Lo importante, es que el ser humano apele a la soberanía de
Dios pues El todo lo ve, su poder es infinito, pero es esencial pedir en oración que venga en tu protección
para que no te apartes del camino correcto, pues el pecador desafía a Dios y
practica el mal y no le desagrada que lo
hagan otros, así el salmista ve con pena tanta maldad y ve hacia arriba con
gozo y consuelo de ver las maravillas del Creador y su bondad, que aguanta a cuantos le provocan con sus
maldades, pero que como humano no lo entiendes por tener una mente finita. Por
lo que es fundamental que cada persona desarrolle una fe firme, que sea clara como un cristal para
que la luz de Dios se vea reflejada y te
ilumine a través de su Palabra que es verdad. Sería bueno, encomiendes al Dios Altísimo tu
camino para que sigas avanzando y creciendo espiritualmente.
Dios mío, ataca a
los que me atacan, combate a los que me combaten. Prepárate para la lucha y ven
en mi ayuda. ¡Preséntales batalla a los que me persiguen! ¡Prométeme que me
salvarás! Pon en completa vergüenza a los que quieren matarme, haz que huyan
avergonzados los que buscan mi mal. ¡Que el viento los arrastre como si fueran
paja! ¡Que tu ángel los persiga! ¡Que se tropiecen y resbalen en los caminos
por donde andan! ¡Que tu ángel los persiga! No tenían ningún motivo para
tenderme una trampa. ¡Pues que les venga el desastre antes de que se den
cuenta! ¡Que caigan en la trampa que quisieron tenderme! Yo me quedaré muy
contento con que tú me libres de ellos, y diré con todas mis fuerzas ¡No hay
otro Dios como tú! Tú, Dios nuestro, libras a los pobres e indefensos del poder
de quienes los maltratan.
Unos testigos malvados se levantan para acusarme, ¡pero yo
no sé nada de lo que me preguntan! Lo que más me duele es que yo los traté bien
y ahora ellos me tratan mal. Cuando se enfermaban, yo me afligía por ellos. Tan
grande era mi tristeza qué no comía ni me arreglaba. Más bien, le pedía a Dios
que el enfermo fuera yo. Andaba yo muy triste y con la cabeza inclinada, como
si hubiera muerto mi madre, mi hermano o mi amigo. Pero cuando me vieron caído,
esos testigos lo festejaron. Como si fueran unos extraños a los que yo no
conociera, se pusieron en mi contra y hablaron mal de mí; ¡sus ojos reflejaban
odio! Dios mío, ¿no piensas hacer nada? ¡Esos malvados me quieren destruir!
¡Sálvame la vida, que es lo único que tengo! Así te alabaré y te daré gracias
delante de todo tu pueblo, tu pueblo fuerte y numeroso…
Mi Señor y Dios, ¡tú me conoces mejor que ellos! ¡no te
alejes de mí, ni te niegues a escucharme!¡Despierta y defiéndeme! ¡Levántate y
hazme justicia! Tú eres un Dios justo: defiéndeme como sabes hacerlo. ¡No dejes
que se burlen de mí! No les permitas que digan: ¡Se cumplió nuestro
deseo!¡Hemos acabado con él! Pon en completa vergüenza a todos los que festejan
mi mal, cubre de vergüenza y deshonra a los que me creen poca cosa, pero haz
que griten de alegría los que desean mi bien. Permíteles que siempre digan;
¡Dios es muy grande! ¡Busca el bien de quien le sirve! Yo, por mi parte,
siempre te alabaré y diré que eres un Dios de bondad.
El pecador sólo
piensa en cómo hacer lo malo, no ve ninguna razón para respetar a Dios. Se cree
digno de alabanza, y no reconoce su maldad. Cuando habla, miente y ofende;
jamás piensa en hacer el bien. Aun cuando está acostado, sólo piensa en hacer
lo malo; no deja su mal camino ni se aparta de la maldad. Dios mío, tu amor es
tan grande que llega hasta el cielo; tan grande es tu bondad que llega hasta
las nubes. Tus decisiones son justas, son firmes como las montañas y profundas
como el mar. ¡Hombres y animales están bajo tu cuidado! Dios mío, ¡tu amor es
incomparable! Bajo tu sombra protectora todos hallamos refugio.
Con la abundancia
de tu casa nos dejas satisfechos; en tu río de bendiciones apagas nuestra sed.
Sólo en ti se encuentra la fuente de la vida, y sólo en tu presencia podemos
ver la luz. ¡Bendice con tu amor a todos los que aman! ¡Salva con tu justicia a
los que son sinceros! ¡No dejes que los orgullosos me pongan el pie encima! ¡No
permitas que los malvados hagan conmigo lo que quieran! Fíjense en los
malvados; ¡han rodado por los suelos, y no volverán a levantarse!
No te enojes por
causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues son como la
hierba que al cortarla pronto se seca. Tú debes confiar en Dios. Dedícate a
hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios. Entrégale a
Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos, confía
plenamente en él, y el actuará en tu favor; así todos verán con claridad que tú
eres justo y recto.
Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe;
no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados.
No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes
hacer. Los malvados serán destruidos, pero los que esperan en Dios recibirán la
tierra prometida. Dentro de poco no habrá malvados; podrás buscar y rebuscar,
pero no encontrarás uno solo. En cambio, la gente humilde recibirá la tierra
prometida y disfrutará de mucha paz. Los malvados, en su enojo, miran con rabia
a los buenos y buscan hacerles mal, pero Dios se burla de ellos, pues sabe que
pronto serán destruidos… Más vale un pobre honrado que muchos ricos malvados.
Dios pondrá fin al poder de los malvados, pero apoyará a los que son honrados.
Dios conoce la conducta a los que viven honradamente, la tierra prometida será
de ellos para siempre. Cuando lleguen los días malos no pasarán vergüenzas;
cuando otros no tengan comida, a ellos les sobrará.
Los malvados serán destruidos; ¡se desvanecerán como humo!
Los enemigos de Dios se marchitarán como si fueran flores silvestres. Los
malvados piden prestado y nunca pagan sus deudas, pero los justos prestan y dan
con generosidad. Los que Dios ha bendecido vivirán en la tierra prometida, pero
los que él ha maldecido serán eliminados. Cuando a Dios le agrada la conducta
de un hombre, le ayuda a mantenerse firme. Tal vez tenga tropiezos, pero no
llegará a fracasar porque Dios le dará su apoyo. Ni antes cuando era joven, ni
ahora que ya soy viejo, he visto jamás gente honrada viviendo en la miseria, ni
tampoco que sus hijos anden pidiendo pan. Cuando la gente honrada regala algo,
siempre lo hace con generosidad; sus hijos son una bendición.
Así que aléjate de la maldad y haz siempre lo bueno, así te
quedarás para siempre en la tierra prometida. Dios ama la justicia y jamás
abandonará a su pueblo. ¡Siempre lo protegerá! Los suyos vivirán para siempre
en la tierra prometida, pero los malvados y sus hijos serán destruidos por
completo. Cuando los buenos hablan, lo hacen siempre con sabiduría, y siempre
dicen lo que es justo. Siempre tienen presentes las enseñanzas de su Dios; por
eso jamás tienen tropiezos. Los malvados espían a los buenos para matarlos
cuando menos lo esperan, pero Dios no permite que caigan en sus manos; y si los
llevan a juicio, no permite que los condenen. Pero tú, confía en Dios y cumple
su voluntad. El te pondrá muy en alto y te dará la tierra prometida. ¡Ya verás
con tus propios ojos cuando los malvados sean destruidos! A mí me ha tocado ver
a gente malvada y grosera, que se extiende por todos lados como si fuera un
árbol frondoso. Pero esa gente pronto pasa; en un instante deja de existir;
cuando la buscas, ya no la encuentras. Fíjate bien en la gente honrada, observa
a los que hacen lo bueno; para esta gente de paz hay un futuro brillante, pero
los pecadores serán todos destruidos; ¡el único futuro de los malvados es su
total destrucción! Dios salva a los buenos. Cuando llegan los días malos, Dios
es su único refugio. Dios les brinda su ayuda y los salva de los malvados; les
da victoria porque en él confían.
Que tu conducta sea agradable a Dios pues El te ayudará a
mantenerte firme. Cree en las promesas de Dios y El te concederá los deseos de
tu corazón que sean para tu bien.
Con Alta Estima
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