viernes, 25 de septiembre de 2015

Háganle pagar el doble de todo lo malo que hizo.


Después de esto, vi que del cielo bajaba otro ángel. Tenía mucha autoridad, y era tanto su brillo que la tierra se iluminó con su resplandor. Gritaba con fuerte voz:
¡Por fin cayó
La gran Babilonia!
Ahora es casa de demonios,
Escondite de malos espíritus,
Nido de todas las aves
Y cueva de todas las fieras
Que odiamos y no debemos comer.

En todos los países
Siguieron su ejemplo
Y adoraron dioses falsos.
Lo mismo hicieron
Los reyes de la tierra.

Los comerciantes del mundo
Se hicieron ricos,
Pues ella les compró de todo
Para satisfacer sus malos deseos.

Entonces oí otra voz del cielo, que decía:

Ustedes son mi pueblo.
Salgan de Babilonia,
Y no pequen como ella,
Para que no caigan sobre ustedes
Las terribles plagas que le vendrán.

Son tantos sus pecados
Que llegan hasta el cielo.
¡Dios no se ha olvidado
De ninguno de ellos!

Hagan con ella todo lo malo
Que ella hizo con otros;
Háganle pagar el doble
De todo lo malo que hizo.

Háganla pasar dos veces
Por la misma amarga experiencia
Que otros tuvieron por su culpa.

Ella era muy orgullosa,
Y le gustaba vivir con grandes lujos:
¡pues ahora háganla sufrir!,
¡dense el lujo de atormentarla!

Porque ella piensa:
Aquí me tienen,
Sentada en mi trono de reina.
No soy viuda, y nunca sufriré.

Por eso, es un mismo día
Recibirá todos estos castigos:
Hambre, sufrimiento y muerte.
¡Será destruida por el fuego,
Porque el Señor,
El Dios todopoderoso,
Ha decidido castigarla!

Cuando Babilonia anda en llamas, lo lamentarán los reyes del mundo y llorarán por ella. Esos reyes, lo mismo que Babilonia, adoraron a dioses falsos y vivieron a todo lujo. Pero por miedo a ser castigados junto con ella, se mantendrán alejados y dirán:

¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti,
Gran ciudad de Babilonia,
Gran ciudad poderosa!
¡En un abrir y cerrar de ojos,
Dios decidió castigarte!

También lo lamentarán los comerciantes del mundo, y llorarán, pues ya no habrá quien les compre nada- Porque Babilonia les compraba cargamentos de oro, plata, joyas y perlas; cargamentos de ropa hecha de lino fino y de seda, de colores púrpura y rojo; toda clase de maderas finas y olorosas, y objetos de marfil, de bronce, de hierro y de mármol; cargamentos de canela y de especias aromáticas, perfumes y aceites perfumados; cargamentos de vino, aceite, harina fina y trigo; de ganado, ovejas, caballos, carrozas, esclavos y prisioneros de guerra. Y le dirán a Babilonia:

Ya no tienes las riquezas
Que tanto te gustaban;
Has perdido para siempre
Todos tus lujos y joyas.

Esos comerciantes, que se hicieron ricos vendiendo todo esto a Babilonia, se mantendrán alejados por miedo a ser castigados con ella. Y entre lágrimas y lamentos dirán:

¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti,
Gran ciudad poderosa!
Te vestías con ropas de lino fino,
Con ropas de color
Púrpura  y rojo,
Y te adornabas con oro,
Joyas y perlas
¡En un abrir y cerrar de ojos
Se acabó tanta riqueza!

Todos los capitanes de barco, los que viajaban por mar, los marineros y los comerciantes se mantuvieron alejados. Y al ver el humo de la ciudad en llamas, gritaron: ¡Nunca ha existido un ciudad tan poderosa como Babilonia!. Además, se echaron ceniza para mostrar su tristeza, y entre llantos y lamentos gritaban:

¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti, gran ciudad poderosa!
Con tus riquezas se hicieron ricos
Todos los comerciantes del mar.
¡Y en un abrir y cerrar de ojos
Has quedado destruida!

¡Alégrense ustedes los santos,
Que viven en el cielo,
Pues Dios ha destruido
a la gran ciudad!
¡Alégrense ustedes los apóstoles,
Y ustedes los profetas,
Pues Dios ha castigado a
Babilonia
Por todo el mal que les hizo!

Entonces un poderoso ángel tomó una roca, grande como piedra de molino, y la arrojó al mar diciendo:
Babilonia, gran ciudad poderosa,
¡asi serás destruida,
Y nunca más volverán a verte!

¡Nunca más se escuchará
En tus calles
Música de arpas,
Ni de flautas o trompetas!

¡Nunca más habrá en tus calles
Gente de diferentes oficios,
Ni volverá a escucharse en ti
El ruido de la piedra del molino!

¡Nunca más brillará en ti
La luz de una lámpara,
Ni se escuchará la alegría
De una fiesta de bodas!
Porque tus comerciantes eran
Los más poderosos del mundo,
Y tú engañaste con tus brujerías
A todos los países.

Dios castigó a esa gran ciudad, porque ella es la culpable de haber matado a los profetas y a los del pueblo de Dios. En efecto, ella mató a muchos en todo el mundo.

Aquí puedes darte cuenta que el tiempo apremia, y vivimos una época difícil, el hombre debe estar apegado a la Palabra de Dios, obedeciendo sus mandatos para que sea luz en dondequiera que se encuentre y sea ejemplo a otros.

No obstante, lo importante es que el hombre sea consciente de que sólo la sabiduría que viene de Dios puede guiar al hombre en rectitud pues el hombre obediente pertenece al pueblo de Dios.

Por tanto, el hombre regenerado entiende que Dios lo protege pues cumple sus mandatos y tiene la confianza en Dios y Dios es todopoderoso y El hará pagar al hombre que hace lo malo, dos veces la misma amarga experiencia que hizo pasar a otro por su culpa, pues el hombre orgulloso, cree en su superioridad de sí mismo y desprecia a los demás y cree que nunca sufrirá, pero Dios es justo y Dios hará que el hombre soberbio viva atormentado.

Así pues, lo importante es que el hombre esté atento y preparado en el conocimiento de Dios, lleno de riquezas espirituales pues las riquezas materiales en un abrir y cerrar de ojos pueden acabarse, pues lo grandioso sería que el hombre cambie su manera de vivir y que su vida sea transformada para que brille como la luz de una lámpara ante los demás.


Con Alta Estima,  

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