viernes, 4 de septiembre de 2015

Les doy esta única orden; que sigan creyendo firmemente en mí hasta que yo vuelva.



Escribe al ángel de la iglesia de Efeso: Yo sostengo las siete estrellas en mí mano derecha, y camino entre los siete candelabros de oro. Pon atención a lo que te voy a decir: Estoy enterado de todo lo que haces, y sé que por obedecerme has tenido muchas dificultades. También sé que las has soportado con mucha paciencia, y que rechazas a los malvados. Has puesto a prueba a los que no son apóstoles pero dicen serlo, y has demostrado que son unos mentirosos. Has sido paciente, y por obedecerme has sufrido mucho. Pero aun así no te has cansado de obedecerme.

Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti, y es que ya no me amas tanto como me amabas cuando te hiciste cristiano. Por eso, acuérdate de cómo eras antes, y vuelve a obedecer a Dios. Deja de hacer lo malo y compórtate como al principio. Si no lo haces, yo iré a  castigarte y quitaré tu candelabro de su lugar.

Lo que me gusta de ti es que, lo mismo que yo, odias lo que hacen los nicolaitas. Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el Espíritu de Dios les dice a las iglesias. A los que triunfen sobre las dificultades y no dejen de confiar en mí, les daré a comer el fruto del árbol que da vida. Ese árbol crece en el hermoso jardín de Dios.

Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna: Yo soy el primero y el último. ¡Había muerto, pero he resucitado! Escucha bien lo que te voy a decir: Yo conozco las dificultades por las que ahora pasas, y sé que eres pobre, aunque espiritualmente eres muy rico. También sé lo mal que hablan de ti los que se consideran judíos, pero que en realidad son un grupo que pertenece a Satanás.

No tengas miedo de lo que vas a sufrir. El diablo meterá a algunos de ustedes en la cárcel, para ver si en verdad confían en mí.  Durante algún tiempo, ustedes tendrán muchas dificultades; pero si confían en mí hasta la muerte, yo les daré como premio la vida eterna.

Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el Espíritu de Dios les dice a las iglesias. Los que triunfan sobre las dificultades y sigan confiando en mí, jamás serán separados de Dios.

Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo: Yo tengo la espada delgada y de doble filo. Escucha lo que te voy a decir: Yo sé que tú vives en la ciudad donde Satanás tiene su trono, pero también sé que, a pesar de eso, sigues confiando en mí. En esa ciudad mataron a Antipas, quien siempre me sirvió con fidelidad, ¡y ni siquiera entonces dejaste de confiar en mí!

Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti, y es que no has rechazado a los que siguen el mal ejemplo de Balaam. El le aconsejó a Balac que hiciera pecar a los israelitas, y además los animó a adorar a dioses falsos y a comer de lo que se les había ofrecido.

Tampoco has rechazado a los que siguen las enseñanzas de los nicolaitas. Por eso, vuelve a obedecerme, porque si no lo haces, vendré pronto y, con el poder de mi palabra, te castigaré a ti, a los nicolaitas y a sus seguidores.

Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el Espíritu de Dios les dice a las iglesias. A los que triunfen sobre las dificultades y sigan confiando en mí, les daré a comer del maná escondido y les entregaré una piedra blanca. Sobre esa piedra está escrito un nuevo nombre, que nadie conoce. Solamente lo conocerán los que reciban la piedra.

Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira: ¡Yo soy el Hijo de Dios! Mis ojos parecen llamas de fuego, y mis pies brillan como el bronce bien pulido. Escucha lo que voy a decir: Estoy enterado de todo lo que haces. Sé muy bien que me amas y que no has dejado de confiar en mí; también sé que has servido a los demás, y que ahora los estás ayudando mucho más que el principio.

Pero hay algo que no me gusta de ti, y es que has dejado que Jezabel siga engañando a mis servidores. Esa mujer anda diciendo que yo la envié, y les ha dicho a mis servidores que pueden comer de lo que se ofrece a dioses falsos, y los anima a serme infieles. Yo le he dado tiempo para que vuelva a obedecerme, pero no ha querido hacerlo, ni ha dejado de creer en dioses falsos.

Yo voy a hacer que esa mujer se enferme gravemente, y que se mueran los que obedecen sus enseñanzas y siguen creyendo en dioses falsos. Pero si ellos se arrepienten y vuelven a obedecerme, no les haré ningún daño.

Así, todas las iglesias sabrán que yo conozco los pensamientos y deseos de todos, y que a cada uno le daré el castigo que merecen sus malas acciones. Pero a los que están en Tiatira, los cuales no siguen las enseñanzas de esa mujer, ni han llegado a conocer lo que algunos llaman los secretos profundos de Satanás, les doy esta única orden; que sigan creyendo firmemente en mí hasta que yo vuelva.

A los que triunfen sobre las dificultades y no dejen de confiar en mí, les daré como señal de victoria la estrella de la mañana. Y si me obedecen siempre, les daré poder sobre los países del mundo, así como mi Padre me dio ese poder a mí. Gobernarán a esos países, y los tratarán con dureza; ¡los harán pedazos, como si fueran ollas de barro!

Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el Espíritu de Dios les dice a las iglesias.

Aquí puedes darte cuenta que lo más importante para Dios es que el hombre obedezca sus mandatos y siga confiando en El.

No obstante, lo esencial es que el hombre regenerado se mantenga fiel a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, que se aparte del pecado y  que el hombre con su conducta honre a Dios, que haga el bien y  esté dispuesto a amar siempre a Dios como cuando el hombre lo aceptó por primera vez, con sinceridad y un corazón humilde y arrepentido.

Así pues, el hombre regenerado y obediente tiene el Espíritu de Dios en su ser interior, y le ayuda al hombre a triunfar sobre las dificultades pues Dios conoce sus necesidades, y Dios le dará de comer el maná del cielo, pero Dios  desea que el hombre entienda que es espiritualmente rico al buscar a Dios y empaparse del conocimiento de nuestro Señor Jesucristo y El  le dará al hombre un nombre nuevo y una vida llena de pureza, justicia, nobleza, alegría y llena de victorias.

Ahora bien, el hombre regenerado debe tener fe y por ende la seguridad de  que al obedecer la Palabra de Dios y cambiar su manera de vivir, El Señor Jesús recompensará al hombre con la vida eterna y nunca será separado de Dios.

Así pues, es tiempo que el hombre esté atento, y de prioridad, que se vuelva a Dios, que se aparte de la idolatría, de tantos afanes del mundo pues es esencial que el hombre cambie su manera de vivir, limpie su mente y su corazón, y al ser renovado en su ser interior, el Espíritu de Dios le dará fuerza para permanecer firme en sus convicciones, crea en nuestro Señor Jesucristo y que el hombre alcance la victoria, el fruto del árbol de la vida, que es la bendición de Dios.


Con Alta Estima,

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