Si el hombre quiere hallar satisfacción verdadera tiene que
temer a Dios pues es el principio de la sabiduría, no apegarse a los placeres y
riquezas de este mundo, sino disfrutarlas y ayudar a otros.
Entonces decidí ver
qué de bueno ofrecen los placeres, ¡pero tampoco a esto le encontré
sentido! Y concluí que las diversiones son una locura, y que los placeres no
sirven para nada. Hice luego la prueban de beber mucho vino y de cometer las
más grandes tonterías. Quería ver qué de bueno le encuentra la gente a sus
pocos años de vida en este mundo. Pero hice esto sabiendo lo que hacía. Nunca
perdí el control de la situación. Todo lo hice en grande: construí mis propias
casas, planté toda clase de árboles frutales. También mandé construir represas
de agua para regar los árboles que allí crecían. Llegué a tener muchos esclavos
y esclavas, y también tuve más vacas y ovejas que todos los que reinaron en
Jerusalén antes que yo. Llegué a tener montones de oro y plata, y me quedé con
las riquezas de otros reyes y de otras naciones. Tuve a mi servicio hombres y
mujeres que cantaban para mí, y gocé de todos los placeres humanos, pues tuve
muchas mujeres.
Entre los que
reinaron en Jerusalén antes que yo, nunca nadie fue tan importante ni tan
sabio. Hice todo lo que quise, todo lo que se me ocurrió. Disfruté plenamente
de todos mis trabajos, pues bien ganado me lo tenía. Luego me puse a pensar en
todo lo que había hecho, y en todo el trabajo que me había costado hacerlo, y
me di cuenta de que nada de esto tenía sentido; todo había sido como querer
atrapar el viento. ¡En esta vida nadie saca ningún provecho!
Como yo era el nuevo rey, y no podía hacer más de lo que ya
estaba hecho, me puse a pensar en lo que significa ser sabio y ser tonto.
Entonces me di cuenta de que ser sabio es como andar a oscuras, pues el sabio
sabe lo que hace, pero el tonto no sabe nada de nada. Pero también me di cuenta
de todos tenemos un mismo final, así que me puse a pensar: ¿Qué gano yo con ser
tan sabio, si al fin de cuentas moriré igual que los tontos? ¡Esto no tiene
ningún sentido! Como los sabios mueren igual que los tontos, y como todo se
olvida con el tiempo, después nadie vuelve a acordarse ni de unos ni de otros.
Como nada en este mundo me causa alegría, terminé por aborrecer la vida. Lo
cierto es que nada tiene sentido; ¡todo es como querer atrapar el viento!
También terminé por aborrecer el haber trabajado tanto en esta vida, pues el
fruto de todo mi trabajo tendría que dejárselo a quien reinara después de mí,
sin importar que ese nuevo rey fuera sabio o tonto.
¡Realmente no tiene sentido que alguien venga y se quede con
todo lo que tanto trabajo nos ha costado llegar a tener! Una vez más me
desanimó el haber trabajado tanto en esta vida. Resulta que algunos ponemos a
trabajar nuestra sabiduría, nuestros conocimientos y experiencia, ¡tan sólo
para dejarle todos nuestros bienes a quien nunca hizo nada para ganárselos!¡Eso
está muy mal, y no tiene ningún sentido! Después de tantos trabajos, esfuerzos
y preocupaciones, ¿qué nos llevamos de este mundo? ¡Nada! Nuestra vida está
llena de dolor y sufrimiento; ni de noche logramos descansar. ¡Eso no tiene
sentido! Lo mejor que podemos hacer es
comer y beber, y disfrutar de nuestro trabajo. He podido darme cuenta de que
eso es un regalo de Dios, pues si no fuera por él, ¿quién podría comer y estar
alegre? Cuando Dios quiere a alguien, le da sabiduría y conocimientos, y lo
hace estar alegre, en cambio, al que desobedece lo hace trabajar y amontonar
mucho dinero, para luego dárselo a todo a quien él quiere. ¡Pero eso tampoco
tiene sentido! ¡Es como querer atrapar el viento!
Asimismo, Dios sabe
todo y te conoce por lo que el ser humano no debe apartarse del camino recto pues Dios no
es permisivo y el libre albedrío, es la búsqueda del discernimiento de reconocer
y optar por el bien.
Con Alta Estima,
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