios. Aquella mujer vestía ropas de color púrpura y rojo. Se había adornado el cuerpo con oro, piedras preciosas y perlas. En su mano derecha tenía una copa de oro llena de vino. Ese vino significa que hizo mucho mal y que adoró a dioses falsos. En la frente, esa mujer tenía escrito un nombre misterioso: La gran Babilonia, madre de todas las prostitutas y de todo lo malo y odioso que hay en el mundo. Luego me di cuenta de que la mujer se había bebido el vino y se había emborrachado con él. Ese vino representa la sangre del pueblo de Dios y de los que fueron asesinados por mantenerse fieles a Jesús.

Esta visión me sorprendió mucho, pero el ángel me dijo: ¿Por qué te sorprendes? Yo te voy a explicar el significado secreto de esta visión. Voy a decirte quién es esa mujer, y quién es el monstruo de siete cabezas y diez cuernos que ella monta.

Este monstruo que has visto es uno que antes vivía, pero que ya no existe. Sin embargo, saldrá del Abismo profundo, pero sólo para ser destruido. Y los habitantes de la tierra que no están anotados en el libro de la vida desde antes de la creación del mundo, se sorprenderán cuando vean a este monstruo. Antes estuvo vivo, y ahora ya no existe, pero regresará-

Para entender esto, hace falta sabiduría: Las siete cabezas son los siete cerros sobre los cuales está sentada la mujer, y también representan a siete reyes. Cinco de esos reyes ya han muerto, y uno de ellos reina ahora. El otro no ha reinado todavía pero, cuando venga, reinará sólo un poco de tiempo. El monstruo  que antes vivía, y que ya no existe, es uno de esos siete reyes. Regresará a reinar por segunda vez, y llegará a ser el octavo rey, pero será destruido para siempre.

Los diez cuernos que has visto son diez reyes, que todavía no han comenzado a reinar; pero durante una hora recibirán poder, y junto con el monstruo gobernarán como reyes. Los diez reyes se pondrán de acuerdo, y entregarán al monstruo su poder y su autoridad.

Después, el monstruo y los diez reyes pelearán contra el Cordero, pero él y sus seguidores los vencerán. El Cordero vencerá, porque es el Señor más grande y el Rey más poderoso. Con él estarán sus seguidores. Dios los ha llamado y elegido porque siempre lo obedecen.

El ángel también me dijo: Los ríos que has visto, y sobre los cuales está sentada la prostituta, representan pueblos y gente de diferentes idiomas y países. Los diez cuernos que has visto, lo mismo que el monstruo, odiarán a la prostituta y le quitarán todo lo que tiene. La dejarán destruida, se comerán la carne de su cuerpo, y luego la arrojarán al fuego.

Dios permitió que los diez reyes hicieran lo que él había pensado hacer. Los hizo ponerse de acuerdo para entregarle su poder al monstruo. Y ellos obedecerán al monstruo hasta que se cumplan todos los planes de Dios. La mujer que has visto representa a la gran ciudad, y su rey domina a todos los reyes del mundo.

Aquí puedes darte cuenta que es fundamental que el hombre se aparte de la idolatría, que se vuelva a Dios y aprenda a hacer lo bueno.

No obstante, es necesario que el hombre se mantenga fiel a Dios, que tenga puesta su confianza en Dios y que a pesar de la adversidad Dios le protegerá pues El cuida del hombre que obedece sus mandatos.

Ahora bien, lo importante es que el hombre sea consciente de que siempre existirá la maldad en el mundo pero si el hombre vive  apegado a la Palabra de Dios  adquirirá sabiduría y entonces sabrá discernir del bien y del mal, y entonces el hombre sabio escogerá el camino recto.

Así pues, es necesario que el hombre tenga fe y espere en Dios, porque el Cordero es el Señor más grande y vencerá y será el rey más poderoso.


Con Alta Estima,

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Dios bendecirá al que se mantenga despierto y vestido



Entonces oí una fuerte voz que salía del templo, y que les decía a los siete ángeles: Vayan y vací
en las siete copas que representan el enojo de Dios.

El primer ángel fue y vació su copa sobre la tierra, y a todos los que tenían la marca del monstruo y adoraban su estatua les salió una llaga terrible y dolorosa.

El segundo ángel vació su copa sobre el mar, y el agua del mar se convirtió en sangre, como la sangre de los que mueren asesinados. Así murió todo lo que tenía vida en el mar.

El tercer ángel vació su copa sobre los ríos y sobre los manantiales, y el agua se convirtió en sangre. Luego oí decir al ángel que tiene poder sobre el agua: Dios, tú eres santo, vives por siempre, y tus castigos son justos. Tus enemigos mataron a muchos de tu pueblo santo, y también a tus profetas. Por eso ahora tú les das a beber sangre, ¡pues se lo merecen!

Y escuché una voz que salía del altar y decía: Sí, Señor Dios todopoderoso, estos castigos son correctos y justos.

El cuarto ángel vació su copa sobre el sol, el cual se le permitió quemar a la gente. Todos quedaron terriblemente quemados, pero ni aun así se volvieron a Dios ni lo alabaron. Al contrario, ofendieron a Dios, que tiene poder para suspender esos terribles castigos.

El quinto ángel vació su copa sobre el trono del monstruo, y su reino quedó en la oscuridad. La gente se mordía la lengua de dolor, porque las llagas los hacían sufrir mucho. Pero ni aun así dejaron de hacer lo malo, sino que ofendieron a Dios por el dolor que sentían; ¡ofendieron a Dios, que vive en el cielo!

El sexto ángel vació su copa sobre gran río Eufrates, y el agua del río se secó para que los reyes del Oriente pudieran pasar.

Entonces vi que de la boca del dragón, de la boca del monstruo y de la boca del falso profeta, salieron tres espíritus malos que parecían ranas. Eran espíritus de demonios, que hacían cosas extraordinarias y maravillosas. Salieron para reunir a todos los seres del mundo, para que lucharan contra el dios todopoderoso. Lo harán cuando llegue el día en que Dios juzgará a todo el mundo.

Por eso el Señor Jesús dice: Yo volveré cuando menos lo esperen. Volveré como el ladrón, que roba en la noche menos esperada. ¡Dios bendecirá al que se mantenga despierto y vestido, pues no lo sorprenderán desnudo! ¡Ni tendrá nada de qué avergonzarse!

Los espíritus malos reunieron a los reyes en un lugar, que en hebreo se llama Harmagedón.  El séptimo ángel vació su copa sobre el aire, y desde el trono que está en el templo salió una fuerte voz que decía: ¡Ya está hecho!

Y hubo relámpagos, voces, truenos y un gran terremoto, más terrible que todos los terremotos que han sacudido a la tierra desde que hay gente en ella. El terremoto partió en tres a la gran ciudad de Babilonia,  y las ciudades de todo el mundo se derrumbaron. Dios no se olvidó de Babilonia, sino que la castigó terriblemente, con todo su enojo. Todas las islas y las montañas desaparecieron, y del cielo cayeron grandes granizos sobre la gente. Los granizos parecían rocas, pues pesaban más de cuarenta kilos. Y la gente insultó y ofendió  a Dios, porque aquellos terribles granizo fueron un castigo muy duro.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe buscar a Dios, reconocer su poder y su santidad y que vive por siempre y Dios protege al hombre obediente contra los malvados pues su vida ha sido transformada y entonces el hombre regenerado no provoca el enojo de Dios.

Lo importante, es que el hombre entienda que si Dios castiga al hombre perverso, el juicio de Dios es correcto y justo.

Por tanto, es prioridad que el hombre se vuelva a Dios, que se aparte del mal y haga lo bueno pues es esencial que el hombre no ofenda a Dios, sino al contrario que sobre todo alabe a Dios que vive en el cielo.

No obstante, el tiempo apremia, nuestro Señor Jesucristo vendrá pronto y por eso es necesario que el hombre esté ¡Despierto! y vestido, purificado con la Palabra de Dios y con un corazón limpio, de nada de qué avergonzarse y entonces el Espíritu de Dios pueda habitar en el hombre que lo acepta en su ser interior.

Así pues, lo conveniente es que el hombre avance espiritualmente y que su fe sea incrementada pues el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo, quien vino al mundo a habitar entre nosotros, murió y resucitó para dar al hombre una nueva vida llena de bendiciones, y esto es la verdad.


Con Alta estima