Dicen que soy muy
tímido cuando estoy entre ustedes, pero muy valiente cuando estoy lejos. Yo les
ruego por el cariño y la bondad de Cristo, que cuando vaya a verlos, no me obliguen
a ser duro con los que nos acusan. Ellos dicen que nosotros hacemos las cosas
sólo por interés, como lo hace la gente de este mundo, pero no actuamos como
todo el mundo, ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el
poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones y el orgullo
de quienes quieren impedir que todos conozcan a Dios. Con ese poder hacemos que
los pecadores cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo. Estamos
dispuestos a castigar a todos el que no obedezca a Cristo, comenzando por
ustedes, hasta que llegue el día en que todos lo obedezcan.
Ustedes sólo aceptan
lo que pueden ver. A los que están seguros de que son de Cristo, quiero
decirles que yo también lo soy. Aunque yo exagere en poco en mi autoridad, no
me da vergüenza. El Señor Jesucristo me dio autoridad sobre ustedes, para
ayudarlos a confiar más en él y para destruirlos.
No quiero que piensen
que trato de asustarlos con mis cartas. Algunos dicen que mis cartas son duras
y fuertes, pero que cuando hablo en persona soy débil, y que no sé hablar bien
ni impresiono a nadie. Esas personas tienen que entender que, cuando vaya a
verlos, seré tan fuerte como lo soy en las cartas que envío desde lejos.
Jamás llegaré a
compararme con los que hablan bien de sí mismos. Compararse con uno mismo es
una tontería. Tampoco voy a presumir de lo que no he hecho. Si de algo voy a
sentirme orgulloso, es del trabajo que Dios me mandó hacer. ¡Y ustedes con
parte de ese trabajo! No voy a presumir más de lo que debo, pero fui de los
primeros en llegar a Corinto y en anunciarles la buena noticia de Jesucristo.
Tampoco voy a sentirme orgulloso del trabajo que otros hicieron. Al contrario,
espero poder trabajar más entre ustedes, según vaya aumentando su confianza en
Dios. Esa es la meta de mi trabajo. También deseo anunciar la buena noticia en
lugares más allá de Corinto, donde nadie haya trabajado antes. Así nadie podrá
decir que ando presumiendo con el trabajo de otros.
La Biblia dice: Si
alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de creer en
el Señor. La persona que merece aplausos no es la que habla bien de sí misma,
sino aquella de quien el Señor habla bien.
Aquí puedes darte
cuenta que el hombre obediente, vive apegado a la Palabra de Dios, que es
fuente de vida y útil para producir fe y que el hombre nacido de nuevo actúe diferente
a todo el mundo, pues cuenta con armas espirituales para luchar contra el enemigo y, con el poder de
Dios el hombre habla a la gente para que se vuelva a Dios y obedezca sus enseñanzas.
Por tanto, la
prioridad es que el hombre desarrolle una intuición, conciencia y comunión con
Dios para que avance en su crecimiento espiritual y su fe sea firme.
No obstante, es
importante que el hombre sea humilde y que sólo se sienta orgulloso de creer en nuestro Señor Jesucristo, pues El le da poder para que use las armas que el Espíritu de Dios le
da y le capacita, como son entre otras, mansedumbre, paciencia para enseñar a otros la verdad de
Dios.
Con Alta Estima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario