domingo, 20 de septiembre de 2015

El pueblo de Dios debe aprender a soportar los sufrimientos, y a seguir confiando en Dios.



Entonces vi que del mar salía un monstruo con diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una corona, y en cada cabeza tenía escritos nombres que ofendían a Dios. Este monstruo parecía leopardo; pero tenía patas de oso y hocico de león. El dragón le entregó a este monstruo su poder y su reino. Una de las cabezas del monstruo su poder y su reino. Una de las cabezas del monstruo parecía tener una herida mortal. Pero la herida sanó, lo que hizo que todo el mundo se asombrara y creyera en el monstruo. Todos adoraron al dragón, porque le había dado su autoridad del monstruo, y también adoraron al monstruo. Decían: No hay nadie tan fuerte como ese monstruo. Nadie puede luchar contra él.

Al monstruo se le permitió creerse importante y decir que él era Dios. También se le permitió gobernar durante cuarenta y dos meses. Pasado ese tiempo, empezó a insultar a Dios, a su templo y a todos los que están en el cielo. También se le permitió pelear contra el pueblo de Dios y derrotarlo, y además se le dio autoridad sobre la gente de todas las razas y pueblos, idiomas y países. A ese monstruo lo adorarán todos los que no tienen sus nombres escritos en el libro del Cordero, que fue sacrificado. Ese libro fue escrito desde antes de que Dios creara el mundo, y en él están escritos los nombres de todos los que tienen vida eterna.

Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo siguiente: Quien deba ir a la cárcel, a la cárcel, a la cárcel será llevado; y quien deba morir por la espada, a filo de espada morirá.

Esto significa que el pueblo de Dios debe aprender a soportar los sufrimientos, y a seguir confiando en Dios.

Luego vi que de la tierra salía otro monstruo. Tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como un dragón; había recibido autoridad del primer monstruo, y trabajaba para él. Obligaba a los habitantes del mundo a que adoraran al primer monstruo, el cual se había repuesto de su herida mortal. También hacía cosas grandiosas delante de la gente, y dejaba caer fuego del cielo sobre la tierra. Este monstruo engañó a la gente por medio de los milagros que hizo con el poder que el primer monstruo le había dado. Luego los obligó a hacer una estatua del primer monstruo, el cual había sido herido con una espada pero seguía con vida. Dios permitió que segundo monstruo le diera vida a la estatua del primer monstruo, para que pudiera hablar. Todos los que no adoraban la imagen del primer monstruo eran condenados a muerte. También hizo que a todos les pusieran una marca, en la mano derecha o en la frente. No importaba que fueran ricos o pobres, grandes o pequeños, libres o esclavos; todos tenía que llevar la marca. Nadie podía comprar ni vender nada, si no tenía esa marca, o el nombre del monstruo, o el número de su nombre.

Aquí hay que esforzarse mucho para poder comprender, si hay alguien que entienda, trate de encontrar el significado del número del monstruo, porque es el número de un ser humano. Ese número es 666.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe ser obediente a la Palabra de Dios para que se mantenga firme en sus convicciones, seguro en lo que cree: que nuestro Señor Jesucristo vino al mundo y murió y resucitó para redimir al hombre y darle libertad y entonces pertenezca al pueblo de Dios.

No obstante, es necesario que el hombre se aparte del pecado, pues si vuelve a pecar entonces cae bajo el dominio de Satanás quien lo engaña y lo conduce a la muerte espiritual y lo aleja del camino de Dios, pero el hombre regenerado con obediencia y disciplina debe enderezar su camino.

Así pues, es necesario y conveniente que el hombre lea la Palabra de Dios, que medite y reflexione cada día, y entonces la Palabra le da el discernimiento para hacer el bien, su mente y corazón serán renovados cada mañana y el hombre fortalecido  permanecerá en comunión con Dios.

Por tanto, lo esencial es que el hombre siga confiando en Dios, y aprenda a soportar los sufrimientos, más no caiga en la idolatría ni en los afanes del mundo, sino que haya una transformación total en su vida y el hombre cambie su manera de vivir, que se esfuerce por ser mejor cada día, y sea lumbrera dondequiera que se encuentre.


Con Alta Estima,

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