Luego me dieron una regla de madera para medir, y Dios me
dijo: Ve y mide mi templo y mi altar, y mira cuántos me están adorando allí.
Pero no midas el espacio que hay fuera del templo, porque ese espacio se lo he
dado a los que no creen en mí. Ellos gobernarán sobre Jerusalén durante tres
años y medio, y yo enviaré a dos profetas para que anuncien mi verdadero
mensaje. Los enviaré vestidos con ropa áspera, para que anuncien profecías
durante esos tres años y medio.
Estos dos profetas son los dos árboles de olivo y los dos
candelabros que están delante de Dios, que es el rey de la tierra. Si alguien
trata de hacerles daño, ellos echarán fuego por la boca y quemarán por completo
a sus enemigos, hasta matarlos. Ellos tienen poder para hacer que no llueva durante
los tres años y medio que profetizarán. También tienen poder para hacer que el
agua se vuelva sangre, y para hacer que la gente de este mundo sufra toda clase
de terribles males. Y pueden hacerlo cuantas veces quieran.
Cuando estos dos profetas hayan terminado de anunciar mi
verdadero mensaje, el monstruo que sube desde el Abismo profundo peleará contra
ellos, y los vencerá y los matará. Sus cuerpos quedarán tirados en la calle
principal de la gran ciudad, donde mataron al Señor clavándolo en una cruz. La
gente le ha dado a esa ciudad el nombre simbólico de Sodoma, y también la
llaman Egipto. Durante tres días y medio, gente de distintos pueblos, razas,
idiomas y países verá sus cadáveres, y no dejará que los entierren. Todo el
mundo se alegrará de verlos muertos, y se mandarán regalos a otros para
celebrar su muerte, porque esos dos profetas eran un terrible sufrimiento para
aquella gente.
Pero después de esos tres días y medio Dios volvió a
darles vida, y ellos se pusieron de pie; y todas las personas que los vieron
tuvieron mucho miedo. Entonces los dos profetas oyeron una voz fuerte, que les
decía: ¡Suban aquí!
Ellos subieron al cielo en una nube, a la vista de todos
sus enemigos. En ese mismo instante hubo un gran terremoto, que destruyó la
décima parte de la ciudad, y siete mil personas murieron. Los sobrevivientes
tuvieron mucho miedo y alabaron a Dios, que está en el cielo. Ese fue el
segundo desastre, pero el tercero viene pronto.
El séptimo ángel tocó su trompeta, y en el cielo se
oyeron fuertes voces que decían: Nuestro Dios y su Mesías ya gobiernan sobre
todo el mundo, y reinarán para siempre.
Y los veinticuatro ancianos que están sentados en sus
tronos, delante de Dios, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente y
adoraron a Dios, diciendo: Señor, Dios Todopoderoso, tú vives y siempre has
vivido. Gracias porque has demostrado tu gran poder, y porque has comenzado a
reinar sobre el mundo.
Los pueblos que no creen en ti, están enojados pero ha
llegado el día en que los castigarás con todo tu enojo. Ese día juzgarás a
todos los que han muerto, premiarás a los profetas, tus servidores, premiarás a
todo tu pueblo, y también a los que te respetan; no importa si son poderosos, o
humildes; tú los premiarás.
Entonces se abrieron las puertas del templo de Dios, que
está en el cielo, y dentro del templo podía verse el cofre, y dentro del templo
podía verse el cofre de su pacto. Y hubo relámpagos, un resonar de truenos, un
fuerte temblor de tierra y una gran lluvia de granizo.
Aquí puedes darte cuenta que el Señor Jesús volverá
pronto, por lo que el hombre debe estar preparado en el conocimiento de Dios
pues Dios hará juicio sobre las naciones y juzgará con rigor al inconverso,
al que no crea en él, pero Dios en su infinito amor enviará a dos seres que
pregonen el mensaje de Dios pues desea que el hombre se vuelva a El, que se
arrepienta verdaderamente y que establezca el reino de Dios en su ser interior
y por ende su vida sea llena de justicia y santidad.
Así pues, lo importante es que el hombre muestre gratitud y reconozca a Dios
como el Dios todopoderoso que demuestra su poder y entonces el hombre al oír su
mensaje, con humildad tome la decisión de sujetarse a Dios, que El gobierne sus
emociones y por siempre reine en su vida y Dios premiará al hombre obediente.
Con Alta Estima,
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