Hijo mío, Dios te ama
mucho porque has creído en Jesucristo. Pídele fuerzas para soportar cualquier
cosa. Tú has oído lo que les he enseñado a muchas personas. Ahora quiero que
enseñes eso mismo a cristianos en los que puedas confiar, y que sean capaces de
enseñar a otros.
Tú, como buen soldado
de Jesucristo, debes estar dispuesto a sufrir por él. Los soldados que tratan
de agradar a sus jefes no se interesan por ninguna otra cosa que no sea el
ejército. De igual manera, el atleta que participa en una carrera no puede
ganar el premio si no obedece las reglas de la competencia. Y el que cultiva la
tierra tiene que trabajarla antes de poder disfrutar de la cosecha. Piensa en
estas cosas, y el Señor Jesucristo te ayudará a entenderlo todo.
¡Acuérdate de
Jesucristo! Según la buena noticia que yo enseño, Jesús era de la familia del
rey David, y aun cuando murió resucitó. Por anunciar esa buena noticia sufro
mucho y estoy en la cárcel; me tienen encadenado, como si fuera yo un criminal.
Pero el mensaje de Dios no está encadenado. Por esa razón soporto toda clase de
sufrimientos, para que los que Dios ha elegido se salven y reciban la vida
eterna que Cristo ofrece junto a Dios.
Esto es verdad: Si
morimos por Cristo también viviremos con él. Si soportamos los sufrimientos,
compartiremos su reinado. Si decimos que no lo conocemos, también él dirá que
no nos conoce. Y aunque no seamos fieles, Cristo permanece fiel; porque él
jamás rompe su promesa.
No dejes que nadie
olvide estas cosas. Pon a Dios como testigo, y advierte a los miembros de la
iglesia que no deben seguir discutiendo. Esas discusiones no ayudan a nadie, y
dañan a quienes la oyen. Haz todo lo posible por ganarte la aprobación de Dios.
Así, Dios te aprobará como un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, y
que enseña correctamente el mensaje verdadero.
No prestes atención a
las discusiones de los que no creen en Dios, pues eso no sirve de nada. Los que
así discuten, van de mal en peor, y su malas enseñanzas se van extendiendo,
como el cáncer. Así también lo han hecho Himeneo y Fileto. Ellos afirman que ya
hemos resucitado, pero eso no es verdad, y lo único que logran es confundir a
los creyentes.
Pero podemos estar
seguros de lo que hemos creído. Porque lo que Dios nos ha enseñado es como la
sólida base de un edificio, en donde está escrito lo siguiente: Dios sabe
quiénes son suyos, y también: Que todos los que adoran a Dios dejen de hacer el
mal.
En la casa de un
hombre rico no todo es de oro o plata, sino que algunos objetos son de madera o
de barro. Unos sirven para ocasiones especiales, y otros para usarlos todos los
días. Algo parecido pasa con nosotros: si dejamos de hacer lo malo y nos
olvidamos de las falsas enseñanzas, seremos como esos objetos útiles y muy
especiales. Toda nuestra vida le será útil a Dios, que es su dueño, y estaremos
preparados para hacer toda clase de bien.
No te dejes llevar
por las tentaciones propias de tu edad. Tú eres joven, así que aléjate de esas
cosas y dedícate a hacer el bien. Busca la justicia, el amor y la paz, y únete
a los que, con toda sinceridad, adoran a Dios y confían en él. No prestes
atención a discusiones que no ayudan en nada. Los que así discuten siempre
terminan peleando. Un servidor de Dios no debe andar en peleas. Al contrario,
debe ser bueno con todos, saber enseñar, y tener mucha paciencia.
Y cuando corrijas a
tus enemigos, hazlo con humildad. Tal vez Dios les de la oportunidad de
arrepentirse y de conocer la verdad. Se darán cuenta entonces de que cayeron en
una trampa del diablo, y lograrán escapar. Por el momento, el diablo los tiene
prisioneros y hace con ellos lo que quiere.
Aquí puedes darte
cuenta que el hombre que ama a Dios, se empapa de sus enseñanzas y se llena de
su conocimiento y las obedece, pues así adquiere la capacidad de enseñar a
otros, pero es importante, que el hombre esté consciente de que al anunciar el
mensaje de Dios tiene que estar dispuesto a sufrir y perder su comodidad.
Por tanto, es
necesario que el hombre sea un verdadero seguidor de Jesús, que se mantenga
firme en sus convicciones y que su fe vaya en aumento, que se esfuerce porque
en su vida permanezcan los principios de Dios, la justicia, el amor y la paz y
no en lo que el mundo ofrece, sino que siga adelante pues cree y espera en lo
que Dios ha prometido a los que le aman.
Asimismo, es
fundamental que el hombre obediente, lea la Palabra de Dios y medite en ella y
así pueda anunciar el mensaje de Dios, que da al hombre libertad y a los que
Dios ha elegido se salven; pero es esencial que el hombre esté preparado y reconozca a Dios, pues si no lo hace también
Dios dirá que no lo conoce, que sea fiel pues Cristo permanece fiel.
Ahora bien, es conveniente
que el hombre busque la aprobación de Dio y es necesario que con su conducta
sea ejemplo a los demás, que no discuta porque dañan a quiénes lo oyen, que
corrija al enemigo con humildad y tal vez Dios le de oportunidad de conocer la
verdad, pues por el momento son cautivos y el enemigo hace con ellos lo que
quiere.--
Con Alta Estima,