miércoles, 17 de julio de 2013

El lugar santo...

Sabes, un lugar santo es de respeto, que merece reverencia, entendiendo que debes despojarte de todo lo que te estorba, que te obstaculiza para poder entrar en la presencia de Dios. El ve tu corazón y desea tener una comunión contigo.

Así pues, mientras los israelitas estaban acampados en Guilgal, Josué llevó a cabo la circuncisión a los que nacieron en el desierto porque durante la marcha no se había llevado a cabo esta ceremonia y sucedió en la llanura cercana a Jericó. Así también, celebraron la Pascua al caer la tarde del día catorce del mes de Abib, y al día siguiente comieron por primera vez de lo que producía la tierra de Canaán: granos de trigo horneados y pan sin levadura y ese mismo día el maná dejó de caer. Cuando acampaban todavía cerca de Jericó, Josué vio delante de él, a un hombre con una espada en la mano, y le preguntó si era de los nuestros o de sus enemigos, y el hombre respondió: Yo soy el jefe del ejército de Dios y Josué cayó de rodillas  y con gran reverencia se inclinó hasta el suelo y le dijo que estaba a sus órdenes y que haría cualquier cosa que le pidiera. El jefe del ejército de Dios le dijo entonces a Josué, que se quitara las sandalias, porque estaba pisando un lugar santo.

Cabe mencionarse, que el portón de la ciudad de Jericó se cerró y quedó bajo vigilancia para que no entraran los israelitas, nadie podía entrar ni salir de la ciudad. Entonces Dios le dijo a Josué, voy a poner en tus manos a Jericó, a su rey y a sus mejores soldados. Tú y tus soldados marcharán alrededor de la ciudad una vez al día, durante seis días. Delante del cofre del pacto irán siete sacerdotes, cada uno de ellos con una trompeta, el séptimo día todos marcharán siete veces alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan sus trompetas, después de eso, ellos darán un toque largo. En cuanto lo oigan, todos los hombres gritarán con fuerza, pues Dios nos ha entregado la ciudad, la ciudad y sus habitantes serán destruidos por completo, como una ofrenda para Dios, pero acuérdense de no hacerles daño ni a Rahab ni a su familia y los muros de la ciudad se vendrán abajo; entonces cada uno atacará la ciudad sin dar marcha atrás y, cada soldado la atacó hasta conquistarla. Los únicos que se salvaron fueron Rahab y todos los de su casa, Josué la salvó porque ella escondió a los dos espías que él había enviado a Jericó y hasta el día de hoy hay descendientes de Rahab que viven en Israel. Después de la destrucción de Jericó, Josué les advirtió a los israelitas, que nadie deberá edificar de nuevo la ciudad de Jericó, si alguien intenta reconstruirla, Dios hará que mueran todos los hijos de esa persona. Dios ayudó a Josué en todo lo que hizo y todo el país se enteró de sus victorias. Como puedes ver, Rahab tuvo fe y confió en los planes de Dios y El la protegió y la salvó.

Así en la familia de Zérah, que formaba parte de la tribu de Judá, había un hombre llamado Acam, hijo de Carmí y nieto de Zabdí, no obedeció el mandato que Dios había dado al pueblo de destruir por completo la ciudad de Jericó, pero Acán se quedó con algunas de las cosas que debía haber destruido, por eso Dios, se enojó contra los israelitas. Por lo que es importante, escuchar las órdenes de Dios y obedecerlas para que te vaya bien en todo.

Mientras tanto, Josué envió a algunos hombres a la ciudad de Ai, situada al este de Betel cerca de Bet-avén y les dijo, que fueran averiguar todo lo que pudieran acerca de Ai y de sus alrededores, los hombres cumplieron sus órdenes y al volver le informaron, que la ciudad de Ai no era grande, que no hacía falta enviar todo el ejército para atacarla, que con dos o tres mil hombres sería más que suficiente, pero los de Ai derrotaron a los israelitas obligándoles a abandonar la ciudad y a huir por una colina, hasta unas canteras, los israelitas se acobardaron y tuvieron miedo. Josué y los líderes israelitas se acercaron al cofre de Dios y Josué dijo, Dios nuestro que gobiernas sobre todos, para qué nos hiciste cruzar el Jordán?¡No creo que haya sido para entregarnos a los amorreos, ni para destruirnos! Dios mío, nuestro ejército se ha acobardado y huye, y no sé qué decir. Dios le respondió a Josué, lo que pasa es que los israelitas han pecado, yo les ordené que destruyeran todo lo que había en la ciudad de Jericó, era un trato que habíamos hecho pero se quedaron con algunas de esas cosas, se las robaron, las escondieron entre sus pertenencias y luego mintieron acerca de lo que habían hecho, por eso los israelitas no pueden vencer a sus enemigos, huyen porque ellos mismos merecen ser destruidos, yo no voy a ayudarlos mientras no destruyan las cosas que les prohibí tocar. Y le dijo Dios, ordénale al pueblo que se purifique y se preparen para mañana, por eso reúnanse mañana y agrúpense por tribus, de la tribu que yo señale pasarán al frente todos sus grupos familiares, y del grupo familiar pasarán al frente todas sus familias y de la familia pasarán al frente todos los hombres, uno por uno, y el hombre que yo señale será el que tiene lo que se debía destruir, quémenlo vivo, junto con su familia y todo lo que posee, por no haber cumplido con el trato hecho con Dios. Así lo hizo Josué, hizo que las tribus se acercaran una por una, y fue señalada la tribu de Judá, luego fue señalado el grupo de Zérah, luego la familia de Zabdí, que hizo pasar a cada uno de sus hombres y entonces, fue señalado Acán.

Josué le dijo a Acan, que confesara lo que hizo, y respondió Acán es cierto he pecado contra el Dios de Israel, lo que pasó fue que entre las cosas que tomamos vi una hermosa capa babilónica, dos kilos de plata y una barra de oro que pesaba más de medio kilo, tanto me gustaron esas cosas que las guardé y las enterré debajo de mi carpa y la plata está en el fondo, y mandó Josué a unos hombres por las cosas y las llevaron al valle de Acor y las depositaron en presencia de Dios y los israelitas lo mataron a pedradas, también a su familia y le prendieron fuego a todo y colocaron un montón de piedras que todavía están allí y Dios calmó su enojo.

Entonces, Dios le dijo a Josué, que se animara y no tuviera miedo y se preparara para subir a Ai y que se podía quedar con sus bienes y sus animales,  y Josué pasó la noche en el valle, escogió a un ejército de treinta mil soldados que la mayor parte acampó al norte, y a los que envió de noche,  cinco mil hombres les dijo  se escondieran detrás de la ciudad, al oeste, entre Betel y Ai,  y se prepararan para atacarla, Josué se acercaría por el frente con los demás soldados, cuando la gente de Ai saliera a atacarlos, huirían para que ellos pensaran que estaban huyendo otra vez y los perseguirían, así los alejarían de la ciudad y los que estaban escondidos saldrían de su escondite para atacar la ciudad, cuando la hayan tomado, le prenderán fuego como ordenó Dios. Y, así cuando el rey de Ai vio al ejército de Josué, salió enseguida con sus hombres a perseguirlos, mientras los israelitas hacían que se alejaran más y más de la ciudad y dejaron abierto el portón de la ciudad, los soldados que estaban escondidos salieron corriendo, se apoderaron de la ciudad y le prendieron fuego, cuando los hombres de Ai se dieron vuelta, vieron que el humo subía hasta el cielo, y supieron que los otros soldados israelitas había tomado la ciudad y le habían prendido fuego. Los israelitas que habían quemado la ciudad salieron de allí, rodearon a los de Ai y los mataron a todos, a excepción del rey, quien fue capturado y llevado ante Josué, y mandó que colgarán de un árbol el cuerpo del rey de Ai, y allí lo dejó hasta el anochecer, a esa hora mandó que bajaran el cuerpo, y que lo tiraran a la entrada de la ciudad, después lo cubrieron con un montón de piedras, las cuales todavía están allí.

Asimismo, cuando los gabaonitas que eran de la tribu de los heveos, supieron lo que Josué había hecho en las ciudades de Ai y Jericó, decidieron engañarlo y algunos de ellos fueron a buscar alimentos, y los cargaron sobre sus asnos en bolsas ya gastadas y pusieron vino en viejos recipientes de cuero remendados, se pusieron ropas y sandalias viejas y gastadas, sólo llevaban pan seco y hecho pedazos para hacer creer que venían de lejos, cuando llegaron al campamento en Guilgal, les dijero a Josué y a los israelitas que venían de un país muy lejano, y que querían hacer un trato con ellos, pero los israelitas les preguntaron, que por qué querían hacer un trato, qué cómo podían saber que no vivían cerca, y los gabaonitas respondieron a Josué, que querían ponerse al servicio de ellos y Josué volvió a preguntarle, qué quiénes eran y de dónde venían, entonces, los gabaonitas les contaron esta historia, que iban de un país muy lejano, porque sabían de las maravillas que había hecho Dios  y sus líderes y toda la gente que vive en su país les dijeron, que se llevaran alimentos para un viaje largo, y que se fueran a encontrar con el pueblo de Israel, pónganse al servicio de ellos y pídanles que hagan un trato con nosotros, fíjense en nuestro pan, cuando salimos de nuestra casa todavía estaba caliente, pero ahora está seco y hecho pedazos, cuando llenamos estos recipientes de cuero con vino, eran nuevos; pero ¡mírenlos!, están todos remendados, y nuestras ropas y sandalias están gastadas por tan largo viaje. Los israelitas aceptaron comer de esas provisiones, sin consultar a Dios, fue así como Josué hizo un pacto con los gabaonitas y prometió dejarlos vivir en paz, y también los líderes israelitas respetaron ese acuerdo. A los tres días los israelitas descubrieron que en realidad los gabaonitas eran sus vecinos y no pudieron matarlos porque habían prometido que no les harían daño, pero que Dios los condenaba a ser esclavos y tendrían que trabajar para ellos cortando leña y acarreando agua.

No obstante, Adonisédec, rey de Jerusalén supo todo lo que Josué había conquistado y destruido y esto le dio mucho miedo, porque Gabaón era una ciudad importante, más grande que Ai y sus hombres eran muy valientes, así que Adonisédec envió un mensaje a los reyes de Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón que decía, los gabaonitas han hecho un acuerdo de paz con Josué y los israelitas, vengan y ayúdenme a atacarlos. Estos cinco reyes se juntaron, rodearon la ciudad de Gabaón y la atacaron, los gabaonitas enviaron a decir a Josué que estaba en el campamento de Guilgal, vengan enseguida a ayudarnos, los reyes amorreos que viven en los cerros se han unido y nos están atacando, no nos abandonen, ¡Sálvennos!, entonces Josué salió con todo su ejército, incluyendo sus mejores tropas y antes de salir, Dios le había dicho a Josué, vayan sin miedo, porque yo les daré la victoria, no quedará vivo ninguno de ellos, toda la noche Josué y sus tropas marcharon hacia Gabaón y atacaron por sorpresa a los amorreos y los israelitas mataron a muchos de ellos y persiguieron a los demás por las montañas, cuando bajaban los amorreos por la cuesta de Bet-horón, para escapar de los israelitas, Dios dejó caer sobre ellos grandes piedras de granizo, esto ocurrió por todo el camino hasta Azecá y el granizo mató más hombres que el ejército israelita. El día en que, Dios les dio la victoria sobre los amorreos, Josué oró a Dios y delante de todos los israelitas exclamó: Sol, no te muevas; quédate en Gabaón, y tú luna, espera en el valle de Aialón. Y el sol se detuvo, y la luna no se movió, hasta que los israelitas se vengaron de sus enemigos. Y, así ha quedado registrado en el libro del Justo, el sol se quedó quieto en medio del cielo, y durante casi un día entero no se ocultó, jamás hubo ni habrá un día como este, en que Dios escuchó los ruegos de un hombre, y es que Dios peleaba por los israelitas.

Así pues, los cinco reyes lograron escapar y fueron a esconderse en una cueva, en Maquedá, y Josué ordenó rodar unas piedras grandes hasta la cueva para cerrar la entrada, y que pusieran unos guardias y Josué y el pueblo siguieron a sus enemigos, mataron a muchos amorreos, pero algunos de ellos pudieron escapar y se refugiaron en sus ciudades. Todos los soldados de Josué volvieron sanos y salvos al campamento. Luego, Josué ordenó que se abriera la entrada de la cueva y que llevaran ante él a los cinco reyes e hizo que los colgaran a cada uno de un árbol y mandó que los dejaran ahí hasta el anochecer, cuando el sol se puso mandó que bajaran los cuerpos y los echaran en la cueva donde habían estado escondidos, tapó la entrada con grandes piedras, que todavía están allí.

Por lo que sería bueno, apegarte a la Palabra y desarrollar actitudes positivas para tu crecimiento espiritual, pero es necesario planees y hagas todos los preparativos para cumplir tus anhelos , tus sueños y que te acerques más a Dios para lo que es fundamental practicar la humildad,  sencillez de corazón y que tus pensamientos sean renovados para que el poder del Espíritu Santo llene de gozo tu vida.


Con Alta Estima,

No hay comentarios:

Publicar un comentario