miércoles, 29 de abril de 2015

Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo.


Como no era mi intención ponerlos tristes, decidí mejor no ir a visitarlos. Porque, si yo los pongo tristes, ¿quién me alegrará después a mí? Nadie más que ustedes. Yo sabía muy bien que todos ustedes compartirían mi alegría. Pero tampoco era mi intención que ustedes se pusieran triste, cuando más bien deberían alegrarme. Por eso decidí escribirles en vez de ir a visitarlos. Pero cuando les escribí, estaba yo tan triste y preocupado que hasta lloraba. No quería ponerlos tristes; más bien, quería que se dieran cuenta del gran amor que les tengo.

No quiero exagerar en este asunto, pero la persona que causó mi tristeza, hasta cierto punto también causó la tristeza de todos ustedes. Pero ya es suficiente con el castigo que la mayoría de ustedes le impuso. Ahora deben perdonarlo y ayudarlo a sentirse bien, para que no vaya a enfermarse de tanta tristeza y remordimiento. Yo les ruego que, una vez más, le muestren que lo aman.

La carta que les escribí era para saber si realmente están dispuestos a obedecerme en todo. Yo, por mi parte, estoy dispuesto a perdonar a todo el que ustedes perdonen, suponiendo que haya algo que perdonar. Lo hago pensando en ustedes, y poniendo a Cristo como testigo, Así Satanás no se aprovechará de nosotros. ¡Ya conocemos sus malas intenciones!

Cuando fui a la ciudad de Tróade para anunciar la buena noticia de Cristo, tuve la gran oportunidad de trabajar por el Señor en ese lugar. Pero me preocupaba no encontrar allí a nuestro hermano Tito. Por eso me despedí de los miembros de la iglesia en Tróade, y me fui a la región de Macedonia.

Doy gracias a Dios porque nos hace participar del triunfo de Cristo, y porque nos permite anunciar por todas parte su mensaje, para que así todos lo reconozcan. Anunciar la buena noticia es como ir dejando por todas partes el suave aroma de un perfume. Y nosotros somos ese suave aroma que Cristo ofrece a Dios. Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo. Por el contrario, para los que no creen somos como un olor mortal.

¿Quién es capaz de cumplir con la tarea que Dios nos ha dejado? Algunos anuncian el mensaje de Dios sólo para ganarse la vida, pero nosotros no hacemos así. Al contrario, Dios es testigo de que trabajamos con sinceridad y honradez, porque Dios nos envió y porque estamos muy unidos a Cristo.

Aquí puedes darte cuenta que lo fundamental es que el hombre obedezca a Dios y muestre una actitud fraternal a sus semejante así como de perdón si alguien incurre en una falta pero es necesario hacer sentir bien a los demás y así vivir en armonía.

No obstante, es de prioridad que el hombre muestre gratitud a Dios pues El envió a su Hijo Jesús a dar su vida y venció a la muerte y esta victoria ha sido para redimir al hombre, y entonces el hombre regenerado puede anunciar el mensaje de Dios por todas partes para que lo reconozcan.

Así pues, es apremiante que el hombre despierte y cumpla  esta tarea que Dios ha ordenado,  y, sabes este trabajo el hombre lo realizará con ahínco y honestidad, que agrade a Dios pues el Espíritu de Dios se manifestará siempre en  cada persona que acepta este compromiso  y entonces el hombre será como un perfume suave que da vida a los que creen en nuestro Señor Jesucristo.


Con Alta Estima,

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