En Anatot, Dios me dijo: Jeremías, cómprate un calzoncillo
de tela de lino, y póntelo; pero no lo laves. Yo fui y compré el calzoncillo, y
me lo puse, tal como Dios me lo había ordenado. Entonces Dios volvió a decirme:
Ahora, toma ese mismo calzoncillo y vete al río Eufrates para esconderlo allí,
en la grieta de una roca.
Yo fui al río Eufrates y lo escondí, tal como Dios me lo
había ordenado. Pero tiempo después Dios volvió a decirme: Jeremías, ve al río
Eufrates y busca el calzoncillo que te mandé esconder. Yo fui al río
Eufrates, y saqué el calzoncillo del
hoyo donde lo había escondido, pero el calzoncillo ya estaba podrido y no
servía para nada. Entonces, Dios me dijo: Así como se ha podrido el calzoncillo,
así también haré que se pudran el reino de Judá y su capital Jerusalén.
Son gente muy terca, orgullosa y malvada; no quieren
obedecerme, y para colmo adoran a otros dioses. ¡Pero quedarán como este
calzoncillo, que no sirve para nada! Yo quise que toda la gente de Israel y de
Judá se ajustara a mi ley, así como el calzoncillo se ajusta a la cintura de
quien lo lleva puesto. Sólo así serían mi pueblo, y gozarían de fama y respeto,
y la gente los alabaría. ¡Pero no quisieron obedecerme! Te aseguro que así
será.
Ahora, Jeremías, dile a mi pueblo: Todas las vasijas deben
llenarse de vino. Si ellos te dicen que eso ya lo saben, tú les responderás:
Dios me mandó a decirles que él va a emborrachar con vino a todos los que viven
en este país. Emborrachará a los reyes que descienden del rey David, a los
sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. Dios hará que
se destrocen entre ustedes mismos, padres e hijos por igual. No va a tenerles
lástima; ¡los destruirá sin compasión! Te juro que así será.
Jeremías le dijo al pueblo: ¡Escúchenme, no sean tan
orgullosos! ¡Préstenme atención, que Dios ha hablado! Den honra a nuestro Dios,
antes de que él mande las tinieblas y ustedes tropiecen en la oscuridad. La
salvación que ustedes esperan, Dios la cambiará en profunda oscuridad. Si por
causa de su orgullo ustedes no obedecen, lloraré amargamente y en secreto,
hasta que ya no pueda más, porque ustedes, pueblo de Dios, serán llevados
presos a una nación lejana.
Díganle al rey, y también a su madre, que bajen de su trono
y se sienten en el suelo, pues ya no tienen derecho a lucir sus hermosas
coronas. El ejército enemigo ha rodeado las ciudades del desierto del sur, y
nadie puede entrar ni salir. Todos los habitantes de Judá serán llevados
prisioneros.
Ustedes, los que viven en Jerusalén, salgan a ver a sus
enemigos: ¡ya vienen del norte! Ustedes estaban muy orgullosos del pueblo que
Dios les dio a cuidar; pero ese pueblo se ha perdido. Cuando Dios les ponga por
jefes a sus amigos preferidos, en quienes ustedes confiaban, lo van a lamentar.
Van a sentir los mismos dolores que una mujer cuando tiene un hijo. Cuando esto
les pase, no se sorprendan, pues si los desnudan y los violan, será por sus
muchos pecados. Nadie puede cambiar el color de su piel, ni puede el leopardo
quitarse sus manchas; ¡tampoco ustedes pueden hacer lo bueno, pues sólo saben
hacer lo malo!
Dios los dispersará por todas las naciones. Serán como la
paja que se lleva el viento. ¡Eso es lo que merecen, ya que ustedes se
olvidaron de mí, y decidieron confiar en dioses falsos! ¡También los dejaré
desnudos para que pasen vergüenza! Ustedes, habitantes de Jerusalén, son igual
que una prostituta. Han adorado a dioses falsos en los campos y en las colinas.
Han sido un pueblo infiel. Yo lo he visto y digo: Este pueblo nunca cambiará.
Sabes, es prioridad que el ser humano aprenda a ser
obediente a los mandatos de Dios; que sea firme en sus convicciones y deje a un
lado la soberbia, el orgullo, la terquedad, lo efímero y se vuelva a Dios, siendo
fundamental que establezca disciplina en su vida para que logre un cambio, un nuevo estilo de vida, conduciéndose
íntegramente, alineado al orden de Dios y así el hombre pueda dar honra a Dios
demostrarle fidelidad.
Con Alta Estima…
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