Escribe al ángel de la iglesia de Efeso: Yo sostengo las
siete estrellas en mí mano derecha, y camino entre los siete candelabros de
oro. Pon atención a lo que te voy a decir: Estoy enterado de todo lo que haces,
y sé que por obedecerme has tenido muchas dificultades. También sé que las has
soportado con mucha paciencia, y que rechazas a los malvados. Has puesto a
prueba a los que no son apóstoles pero dicen serlo, y has demostrado que son
unos mentirosos. Has sido paciente, y por obedecerme has sufrido mucho. Pero
aun así no te has cansado de obedecerme.
Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti, y es que ya
no me amas tanto como me amabas cuando te hiciste cristiano. Por eso, acuérdate
de cómo eras antes, y vuelve a obedecer a Dios. Deja de hacer lo malo y
compórtate como al principio. Si no lo haces, yo iré a castigarte y quitaré tu candelabro de su
lugar.
Lo que me gusta de ti es que, lo mismo que yo, odias lo
que hacen los nicolaitas. Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que
el Espíritu de Dios les dice a las iglesias. A los que triunfen sobre las
dificultades y no dejen de confiar en mí, les daré a comer el fruto del árbol
que da vida. Ese árbol crece en el hermoso jardín de Dios.
Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna: Yo soy el primero
y el último. ¡Había muerto, pero he resucitado! Escucha bien lo que te voy a
decir: Yo conozco las dificultades por las que ahora pasas, y sé que eres
pobre, aunque espiritualmente eres muy rico. También sé lo mal que hablan de ti
los que se consideran judíos, pero que en realidad son un grupo que pertenece a
Satanás.
No tengas miedo de lo que vas a sufrir. El diablo meterá
a algunos de ustedes en la cárcel, para ver si en verdad confían en mí. Durante algún tiempo, ustedes tendrán muchas
dificultades; pero si confían en mí hasta la muerte, yo les daré como premio la
vida eterna.
Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el
Espíritu de Dios les dice a las iglesias. Los que triunfan sobre las
dificultades y sigan confiando en mí, jamás serán separados de Dios.
Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo: Yo tengo la
espada delgada y de doble filo. Escucha lo que te voy a decir: Yo sé que tú
vives en la ciudad donde Satanás tiene su trono, pero también sé que, a pesar
de eso, sigues confiando en mí. En esa ciudad mataron a Antipas, quien siempre
me sirvió con fidelidad, ¡y ni siquiera entonces dejaste de confiar en mí!
Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti, y es que no
has rechazado a los que siguen el mal ejemplo de Balaam. El le aconsejó a Balac
que hiciera pecar a los israelitas, y además los animó a adorar a dioses falsos
y a comer de lo que se les había ofrecido.
Tampoco has rechazado a los que siguen las enseñanzas de
los nicolaitas. Por eso, vuelve a obedecerme, porque si no lo haces, vendré
pronto y, con el poder de mi palabra, te castigaré a ti, a los nicolaitas y a
sus seguidores.
Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el
Espíritu de Dios les dice a las iglesias. A los que triunfen sobre las
dificultades y sigan confiando en mí, les daré a comer del maná escondido y les
entregaré una piedra blanca. Sobre esa piedra está escrito un nuevo nombre, que
nadie conoce. Solamente lo conocerán los que reciban la piedra.
Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira: ¡Yo soy el Hijo
de Dios! Mis ojos parecen llamas de fuego, y mis pies brillan como el bronce
bien pulido. Escucha lo que voy a decir: Estoy enterado de todo lo que haces.
Sé muy bien que me amas y que no has dejado de confiar en mí; también sé que
has servido a los demás, y que ahora los estás ayudando mucho más que el
principio.
Pero hay algo que no me gusta de ti, y es que has dejado
que Jezabel siga engañando a mis servidores. Esa mujer anda diciendo que yo la
envié, y les ha dicho a mis servidores que pueden comer de lo que se ofrece a
dioses falsos, y los anima a serme infieles. Yo le he dado tiempo para que
vuelva a obedecerme, pero no ha querido hacerlo, ni ha dejado de creer en
dioses falsos.
Yo voy a hacer que esa mujer se enferme gravemente, y que
se mueran los que obedecen sus enseñanzas y siguen creyendo en dioses falsos.
Pero si ellos se arrepienten y vuelven a obedecerme, no les haré ningún daño.
Así, todas las iglesias sabrán que yo conozco los
pensamientos y deseos de todos, y que a cada uno le daré el castigo que merecen
sus malas acciones. Pero a los que están en Tiatira, los cuales no siguen las
enseñanzas de esa mujer, ni han llegado a conocer lo que algunos llaman los
secretos profundos de Satanás, les doy esta única orden; que sigan creyendo firmemente
en mí hasta que yo vuelva.
A los que triunfen sobre las dificultades y no dejen de
confiar en mí, les daré como señal de victoria la estrella de la mañana. Y si
me obedecen siempre, les daré poder sobre los países del mundo, así como mi
Padre me dio ese poder a mí. Gobernarán a esos países, y los tratarán con
dureza; ¡los harán pedazos, como si fueran ollas de barro!
Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el
Espíritu de Dios les dice a las iglesias.
Aquí puedes darte cuenta que lo más importante para Dios
es que el hombre obedezca sus mandatos y siga confiando en El.
No obstante, lo esencial es que el hombre regenerado se
mantenga fiel a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, que se aparte del
pecado y que el hombre con su conducta
honre a Dios, que haga el bien y esté
dispuesto a amar siempre a Dios como cuando el hombre lo aceptó por primera vez,
con sinceridad y un corazón humilde y arrepentido.
Así pues, el hombre regenerado y obediente tiene el
Espíritu de Dios en su ser interior, y le ayuda al hombre a triunfar sobre las
dificultades pues Dios conoce sus necesidades, y Dios le dará de comer el maná
del cielo, pero Dios desea que el hombre
entienda que es espiritualmente rico al buscar a Dios y empaparse del
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo y El
le dará al hombre un nombre nuevo y una vida llena de pureza, justicia,
nobleza, alegría y llena de victorias.
Ahora bien, el hombre regenerado debe tener fe y por ende
la seguridad de que al obedecer la
Palabra de Dios y cambiar su manera de vivir, El Señor Jesús recompensará al
hombre con la vida eterna y nunca será separado de Dios.
Así pues, es tiempo que el hombre esté atento, y de
prioridad, que se vuelva a Dios, que se aparte de la idolatría, de tantos
afanes del mundo pues es esencial que el hombre cambie su manera de vivir, limpie
su mente y su corazón, y al ser renovado en su ser interior, el Espíritu de
Dios le dará fuerza para permanecer firme en sus convicciones, crea en nuestro
Señor Jesucristo y que el hombre alcance la victoria, el fruto del árbol de la
vida, que es la bendición de Dios.
Con Alta Estima,
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