miércoles, 17 de junio de 2015

Debemos mantenernos alerta y vivir correctamente.


Hermanos míos, no hace falta que yo les escriba acerca del momento exacto en que todo esto ocurrirá. Ustedes saben muy bien que el Señor Jesús regresará en el día menos esperado, como un ladrón en la noche. Cuando la gente diga: Todo está tranquilo y no hay por qué tener miedo, entonces todo será destruido de repente. Nadie podrá escapar, pues sucederá en el momento menos esperado, como cuando le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada. ¡No podrán escapar! Pero ustedes hermanos, no viven en la ignorancia, así que el regreso del Señor Jesús no los sorprenderá como un ladrón en la noche. Todos ustedes confían en el Señor Jesús, y eso es como vivir a plena luz del día, y no en la oscuridad.

Por eso, debemos mantenernos alerta y vivir correctamente, y no tan despreocupados como viven algunos. Los que viven pecando y emborrachándose, y sin preocuparse por el regreso del Señor Jesús, realmente viven en la oscuridad. Pero nosotros no vivimos en la oscuridad, sino en la luz. Por eso debemos mantenernos alerta, y confiar en Dios y amar a toda persona. ¡Nuestra confianza y nuestro amor nos pueden proteger del pecado como una armadura! Y si no dudamos  nunca de nuestra salvación, esa seguridad nos protegerá como un casco. Porque Dios no nos ha llamado para castigarnos, sino para que recibamos la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. Porque Jesucristo murió por nosotros para que podamos vivir con él, ya sea que estemos vivos  o muertos cuando él vuelva. Por eso, anímense los unos a los otros, y ayúdense a fortalecer su vida cristiana, como ya lo están haciendo.

Hermanos, les rogamos que respeten a los líderes de la iglesia. Ellos se esfuerzan mucho para enseñarles a vivir su vida cristiana. Por eso, trátenlos con respeto y amor por todo lo que hacen, y vivan en paz, los unos con los otros.

También les recomendamos, hermanos, que reprendan a los que no quieren hacer nada. Animen a lo que son tímidos, apoyen a los que todavía dudan  del Señor Jesús, y tengan paciencia con todos.

No permitan que nadie devuelva un  mal con otro mal. Al contrario, deben esforzarse por hacer el bien entre ustedes mismos y con todos los demás.

Estén siempre contentos. Oren en todo momento. Den gracias a Dios en cualquier circunstancia. Esto es lo que Dios espera de ustedes, como cristianos que son. No alejen de ustedes al Espíritu Santo. Y si él les da la capacidad de profetizar, no la desprecien. Pónganlo todo a prueba, pero quédense nada más con lo bueno,  y rechacen todo lo malo.

Que el Dios de paz los mantenga completamente dedicados a su servicio. Que los conserve sin pecado hasta que vuelva nuestro Señor Jesucristo, para que ni el espíritu ni el alma, ni el cuerpo de ustedes sean hallados culpables delante de Dios. El los eligió para ser parte de su pueblo, y hará todo esto porque siempre cumple lo que promete.

Hermanos, oren también por nosotros. Saluden con un beso santo a todos los hermanos de la iglesia.

Con la autoridad que me da el Señor Jesús, les encargo que lean esta carta a todos los de la iglesia. Pido a nuestro Señor Jesucristo que les siga mostrando su amor.

Aquí puedes darte cuenta que es fundamental que el hombre esté preparado en el conocimiento de Dios, que confíe en el Señor Jesús y El da la luz para que el hombre brille ante los demás.

No obstante, lo esencial es que el hombre se mantenga alerta y viva correctamente, apartado del pecado, esforzándose por ser mejor, cada día, con amor a los demás, y así la confianza y el amor lo protege como una armadura.

Por tanto, es  importante  que el hombre acepte a Nuestro Señor Jesucristo como nuestro Salvador y entonces  el hombre deberá fortalecer su vida cristiana: al orar, llevando una vida tranquila y por ende, vivir en paz los unos con los otros, teniendo paciencia con todos.

Así pues, lo más importante es que el hombre se esfuerce por hacer el bien, que viva con alegría, de gracias a Dios en todo momento y aunque a veces ponga todo a prueba, debe quedarse sólo con lo bueno, de manera que no sea hallado culpable delante de Dios, pues el hombre es parte de su pueblo.


Con Alta Estima,

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