martes, 5 de noviembre de 2013

Actuar con inteligencia...


Así pues, el hombre con una conciencia  y voluntad firme adquirida con disciplina y  apegado a la Palabra de Dios, de quien recibe instrucción y sabiduría, que le ayudará a estar alerta para oír la voz de Dios  y pedirle cordura y sólo ahí podrá encontrar el entendimiento que necesita para poder avanzar pues debe el hombre recordar que el principio de la sabiduría es el temor a Dios.

¡La sabiduría está llamando! ¡Gritando está la experiencia! Se para a la orilla del camino o a la mitad de la calle, para que todos puedan verla. Se para junto a los portones, a la entrada de la ciudad, y grita a voz en cuello: Gente de todo el mundo ¡a ustedes estoy llamando! Jovencitos ignorantes, muchachitos inexpertos, ¡piensen bien lo que hacen! Préstenme atención, pues voy a decirles algo importante; no me gusta la mentira ni tampoco la hipocresía, siempre digo la verdad. La gente que sabe entender reconoce que mis palabras son justas y verdaderas. No busquen las riquezas, mejor busquen mis enseñanzas y adquieran mis conocimientos, pues son más valiosos que el oro y la plata. ¡Los más ricos tesoros no se comparan conmigo!

Yo soy la sabiduría, y mi compañera es la experiencia; siempre pienso antes de actuar. Los que obedecen a Dios aborrecen la maldad. Yo aborrezco a la gente que es muy orgullosa y presumida, que nunca dice la verdad ni vive como es debido. Yo tengo en mi poder el consejo y el buen juicio, el valor y el entendimiento. Yo hago que actúen con justicia reyes, príncipes y gobernantes. Yo amo a los que me aman, y me dejo encontrar por todos los que me buscan. Mis compañeras son la riqueza, el honor, la abundancia y la justicia. Lo que tengo para ofrecer vale más que el oro y la plata. Siempre actúo con justicia, y lleno de riquezas a todos los que me aman.

Dios fue quien me creó. Me formó desde el principio, desde antes de crear el mundo. Aún no había creado nada cuando me hizo nacer a mí. Nací cuando aún no había mares ni manantiales. Nací mucho antes de que Dios hiciera los cerros y las montañas, la tierra y sus paisajes. Yo vi cuando Dios puso el cielo azul sobre los mares; cuando puso las nubes en el cielo y cerró las fuentes del gran mar, cuando les ordenó a las aguas no salirse de los límites. Cuando Dios afirmó la tierra, yo estaba allí, a su lado, como su consejera. Mi dicha de todos los días era siempre gozar de su presencia. El mundo creado por Dios me llenaba de alegría; ¡la humanidad creada por Dios me llenaba de felicidad!

Querido jovencito, ¡escúchame bien! Dios te bendecirá si sigues mis consejos. Acepta mis enseñanzas; no las rechaces ¡Piensa con la cabeza! Si todos los días vienes a mi casa y escuchas mis enseñanzas, Dios te bendecirá. Los que me encuentran, encuentran también la vida y reciben bendiciones de Dios; pero los que me ofenden ponen su vida en peligro; odiarme es amar la muerte.

La sabiduría hizo una casa y le puso siete columnas labradas. Hizo además una fiesta, en la que ofreció el mejor vino. Una vez puesta la mesa, mandó mensajeras a la parte alta de la ciudad, para que desde allí gritaran:  Jovencitos, sin experiencia, ya que les falta entendimiento, vengan conmigo. Vengan a gozar de mi banquete; beban del vino que he preparado. Si realmente quieren vivir, déjense de tonterías y actúen con inteligencia. Si corriges a los burlones, sólo ganarán que te insulten; si reprendes a los malvados, sólo te ganarás su desprecio. No reprendas a los burlones o acabarán por odiarte; mejor reprende a los sabios, y acabarán por amarte. Educa al sabio, y aumentará su sabiduría; enséñale algo al justo, y aumentará su saber.

Todo el que quiera ser sabio que comience por obedecer a Dios; conocer al Dios santo es dar muestras de inteligencia. Yo, la sabiduría, te daré muchos años de vida. Si eres sabio, tú eres quien sale ganando; pero si eres malcriado sufrirás las consecuencias. La ignorancia es escandalosa, tonta y sinvergüenza. Cuando está en su casa, se sienta a la entrada misma; cuando está en la ciudad, se sienta donde todos la vean, y llama a los distraídos que pasan por el camino: Jovencitos inexpertos, faltos de entendimiento, ¡vengan conmigo! ¡No hay nada más sabroso que beber agua robada! ¡No hay pan que sepa tan dulce como el que se come a escondidas! Pero estos tontos no saben que esa casa es un cementerio; ¡no saben que sus invitados ahora están en el fondo de la tumba!

… pero sabes, el ser humano cuando obedece las enseñanzas de Dios está bajo su autoridad y así será sabio pues es esencial que reflexione y se pregunte si se ha alejado de Dios, para que se pueda reivindicar  y corregir todo lo que se ha desviado en sus pensamientos y en su corazón. 

Con Alta Estima,

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