Dios les dio nueva
vida, pues los resucitó juntamente con Cristo. Por eso, dediquen toda su vida a
hacer lo que a Dios le agrada. Piensen en las cosas del cielo, donde Cristo
gobierna a la derecha de Dios. No piensen en las cosas de este mundo. Pues
ustedes ya han muerto para el mundo, y ahora, por medio de Cristo, Dios les ha
dado la vida verdadera. Cuando Cristo venga, también ustedes estarán con él y
compartirán su gloriosa presencia.
Por eso, den muerte a
todo sus malos deseos; no tengan relaciones sexuales prohibidas, no sean
indecentes, dominen sus malos deseos, y no busquen amontonar dinero, pues es lo
mismo que adorar a dioses falsos. Todo esto hace que Dios se enoje con los
desobedientes. Ustedes mismos se comportaban así antes de conocer a Cristo.
Pero ahora tienen que dejar también todo esto: no se enojen, no busquen hacer
el mal a otros, no ofendan a Dios ni insulten a sus semejantes, ni se mientan
unos a otros, porque ustedes ya han dejado la vida de pecado y ahora viven de
manera diferente.
En realidad, ustedes
son personas nuevas, que cada vez se parecen más a Dios, su creador, y cada vez
lo conocen mejor. Por eso, ya no importa si alguien es judío o no lo es, o si
está circuncidado o no lo está. Tampoco tiene importancia si pertenece a un
pueblo muy desarrollado o poco desarrollado, o si es esclavo o libre. Lo que
importa es que Cristo lo es todo, y está en todos.
Dios los ama mucho a
ustedes, y los ha elegido para que formen parte de su pueblo. Por eso, vivan
como se espera de ustedes: amen a los demás, sean buenos, humildes, amables y
pacientes. Sean tolerantes los unos con los otros, y si alguien tiene alguna
queja contra otro, perdónense, así como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y
sobre todo, aménse unos a otros, porque el amor es el mejor lazo de unión.
Ustedes fueron llamados a formar un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Dejen que
la paz de Cristo gobierne sus corazones, y sean agradecidos.
No se olviden nunca
de las maravillosas enseñanzas de Cristo. Y cuando se enseñen unos a otros, o
se corrijan, háganlo de manera inteligente. Canten salmos, himnos y cantos
espirituales, dando gracias a Dios de todo corazón. Y todo lo que hagan o
digan, háganlo como verdaderos seguidores del Señor Jesucristo, y denle gracias
a Dios el Padre por lo que Cristo ha hecho por ustedes.
Ustedes, las esposas,
deben sujetarse a sus esposos, pues es lo que se espera de ustedes como
cristiana. Y ustedes, los esposos, deben amar a sus esposas y no maltratarlas.
Ustedes, los hijos,
deben obedecer a sus padres en todo, pues eso agrada al Señor. Y ustedes, los
padres no deben hacer enojar a sus hijos, para que no se desanimen.
Ustedes, los
esclavos, deben obedecer en todo a sus amos aquí en la tierra. No lo hagan para
quedar bien con ellos, y sólo cuando los estén mirando. Más bien, háganlo con
sinceridad y por respeto al Señor. Todo lo que hagan, háganlo de buena gana,
como si estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo y no a la gente. Porque ya
saben que Dios les dará, en recompensa, parte de la herencia que ha prometido a
su pueblo. Recuerden que sirven a Cristo, que es su verdadero dueño. En cambio,
todo el que haga lo malo será castigado, según lo que haya hecho, porque Dios
no tiene favoritos.
Aquí puedes darte
cuenta que el hombre debe aceptar a nuestro Señor Jesucristo en su ser
interior, pues gracias a su sacrificio y muerte en la cruz le da al hombre una
nueva vida y por ende, el hombre vuelve a tener una relación personal con Dios.
Por lo tanto, el
hombre debe esforzarse y ser obediente, de manera que se comporte diferente,
con una actitud sincera, que no ofenda a Dios sino al contrario que Cristo sea
todo para su vida y que El gobierne su corazón.
No obstante, lo
fundamental es que haya amor entre unos y otros para que estén unidos y formen
parte del pueblo de Dios.
Así pues el hombre
debe vivir apegado a las enseñanzas de Cristo, mostrando gratitud a Dios siendo
obediente, cumpliendo sus roles y todo lo que haga lo haga de buena gana, con respeto como si
sirviera a Cristo.
Con Alta Estima,
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