Dios dijo: Vayan por las calles de Jerusalén; miren bien por
las plazas, y busquen a una sola persona buena, que haga justicia y diga la
verdad. Si la encuentran, entonces yo perdonaré a la ciudad. Porque ellos juran
en mi nombre, pero nunca cumplen sus promesas.
Yo contesté: Dios de Israel, yo sé que tú buscas gente
honesta. Pero este pueblo es muy terco y más duro que una roca; no ha querido
arrepentirse. Por eso lo ha castigado, pero parece que no le dolió; y aunque lo
has aplastado, no ha querido hacerte caso. Yo creía que sólo la gente común se
comportaba tontamente, y no entendía tus órdenes ni lo que tú quieres que
hagan. Entonces decidí hablar con sus jefes, pues creí que ellos sí
entenderían. Pero también ellos te desobedecieron y no quisieron hacerte caso.
Esta gente ha pecado muchas veces, y muchas otras te ha
traicionado. Sus enemigos están ahora escondidos cerca de las ciudades de Judá
y están a punto de atacar. Vendrán como leones feroces, como leopardos o lobos
del desierto, ¡los atacarán y los harán pedazos! Todo el que salga de la ciudad
será despedazado.
Israelitas, ¿qué les hace pensar que les voy a perdonar?
¡Sus hijos me abandonaron, y han jurado por dioses falsos! Yo les di todo lo
que necesitaban, pero ellos me fueron infieles; ¡no hubo uno solo de ellos que
no corriera tras dioses falsos! Yo les di todo lo que necesitaban, pero ellos
me fueron infieles; ¡no hubo uno solo de ellos que no corriera tras dioses
falsos! Parecen caballos en celo: ¡relinchan de ganas por la mujer ajena! Este
pueblo merece mi castigo y debo vengarme de ellos. Les juro que lo haré.
La gente de Israel y de Judá me traicionó, y ya no es mi
pueblo. ¡Que los invada el enemigo! ¡Que les cause grandes daños! Pero no
permitiré que los destruya del todo. Juro que así será.
Se han atrevido a negarme; ¡hasta afirman que yo no existo!
Dicen que nada malo les pasará, que vivirán en paz y no pasarán hambre. Pero yo
soy el Dios todopoderoso, y mis palabras, en tus labios, serán como un fuego
que los hará arder como leña.
Tú, Jerusalén, les dirás de mi parte: Sus profetas no valen
nada, pues no hablan de parte de Dios. Y, ahora , por lo que han dicho sufrirán
la guerra y el hambre que jamás pensaron sufrir. Israelitas, yo les aseguro que
voy a lanzar contra ustedes una nación que viene de lejos. Es una nación muy
poderosa y antigua. Ustedes no hablan su idioma, así que no entenderán lo que
digan.
Tiene guerreros valientes y cuando disparan sus flechas, es
seguro que alguien muere. Destruirán las ciudades amuralladas, en las que
ustedes se sienten seguros. Se comerán sus cosechas y su comida, matarán a sus
hijos y a sus hijas, acabarán con sus ovejas y sus vacas, y destruirán sus
viñas y sus higueras.
Sin embargo, no destruiré por completo a Judá. Y cuando los
que sobrevivan te pregunten: ¿Por qué nos hizo todo esto nuestro Dios?, tú
Jeremías, les contestarás: Ustedes abandonaron a nuestro Dios, y en su propia
tierra adoraron a dioses extranjeros. Por eso tendrán que servir a gente
extraña en un país que no será el de ustedes.
Quiero que esto lo sepan todos en los reinos de Israel y de
Judá: Escucha, pueblo tonto y estúpido, que tiene ojos pero no quiere ver, que
tiene oídos pero no quiere oír. Yo, su Dios, pregunto: ¿Ya no me quieren
obedecer? ¿ya no me tienen respeto? Fui yo quien le puso límite al mar y aunque
sus olas se pongan bravas y hagan mucho ruido, no van más allá de la playa.
Pero este pueblo es muy rebelde; me abandonó y se fue por mal camino.
Jamás se puso a pensar: Debemos adorar a nuestro Dios, pues
él es quien nos da la lluvia cuando más nos hace falta; nos la manda en otoño y
primavera, y nos deja cosechar a tiempo. Pero todo esto ha cambiado por causa
de sus muchos pecados; por eso ustedes ya no disfrutan de todos esos
beneficios.
Hay entre ustedes gente tan mala, que cuando ponen trampas
no lo hacen para cazar pájaros sino para atrapar personas. Sus casas parecen
jaulas; ¡pero no están llenas de pájaros, sino repletas de cosas robadas! Así
fue como se llenaron de plata y llegaron a ser poderosos. Su maldad no tiene
límites. Están demasiado gordos y demasiado llenos de orgullo. No les hacen
justicia a los huérfanos, ni reconocen los derechos de los pobres.
¿Y acaso piensan ustedes que no los castigaré por todo esto?
¿Qué les hace pensar que no me voy a vengar de ustedes? Les juro que sí lo
haré. ¡Miren lo que pasa en el país!¡Esto es algo muy terrible! Los profetas
sólo dicen mentiras, los sacerdotes enseñan lo que quieren, y mi pueblo parece
estar feliz. Pero cuando llegue el desastre, nadie acudirá en su ayuda.
Aquí puedes darte cuenta que el ser humano que ama a Dios y
le obedece cumplirá con sus mandamientos, pues vive apegado a sus enseñanzas, por lo tanto, mostrará un cambio de estilo de vida, y a
partir de este momento será una persona auténtica, sincera con los demás ya que
la verdad será su estandarte y, por ende logrará ser una mejor persona.
Ahora bien, es cierto que vivir bajo los lineamientos de
Dios es muy difícil y sobre todo, que el hombre se comprometa y cumpla con las
promesas que le ha hecho a Dios; pero sabes, es bien importante que el hombre
sea firme en sus convicciones, que respete y reconozca a Dios, que le busque
para adorarlo pues sólo El es el Dios todopoderoso que cubre las necesidades
del ser humano.
No obstante, es prioridad que el hombre se vuelva a Dios,
para que aunado a su mano sea considerado un guerrero valiente, pues Dios determina
la esencia y la fortaleza de cada persona que está dispuesta a conocerle con un
corazón sencillo, arrepentido y, posteriormente, restaurado.
Con Alta Estima,
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