¡Quisiera tener lágrimas suficientes, para llorar día y
noche por los muertos de mi pueblo! ¡Quisiera huir al desierto, para alejarme
de los que aún viven! Todos ellos son unos infieles; ¡son una banda de
traidores!
Dios dijo: Esta gente dice que me ama, pero en este país
todos mienten y todo va de mal en peor. ¡Este pueblo dice más mentiras que las
flechas que un guerrero dispara en la batalla! Nadie confía en nadie, ni
siquiera en su propio hermano, porque
nadie dice la verdad. Todos se cuidan de todos, porque entre hermanos se
engañan y hasta entre amigos se mienten. ¡Están acostumbrados a mentir, y no se
cansan de pecar! Esta gente no quiere confiar en mí. Les juro que así es.
Por eso yo, el todopoderoso Dios de Israel, sigo: Voy a
hacer sufrir a mi pueblo, a ver si así cambia; ¿qué más puedo hacer con ellos?
Sólo saben decir mentiras; ¡su lengua hiere más que una flecha! Les desean lo
mejor a sus amigos, pero eso son sólo palabras, pues lo que en verdad quieren
es tenderles una trampa. ¡Por eso voy a castigarlos y a darles su merecido! Les
juro que así será.
Por montañas y desiertos los haré llorar y se oirán sus
lamentos. Las praderas quedarán desiertas, pues ya nadie pasará por ellas. Ya
no se oirán los mugidos del ganado. Y desaparecerán por completo las aves del
cielo y los animales del campo. Destruiré las ciudades de Judá, y las dejaré
sin gente. Dejaré a la ciudad de Jerusalén hecha un montón de ruinas. ¡En ese
lugar vivirán sólo los perros salvajes.
Jeremías dijo: ¿Por qué está tan arruinado el país? Ya nadie
pasa por aquí. ¡Hasta parece un desierto!¿Quién puede entender esto? ¿Hay algún
profeta que nos hable de parte de Dios, y nos lo pueda explicar? Dios dice que
esto le pasó a su pueblo porque no le obedecieron ni vivieron de acuerdo con
sus enseñanzas. Más bien, siguieron el ejemplo de sus antepasados, fueron
necios y adoraron a los dioses falsos. También dice el todopoderosos Dios de
Israel que le dará a este pueblo comida podrida y agua envenenada. Y que los
dispersará por naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron. ¡Los
perseguirá espada en mano, hasta que ninguno de ellos quede con vida!
Así dice el Dios todopoderoso: ¡Préstenme atención! ¡Llamen
a las mujeres que se contratan para llorar por los muertos! ¡Traigan alas más
expertas y que empiecen a llorar por ustedes! Sus ojos se llenaron de lágrimas;
el llanto correrá por sus mejillas.
Por todo el país se escuchan gritos y lamentos: Estamos
destruidos y llenos de vergüenza. Nuestras casas han sido derribadas; tenemos
que abandonar nuestro país. ¡Escúchenme bien, lloronas profesionales!¡Presten
atención a mis palabras! Enséñenles a sus hijas y amigas a entonar canciones
fúnebres; enséñenles a cantar este lamento.
La muerte entró a nuestros palacios; se metió por nuestras
ventanas, y mató a los niños que jugaban en la calle y a los jóvenes que se
reunían en las plazas. Sus cadáveres quedaron en el suelo como el grano que se
cae al cosecharlo; ¡quedaron desparramados como basura, sin que nadie los
levantara! Les juro que así será
Que nadie se sienta orgulloso: ni el sabio de su sabiduría,
ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien quiere
sentirse orgulloso, que se sienta orgulloso de mí y de que me obedece. ¡Eso es
conocerme! Pues yo actúo en la tierra con amor, y amo la justicia y la
rectitud.
¡Vienen días en que yo castigaré a los habitantes de Egipto,
Edom, Amón y Moab. Y también castigaré a los que viven en el desierto, porque
ellos se afeitan las patillas para adorar a los muertos y además se
circuncidan. Pero eso no significa que todas estas naciones pertenezcan a mi
pueblo. A los habitantes de Judá también los castigaré, pues aunque también se
circuncidan, en realidad no me obedecen.
Así pues, es necesario que el ser humano busque a Dios, que
crea en El, lo acepte y desee empaparse del conocimiento de Dios para que sea
edificado y construya una vida espiritualmente
fortificada con la Palabra de Dios, no una vida disipada sino enriquecida en valores
positivos que lo hagan madurar en su ser interior, y le ayuden a ser testimonio
vivo de su fe, amor fraternal, sinceridad, contribuyendo a que exista armonía
entre unos y otros, que se aprecien, que sean afables y apacibles, valores que
a Dios le agrada.
Por tanto, es urgente un cambio en la vida de cada persona,
que sea sensible a las necesidades de los demás, que el hombre aprenda a vivir
de acuerdo a las enseñanzas de Dios, pero sabes, urge que el hombre se vuelva a
Dios, que se arrepienta verdaderamente para que Dios perdone sus pecados y los
borre, teniendo presente que es conveniente que el hombre sea sincero con Dios
para que desaparezca su enojo, y al contrario, es necesario que el hombre desarrolle
una relación de comunión con Dios, sobretodo, para que él y su familia estén
bajo la cobertura de Dios.
No obstante, es prioridad que cada persona aprenda el temor
de Dios, mostrando humildad de corazón y
que sólo se sienta orgullosa de conocer a Dios.
Con Alta Estima,
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