miércoles, 18 de septiembre de 2013

La vestidura...

Sabes, la obra de Dios es perfecta, todo es armónico. Dios ama a su pueblo y no se aparta del hombre si este no lo hace, pero el hombre que respeta su Pacto obedece su Palabra y la cumple, así como el Salmista hace ver que todas las adversidades que han pasado y no se han desviado del camino. Es necesario que el ser humano ponga su mirada en Dios, confiar en El con una fe firme,  pues Dios no duerme, El está presto al clamor de sus hijos, a escucharlos en todo momento y  rescatar al pecador por su gran misericordia.

Dios mío, nuestros padres nos han contado las grandes maravillas que tú hiciste en el pasado. Tú mismo echaste de su tierra a los otros pueblos; los destruiste por completo, y en lugar de ellos pusiste a nuestro propio pueblo, y lo hiciste prosperar. No fue con la espada como ellos conquistaron esta tierra; no fue la fuerza de su brazo lo que les dio la victoria. ¡Fue tu mano poderosa! ¡Fue la luz de tu presencia, porque tú los amabas! Tú eres mi Dios y mi rey; ¡tú nos diste la victoria! Por tu gran poder vencimos a nuestros enemigos; ¡destruimos a nuestros agresores! Yo no pondría mi confianza en mi arco y en mis flechas, ni pensaría que mi espada podría darme la victoria; ¡fuiste tú quien nos hizo vencer a nuestros enemigos!, ¡fuiste tú quien puso en vergüenza a nuestros adversarios! Dios nuestro, ¡siempre te alabaremos!, ¡siempre te daremos gracias! Pero ahora nos has rechazado, nos has hecho pasar vergüenza. Ya no marchas con nuestros ejércitos. Nos has hecho huir; ¡el enemigo nos ha quitado todo lo que teníamos!

Has dejado que nos devoren como si fuéramos ovejas; has dejado que nos dispersemos entre las otras naciones. Nos vendiste muy barato, ¿y qué ganaste con eso? Nos pusiste en ridículo delante de nuestros vecinos;  las naciones y los pueblos se burlan de nosotros; ¡somos el hazmerreír de todo  el mundo! Me muero de vergüenza, pues a todas horas me ofenden; ¡mis enemigos me gritan y buscan vengarse de mí! ¡Todo esto lo hemos sufrido a pesar de no haberte olvidado; ¡jamás hemos faltado a tu pacto; jamás te hemos sido infieles, ni te hemos desobedecido. Y a pesar de todo eso, nos has echado en lugares de miseria; nos has dejado en profunda oscuridad! Si te hubiéramos olvidado, o hubiéramos adorado a dioses de otros pueblos, tú te habrías dado cuenta, pues sabes lo que pensamos…¡Despierta ya, Dios mío! ¿por qué sigues durmiendo? ¡Entra ya en acción!¡No nos sigas rechazando!...¡Ven ya en nuestra ayuda! ¡Sálvanos por tu gran amor!

Me nace del corazón decir palabras bonitas. ¡Cómo quisiera tener la inspiración de un poeta, y escribirle versos a Su Majestad! El rey es el hombre más hermoso y sabe hablar con elegancia. Bien puede verse que Dios siempre lo bendice. ¡Su Majestad es valiente y cabalga con gran elegancia, llevando la espada en la cintura! Sale a luchar por la verdad, sale a luchar por la justicia. Con el poder de su brazo realiza grande hazañas y sale victorioso. Traspasa con sus flechas el corazón de sus enemigos; ¡al paso de Su Majestad se rinden las naciones! Su Majestad, su reinado, como el de Dios, durará para siempre y usará su poder a favor de la justicia. Su Majestad se complace en lo bueno, y rechaza la injusticia. Dios lo hizo su rey favorito, ¡el rey más feliz de la tierra! De sus vestidos brota el aroma de finísimos perfumes. Desde los palacios de marfil se oye música de arpas que lo llenan de alegría.

Las más bellas princesas son las damas de su corte; sentada a su mano derecha está la futura reina, vestida con telas finas de oro. Escúchame, princesa; préstame atención: Ya no pienses en tu pueblo, ya no llores por tus padres. Su Majestad te desea; tu hermosura lo cautiva. Harás todo lo que te pida, pues pronto será tu esposo. Los príncipes de Tiro te llenarán de regalos; la gente más importante buscará quedar bien contigo. La princesa está en su alcoba; sus finos vestidos de oro, resaltan con hermosura. Vestida de finos bordados y acompañada  de sus damas, se presenta ante el rey entre gritos de alegría. Su Majestad, sus hijos serán príncipes, y al igual que sus abuelos, dominarán toda la tierra. Yo, con mis versos, haré que su Majestad sea recordado siempre en todas las naciones.

Por lo que puedes darte cuenta que es necesario Alabar y dar gloria a Dios. y ¿qué crees? el amor a Dios debe ocupar el primer lugar en la vida de cada persona, él debe morar en su ser interior, pero es esencial que la vestidura del ser humano sea como oro, que sus palabras y sus hechos hablen bien  ante los demás.


Con Alta Estima,

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