Sabes, el Salmista acude a Dios buscando la infinita
misericordia de Dios, pues el ser humano desde su nacimiento estaba inclinado
al pecado, con una naturaleza contaminada pero lo esencial es que el hombre
reconozca la verdad, que en su interior Dios te hace comprender la sabiduría
necesaria para discernir y evitar las tentaciones, de manera que su corazón se
vuelva recto ante Dios, para lo que debes pedirle a Dios que te purifique con
hisopo y al ser purificado tenga una comunión con Dios pues ha sido arrancada
la raíz del pecado, de la tristeza ya que el mismo Espíritu de Dios que golpea
y hiere también cierra y sana las heridas. Asimismo, el rey David pudo ayudar a
otros en el camino de Dios, enseñar al hombre a arrepentirse y darle a Dios un
espíritu quebrantado que Dios acepta.
Dios mío, tú eres
todo bondad, ten compasión de mí; tú eres muy compasivo, no tomes en cuenta mis
pecados. ¡Quítame toda mi maldad! ¡Quítame todo mi pecado! Sé muy bien que soy
pecador, y sé muy bien que he pecado. A ti, y sólo a ti te he ofendido; he
hecho lo malo, en tu propia cara. Tienes toda la razón al declararme culpable;
no puedo alegar que soy inocente. Tengo que admitir que soy malo de nacimiento
y que desde antes de nacer ya era un pecador. Tú quieres que yo sea sincero;
por eso me diste sabiduría. Quítame la mancha del pecado, y quedaré limpio.
Lava todo mi ser, y quedaré más blanco que la nieve. Ya me hiciste sufrir
mucho; ¡devuélveme la felicidad! No te fijes en mi maldad ni tomes en cuenta
mis pecados.
Dios mío, no me dejes tener malos pensamientos; cambia todo
mi ser. No me apartes de ti; ¡no me quites de tu santo espíritu! Dame tu ayuda
y tu apoyo; enséñame a ser obediente, y así volveré a ser feliz. A los
pecadores les diré que deben obedecerte y cambiar su manera de vivir. Señor y
Dios mío, Dios de mi Salvación, líbrame de la muerte, y entre gritos de alegría
te daré gracias por declararme inocente. Abre mis labios y te cantaré
alabanzas. Yo con gusto te ofrecería animales para ser sacrificados, pero eso
no es lo que quieres; eso no te complace. Para ti, la mejor ofrenda es la
humildad. Tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se humilla y se
arrepiente. Trata con bondad a Jerusalén; vuelve a levantar sus murallas.
Entonces recibirás con gusto las ofrendas que mereces, y en tu altar se
presentarán toros en tu honor.
Y tú, campeón de
la maldad, ¿por qué andas siempre presumiendo de tu maldad? Tienes la lengua
como navaja; no piensas más que en destruir y en hacerles daño a los demás. En
vez de hacer lo bueno, prefieres hacer lo malo, en vez de decir sólo la verdad,
prefieres decir mentiras. Tienes una lengua mentirosa, y te gusta herir con las
palabras. ¡Pero Dios te hará pedazos! De una vez por todas te agarrará por el
cuello y te echará de tu casa; ¡te arrancará por completo y te echará de este
mundo! Cuando el pueblo de Dios vea esto quedará muy impresionado, y entre
burlas te dirá; ¡Así acabarás, capeón de la violencia, pues no buscas refugio
en Dios! ¡Y así acabarán los ricos, que sólo confían en las riquezas. Por lo
que a mi toca, siempre pongo mi confianza en el gran amor de Dios; yo, en su
presencia, cobro vida como árbol cargado de frutos. Dios mío, yo siempre te
daré gracias por todo lo que has hecho; en ti pondré mi confianza porque tú
eres bueno. ¡Ponlo por testigo al pueblo que te ama!
Los necios piensan:
Dios no existe. Pero son gente corrompida, todo lo que hacen es detestable
¡ninguno de ellos hace lo bueno! Dios, desde el cielo, mira a hombres y
mujeres; busca a alguien inteligente que lo reconozca como Dios. Pero no hay
uno solo que no se haya corrompido; no hay uno solo que haga el bien. Ustedes,
gente malvada, que allí están llenos de miedo, que jamás buscan a Dios, y que
se hartan de comida a costillas de mi pueblo, deberían saber esto: Dios
dispersará por todas partes los huesos de sus enemigos; ¡Dios los pondrá en
vergüenza porque lo has rechazado! En cambio, el pueblo de Dios no tendrá por
qué temer. ¡Como quisiera yo que Dios nos enviara desde Jerusalén a alguien que
salve a nuestro pueblo! ¡Cuando Dios nos haga prosperar, todos en Israel
estaremos felices.
Dios mío, ven a
salvarme, ven a defenderme; haz uso de tu poder, ¡muestra quien eres! Dios mío,
atiende mis palabras. Gente extraña y violenta
me ataca y me quiere matar. ¡Esa gente no quiere nada contigo! Tú, mi
Dios y Señor, me das tu ayuda y tu apoyo; harás caer sobre mis enemigos el mal
que quieren hacerme.
Destrúyelos, Dios
mío, pues tú eres fiel! Yo, con mucho gusto te presentaré una ofrenda y alabaré
tu bondad, pues me dejaste ver la derrota de mis enemigos, y me libraste de
todos mis problemas.
Por lo que es importante esperar en Dios y mostrar una
humilde dependencia de Dios y, recuerda que el hombre hace lo malo porque no
tiene temor de Dios, pero El te libra de toda angustia.
Con Alta Estima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario