Yo que estoy preso
por servir al Señor Jesús, les ruego que vivan como deben vivir quienes, como
ustedes, han sido llamados a formar parte del pueblo de Dios. Sean humildes,
amables y pacientes, y bríndense apoyo, por amor, los unos a los otros. Hagan
todo lo posible por vivir en paz, para que no pierdan la unidad que el Espíritu
les dio. Sólo hay una iglesia, sólo hay un Espíritu, y Dios los llamó a una
sola esperanza de salvación. Sólo hay un Señor, una fe y un bautismo. Sólo hay
un Dios, que es el Padre de todos, gobierna sobre todos, actúa por medio de
todos, y está en todos.
A cada uno de
nosotros Cristo nos dio las capacidades que quiso darnos. Como dice la Biblia:
Cuando subió al cielo, llevó muchos prisioneros, y dio capacidades a la gente.
Pero, ¿qué significa eso de que subió? Pues significa que primero bajó a las
partes más profundas de la tierra. Y el que bajó es el mismo que después subió
a lo más alto del cielo, para llenar todo el universo. El fue quien les dio a
unos la capacidad de ser apóstoles; a otros, las de ser profetas; a otros, la
de ser evangelistas, y a otros, la de ser pastores y maestros. Hizo esto para
que todos los que formamos la iglesia, que es su cuerpo, estemos capacitados
para servir y dar instrucción a los creyentes. Así seremos un grupo muy unido y
llegaremos a tener todo lo que nos falta; seremos perfectos, como lo es Cristo,
por conocer al Hijo de Dios y por confiar en él. Ya no seremos como niños, que
ahora piensan una cosa y más tarde piensan otra, y que fácilmente son engañados
por las falsas enseñanzas de gente astuta, que recurre a toda clase de trampas.
Al contrario, el amor debe hacernos decir siempre la verdad, para que en todo lo
que hagamos nos parezcamos cada vez más a Cristo, que es quien gobierna la
iglesia. Cristo, que es quien va uniendo a cada miembro de la iglesia, según
sus funciones, y quien hace que cada uno trabaje en armonía, para que la
iglesia vaya creciendo y cobrando más fuerza por causa del amor.
Ahora les pido, de
parte del Señor Jesús, que ya no vivan como los que no conocen a Dios, pues
ellos viven de acuerdo con sus tontas ideas. Son gente ignorante y terca, que
no entiende nada, y por eso no disfruta de la vida que Dios da. Han perdido la
vergüenza, se han entregado totalmente a
los vicios, y hacen toda clase de indecencias.
¡Pero esto no es lo
que ustedes aprendieron acerca de Cristo! Porque ustedes oyeron el mensaje
acerca de él, y saben vivir como él manda, siguiendo la verdad que él enseñó.
Por eso, ya no vivan ni se conduzcan como antes, cuando los malos deseos
dirigían su manera de vivir. Ustedes deben cambiar completamente su manera de
pensar, y ser honestos y santos de verdad, como corresponde a personas que Dios
ha vuelto a crear, para ser como él.
Por eso, ya no deben
mentirse los unos a los otros. Todos nosotros somos miembros de un mismo
cuerpo, así que digan siempre la verdad. Si se enojan, no permitan que eso los
haga pecar. El enojo no debe durarles todo el día, ni deben darle al diablo
oportunidad de tentarlos. Quien antes fue ladrón, debe dejar de robar, y ahora
trabajar bien y con sus propias manos. Así tendrá dinero para ayudar a las
personas necesitadas.
No digan malas
palabras. Al contrario, digan siempre cosas buenas, que ayuden a los demás a
crecer espiritualmente, pues eso es muy necesario. No hagan que se ponga triste
el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en
ustedes, para reconocerlos cuando llegue el día en que para siempre serán
liberados del pecado.
Dejen de estar
tristes y enojados. No griten ni insulten a los demás. Dejen de hacer el mal.
Por el contrario, sean buenos y compasivos los unos con los otros, y
perdónense, así como Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo.
Aquí puedes darte
cuenta que el hombre que conoce a Dios, obedece sus mandatos y forma parte del
pueblo de Dios y el Espíritu de Dios
vive en su ser interior y entonces el hombre deberá conducirse dando fruto, humildad, paciencia,
amabilidad con los demás, buscando la armonía entre unos y otros de manera que el
hombre viva en paz.
No obstante, Dios ha
dado al hombre capacidades diferentes y, en consecuencia el hombre debe
ayudarse y servirse los unos a los otros para lograr la unidad perfecta que Dios desea, su fe aumentará pues su
confianza está puesta en Dios, y entonces el hombre crecerá espiritualmente.
Así pues, es
fundamental que el hombre viva en amor, armonía, sinceridad y perdonando a los demás, siendo
santo de verdad como persona que ha sido renovada en su manera de pensar
pues tiene como sello de identidad , el Espíritu de Dios.
Con Alta Estima,
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