Es necesario que el ser humano aprenda a ser un buen
administrador de los recursos que posee, diligente y prudente en todo lo que
haga para edificar su casa y agradar a Dios, siendo esencial que demuestre entendimiento para discernir el camino correcto, aplicando
la justicia y con temor de Dios y así habrá hallado la sabiduría.
La mujer sabia une a
su familia; la mujer tonta la desbarata. La gente honrada obedece a Dios;
la gente malvada lo desprecia. Es de tontos hablar con orgullo; es de sabios
ser de pocas palabras. Sin las herramientas apropiadas, el trabajo no da fruto;
con buenas herramientas se saca mejor provecho. El testigo verdadero dice la
verdad; el testigo falso siempre dice mentiras. El malcriado quisiera ser
sabio, pero jamás llegará a serlo; en cambio, el entendido muy pronto gana
conocimientos. Aléjate de los tontos, que nunca aprenderás nada de ellos. El
que es sabio lo demuestra en que piensa bien lo que hace, pero el tonto vive
engañado por su propia estupidez. A los necios no les importa si Dios los
perdona o no, pero la gente buena quiere el perdón de Dios. Nadie más que tú
conoce realmente tus tristezas y tus
alegrías.
La familia del malvado será destruida, pero el hogar del
bueno prosperará. Hay cosas que hacemos que nos parecen correctas, pero que al
fin de cuentas nos llevan a la tumba. La mucha risa causa dolor; hay alegrías
que acaban en tristeza. La gente tonta es feliz con su mala conducta; la gente
buena es feliz con sus buenas acciones. La gente tonta cree todo lo que le
dicen; la gente sabia piensa bien antes de actuar. El sabio conoce el miedo y
se cuida del peligro, pero el tonto es atrevido y se pasa de confiado. El que
pronto se enoja pronto hace tonterías, pero el que piensa en lo que hace
muestra gran paciencia.
La recompensa de los tontos es su propia estupidez; el
premio de los sabios consiste en saber cómo actuar. Los malvados no resisten la
justicia de los buenos. Si eres pobre, ni tus amigos te buscan; si eres rico,
todo el mundo es tu amigo. No debes despreciar al amigo; ¡si eres bueno con los
pobres, Dios te bendecirá! Los que piensan hacer lo malo cometen un grave
error; los que procuran hacer lo bueno reciben el gran amor de Dios. Todo
esfuerzo vale la pena, pero quien habla y no actúa acaba en la pobreza. La
riqueza del sabio es su sabiduría; la pobreza del tonto es su estupidez. El
testigo que dice la verdad salva a otro de la muerte, pero hay testigos
mentirosos.
El que obedece a Dios ya tiene un poderoso protector para él
y para sus hijos. El que obedece a Dios tiene larga vida; ha escapado de la
muerte. Paro el rey es un orgullo gobernar a un pueblo numeroso; ¡qué vergüenza
es para él no tener a quién gobernar! El sabio domina su enojo; el tonto no
controla su violencia. Mente sana en cuerpo sano; por eso la envidia te
destruye por completo. Quien le quita todo al pobre ofende a Dios, su creador;
quien obedece a Dios trata bien al pobre. El malvado fracasa por su maldad;
pero el hombre bueno confía en Dios hasta la muerte.
En la mente del sabio hay lugar para la sabiduría; pero la
gente tonta no llega a conocerla. El orgullo de un pueblo es que se haga
justicia; la desgracia de los pueblos es que se cometa pecado. El ayudante
inteligente se gana el aprecio del jefe, pero el empleado sinvergüenza provoca
su enojo.
Sabes, sería grandioso que el ser humano tenga una relación
estrecha con Dios, que crea en él para que
en su vida tenga gozo, mansedumbre y humildad
en su actitud ante la adversidad, confiando en El con un corazón apacible.
Con Alta Estima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario