sábado, 20 de junio de 2015

No se cansen de hacer el bien


Por último, hermanos, les pedimos que oren por nosotros, para que hagamos llegar a todas partes el mensaje del Señor Jesús, y para que la gente lo reciba con aprecio, así como lo hicieron ustedes. Pídanle también a Dios que nos proteja de la gente malvada, porque no todos quieren confiar en Jesucristo. Pero el Señor Jesucristo les dará una firme confianza y los protegerá del mal, porque él siempre cumple lo que dice.

Gracias al Señor Jesucristo, estamos seguros de que ustedes hacen y seguirán haciendo lo que les hemos ordenado. Deseamos que el Señor Jesús los ayude a amar a los demás, así como Dios ama a todos, y que les dé su fortaleza para resistir en medio del sufrimiento.

Hermanos míos, con la autoridad que nuestro Señor Jesucristo nos da, les ordenamos que se alejen de cualquier miembro de la iglesia que no quiera trabajar ni viva de acuerdo con la enseñanza que les dimos. Ustedes saben cómo deben vivir para seguir nuestro ejemplo: nunca estuvimos entre ustedes sin hacer nada, y nunca recibimos comida sin pagar por ella. Al contrario, trabajábamos de día y de noche para que ninguno de ustedes tuviera que pagar nada por nosotros. En realidad, teníamos derechos a pedirles que nos ayudaran, pero preferimos trabajar para ganarnos el pan, y así darles un ejemplo a seguir. Cuando estábamos con ustedes, les decíamos que quien  no quiera trabajar tampoco tiene derecho a comer. Pero nos hemos enterado de que hay entre ustedes algunos que no quieren trabajar, y que se la pasan metiéndose en asuntos ajenos. A esas personas les llamamos la atención y, con la autoridad que el Señor Jesucristo nos da, les ordenamos que trabajen para ganarse la vida, y que dejen de molestar a los demás.

En cuanto a ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien. Aléjense de cualquier miembro de la iglesia que no obedezca lo que ordenamos en esta carta, para que le dé vergüenza. Pero no lo traten como a un enemigo, sino repréndalo como a un hermano.

Que el Señor que da la paz, les dé paz en todo lugar y en todo tiempo, y los acompañe siempre.
Yo, Pablo, escribo este saludo final con mi propia mano. Así es como firmo todas mis cartas, esta es mi letra. Deseo que nuestro Señor sea bueno y amoroso con todos ustedes.

Aquí puedes darte cuenta que es esencial que el hombre confíe en Dios y El les ayudará a que resistan el tiempo difícil pues Dios  le protegerá de la gente malvada.

Ahora bien, es necesario que el hombre sea obediente al mensaje de Dios, que ame a los demás y que aprendan a vivir de acuerdo a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo para que sean ejemplo a otros, y que sea diligente en todo lo que haga.

Por lo tanto, el hombre no debe cansarse de hacer lo bueno para que viva en paz, y esta paz sólo viene de Dios.


Con Alta Estima,

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