sábado, 14 de septiembre de 2013

Vivir honradamente...

Lo importante, es que el ser humano apele a la soberanía de Dios pues El todo lo ve, su poder es infinito, pero es esencial  pedir en oración que venga en tu protección para que no te apartes del camino correcto, pues el pecador desafía a Dios y practica el mal y no le desagrada  que lo hagan otros, así el salmista ve con pena tanta maldad y ve hacia arriba con gozo y consuelo de ver las maravillas del Creador y su bondad,  que aguanta a cuantos le provocan con sus maldades, pero que como humano no lo entiendes por tener una mente finita. Por lo que es fundamental que cada persona desarrolle una  fe firme, que sea clara como un cristal para que la luz de Dios se vea reflejada  y te ilumine a través de su Palabra que es  verdad. Sería bueno, encomiendes al Dios Altísimo tu camino para que sigas avanzando y creciendo espiritualmente.

Dios mío, ataca a los que me atacan, combate a los que me combaten. Prepárate para la lucha y ven en mi ayuda. ¡Preséntales batalla a los que me persiguen! ¡Prométeme que me salvarás! Pon en completa vergüenza a los que quieren matarme, haz que huyan avergonzados los que buscan mi mal. ¡Que el viento los arrastre como si fueran paja! ¡Que tu ángel los persiga! ¡Que se tropiecen y resbalen en los caminos por donde andan! ¡Que tu ángel los persiga! No tenían ningún motivo para tenderme una trampa. ¡Pues que les venga el desastre antes de que se den cuenta! ¡Que caigan en la trampa que quisieron tenderme! Yo me quedaré muy contento con que tú me libres de ellos, y diré con todas mis fuerzas ¡No hay otro Dios como tú! Tú, Dios nuestro, libras a los pobres e indefensos del poder de quienes los maltratan.

Unos testigos malvados se levantan para acusarme, ¡pero yo no sé nada de lo que me preguntan! Lo que más me duele es que yo los traté bien y ahora ellos me tratan mal. Cuando se enfermaban, yo me afligía por ellos. Tan grande era mi tristeza qué no comía ni me arreglaba. Más bien, le pedía a Dios que el enfermo fuera yo. Andaba yo muy triste y con la cabeza inclinada, como si hubiera muerto mi madre, mi hermano o mi amigo. Pero cuando me vieron caído, esos testigos lo festejaron. Como si fueran unos extraños a los que yo no conociera, se pusieron en mi contra y hablaron mal de mí; ¡sus ojos reflejaban odio! Dios mío, ¿no piensas hacer nada? ¡Esos malvados me quieren destruir! ¡Sálvame la vida, que es lo único que tengo! Así te alabaré y te daré gracias delante de todo tu pueblo, tu pueblo fuerte y numeroso…

Mi Señor y Dios, ¡tú me conoces mejor que ellos! ¡no te alejes de mí, ni te niegues a escucharme!¡Despierta y defiéndeme! ¡Levántate y hazme justicia! Tú eres un Dios justo: defiéndeme como sabes hacerlo. ¡No dejes que se burlen de mí! No les permitas que digan: ¡Se cumplió nuestro deseo!¡Hemos acabado con él! Pon en completa vergüenza a todos los que festejan mi mal, cubre de vergüenza y deshonra a los que me creen poca cosa, pero haz que griten de alegría los que desean mi bien. Permíteles que siempre digan; ¡Dios es muy grande! ¡Busca el bien de quien le sirve! Yo, por mi parte, siempre te alabaré y diré que eres un Dios de bondad.

El pecador sólo piensa en cómo hacer lo malo, no ve ninguna razón para respetar a Dios. Se cree digno de alabanza, y no reconoce su maldad. Cuando habla, miente y ofende; jamás piensa en hacer el bien. Aun cuando está acostado, sólo piensa en hacer lo malo; no deja su mal camino ni se aparta de la maldad. Dios mío, tu amor es tan grande que llega hasta el cielo; tan grande es tu bondad que llega hasta las nubes. Tus decisiones son justas, son firmes como las montañas y profundas como el mar. ¡Hombres y animales están bajo tu cuidado! Dios mío, ¡tu amor es incomparable! Bajo tu sombra protectora todos hallamos refugio. 

Con la abundancia de tu casa nos dejas satisfechos; en tu río de bendiciones apagas nuestra sed. Sólo en ti se encuentra la fuente de la vida, y sólo en tu presencia podemos ver la luz. ¡Bendice con tu amor a todos los que aman! ¡Salva con tu justicia a los que son sinceros! ¡No dejes que los orgullosos me pongan el pie encima! ¡No permitas que los malvados hagan conmigo lo que quieran! Fíjense en los malvados; ¡han rodado por los suelos, y no volverán a levantarse!

No te enojes por causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues son como la hierba que al cortarla pronto se seca. Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios. Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y el actuará en tu favor; así todos verán con claridad que tú eres justo y recto.

Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados. No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes hacer. Los malvados serán destruidos, pero los que esperan en Dios recibirán la tierra prometida. Dentro de poco no habrá malvados; podrás buscar y rebuscar, pero no encontrarás uno solo. En cambio, la gente humilde recibirá la tierra prometida y disfrutará de mucha paz. Los malvados, en su enojo, miran con rabia a los buenos y buscan hacerles mal, pero Dios se burla de ellos, pues sabe que pronto serán destruidos… Más vale un pobre honrado que muchos ricos malvados. Dios pondrá fin al poder de los malvados, pero apoyará a los que son honrados. Dios conoce la conducta a los que viven honradamente, la tierra prometida será de ellos para siempre. Cuando lleguen los días malos no pasarán vergüenzas; cuando otros no tengan comida, a ellos les sobrará.

Los malvados serán destruidos; ¡se desvanecerán como humo! Los enemigos de Dios se marchitarán como si fueran flores silvestres. Los malvados piden prestado y nunca pagan sus deudas, pero los justos prestan y dan con generosidad. Los que Dios ha bendecido vivirán en la tierra prometida, pero los que él ha maldecido serán eliminados. Cuando a Dios le agrada la conducta de un hombre, le ayuda a mantenerse firme. Tal vez tenga tropiezos, pero no llegará a fracasar porque Dios le dará su apoyo. Ni antes cuando era joven, ni ahora que ya soy viejo, he visto jamás gente honrada viviendo en la miseria, ni tampoco que sus hijos anden pidiendo pan. Cuando la gente honrada regala algo, siempre lo hace con generosidad; sus hijos son una bendición.

Así que aléjate de la maldad y haz siempre lo bueno, así te quedarás para siempre en la tierra prometida. Dios ama la justicia y jamás abandonará a su pueblo. ¡Siempre lo protegerá! Los suyos vivirán para siempre en la tierra prometida, pero los malvados y sus hijos serán destruidos por completo. Cuando los buenos hablan, lo hacen siempre con sabiduría, y siempre dicen lo que es justo. Siempre tienen presentes las enseñanzas de su Dios; por eso jamás tienen tropiezos. Los malvados espían a los buenos para matarlos cuando menos lo esperan, pero Dios no permite que caigan en sus manos; y si los llevan a juicio, no permite que los condenen. Pero tú, confía en Dios y cumple su voluntad. El te pondrá muy en alto y te dará la tierra prometida. ¡Ya verás con tus propios ojos cuando los malvados sean destruidos! A mí me ha tocado ver a gente malvada y grosera, que se extiende por todos lados como si fuera un árbol frondoso. Pero esa gente pronto pasa; en un instante deja de existir; cuando la buscas, ya no la encuentras. Fíjate bien en la gente honrada, observa a los que hacen lo bueno; para esta gente de paz hay un futuro brillante, pero los pecadores serán todos destruidos; ¡el único futuro de los malvados es su total destrucción! Dios salva a los buenos. Cuando llegan los días malos, Dios es su único refugio. Dios les brinda su ayuda y los salva de los malvados; les da victoria porque en él confían.

Que tu conducta sea agradable a Dios pues El te ayudará a mantenerte firme. Cree en las promesas de Dios y El te concederá los deseos de tu corazón que sean para tu bien.


Con Alta Estima

No hay comentarios:

Publicar un comentario