miércoles, 20 de noviembre de 2013

Una sabia reprensión…


Sabes, el ser humano debe aprender a tener dominio de sí mismo para evitar caer en las tentaciones a que está expuesto en el mundo; y también debe considerar otros aspectos importantes como devolver bien por mal ayudando de esta forma a mantener la paz y que la otra persona recapacite; evitar hablar mal de otros, ser humilde y dejar a otro el lugar que le corresponde, tratar a los demás con amor, paciencia y palabras suaves, no mentir a otros.

La siguiente lista de proverbios de Salomón fue preparada por los servidores de Ezequías, rey de Judá. A Dios lo alabamos porque vive en el misterio; al rey lo respetamos porque trata de entenderlo. El cielo está allá arriba, la tierra está aquí abajo, pero la mente de los reyes nadie sabe dónde está. En cuanto el joyero limpia de impurezas la plata, puede hacer una copa. En cuanto el rey limpia de malvados el reino, puede hacer justicia. Cuando estés ante el rey, no te sientas importante ni te des aires de grandeza. Vale más que el propio rey te diga dónde sentarte, y no que pases vergüenza antes sus invitados.

Si de algo eres testigo, no vayas corriendo a los tribunales, no sea que, al fin de cuentas otro testigo lo niegue y te ponga en vergüenza. Defiéndete si es necesario, pero no lo cuentes a nadie lo que otros te han confiado, no sea que alguien te oiga y te ponga en vergüenza, y te ganes mala fama. Las palabras dichas a tiempo son como manzana de oro con adornos de plata. Para quien sabe apreciarla, una sabia reprensión vale tanto como una joya de oro muy fino. Tan refrescante como apagar tu sed con un vaso de agua fresca, es contar con un amigo a quien puedes confiarle un mensaje.

Hay quienes hablan de dar y nunca dan nada. Son como las nubes oscuras, que anuncian lluvia…¡y no llueve! La paciencia vence toda resistencia. La cortesía vence toda oposición. Si encuentras miel, no comas demasiada; la mucha miel empalaga. Con los amigos, guarda tu distancia; visitarlos demasiado ya es molestia. Quien habla mal de su amigo lo hiere más que una espada. Confiar en gente traicionera cuando se tienen problemas, es peor que comer con dolor de muelas o caminar con una pierna rota.

Nadie cura con vinagre una herida, ni anda desnudo en el frío, ni les canta canciones a los que están afligidos. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber. Así Dios te premiará, y harás que a tu enemigo le arda la cara de vergüenza. El viento del norte hace llover, y las malas lenguas hacen enojar. Más vale vivir en un rincón del patio que dentro de un palacio con una persona agresiva. Con qué gusto se recibe el agua fresca cuando se tiene sed; así se reciben las buenas noticias que vienen de tierras lejanas.

Cuando el hombre bueno se rinde ante el malvado, se contamina como un río al que se arrojan desperdicios. Tan malo es comer mucha miel, como recibir muchos halagos. Quien no controla su carácter es como una ciudad sin protección.

No es posible imaginar que caiga nieve en la selva ni que llueva en el desierto ni que se alabe a un tonto. La maldición sin motivo jamás surte efecto; es como un ave sin rumbo. Para el caballo, el látigo; para el burro, el freno; para el necio, el garrote. No te pongas al nivel del necio, o resultará que el necio eres tú. Pon al tonto en su lugar, para que no se crea muy sabio. Enviar como mensajero a un tonto da lo mismo que no enviar a nadie. Dime de qué sirve que el tonto diga proverbios, y te diré de qué sirve una carreta sin bueyes.

Dime de qué sirve alabar al tonto, y te diré de qué sirve un arco sin flechas. Un proverbio en labios de un tonto es lo mismo que un cuchillo en manos de un borracho. Tan peligroso es que lances piedras al aire, como que a un tonto le des trabajo en tu casa. El perro vuelve a su vómito, y el necio insiste en su necedad. Más puede esperarse de quien reconoce que es tonto, que dé un tonto que se cree muy sabio.

El perezoso pone como pretexto que en la calle hay leones que se lo quieren comer. ¿En qué se parece el perezoso a la puerta? ¡En que los dos se mueven, pero ninguno avanza! Al que es perezoso hasta comer le cuesta trabajo. El perezoso se cree muy sabio; piensa que no hay nadie como él. Tan peligroso resulta meterse en pleitos ajenos, como querer agarrar por la cola a un perro bravo. Como loco que lanza piedras al aire, es quien engaña al amigo y dice que estaba bromeando. El fuego se apaga si no se le echa más leña, y el pleito se acaba  si no siguen los chismes.

¿En qué se parecen la leña y el peleador? En que la leña aviva el fuego, y el peleador aviva el pleito. Los chismes son muy sabrosos, pero también hacen mucho daño. Los piropos del malvado son tan engañosos como una olla de barro cubierta de plata. El qué esconde sus rencores, en el fondo es mentiroso. No creas lo que te diga, pues te habla con dulzura pero busca hacerte daño. Miente al decir que te quiere, pues todos saben que te odia. No abras zanjas si no quieres caer en ellas, ni hagas rodar piedras si no quieres que te aplasten. Quién miente no se quiere a sí mismo, quien a todos alaba se busca problemas.

Por lo tanto, el ser humano debe pensar bien antes de decir o hacer algo, no volver a cometer las acciones que son contrarias a hacer lo bueno,  sería conveniente que el hombre se examine a diario para corregir lo que ha hecho mal y poder seguir avanzando, así demostrará sabiduría en todo lo que haga.


Con Alta estima,

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