miércoles, 9 de septiembre de 2015

Y con tu sangre rescataste para Dios, a gente de toda raza



En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un libro enrollado. Las hojas del libro estaban escritas por ambos lados, y el libro estaba cerrado con siete sellos. Luego vi a un ángel poderoso que preguntaba con fuerte voz: ¿Quién tiene la autoridad de romper los sellos y de abrir el rollo?

Y no había nadie en todo el universo que pudiera abrir el rollo ni mirar su contenido. Yo me puse a llorar mucho, porque no había quien pudiera hacerlo. Pero uno de los ancianos me dijo: No llores más, que ha salido vencedor el heredero del trono de David, a quien se le llama el León de Judá. Sólo él tiene la autoridad de romper los siete sellos y de abrir el rollo.

Entonces vi un Cordero cerca del trono. En el cuerpo llevaba las marcas de haber sido sacrificado. Estaba de pie, rodeado por los cuatro seres vivientes y por los veinticuatro ancianos. Tenía siete cuernos, y también siete ojos. Estos son los siete espíritus de Dios, que han sido enviados para visitar toda la tierra. El Cordero fue y tomó el libro enrollado que tenía en la mano derecha el que estaba sentado en el trono. Apenas hizo esto, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron delante de él. Cada uno tenía un arpa, y llevaba una copa llena de incienso que representaba las oraciones del pueblo de Dios. Y todos ellos cantaban esta nueva canción:

Sólo tú mereces tomar el libro
Y romper sus sellos.
Porque fuiste sacrificado,
Y con tu sangre
Rescataste para Dios,
A gente de toda raza
Idioma, pueblo y nación.
Los hiciste reyes
Y sacerdotes para nuestro Dios;
Ellos gobernarán la tierra.

Luego oí el murmullo de muchos ángeles. Eran millones y millones de ángeles que rodeaban el trono, a los cuatros seres vivientes y a los veinticuatro ancianos. Y decían con fuerte voz:

El Cordero que fue sacrificado,
Merece recibir el poder y la riqueza,
La sabiduría y la fuerza,
El honor y la alabanza.

Y también oí decir a todos los seres del universo:

¡Que todos alaben
Al que está sentado en el trono,
Y también al Cordero!
Que lo llamen maravilloso,
Y por siempre admiren su poder.

Los cuatro seres vivientes decían: ¡Así sea!, y los veinticuatro ancianos se arrodillaron y adoraron al que está sentado en el trono, y al Cordero.

Aquí puedes darte cuenta que el libro que contenía el mensaje de Dios, sólo podía quitar los sellos Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien es el Cordero,  el único digno y santo quien en su cuerpo llevaba las marcas de haber sufrido en la cruz y quien está sentado en el trono de Dios.

Asimismo, el hombre regenerado debe mostrar gratitud a Dios y a nuestro Señor Jesucristo, quien vino al mundo para rescatar a la gente de todas las razas, lo esencial es  que el hombre crea en El y lo reciba con humildad en su corazón, y cambie su manera de vivir, y por ende, con su conducta honre a Dios.

Sabes, el hombre que ha decidido alabar a Dios, que comprende que el Cordero, el Hijo de Dios recibe poder y riqueza, sabiduría y fuerza, y que el hombre sólo a través de El puede acercarse a Dios, es importante que obedezca su Palabra y entonces puede tener comunión con El pero debe mostrar su amor a Dios, su gratitud en sus oraciones y recibirá respuesta pues el Cordero es maravilloso y poderoso, pues es el Hijo de Dios.


Con Alta Estima,

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