Luego se vio en el cielo algo muy grande y misterioso:
apareció una mujer envuelta en el sol. Tenía la luna debajo de sus pies, y
llevaba en la cabeza una corona con doce estrellas. La mujer estaba embarazada
y daba gritos de dolor, pues estaba a punto de tener a su hijo. De pronto se
vio en el cielo algo también grande y misterioso: apareció un gran dragón rojo,
que tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. Ese dragón
arrastró con la cola a la tercer parte de las estrellas del cielo, y las arrojó
a la tierra; luego se detuvo frente a la mujer, para comerse a su hijo tan
pronto como naciera.
La mujer tuvo un hijo que gobernaría con gran poder a
todos los países de este mundo. Pero le quitaron a su hijo y lo llevaron ante
Dios y ante su trono. La mujer huyó al desierto, donde Dios había preparado un
lugar para que la cuidaran durante tres años y medio.
Después hubo una batalla en el cielo. Uno de los jefes de
los ángeles, llamado Miguel, acompañado de su ejército, peleó contra el dragón.
El dragón y sus ángeles lucharon, pero no pudieron vencer, y ya no se les
permitió quedarse más tiempo en el cielo. Arrojaron del cielo al gran dragón,
que es la serpiente antigua, es decir, el diablo, llamado Satanás, que se
dedica a engañar a todo el mundo. El y sus ángeles fueron lanzados a la tierra.
Entonces oí una fuerte voz que decía: Nuestro Dios ha
salvado a su pueblo; ha mostrado su poder, y es el único rey. Su Mesías
gobierna sobre todo el mundo. El diablo ha sido arrojado del cielo, pues día y
noche, delante de nuestro Dios, acusaba a los nuestros.
La muerte del Cordero y el mensaje anunciado han sido su
derrota. Los nuestros no tuvieron miedo, sino que se dispusieron a morir.
¡Que se alegren los cielos, y todos los que allí viven!
Pero ¡qué mal les va a ir a los que viven en la tierra, y a los que habitan en
el mar! El diablo está muy enojado; ha bajado para combatirlos. ¡Bien sabe el
diablo que le queda poco tiempo!
Cuando el dragón se dio cuenta de que había sido lanzado
a la tierra, empezó a perseguir a la mujer que había tenido a su hijo. Pero Dios le dio a la mujer dos
grandes alas de águila para que escapara volando, lejos del dragón, hacia el
lugar en el desierto donde la cuidarían durante tres años y medio. El dragón
arrojó mucha agua por la boca, y con el agua formó un río para que arrastrara a
la mujer. Pero la tierra vino en su ayuda; abrió un hueco y, como si fuera su
boca, se tragó toda el agua que el dragón había arrojado. Entonces el dragón se
enojó mucho contra la mujer, y fue a pelear contra el resto de sus
descendientes, es decir, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y
siguen confiando en el mensaje de Jesús. Y el dragón se detuvo a la orilla del
mar.
Aquí puedes darte cuenta que Dios envió a su Hijo Jesús a
vivir en el mundo, a habitar como hombre pero El nunca pecó, ha sido un Cordero
sin mancha y sufrió y murió y resucitó para redimir al hombre y que tenga una
nueva vida y entonces el hombre regenerado lo reconozca como el único rey, pues
El demostrará su poder y gobernará a todos los países del mundo.
Por tanto, el hombre debe estar preparado y atento pues
se viven tiempos difíciles pero el hombre que esté apegado a la Palabra de
Dios, y obedeciendo los mandamientos y sobre todo, confiando en el mensaje del
Señor Jesús, podrá vencer ante las mentiras del maligno.
Así pues, lo esencial es que el hombre regenerado, cambie
su manera de vivir, que su vida sea transformada totalmente y que no vuelva a
ser esclavo del pecado, sino más bien que el hombre aprecie la libertad que ha
recibido por la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo, y entonces el hombre muestre gozo y alegría y
esté alerta esperando la venida del
Señor Jesús.
Con Alta Estima,
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