Sabes, un lugar santo es de respeto, que merece reverencia,
entendiendo que debes despojarte de todo lo que te estorba, que te obstaculiza
para poder entrar en la presencia de Dios. El ve tu corazón y desea tener una
comunión contigo.
Así pues, mientras los israelitas estaban acampados en
Guilgal, Josué llevó a cabo la circuncisión a los que nacieron en el desierto
porque durante la marcha no se había llevado a cabo esta ceremonia y sucedió en
la llanura cercana a Jericó. Así también, celebraron la Pascua al caer la tarde
del día catorce del mes de Abib, y al día siguiente comieron por primera vez de
lo que producía la tierra de Canaán: granos de trigo horneados y pan sin levadura
y ese mismo día el maná dejó de caer. Cuando acampaban todavía cerca de Jericó,
Josué vio delante de él, a un hombre con una espada en la mano, y le preguntó
si era de los nuestros o de sus enemigos, y el hombre respondió: Yo soy el jefe
del ejército de Dios y Josué cayó de rodillas
y con gran reverencia se inclinó hasta el suelo y le dijo que estaba a
sus órdenes y que haría cualquier cosa que le pidiera. El jefe del ejército de
Dios le dijo entonces a Josué, que se quitara las sandalias, porque estaba
pisando un lugar santo.
Cabe mencionarse, que el portón
de la ciudad de Jericó se cerró y quedó bajo vigilancia para que no entraran
los israelitas, nadie podía entrar ni salir de la ciudad. Entonces Dios le dijo
a Josué, voy a poner en tus manos a Jericó, a su rey y a sus mejores soldados.
Tú y tus soldados marcharán alrededor de la ciudad una vez al día, durante seis
días. Delante del cofre del pacto irán siete sacerdotes, cada uno de ellos con
una trompeta, el séptimo día todos marcharán siete veces alrededor de la
ciudad, mientras los sacerdotes tocan sus trompetas, después de eso, ellos
darán un toque largo. En cuanto lo oigan, todos los hombres gritarán con fuerza,
pues Dios nos ha entregado la ciudad, la ciudad y sus habitantes serán
destruidos por completo, como una ofrenda para Dios, pero acuérdense de no
hacerles daño ni a Rahab ni a su familia y los muros de la ciudad se vendrán
abajo; entonces cada uno atacará la ciudad sin dar marcha atrás y, cada soldado
la atacó hasta conquistarla. Los únicos que se salvaron fueron Rahab y todos
los de su casa, Josué la salvó porque ella escondió a los dos espías que él
había enviado a Jericó y hasta el día de hoy hay descendientes de Rahab que
viven en Israel. Después de la destrucción de Jericó, Josué les advirtió a los
israelitas, que nadie deberá edificar de nuevo la ciudad de Jericó, si alguien
intenta reconstruirla, Dios hará que mueran todos los hijos de esa persona.
Dios ayudó a Josué en todo lo que hizo y todo el país se enteró de sus victorias.
Como puedes ver, Rahab tuvo fe y confió en los planes de Dios y El la protegió
y la salvó.
Así en la familia de Zérah, que formaba parte de la tribu
de Judá, había un hombre llamado Acam, hijo de Carmí y nieto de Zabdí, no
obedeció el mandato que Dios había dado al pueblo de destruir por completo la
ciudad de Jericó, pero Acán se quedó con algunas de las cosas que debía haber destruido,
por eso Dios, se enojó contra los israelitas. Por lo que es importante, escuchar
las órdenes de Dios y obedecerlas para que te vaya bien en todo.
Mientras tanto, Josué envió a algunos hombres a la ciudad de
Ai, situada al este de Betel cerca de Bet-avén y les dijo, que fueran averiguar
todo lo que pudieran acerca de Ai y de sus alrededores, los hombres cumplieron
sus órdenes y al volver le informaron, que la ciudad de Ai no era grande, que
no hacía falta enviar todo el ejército para atacarla, que con dos o tres mil
hombres sería más que suficiente, pero los de Ai derrotaron a los israelitas
obligándoles a abandonar la ciudad y a huir por una colina, hasta unas
canteras, los israelitas se acobardaron y tuvieron miedo. Josué y los líderes
israelitas se acercaron al cofre de Dios y Josué dijo, Dios nuestro que
gobiernas sobre todos, para qué nos hiciste cruzar el Jordán?¡No creo que haya
sido para entregarnos a los amorreos, ni para destruirnos! Dios mío, nuestro
ejército se ha acobardado y huye, y no sé qué decir. Dios le respondió a Josué,
lo que pasa es que los israelitas han pecado, yo les ordené que destruyeran
todo lo que había en la ciudad de Jericó, era un trato que habíamos hecho pero
se quedaron con algunas de esas cosas, se las robaron, las escondieron entre
sus pertenencias y luego mintieron acerca de lo que habían hecho, por eso los
israelitas no pueden vencer a sus enemigos, huyen porque ellos mismos merecen
ser destruidos, yo no voy a ayudarlos mientras no destruyan las cosas que les
prohibí tocar. Y le dijo Dios, ordénale al pueblo que se purifique y se preparen
para mañana, por eso reúnanse mañana y agrúpense por tribus, de la tribu que yo
señale pasarán al frente todos sus grupos familiares, y del grupo familiar
pasarán al frente todas sus familias y de la familia pasarán al frente todos
los hombres, uno por uno, y el hombre que yo señale será el que tiene lo que se
debía destruir, quémenlo vivo, junto con su familia y todo lo que posee, por no
haber cumplido con el trato hecho con Dios. Así lo hizo Josué, hizo que las
tribus se acercaran una por una, y fue señalada la tribu de Judá, luego fue
señalado el grupo de Zérah, luego la familia de Zabdí, que hizo pasar a cada
uno de sus hombres y entonces, fue señalado Acán.
Josué le dijo a Acan, que confesara lo que hizo, y respondió
Acán es cierto he pecado contra el Dios de Israel, lo que pasó fue que entre
las cosas que tomamos vi una hermosa capa babilónica, dos kilos de plata y una
barra de oro que pesaba más de medio kilo, tanto me gustaron esas cosas que las
guardé y las enterré debajo de mi carpa y la plata está en el fondo, y mandó
Josué a unos hombres por las cosas y las llevaron al valle de Acor y las
depositaron en presencia de Dios y los israelitas lo mataron a pedradas, también
a su familia y le prendieron fuego a todo y colocaron un montón de piedras que
todavía están allí y Dios calmó su enojo.
Entonces, Dios le dijo a Josué, que se animara y no tuviera
miedo y se preparara para subir a Ai y que se podía quedar con sus bienes y sus
animales, y Josué pasó la noche en el
valle, escogió a un ejército de treinta mil soldados que la mayor parte acampó
al norte, y a los que envió de noche, cinco mil hombres les dijo se escondieran detrás de la ciudad, al oeste,
entre Betel y Ai, y se prepararan para
atacarla, Josué se acercaría por el frente con los demás soldados, cuando la
gente de Ai saliera a atacarlos, huirían para que ellos pensaran que estaban
huyendo otra vez y los perseguirían, así los alejarían de la ciudad y los que
estaban escondidos saldrían de su escondite para atacar la ciudad, cuando la
hayan tomado, le prenderán fuego como ordenó Dios. Y, así cuando el rey de Ai
vio al ejército de Josué, salió enseguida con sus hombres a perseguirlos,
mientras los israelitas hacían que se alejaran más y más de la ciudad y dejaron
abierto el portón de la ciudad, los soldados que estaban escondidos salieron
corriendo, se apoderaron de la ciudad y le prendieron fuego, cuando los hombres
de Ai se dieron vuelta, vieron que el humo subía hasta el cielo, y supieron que
los otros soldados israelitas había tomado la ciudad y le habían prendido
fuego. Los israelitas que habían quemado la ciudad salieron de allí, rodearon a
los de Ai y los mataron a todos, a excepción del rey, quien fue capturado y
llevado ante Josué, y mandó que colgarán de un árbol el cuerpo del rey de Ai, y
allí lo dejó hasta el anochecer, a esa hora mandó que bajaran el cuerpo, y que
lo tiraran a la entrada de la ciudad, después lo cubrieron con un montón de
piedras, las cuales todavía están allí.
Asimismo, cuando los gabaonitas que eran de la tribu de los
heveos, supieron lo que Josué había hecho en las ciudades de Ai y Jericó,
decidieron engañarlo y algunos de ellos fueron a buscar alimentos, y los
cargaron sobre sus asnos en bolsas ya gastadas y pusieron vino en viejos
recipientes de cuero remendados, se pusieron ropas y sandalias viejas y
gastadas, sólo llevaban pan seco y hecho pedazos para hacer creer que venían de
lejos, cuando llegaron al campamento en Guilgal, les dijero a Josué y a los
israelitas que venían de un país muy lejano, y que querían hacer un trato con
ellos, pero los israelitas les preguntaron, que por qué querían hacer un trato,
qué cómo podían saber que no vivían cerca, y los gabaonitas respondieron a
Josué, que querían ponerse al servicio de ellos y Josué volvió a preguntarle,
qué quiénes eran y de dónde venían, entonces, los gabaonitas les contaron esta
historia, que iban de un país muy lejano, porque sabían de las maravillas que
había hecho Dios y sus líderes y toda la
gente que vive en su país les dijeron, que se llevaran alimentos para un viaje
largo, y que se fueran a encontrar con el pueblo de Israel, pónganse al
servicio de ellos y pídanles que hagan un trato con nosotros, fíjense en
nuestro pan, cuando salimos de nuestra casa todavía estaba caliente, pero ahora
está seco y hecho pedazos, cuando llenamos estos recipientes de cuero con vino,
eran nuevos; pero ¡mírenlos!, están todos remendados, y nuestras ropas y
sandalias están gastadas por tan largo viaje. Los israelitas aceptaron comer de
esas provisiones, sin consultar a Dios, fue así como Josué hizo un pacto con
los gabaonitas y prometió dejarlos vivir en paz, y también los líderes
israelitas respetaron ese acuerdo. A los tres días los israelitas descubrieron
que en realidad los gabaonitas eran sus vecinos y no pudieron matarlos porque
habían prometido que no les harían daño, pero que Dios los condenaba a ser
esclavos y tendrían que trabajar para ellos cortando leña y acarreando agua.
No obstante, Adonisédec, rey de Jerusalén supo todo lo que
Josué había conquistado y destruido y esto le dio mucho miedo, porque Gabaón
era una ciudad importante, más grande que Ai y sus hombres eran muy valientes,
así que Adonisédec envió un mensaje a los reyes de Hebrón, Jarmut, Laquis y
Eglón que decía, los gabaonitas han hecho un acuerdo de paz con Josué y los
israelitas, vengan y ayúdenme a atacarlos. Estos cinco reyes se juntaron,
rodearon la ciudad de Gabaón y la atacaron, los gabaonitas enviaron a decir a Josué
que estaba en el campamento de Guilgal, vengan enseguida a ayudarnos, los reyes
amorreos que viven en los cerros se han unido y nos están atacando, no nos
abandonen, ¡Sálvennos!, entonces Josué salió con todo su ejército, incluyendo
sus mejores tropas y antes de salir, Dios le había dicho a Josué, vayan sin
miedo, porque yo les daré la victoria, no quedará vivo ninguno de ellos, toda
la noche Josué y sus tropas marcharon hacia Gabaón y atacaron por sorpresa a
los amorreos y los israelitas mataron a muchos de ellos y persiguieron a los
demás por las montañas, cuando bajaban los amorreos por la cuesta de Bet-horón,
para escapar de los israelitas, Dios dejó caer sobre ellos grandes piedras de
granizo, esto ocurrió por todo el camino hasta Azecá y el granizo mató más
hombres que el ejército israelita. El día en que, Dios les dio la victoria
sobre los amorreos, Josué oró a Dios y delante de todos los israelitas exclamó:
Sol, no te muevas; quédate en Gabaón, y tú luna, espera en el valle de Aialón. Y
el sol se detuvo, y la luna no se movió, hasta que los israelitas se vengaron
de sus enemigos. Y, así ha quedado registrado en el libro del Justo, el sol se
quedó quieto en medio del cielo, y durante casi un día entero no se ocultó,
jamás hubo ni habrá un día como este, en que Dios escuchó los ruegos de un
hombre, y es que Dios peleaba por los israelitas.
Así pues, los cinco reyes lograron escapar y fueron a
esconderse en una cueva, en Maquedá, y Josué ordenó rodar unas piedras grandes
hasta la cueva para cerrar la entrada, y que pusieran unos guardias y Josué y el
pueblo siguieron a sus enemigos, mataron a muchos amorreos, pero algunos de
ellos pudieron escapar y se refugiaron en sus ciudades. Todos los soldados de
Josué volvieron sanos y salvos al campamento. Luego, Josué ordenó que se
abriera la entrada de la cueva y que llevaran ante él a los cinco reyes e hizo
que los colgaran a cada uno de un árbol y mandó que los dejaran ahí hasta el
anochecer, cuando el sol se puso mandó que bajaran los cuerpos y los echaran en
la cueva donde habían estado escondidos, tapó la entrada con grandes piedras,
que todavía están allí.
Por lo que sería bueno, apegarte a la Palabra y desarrollar
actitudes positivas para tu crecimiento espiritual, pero es necesario planees y
hagas todos los preparativos para cumplir tus anhelos , tus sueños y que te
acerques más a Dios para lo que es fundamental practicar la humildad, sencillez de corazón y que tus pensamientos sean
renovados para que el poder del Espíritu Santo llene de gozo tu vida.
Con Alta Estima,
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